Dice que “es miserable hacer aparecer hoy a Álvaro
Uribe como ‘el enemigo de la paz’, pero que el expresidente si es “enemigo de la
claudicación y el debilitamiento del Estado”.
Como ministra de
Defensa, Marta Lucía Ramírez de Rincón (Zipaquirá, 1954) puso el coraje y los
‘pantalones’ para tener bajo su mando a medio
millón de soldados y polícías, de 2002 a 2003, en el primer periodo del
Gobierno de Álvaro Uribe Vélez.
Esta abogada javeriana
también fue ministra de Comercio, Industria y Turismo (Gobierno de Andrés Pastrana),
embajadora en Francia, senadora por el Partido de La U, precandidata presidencial
por el Partido Conservador y hoy es la vocera de la Coalición para la Promoción
de la Industria Colombiana.
Su voz cuenta en
asuntos como los tratados de libre comercio, pero la abordé en septiembre para hablar
exclusivamente de la guerra y de la paz. Esta es la entrevista a quien, junto a
Michelle Bachelet -expresidenta de Chile-, han sido las dos únicas mujeres en
Latinoamérica en desempeñarse como ministras de Defensa.
¿Si es por donde el presidente Juan Manuel Santos
tomó el camino para dialogar con la guerrilla de las Farc?
El presidente
Santos ha asumido con mucha decisión un camino fundamental que es llevar a
Colombia hacia el desarrollo. Es ofrecerles a los colombianos la ilusión de un
país que realmente tenga condiciones de vida óptimas, que garantice acceso al
empleo y bienestar, pero para eso necesitamos que haya seguridad. Y acá yo no
quisiera plantear que hay un camino que sea alternativo ni una disyuntiva. Es
que no puede haber una disyuntiva entre la seguridad y la paz. Solamente quiero
hacer énfasis en que para alcanzar la paz se necesita fortalecer la decisión
del país por garantizar seguridad a sus ciudadanos. Lo mínimo que tiene que
ofrecer un Estado en cualquier lugar del mundo es seguridad. Seguridad a la
vida, seguridad a la libertad.
De tal forma que
en la medida en que el presidente Santos viene en este momento liderando un
proceso de paz, lo importante es que no haya ni el más mínimo asomo en cuanto a
la decisión de seguir trabajando por la seguridad. Porque la seguridad es,
entre otras cosas, la razón por la cual hoy estos grupos terroristas están
diciendo que quieren hacer la paz. Porque si ellos hubieran tenido un Estado
debilitado, unas Fuerzas Militares arrinconadas y debilitadas, nunca jamás se
hubieran tomado el interés de volver a hablar de paz. Ellos hoy están pidiendo
hablar de paz porque son ellos los que están arrinconados con la fuerza del
Estado y obviamente con la contundencia de los golpes que se les han venido
dando, no solamente a nivel de cabecillas sino también un golpe muy importante
que ha sido el de la desmovilización. Gracias a la desmovilización se le ha
logrado sacar muchísimos combatientes a la guerrilla, que son combatientes que
obviamente para ellos tienen una importancia muy grande.
¿Cómo creerle a las Farc que esta vez sí están
dispuestos a llegar a un acuerdo?
Yo creo mucho en
esa frase de la Biblia donde dice: ‘Por los hechos los conoceréis’. No creo en
la guerrilla, para nada, no creo en las Farc, no creo en el ELN, no creo en sus
cantos de sirena, hasta tanto tengan hechos verdaderos de paz. Y me parece que
en eso el Gobierno no debe esperar a que ellos los ofrezcan espontáneamente,
sino que el Gobierno tiene que exigir que haya esos hechos de paz. Está bien
que se hayan adelantado unos pre diálogos, está bien que hoy estemos hablando
de iniciar un proceso, pero lo que no está bien es que se inicie un proceso sin
ninguna condición.
