Uno de los
columnistas de El Espectador que más
controversia genera es el abogado Ramiro Bejarano Guzmán, quien cada domingo
divide opiniones entre quienes le reconocen su valor para cuestionar hechos y
personajes que solo se reproducen en esta tierra abonada de Colombia, y quienes
le responden con diatribas, asociándolo a un ‘eje del mal’ y mandándolo a la
quinta porra, por decir lo menos, o llamándolo “pájaro carroñero”.
Bejarano sin
embargo no se calla e incluso con nuevo gobierno, sigue siendo uno de los
principales críticos de los ocho años de Álvaro Uribe Vélez como presidente de
Colombia.
Director del DAS en
la administración de Ernesto Samper Pizano -pero sin ‘chuzar’, dice él- y
defensor del ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, magistrado César
Julio Valencia Copete -con quien Uribe Vélez casó una pelea en los estrados
judiciales-, Bejarano es un experto en derecho procesal que por donde va
descarga sus banderillas, como lo hizo el 3 de agosto de 2010 en la UNAB, donde acudió
invitado por los organizadores de Ulibro a dictar la charla “Justicia y
dictadura democrática”.
Él mismo fue quien
así la bautizó porque quería reflejar “todo lo que pasó y que esperamos que haya
concluido el 7 de agosto de este año”.
“¿Qué pasa cuando
la justicia deja de ser independiente y se hace política? ¿Qué ocurre cuando la
justicia se pliega a los amos del poder en un país? En la Alemania nazi, cuando
la justicia se plegó a los amos del poder millones de seres humanos murieron en
una guerra absurda y fueron perseguidos, martirizados y asesinados seis o siete
millones de ciudadanos, hombres, mujeres y niños inocentes, centenares de miles
de seres humanos fueron condenados por jueces y fiscales que actuaban
aparentemente bajo el imperio de la ley. Eso me sirve de punto de partida para
señalar que Colombia vivió durante los últimos años una ‘dictadura democrática’
y que la principal doliente fue la justicia”, manifestó Bejarano.
Pero cómo que una
‘dictadura democrática’. Acaso no es una enorme contradicción. Pues Bejarano
tiene respuesta: “Esta es una forma sofisticada bajo la cual los dictadores de
este nuevo milenio han encontrado la manera perfecta de adueñarse del poder, de
manipular las consciencias, pero que se crea que todo se ha hecho al amparo de
la democracia”.
Bejarano apuntala
su señalamiento diciendo: “Los ejemplos abundan y aquí en Colombia ocurrió lo
mismo y solamente ahora estamos empezando a despertar para enterarnos de qué fue
lo que realmente aconteció. Y no lo digo solamente por ese empeño que prosperó
una vez y que por fortuna en una segunda ocasión no cuajó, de haber logrado
modificar la Constitución Política para que una persona se beneficiara de esa
reforma y pudiera perpetuarse en el
poder por lo menos por un periodo adicional de aquel para el cual fue elegido”.
Califica como una
“vergüenza para la historia de este país y motivo de preocupación judicial” la
primera reelección de Uribe Vélez. “Cuando pase esta generación, cuando pase
este ruido que ha dejado este huracán de los ocho años que acaban de pasar,
seguramente los historiadores deberán recoger esas opiniones que en veces
fueron estigmatizadas y que dieron motivo para que el Gobierno en vez de
ejercer la tolerancia y el espíritu abierto y libre, respondió a esas opiniones
con la más alevosa guerra sucia que se tenga noticia. Ojalá la historia recoja
estas voces y entonces cuando eso ocurra podremos decir que este sacrificio no
fue en vano”.
En su extensa
exposición, Bejarano tuvo tiempo para referirse a episodios como la aplaudida eliminación
del Ministerio de Justicia y el nombramiento de Fernando Londoño Hoyos (condenado
por el escándalo de las acciones de Invercolsa) como ministro del Interior y de
Justicia, “un enemigo declarado de las Cortes”.
