No tiene la visibilidad que alcanzó su hermano Jaime, pero Alfredo es el cerebro de los ‘Cartones’ que durante 30 años han puesto a pensar a los lectores de El Espectador.
En la lista de los parcos, Alfredo
Garzón Forero ocupa uno de los primeros lugares. Todo el tiempo se la pasa
leyendo, observando, formulando preguntas y guardando esa información en su
‘disco duro’.
A los 53 años este bogotano podría
estar desempeñando un alto cargo dentro de la Compañía de Jesús, pero su
atracción por el dibujo fue más poderosa que el ‘llamado celestial’.
Así es como este ex jesuita
irredento, que no ha perdido su sensibilidad por causas extravagantes en estos
tiempos como la justicia social, hoy sigue haciendo la tarea de entregar con
puntualidad los ‘Cartones de Garzón’ que desde hace tres décadas se publican en
El Espectador y le han valido un
lugar especial entre quienes añoran el Magazín Dominical o lo buscan cada
domingo en las páginas de opinión, casi siempre al lado de William Ospina o
Umberto Eco.
Pero Garzón no olvida
aquellos días en que junto a Manuel Garnica (quien ya falleció) y Vicente Durán
(hoy vicerrector de la Universidad Javeriana), estuvo llevando ‘la palabra’ a
los habitantes del desamparado barrio San Martín de Bucaramanga o esparciendo
la Teología de la Liberación, que para el momento se entrelazaban.
Otras de sus peculiaridades
son su expresión de asombro -‘¡no friegue!’, por ejemplo-, una sonrisa de
seminarista y su fascinación por los tejemanejes de la geopolítica o asuntos más
complejos como la comprensión de la especie humana y su sobredosis de egoísmo.
De la mano del médico Santiago
Rojas Posada, los sacerdotes Alejandro Angulo y Carlos Novoa, el periodista Ignacio
Gómez y el caricaturista Vladdo, Alfredo Garzón presentó sus ‘Cartones’,
bajo el sello Taller de Edición Rocca, en la Feria del Libro de Bogotá en mayo pasado.
Yo diría que es más una
pasión por entender, que desarrollé a
través de la observación y de una relación íntima con el dibujo. Pero hay un
hecho que fue determinante, cuando tenía como siete años mi papá me encargó
unos dibujos para su oficina. Sentirme así de valorado por él, por el hecho de
dibujar, me ayudó a enamorarme del dibujo.
Como quienes escogen ser periodistas porque son malos para las matemáticas,
¿usted optó por el dibujo para escapar de la educación física?
El dibujo me sirvió para
escapar de todo y a la vez fue el vehículo para relacionarme con todo y
en ese proceso construir un mundo interior sólido.
¿Cuáles son los rasgos que caracterizan sus Cartones?
Dos: el silencio y la síntesis.
El silencio es el espacio de la claridad, es donde ocurre la síntesis después
de la expansión y el caos. Describo las partes del tema de manera clara y
establezco un contexto para obtener una síntesis.
¿Se puede decir todo con imágenes o a veces faltan las palabras?
Al principio fue la palabra,
es la palabra la que desata la imaginación. Una imagen vale mil palabras, pero
sin palabras no hay imaginación, no hay imagen. La palabra es el lenguaje del
pensamiento, sin palabras no hay pensamientos; de hecho, la palabra es lo único
que tenemos.
¿Sus Cartones son para intelectuales o al menos bachilleres, o los puede
entender hasta un congresista colombiano?
Los puede entender todo
aquel que quiera hacer el esfuerzo intelectual de leerlos. Los cartones implican
una lectura, y todas las lecturas son válidas. En ese sentido son un encuentro
con tu propio lenguaje.
¿Qué busca con sus Cartones: hacer reír, poner a pensar, meter el dedo en
la llaga o todas las anteriores?
Provocar una conversación;
contigo mismo o con los demás. Una conversación sobre temas fundamentales.
¿Qué le heredó Garzón a Héctor Osuna -de lejos el mejor caricaturista que
tiene el país-?
El amor por el dibujo. Osuna
ha sido mi maestro y mi mentor. Y ha sido un gran amigo. Es el autor del prólogo
de mi libro. En sentido estricto, he sido un muy mal alumno de Osuna porque no
soy fisonomista. He desarrollado otro tipo de trabajo.
¿Su trabajo está más cerca de la caricatura o del arte (grabado)?