Yo como
colombiana y como exministra de Defensa, esperaría ver por lo menos cuatro
condiciones: la primera, que no sigan reclutando porque es infame el
reclutamiento de niños, porque a esos niños los reclutan y los ponen en la
primera fila del frente de combate. Segunda, que no sigan cometiendo atentados
terroristas contra la población civil totalmente indefensa; en los campos de
Colombia todos los atentados terroristas dejan siempre muertos de la población y
destrucción económica para la misma. Tercera, que no sigan usando armas no
convencionales de guerra contra nuestros soldados, y si quieren enfrentar a las
Fuerzas Militares en un combate que lo hagan, pero utilizando las armas de
guerra apropiadas, cumpliendo el Derecho Internacional Humanitario que prohíbe
utilizar armas no convencionales. Y la cuarta condición es que las Farc
empiecen a avanzar hacia el desmonte total del narcotráfico y la liberación de
los secuestrados.
Porque si no
liberan a los secuestrados van a tener siempre el chantaje que le han hecho al
Estado colombiano en anteriores procesos en el sentido de que si no avanzan las
negociaciones o si se levantan ellos de la mesa quién sabe qué van a ser
capaces de hacer con los secuestrados. Y si no avanzan hacia el desmonte del
narcotráfico, pues también caemos en la manipulación del pasado y es que por un
lado tienen un frente dizque negociando para distraer al Estado y engolosinar a
la opinión pública, pero por otro lado tienen otros frentes fortaleciéndose
económicamente gracias al negocio del narcotráfico.
¿Acertó el presidente Santos al nombrar al
exvicepresidente Humberto de la Calle Lombana, Sergio Jaramillo, Frank Pearl,
Luis Carlos Villegas, y los generales retirados Óscar Naranjo y Jorge Enrique
Mora Rangel como negociadores? ¿Sobra alguien? ¿Falta quién?
Me parece
absolutamente grave que en este grupo de negociadores solamente esté
representada la mitad de los colombianos, porque un grupo de negociadores
negocia en representación de una Nación, y en esa Nación el cincuenta por
ciento son mujeres. Acá en esta negociación no hay ninguna representación de
las mujeres, como si no hubiera en Colombia suficientes mujeres preparadas, con
carácter, conocedoras de los temas sociales y económicos del conflicto. Es una
bofetada a la mujer colombiana el que no haya ninguna sentada en la mesa de
negociaciones.
Me decía uno de
los seis negociadores que estuviera tranquila porque las mujeres estuvieron
ayudando en el proceso y ellas eran las asistentes de algunos de nosotros. Eso
es lo que nos tiene en Colombia como estamos; tener una visión de la mujer
siempre de segundona, cuando la mujer puede y debe tener los lugares de liderazgo que le corresponden en este país.
El expresidente Andrés Pastrana Arango declaró que
temía que uno de los negociadores sea el general Mora Rangel porque lo
consideraba el principal enemigo del proceso que llevó al despeje del Caguán. ¿A
usted le da buena espina que esté ahí ese general -a quien un magistrado pidió
a la Fiscalía que lo investigue por varios delitos, entre ellos la muerte del
periodista Jaime Garzón-?
Yo comparto con
el presidente Pastrana su preocupación, porque en su Gobierno yo fui ministra
de Comercio Exterior y recuerdo su afán por lograr una negociación que
realmente permitiera doblegar a la Farc
y acabar el conflicto hace catorce años. Cuántas muertes se hubieran
evitado Colombia. Y sí, en el general Mora Rangel tuvo a uno de sus principales
contradictores al interior del Ejército. Es más, recordemos el episodio cuando
lamentablemente el ministro Rodrigo
Lloreda en esos días tuvo una época muy crítica por el famoso ruido de sables
que estaba alimentándose al interior de las Fuerzas Militares.