También habló del
hoy llamado a juicio por el escándalo de la ‘Yidispolítica’, Sabas Pretelt de
la Vega, y de Fabio Valencia Cossio, quienes “conformaron la nómina con la que
el Gobierno se presentó durante todos estos años para aproximarse a los agentes
de la justicia”.
Antes de atender
esta entrevista con el Periódico 15, Bejarano se refirió a “afrentas como el decreto de
Conmoción Interior sin controles de la autoridad constitucional” y aseveró que
Uribe Vélez miró con desdén a los jueces, imponiéndoles “esperpentos” de proyectos
de los que se están viendo las consecuencias, como el llamado de Justicia y Paz
-desmovilización de los paramilitares-, que “fue aprobado por un Congreso que
estaba entregado al Gobierno y que en el fondo se sabía beneficiario de lo que
se estaba aprobando”.
Y sentenció: “Hoy,
seis años después el país sabe que el proceso de Justicia y Paz en el que se
quiso utilizar a la rama judicial para que le diera la bendición a una
operación siniestra que tenía en el fondo el sello de la impunidad, nos sigue
diciendo que no hay verdad, que no hay justicia y que no ha habido reparación”.
¿Podrá sobrevivir Colombia sin Álvaro Uribe?
Por supuesto que
sí, y se siente ya el ambiente. Sin duda lo que Uribe había hecho era de este
país invisible: los contradictores perseguidos y arrinconados; sus amigos
ultrajados, y los únicos que estaban bien eran Uribe y su familia, como ocurre
siempre en todas las dictaduras.
Un momento, ¿pero entonces cómo explica usted que haya
columnistas, dirigentes y empresarios que afirmen que el mejor gobernante de
los últimos años ha sido Álvaro Uribe?
Bueno, porque esas
son consciencias alquiladas como diría (Fedor) Dostoievski, que se entregaron a
la orgía del poder pensando que además Uribe se iba a perpetuar otro
cuatrienio, pero eso se les derrumbó y obviamente quedaron sin discurso,
quedaron sin futuro y lo peor, es que han quedado sin pasado.
¿Con Juan Manuel Santos cesó la ‘Uribe noche’, como diría
Antonio Morales?
Yo diría que hay
unas condiciones razonables para que eso pase y como pasa con los CD o con los long play, a uno no le gustan todas las
canciones de un CD. En términos generales me gusta lo que ha pasado en estos
primeros días y las personas que ha llevado, pero veo con preocupación -por
ejemplo- que se haya quedado en el Gobierno el doctor Felipe Muñoz, director
del DAS (Departamento Administrativo de Seguridad), que tiene todavía que
explicarle a la justicia por qué se han desaparecido ciertas evidencias que lo
comprometen a él y a otras personas del Gobierno. Y me preocupa también que
hayan nombrado a Rafael Guarín de viceministro de Defensa a una persona que era
esquirol de José Obdulio Gaviria, que se prestó para formular una denuncia
temeraria a los magistrados de la Corte, que le formuló una denuncia penal a
los conjueces del Consejo (Nacional) Electoral que empezaron a tumbar ese
esperpento delictual de la segunda reelección. Esas personas me dicen a mí que
allí el presidente Santos todavía está en deuda con nosotros. Él tiene que
darnos unas señales muy claras en el sentido de que en los organismos de
seguridad, así como los aspectos de inteligencia y militares no van a estar
allí los ratones tan cerca del queso.
¿Quedó algo del Poder Judicial después de tantos embates
en su contra?
Pues quedó una
justicia muy maltrecha, quedó una justicia dividida, una justicia politizada y
quedó una justicia al borde del colapso porque pasaron ocho años y Álvaro Uribe
lo único que hizo frente a la justicia fueron ultrajes, denuncias penales y un
hostigamiento y una guerra sucia que en otra democracia habría terminado con su
nefasto gobierno.
¿Qué es sentirse ‘chuzado’, espiado a toda hora, hasta en
lo más íntimo?