Mi trabajo está en la
frontera entre la caricatura y el arte, se reproduce por cientos de miles en El Espectador y a la vez es objeto de
exposiciones en museos y galerías. Mi primera exposición individual fue en el
Museo de Arte Moderno de Bogota en 1986 y el año entrante regreso al Museo con
una exposición de dibujos y grabados. Eduardo Serrano dice que nada más lejos
de la caricatura que mi trabajo, y en el ensayo que escribió para el libro
explica esa hipótesis con una claridad envidiable. De manera que mi trabajo un
día es caricatura y otro día es arte.
¿A quiénes han incomodado sus Cartones?
Hasta ahora no sé de nadie
que se haya incomodado por mis Cartones.
¿Garzón sigue aferrado a la tinta china o se dejó seducir por la
tecnología?
Sigo aferrado a la tinta
china y en el caso del grabado a una técnica del siglo XV.
¿Por qué el libro ahora: por los 30 años o porque está a punto de tirar la
toalla?
El libro es un proyecto
personal para celebrar los 30 años publicando en El Espectador. De tirar la toalla ni hablar, hoy estoy más
entusiasmado que nunca con mi trabajo.
¿Para qué editar libros en un país donde abundan los ignorantes, los
perezosos y los tacaños, una Colombia que en todo caso no lee como lo comprueba
el más bajo índice de lecturabilidad en Iberoamérica con apenas 2,2 libros al
año, frente a 5,4 de los chilenos y 10,3 de los españoles?
El país no es ignorante ni
tacaño y hay que seguir haciendo libros porque el país lee.
¿Qué habría sido de Garzón jesuita: párroco en Ciudad Bolívar, rector de un
colegio, misionero en África o banquero?
Director de un banco con
muchos fondos, del Banco de datos de violencia política en Colombia.
¿Se le acabó la fe en Dios o es que nunca creyó en él?
Dios somos todos nosotros,
creo profundamente en la gente. Lo dice mejor Pierre Teilhard de Chardin
(jesuita y filósofo francés): “Somos seres espirituales viviendo una
experiencia humana”.
¿Qué es lo que más extraña de su hermano Jaime?
Su compañía y su complicidad
de hermano, su buen humor, su inteligencia.
A todas estas, ¿quiénes asesinaron y quiénes mandaron a matar a Jaime?
El crimen fue ejecutado por
miembros de la banda de sicarios ‘La Terraza’, dirigida por Diego Fernando
Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’ o ‘Adolfo Paz’, actualmente extraditado a
los Estados Unidos. Según las revelaciones ante la jurisdicción especializada
establecida por la Ley No. 975 de 2005 (o ‘Ley de Justicia y Paz’) de varios ex
comandantes paramilitares y antiguos subordinados del líder de las ‘Autodefensas
Unidas de Colombia’, Carlos Castaño Gil, por encargo de varios militares,
habría dado la orden de asesinar a Jaime a alias ‘Don Berna’, quien la
transmitió a la banda ‘La Terraza’. Según ex comandantes paramilitares, el
oficial de reserva del Ejército, instructor en la Escuela de Inteligencia y
Contrainteligencia de la XX Brigada del Ejército y alto funcionario del
Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), José Miguel Narváez Martínez,
fue el encargado de transmitir a Carlos Castaño Gil la solicitud de los
militares de eliminar a Jaime. El 29 de noviembre de 2000, el grupo de sicarios
de ‘La Terraza’ emitió un comunicado público en el cual denunciaba que el
asesinato de Jaime había sido ordenado por el general Jorge Enrique Mora Rangel
(comandante del Ejército durante los cuatro años del Gobierno de Andrés
Pastrana y de las Fuerzas Militares durante el primer año del Gobierno de
Álvaro Uribe Vélez) al jefe paramilitar de las AUC, Carlos Castaño Gil.
¿Qué perdió Colombia con la muerte de Jaime?
Al más brillante de los
humoristas políticos de los últimos 50 años. A un colombiano comprometido
profundamente con la justicia social y económica, fundamento de la paz.
¿Cómo en el caso de don Guillermo Cano -asesinado hace 25 años-, la
impunidad también reinará en el caso de Jaime?
Ni la familia ni el país
merecen semejante suerte. Hasta ahora reina, queremos destronar esa reina.
¿Qué les dice a quienes aún hoy sugieren que Jaime era un elemento
peligroso o incluso dicen que era un guerrillero?