Pero más allá de
ese episodio, que hace parte de la historia, también creo que el general Mora
Rangel es un hombre que tiene un reconocimiento dentro de la tropa y esperamos
que él como negociador reivindique y haga valer la necesidad urgente que tiene
la tropa de contar con el fuero militar,
con las normas que en un país en conflicto protegen también a los
militares, para que se les juzgue con una justicia especializada que debe ser
la Justicia Penal Militar.
¿La paz es el objetivo final o es el trampolín para
la reelección de Juan Manuel Santos?
Pues usted lo
está diciendo Pastor, y no yo… Creo que este es un momento en donde sabemos que
la paz es el anhelo de todos los colombianos, pero considero que esa ilusión
debe verse en una perspectiva realista, en un horizonte de mediano plazo, y no
caer en la manipulación de creer que acá en Colombia los dueños de la paz o los
dueños de la estrategia militar contra la guerrilla tienen que ser solamente
las personas; ojalá que llegue un día en que esta sociedad madure y entendamos
que el logro de la paz y el enfrentamiento al terrorismo y al narcotráfico sea
un logro de las instituciones, porque Colombia a punta de los ‘ismos’ es que
realmente no avanza. El tema de la paz no puede ser un tema del santismo, como
tampoco la seguridad puede ser un tema solamente del uribismo. La seguridad y
enfrentar al terrorismo y la delincuencia, tiene que ser un tema de
institucionalidad, de largo plazo, que nos de esa seguridad para con los
colombianos.
¿A los militares colombianos les conviene y les
interesa que haya paz en Colombia, así tengan que perder tantos privilegios que
ostentan?
No tengo ninguna
duda. Los militares colombianos por encima de todo son unos patriotas, son unas
personas que han entregado y que siguen entregando todos los días su trabajo,
su desvelo, su vida, su salud, al servicio de la seguridad de los colombianos,
al servicio de la democracia, y por supuesto los más beneficiados de que haya
paz en Colombia son los propios militares y ellos saben que es así. Pero
tenemos unas Fuerzas Militares que por fortuna han sido obedientes del poder
civil y si les pedimos que combatan, siempre estarán dispuestas y en capacidad
de combatir como los mejores, porque en realidad son los mejores combatientes,
pero si les pedimos a ellos que apoyen la paz, también sé que vamos a encontrar
en nuestros militares y policías el mejor acompañamiento para recorrer el
camino de Colombia hacia la paz.
Mientras que no haya
las condiciones garantizadas, mientras que no haya hechos concretos de paz por
parte de todos los grupos que hacen parte del conflicto, nuestras Fuerzas
Militares tienen que seguir todos los días combatiendo a esos grupos,
combatiendo la ilegalidad, el terrorismo y el narcotráfico, porque es
absolutamente obligatorio -tal como lo dispone la Constitución- que su labor de
todos los días sea combatir las amenazas que afectan la seguridad y la vida de
los colombianos.
¿Es demasiado temprano ponerse a pensar en el
posconflicto, como le ha tocado vivir a El Salvador y Guatemala, países que
firmaron la paz y luego debieron enfrentar un problema de seguridad igual de
complejo?
Nosotros, como
decía el presidente Santos, debemos aprender no solamente de nuestros propios
errores; debemos aprender también de los errores de los vecinos.
Desafortunadamente el error de Centroamérica hace veinte años, fue creer que al
desmovilizar a los grupos armados en contra del Estado, lograban la paz. Y ahí
nos damos cuenta cómo la paz es algo tan esquivo si no se trabaja todos los
días por ella. La paz no viene simplemente con firmar un acuerdo ni un
armisticio; la paz se tiene que construir todos los días con mejor Estado, con
más Estado, con instituciones eficaces, que realmente les garanticen a los
ciudadanos seguridad, libertad y acceso a lo social, es decir: educación y
salud. La paz se construye con infraestructura, porque la gente dice: ¿pero qué
tiene que ver la infraestructura? ¡Claro que tiene que ver! Si no hay
infraestructura, el campesino sigue aislado de los centros urbanos, no tiene
cómo vender su producción agrícola y sigue estando en manos del terrorismo y el
narcotráfico. Por esa razón tenemos que mirar esa experiencia de Centroamérica
y entender que cualquier acuerdo que se llegara a firmar -ojalá que se firme y
hay que apostar porque este proceso salga bien-, va a ser apenas el comienzo de
un proceso que durará el resto de la vida para fortalecer cada vez más ese
Estado que brinde seguridad, justicia y acceso a las oportunidades sociales
para todos los colombianos. Si no es así, de pronto podemos ver una época de
calma y desafortunadamente un regreso a la violencia más adelante.
