Los bumangueses
‘competitivos’, ‘globalizados’ y sedientos de títulos, pueden agregarle uno
nuevo a su larga lista de premios de consolación. A nombre de su alcalde Fernando
Vargas Mendoza, el recientemente inaugurado Coliseo Bicentenario tendrá las
mismas sillas del Camp Nou de Barcelona, así jamás vayan a pasar por su cancha
los Messi o los Puyol y ni siquiera los Piqué con sus Shakiras. (Nota publicada en mayo de 2011)
Este hecho ha
despertado una controversia entre quienes como el alcalde defienden la
inversión y quienes como los periodistas de La Luciérnaga, de Caracol Radio, se
asombran. “Se firmó un contrato con una firma Marketing y Eventos por 4.127
millones de pesos para 7.400 sillas y resultó que cada silla salió a 137.760
pesos”, dijo Gustavo Álvarez Gardeazábal, siendo interrumpido por Gabriel de
las Casas: “Espérese un momento. Si las de Armenia por cincuenta mil y pico de
pesos eran caras, ¿ahora 137.760 pesos las de Bucaramanga?”.
Pero Álvarez
continuó: “En la Alcaldía de Armenia definieron que los costos serían de 52.985
pesos por las sillas; la Alcaldía de Pereira las compró a 47.792 pesos. Éste de
Bucaramanga resultó más verraco”. Y Hernán Peláez apostilló: “¡Eh, Ave María”.
La discusión se
originó en la denuncia pública que Manolo
Azuero Figueroa, Isabel Ortiz Pérez, Christiane Lelièvre, Jairo Puente Bruges, José
Manuel Acevedo y Eduardo Muñoz Serpa, columnistas del periódico Vanguardia Liberal, así como María Paula
Romero, periodista de W Radio (dirigida por Julio Sánchez Cristo), formularon
el pasado 26 de abril y con la que instan al alcalde “a responderle a la
ciudad sin excusarse en subalternos, cumpliendo la responsabilidad mayor de
proteger el patrimonio publico del municipio”.
Calificada
como “absurda contratación” en la dotación del Coliseo Bicentenario -cuya
construcción en siete meses tuvo un presupuesto de 18.771 millones de pesos,
5.000 millones de ellos aportados por la Gobernación de Santander-, los
denunciantes empiezan por manifestar que: “En
octubre del 2007 más de 100 mil bumangueses depositaron un voto de confianza
por su nombre. Lo eligieron como alcalde de una ciudad de inmenso potencial, de
gente talentosa y capaz. Casi cuatro años después, a pocos meses de
culminar su gestión, Bucaramanga vive un periodo de decadencia. Lo anterior en
el marco de una administración pública que bajo su liderazgo navega en un mar
de malas costumbres, que reflejan el resquebrajamiento moral de la clase
política colombiana”.
Y prosiguen: “Como columnistas de
opinión y periodistas interesados en el bienestar de la región, hemos venido
revisando la contratación pública del municipio, hecho que nos ha
llevado a condenar prácticas que consideramos afectan la
transparencia y la rectitud que debe caracterizar la ejecución de los recursos
públicos. Hoy de manera directa queremos exigirle a usted una explicación sobre
los inevitables cuestionamientos que genera el contrato de compraventa No. 014
de 4.127 millones de pesos que tiene por objeto ‘el suministro y dotación de
mobiliario para el coliseo Bicentenario de acuerdo a las especificaciones
técnicas señaladas en el pliego de condiciones’”.
Según Azuero, Ortiz, Lelièvre, Puente,
Acevedo, Muñoz y Romero, el contrato No. 014 “siembra varias dudas en nuestro
análisis: En primer lugar a la audiencia de adjudicación del proceso de
selección abreviada (por subasta inversa), sólo llegó un eventual contratista,
de los dos proponentes iniciales. Extraordinariamente uno de los oferentes,
Consorcio Casa Colombia no se presentó, y a la audiencia del 22 de febrero de
2011 sólo asistió el contratista HPC Marketing y Eventos S.A. Es este último
quien obviamente ganó la subasta y se le adjudicó el jugoso contrato mediante
resolución oficial, firmada por un secretario encargado (sí, encargado). El 23
de febrero de 2011, un día después de la audiencia, el municipio firmó el
contrato con HPC Marketing y Eventos S.A. por un valor de 4.127 millones. Este
incluía la adquisición de mobiliario, instalaciones de televisión,
instalaciones de sonido, circuito cerrado de televisión, cámaras de seguridad,
tableros electrónicos, salas de transmisión, y planta eléctrica. El contrato
estableció un risible y escandaloso plazo de ejecución de apenas 10 días”.
Sumado a esto -sostienen los siete
columnistas- y como agravante, hay unas declaraciones del director del
Instituto de Deportes, entregadas el 24 de febrero (un día después de firmado
el contrato), donde insinúa que sólo faltan los tableros electrónicos, unas
pantallas LED y la silletería ¿Y las instalaciones de sonido, las
cámaras de seguridad, la planta eléctrica, las salas de transmisión? Dudamos
que en 24 horas fueran puestas. Todo parece indicar que el contratista llegó antes
de firmar el contrato, no obstante le concedemos la oportunidad para que nos
aclare esta sospecha”.