A raíz de su labor de
mediación humanitaria para la liberación de personas secuestradas por grupos
guerrilleros, con la autorización del Programa Presidencial para la Defensa de la
Libertad Personal y como asesor en temas de política de paz, conciliación,
cultura y convivencia de la Gobernación de Cundinamarca, y de sus actividades
para una solución política al conflicto armado en Colombia, como miembro de la
Comisión de Facilitación Civil para los diálogos de paz entre el Gobierno
nacional y el grupo guerrillero Ejército
de Liberación Nacional, Jaime fue víctima de hostigamientos y
señalamientos temerarios por altos mandos de las Fuerzas Militares, y en
particular del general Jorge Enrique Mora Rangel, quien tildaba al periodista
de ser amigo de la guerrilla.
¿Con cuál faceta de Jaime se queda?
Con la única que tuve, un
súper hermano y un hombre brillante, comprometido, íntegro.
¿Por qué el país no conoce la Ley en homenaje a Jaime (1491 del 26 de
diciembre de 2011)?
La ley de honores del
Congreso de la República honra y exalta la memoria de Jaime como abogado,
pedagogo, periodista y analista político, “por su incansable trabajo en pro de
la libertad, de la ética pública, del respeto por la vida y los derechos
fundamentales y de la búsqueda de la paz y la dignidad para la sociedad colombiana”.
Autoriza al Gobierno Nacional, para que a través de Señal Colombia se realice
la recopilación, selección y publicación de la vida y obra de Jaime; solicita
al Gobierno la construcción de un busto de Jaime, el cual será ubicado dentro
del campus de la Universidad Nacional de Colombia, en el lugar que ésta
determine. Y lo más importante de todo, declara el 13 de agosto como el Día
Nacional de la Esperanza, en homenaje a la memoria de Jaime.
¿Concibe sus cartones en otro periódico que no sea El Espectador?
El Espectador es el diario liberal por excelencia, liberal
desde el punto de vista filosófico, respetuoso con sus colaboradores, eso ha
hecho posible una relación de tantos años.
En las buenas y en las malas usted ha estado en El Espectador y El Espectador
ha estado con usted. ¿Es un matrimonio indisoluble?
Mi relación con El Espectador nació en mi casa, donde desde
muy niños mi mamá nos hacía leer el periódico, de hecho nos marcaba lo que le
había parecido interesante. Crecimos leyendo columnistas, apreciando la opinión
y el periodismo de ideas, al maestro Osuna, Klim, la ‘Libreta de apuntes’ de
don Guillermo Cano, ‘Coctelera’ de Alfonso Castillo Gómez, la columna de doña
Inés de Montaña. A los 22 años comencé a colaborar con el diario.
Si le dieran a escoger entre ser abandonado en la mitad del desierto del
Sahara o volverse admirador de Álvaro Uribe Vélez, ¿qué escogería?
Prefiero la experiencia
purificadora del Sahara, lo otro es la demencia, que es sufrimiento.
Si el trabajo que hace en Estados Unidos -donde está gran parte de su
familia- es más rentable, ¿por qué insiste en seguir dibujando los Cartones?
Dibujar es un placer
incomparable, lo recomiendo.
¿La vida de Alfredo Garzón es un laberinto infinito -como el que tantas
veces dibuja-, un enorme interrogante o una jaula sin puerta de escape?
Construyo, cada día, una vida
que disfruto y que amo.
Los
dibujos e ilustraciones de Alfredo Garzón han sido publicados en los siguientes
periódicos y revistas:
Desde 1982 en El Espectador
2004-2005 The Washington Post
1990-1995 United Feature Syndicate
1990 BusinessWeek Magazine
1988-1989 The New York Times Book Review
Exposiciones Individuales:
2007 “Dibujos y grabados”, Galería Sextante, Bogotá
1992 “Drawings and Etchings”, National Press Club, Washington, D.C.
1986 “Dibujos y grabados”, Museo de Arte Moderno de Bogotá
Desde 1982 en El Espectador
2004-2005 The Washington Post
1990-1995 United Feature Syndicate
1990 BusinessWeek Magazine
1988-1989 The New York Times Book Review
Exposiciones Individuales:
2007 “Dibujos y grabados”, Galería Sextante, Bogotá
1992 “Drawings and Etchings”, National Press Club, Washington, D.C.
1986 “Dibujos y grabados”, Museo de Arte Moderno de Bogotá
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