¿Firmada la paz, qué garantía hay de que ese grueso
porcentaje del presupuesto nacional que se destina a la guerra, se invierta en
las soluciones de fondo que demanda el país y que no se lo roben los corruptos
de siempre?
Anhelo que ojalá
buena parte del presupuesto militar se vaya a educación, infraestructura,
ciencia, tecnología, innovación, pero también hay que ser realistas con el país
y no caer en posiciones engañosas. No creo que Colombia deba reducir el tamaño
de su Ejército y de su Policía. Colombia necesita una Fuerza Pública cercana al
medio millón de hombres, tenemos un territorio muy complejo, una geografía
difícil, donde hay que hacer presencia siempre, porque mientras exista el tema
del narcotráfico y todo este mercado global de lo ilegal pues siempre habrá la
propensión de utilizar a Colombia porque es además un país con una ubicación
privilegiada, para lo bueno y para lo malo, como el tráfico de armas, de
insumos, de drogas, y por esa razón el número de hombres no se debe reducir.
Donde creo que
podría haber espacio para bajar el presupuesto es en el equipo, y sobre todo en
el equipo aéreo. Si Colombia no necesita seguir invirtiendo en comprar
helicópteros, combustible y equipos de fumigación aérea que valen cientos de
miles de millones de dólares, allí sí puede haber un espacio para que haya más
recursos para otros propósitos.
¿Usted qué les dice a aquellos necios que insisten
en que el único camino es aplastar a la guerrilla, y que cualquier intención de
diálogo es arrodillarse?
La experiencia
internacional nos muestra que nunca un conflicto termina solamente por la vía
militar, porque como usted bien dice eso implicaría dar de baja hasta el último
de los combatientes. Eso no es realista y tampoco es humanista. Estoy
totalmente convencida que siempre el conflicto colombiano debe mantener esa
puerta abierta para un diálogo, para una culminación negociada.
Lo que pasa es
que el conflicto ha ido evolucionando, lamentablemente. Por un lado ha
evolucionado negativamente en cuanto a que el único actor ya no es la
guerrilla. Hace catorce años cuando el presidente Pastrana hizo esos esfuerzos
tan valiosos por la paz, en ese momento el principal actor eran las Farc y algo
el ELN, pero hoy lamentablemente tenemos muchos actores del conflicto: está lo
que queda de reducto de los paramilitares, están las Bacrim, está el
narcotráfico, está una parte de las Farc que sabemos que no cree en las
negociaciones, y es previsible que esa parte de pronto se mantenga alzada en
armas. Luego, desafortunadamente ha evolucionado para mal el conflicto en
cuanto a los actores. Pero también después de que se firme cualquier acuerdo,
va a implicar una verificación por parte de la comunidad internacional en
cuanto a que realmente cada una de las partes cumpla con lo que se haya
acordado. Por eso es indispensable que los miembros de la comunidad
internacional sean de verdad garantes, que den confianza a las dos partes, que
sean totalmente neutros entre las dos partes. Lamentablemente no creo que se
cumpla esa condición en el caso de Venezuela, ni en el caso de Cuba, porque
cualquier falla que haya en el cumplimiento de los acuerdos puede dar lugar en
el día de mañana a tomar medidas drásticas por parte del Estado colombiano si
son las Farc las que están incumpliendo, y si en ese momento los garantes van a
estar del lado de la guerrilla pues va a ser muy difícil que después de firmado
esto tenga una buena ejecución.