Siguiendo la línea de lo absurdo -dicen
los denunciantes-, el siguiente capítulo es el más aterrador y cuestiona aún
más la dotación del Coliseo Bicentenario. Las 7.400 sillas con espaldar,
incluidas en el contrato, parecen ser dueñas de un costo exorbitante. Las
sillas para gradería de color azul, de ciertas medidas, en polipropileno, con
anti flama, aditivo anti UV y cumpliendo normas Fifa fueron compradas e
instaladas por un valor unitario de 137,760 pesos y un valor total de 1.017
millones. Inexplicablemente sus funcionarios y usted, señor alcalde, con
semejante adquisición, se distinguen por comprar las sillas más caras, entre
las conseguidas por otros gobiernos locales en el país”.
“Créalo usted o no, la Alcaldía de
Pereira adquirió las sillas con espaldar para gradería, cumpliendo los
requisitos Fifa del mundial sub-20, en polipropileno, de características
semejantes a las del coliseo Bicentenario, por apenas 47.792 pesos. La Alcaldía
de Armenia por su parte, después de unos estudios previos, definió que el costo
unitario de las sillas sería de $52.985. En la capital del Quindío recibieron
15 mil sillas por 811 millones, y en la ‘Ciudad Bonita’ adquirimos casi la
mitad de las sillas por un valor mayor: 1.017 millones. En promedio, comparando
con las otras dos ciudades colombianas, el municipio de Bucaramanga habría
incurrido en un presunto sobrecosto unitario de 87 mil pesos, que le habría
costado a la ciudad más de 600 millones de pesos”, señalan Manolo Azuero
Figueroa, Isabel Ortiz Pérez, Christiane Lelièvre, Jairo Puente Bruges, José
Manuel Acevedo, Eduardo Muñoz Serpa y María Paula Romero.
Para concluir: “Así las cosas señor
alcalde, le reiteramos como lo hacemos en nuestras labores periodísticas, un
rechazo tajante a todas las costumbres administrativas que atentan contra la
correcta ejecución de los recursos públicos de Bucaramanga. No encontramos
justificación alguna a los altos costos de la silletería, con respecto a las
ofertas del mercado. Nos parecen incongruentes las características del
contrato: el corto plazo de ejecución, la baja participación de proponentes, la
improvisación en la apertura del proceso contractual, y por supuesto los
presuntos sobrecostos bajo el que se pactó. Lo instamos a responderle a la
ciudad, porque es a nombre de esta que nos dirigimos a usted, convencidos de
que la defensa de lo público es un deber elemental y una responsabilidad civil
que tenemos que asumir como generadores de opinión en nuestra
comunidad”.
Habla Vargas Mendoza
Tras reponerse de
una operación de apendicitis y luego de una semana de incapacidad, el pasado 2 de mayo Vargas Mendoza respondió
a Caracol Radio Bucaramanga que: “Yo no sabía que la política era así. Es la
primera vez que ingreso a un cargo de estos, entonces yo no sabía que los
primeros tres años es (sic) de luna de miel y el último año como es el tema
político le llegan a usted mil investigaciones. Estamos impulsando nueve
grandes megaproyectos (sic), y no me dejan trabajar, porque son ene denuncias.
Todos los días hay denuncias. En la Alcaldía de Bucaramanga tenemos a las
entidades de control todos los días revisando toda la contratación. Los
documentos están abiertos y todo está muy claro porque aquí se manejan con
absoluta transparencia los recursos de la ciudad. A mí no me preocupa que estén
las entidades de control, bienvenidas, pero pues eso obedece a que es un año
político en donde los candidatos a todo tipo (sic) y los que no son amigos de unos
con otros (sic), lo primero que buscan es la Alcaldía de Bucaramanga para
denunciar. No me molesto por eso,
bienvenidas las entidades de control, pero sepan que en la administración
municipal de Bucaramanga hay absoluta transparencia y manejo correcto de los
recursos del municipio”.
El ingeniero de
sistemas insistió en que tiene la consciencia tranquila y que los contratos del
Coliseo Bicentenario están a disposición de los organismos de control que
quieran analizarlos.
Por su parte, el
secretario de Infraestructura, Álvaro Ramírez Herrera, le dijo a Vanguardia Liberal que “nuestras sillas
fueron vendidas por la firma HPC Marketing y Eventos, son importadas, de
polipropileno con polímeros, de alta resistencia y calidad, tienen el
certificado ante vandálico, tratamiento asbesto, resistencia a la luz, aditivo
anti uv, norma M4, resistencia al uso público severo, y se ajustan a la norma
Fifa, Uefa y Fiba. Nuestra silla está certificada por Aidima, certificado ISO
9001. Igualmente nuestra silla está en estadios como el del Real Madrid,
Santiago Bernabéu y Neu (sic) Camp, Barcelona”, y concluyó: “Lo anterior
justifica la diferencia de precios con las sillas adquiridas en otras ciudades
del país”.
Serán las entidades
fiscalizadoras las que finalmente determinen quién tiene la razón: si los
columnistas denunciantes o Vargas Mendoza y su secretario Ramírez Herrera.
Yo vendo sillas con las mismas características a $45.000
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