Siento que
ultrajaron mi dignidad de persona, de saber que por ejemplo mis hijas, una de
ellas universitaria y la otra una adolescente, al Gobierno de Álvaro Uribe le
interesaba tener sus teléfonos y seguramente saber lo que yo ni siquiera me
preocupo de averiguar cómo es que es su vida con sus novios o con sus amigas,
pero eso parece que a su Gobierno le interesaba. Entonces estar ‘chuzado’ es
sentir que le han robado la dignidad a una persona.
¿Entonces ve posible que los uribistas algún día
despertarán de esa ilusión?
Eso va a ser una
situación política muy difícil porque además Uribe está atrincherado
persiguiendo al Gobierno y algunas de las personas de las que no gusta. Es
clarísimo por ejemplo que están persiguiendo a Germán Vargas Lleras (ministro
del Interior) y le quieren obstruir la reforma a la justicia, para lo cual le
tienen varios esquiroles. Ahí está Angelino Garzón, que es un sindicalista que
ha alcanzado para dos guerras porque se ha volteado varias veces. Van a traer a
ese bocón de Pacho (Francisco) Santos
para que ejerza actividad política desde RCN, y yo creo que ellos van a seguir
‘dando lora’ un buen tiempo entre otras cosas porque como tienen vocación de
sindicados ellos sienten que tienen una deuda con la justicia colombiana y es
muy posible, yo diría casi seguro, que se empiecen a destapar unas ‘ollas’ de
corrupción muy grandes. Claro, estoy completamente persuadido que esas ‘ollas’
de corrupción no las va a destapar el paisano de ustedes, el doctor Alejandro
Ordóñez Maldonado, alias ‘El Absolvedor’ como yo lo he denominado.
¿No cree usted en la transparencia y en los principios
católicos del Procurador General?
No, pero por
supuesto que no. Lo que yo creo es que él es una persona que concibe el poder
bajo la óptica de que es un instrumento que le cayó de la divinidad para que él
haga y deshaga de acuerdo con sus intereses y los de los suyos, pero no es el
procurador que requiere una sociedad que está siendo asfixiada por la
corrupción.
Usted forma parte de esos columnistas incorregibles de El Espectador como Alfredo Molano,
Felipe Zuleta Lleras y Héctor Abad Faciolince. ¿Será que un día de estos lo
‘borran’ para sacarlo de circulación?
Pues quiera Dios
que no. Yo esperaría que no. Hay personas que reciben con hostilidad la
columna. Yo no suelo leer esos apuntes que mandan a las columnas porque es muy
fuerte eso. Una de mis hijas los lee y ella se impresiona muchísimo. He tenido
que enseñarle que cuando uno está en la vida pública está expuesto a esas
cosas; pero también hay gente muy amable y al llegar a Bucaramanga he recibido
muchos saludos en Ulibro, de gente que dice que me lee y que siente simpatía.
Espero que no vaya a haber un insensato que sea capaz de concebir que
silenciándome a mí va acallar una forma de pensar, porque seguramente si me
acallan a mí vendrán otras voces más pugnases y más incisivas que la mía.
¿Aspira a encontrarse en el infierno con quiénes?
No, yo ni en el
infierno ni el cielo. En eso soy aristotélico y muerto uno se acabó esta
historia y uno ni va al cielo ni al infierno. El infierno sí está para ciertos
rezanderos como el procurador Alejandro Ordóñez.
¿A Álvaro Uribe Vélez lo esperan los altares de la Patria
o una prisión en el exterior?
Lo importante sería
que nuestra justicia operara, de manera que yo a él no le deseo el mal que nos
hizo a nosotros. Queremos que si él va a hacer oposición la haga gozando de
plenas libertades y que no lo ‘chucen’, que no lo espíen, que lo dejen vivir en
paz, pero sobre todo que si tiene una deuda con la justicia y con la sociedad
colombiana, que la purgue aquí o donde sea.
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