Pero por otro
lado el conflicto ha evolucionado también positivamente, en el sentido de que
hace catorce años el Gobierno se sentó en una mesa de negociación sin la
presencia de la otra parte. Recordemos ese esfuerzo monumental del presidente
Pastrana buscando una negociación, pero también él tuvo algo muy importante que
fue entender que esa ausencia tenía un
significado, y él por esa razón se dedicó a buscar la cooperación
internacional, el fortalecimiento del Ejército, el mejor equipamiento de las
Fuerzas Militares, y gracias a esa decisión tenemos hoy uno de los mejores
ejércitos del mundo.
Y eso que se
hizo en ese momento es lo que después, gracias al presidente Álvaro Uribe,
gracias a la política de Seguridad Democrática, gracias a esa presencia de él
todos los días desde la cinco de la mañana llamando comandantes, averiguando en
cada una de las unidades militares y de policía cómo estaba el tema de la seguridad,
vemos entonces que el conflicto evolucionó a favor del Estado porque hoy
tenemos un Estado fuerte, un Estado con una gran capacidad en materia de
equipos, táctica, estratégica y de inteligencia.
Hoy tenemos un
conflicto que es distinto al de hace catorce años y ojalá que sabiendo entender
todas las aristas que tiene este conflicto, el Gobierno del presidente Santos
siga todos los días trabajando en cada uno de los escenarios. En el militar,
sin bajar la guardia ni un día, ni ir a caer en los cantos de sirena que hablan
entonces del cese bilateral de hostilidades. Trabajar todos los días en el
escenario de la justicia, una justicia implacable contra el terrorismo, contra
el secuestro, contra el narcotráfico, y allí hay mucho por recorrer. Deja mucho
que desear un Estado que no ha sido capaz de sacar una Reforma a la Justicia,
habiendo tenido todas las oportunidades. Un Gobierno que ha tenido toda la
fuerza en el Congreso de una mesa de unidad nacional y lamentablemente haber
sido incapaz hasta ahora de sacar una verdadera Reforma a la Justicia. Trabajando
también en el campo social, porque el país necesita educación, trabajo,
infraestructura, que le den alternativas de vida al campesino para evitar que
lo siga reclutando con engaños, con sobornos o a la fuerza esta fuerza
irregular del terrorismo.
¿El principal enemigo de la paz en Colombia es ese
señor llamado Álvaro Uribe Vélez?
¡No! Me parece
que eso es una cosa absolutamente injusta. Es miserable calificar a Álvaro
Uribe como el enemigo de la paz. Él trabajó por la paz de Colombia. Él trabajó
dentro de lo que había que hacer hace diez años, que era enfrentar con toda la
contundencia a todos los grupos terroristas y tratar de desmovilizarlos. Lograr
desmovilizar en ese momento y sin una negociación, cerca de cuarenta y cinco
mil hombres tanto de los paramilitares como de la guerrilla, porque a mí me
tocó montar el programa de desmovilización de los guerrilleros y se
desmovilizaron siete mil guerrilleros en los primeros años del Gobierno Uribe.
Entonces es
miserable pretender hacerlo aparecer a él hoy como el enemigo de la paz. Él es
enemigo de la claudicación y del debilitamiento del Estado, y sin duda hay
muchas otras cosas que se tienen que seguir mejorando. Él hizo un proceso que
venía de ese fortalecimiento de la Fuerza Pública que hizo Andrés Pastrana.
Álvaro Uribe estuvo liderando toda esta acción militar, pero evidentemente lo
que ha planteado él es que la acción militar debe continuar, pero hay que
complementarla entonces con lo que está haciendo el presidente Santos:
inversión en lo social, continuar el desarrollo económico, fortalecer la
justicia y por supuesto dejar que el espacio de la paz y de las negociaciones
avance sin ir a reducir en ningún momento el espacio del Estado fuerte y
contundente que esperamos todos los colombianos.
¿Cree en ese cuento de que los militares y
policías tienen la moral baja por la decisión del presidente Santos de dialogar
con la insurgencia?
Como usted bien
dice, eso es un cuento que no le hace justicia a nuestra Fuerzas
Militares, porque ellas están todos los días combatiendo y luchando por la
democracia colombiana, defendiendo la seguridad de todos, pero también es
cierto que lo están haciendo en condiciones muy adversas.
Las Fuerzas
Militares están desconcertadas, con toda la razón, porque no hay derecho que se
les haya eliminado la Justicia Penal Militar, no hay derecho que se les haya
eliminado el fuero militar, y no hay derecho que se esté sentando Colombia a
negociar un acuerdo de paz en donde hasta ahora solamente se está hablando de
las condiciones favorables para la guerrilla con una justicia transicional y un
marco para la paz, y lamentablemente no se habla de las condiciones mínimas que
obligatoriamente se le tienen que dar a las Fuerzas Militares como es el tema
de la Justicia Penal Militar. Este tiene que ser un tema prioritario. El
Gobierno colombiano tiene que acelerar el trámite en el Congreso de esa
Justicia Penal Militar y del fuero militar.
Pensemos que ocurre un atentado grave, que se comete
una masacre o que Uribe Vélez y sus hombres siguen ‘disparando’ sus trinos.
¿Esa sería una excusa suficiente para levantarse de la mesa o se adoptaría la
decisión de los salvadoreños en el sentido de que pase lo que pase nadie se
para?
Hoy por hoy
debemos apostar al éxito de este proceso. Me parece que va a ser muy difícil
mantener la voluntad de permanecer en la mesa si llegan a darse esos escenarios
que usted plantea. Ojalá que no se den. Por eso insisto en que sentarse a una
negociación sin condiciones, no es la mejor manera de garantizar el resultado.
Por una cosa, Pastor, porque es que la paz realmente se logra con hechos
ciertos. Una negociación de paz requiere método. La ilusión no es un método.
Los buenos deseos no son un método. Un método para negociar es ir definiendo
etapas y objetivos, y en la medida en que se vayan recogiendo esos resultados
ir poniendo nuevas etapas y nuevos objetivos.
El Gobierno del
presidente Santos tiene que exigir una cosecha temprana de resultados que ojalá
se den en los próximos días, ni siquiera semanas, que son: no reclutamiento de
menores, no uso de armas no convencionales, no secuestro de nadie y no
atentados terroristas que hacen tanto daño a la población civil. Si se da ese
requisito creo que va a ser mucho más fácil continuar transitando este camino
sin tener las sorpresas de estas acciones que usted está enunciando como una
posibilidad.
¿Los empresarios, los terratenientes, los ‘cacaos’
de este país, están dispuestos a meterse la mano al bolsillo para hacer su
aporte a la paz, o son meros deseos pero que no cuenten con ellos?
Los grandes
empresarios de este país, o los hombres más ricos de Colombia, han estado
siempre dispuestos a apoyar la política de Seguridad Democrática, la apoyaron
siempre, y estoy segura que ellos al igual que todos los colombianos si vemos
logros concretos y de corto plazo en el tema de la paz, también van a estar
dispuestos a aportar tanto su compromiso como también el soporte económico que
sea necesario.
'El tema de la paz no puede ser un tema del santismo, como tampoco la seguridad
puede ser un tema solamente del uribismo’
'La paz se logra
con hechos ciertos. Una negociación de paz requiere método. La ilusión no es un
método. Los buenos deseos no son un método’.
Todos son embusteros!! tanto los terroristas de la guerrillas como los terroristas de las fuerzas armadas colombianas...ustedes no tienen salida a la paz, pues proveen el producto del narcotrafico mundial y ese es un negocio tan lucrativo como la venta de petroleo...mucha plata
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