El
principal y más cuestionado barón electoral de Santander, Luis Alberto Gil, habla de su trabajo
al frente de Convergencia Ciudadana, hace cuentas, defiende a sus protegidos,
le echa el agua sucia a las elites que lo cuestionan y jura que no ha recibido dineros calientes. (Trabajo con el que obtuve el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en el año 2006)
El cañón de la
ametralladora está a nueve centímetros de mi pierna derecha. Espero durante 17
minutos, sentado al lado de uno de los cuatro hombres armados que le protegen
en ese momento. Es el quinto piso del edificio Finsema (carrera 27 con calle
34), levantado con auxilios parlamentarios
por un ex senador liberal que, según se ha dicho en Bucaramanga, debió
entregarlo a los educadores sindicalizados como parte del pago exigido por la
guerrilla que lo había secuestrado.
6:34 p.m. Se
abre la puerta y es el propio personaje quien grita: “¡15!, ¡que siga 15!”.
Convicción y una
gran dosis de frialdad, esos son los ingredientes del menú ideológico de Luis
Alberto Gil Castillo, más que senador, cabeza y motor de Convergencia Ciudadana.
Transcurrirán a partir de ese momento 42 minutos en los que este exguerrillero
del M-19, entrenado en acción político-militar en la Libia de Omar Khadafi, le apuntará
a las elites, incluidos los dueños de los medios de comunicación que han publicado
sus prácticas clientelistas y lo relacionan con fuerzas oscuras.
Al expresidente
del Sindicato de Educadores de Santander no lo desconcentra nada; ni el sonido incesante
de los celulares, ni la entrada a la sala del ex parlamentario liberal Tiberio
Villarreal, quien a nombre del Proceso 8.000 estuvo en prisión y hoy goza de
libertad.
Gil Castillo se
inclina sobre una mesa larga de madera, se acomoda su chaleco amarillo chinche,
su mochila de donde hace un par de semanas salió un fajo de billetes en pleno
programa de televisión y sin quitarme la mirada hace un balance extenso de su
trabajo en el Congreso.
Con un aliento a
cerveza que impregna el ambiente, Gil lo resume diciendo que él presentó el
proyecto para la rebaja en las multas del tránsito y tramitó una ley para que a
los docentes les pagaran el ascenso en el escalafón. Aunque lo más importante,
subraya, es haber sacado adelante el proyecto de cátedra de emprendimiento o
empresarial que hace obligatoria su enseñanza al igual que las matemáticas o
las ciencias sociales “para que los jóvenes no se frustren porque no consiguen
empleo”.
Origen y amigos
Gil es hijo de
campesinos liberales perseguidos por la violencia bipartidista de los años 50,
nació por casualidad en Cite, un corregimiento de Barbosa (Santander).
Insiste en que
proviene de la “otra orilla”, cuando recuerda su militancia en el M-19 y que en
principio detestaba la actividad política “porque también me comí el cuento de
que los responsables de los problemas en Colombia era la clase política, cuando
es solo un reflejo del establecimiento porque detrás de ella están los
verdaderos poderes”.
“Mi pecado
original -anota- es la clase a la que pertenezco”, y le atribuye su avance a su
formación revolucionaria que le enseñó valores como el precio de la lealtad con
el “pueblo”, así como el haberse metido al juego democrático en principio
“arrimado” al M-19, luego declarándose independiente y a partir del 24 de julio
de 1997 creando su propio movimiento. “Llevamos ocho años y siete meses
haciendo actividad política y por eso a nosotros no nos cogieron con los
calzones abajo como a los politiqueros… yo me dediqué dos años a recorrer el
país, a buscar líderes y a compartir la filosofía de un partido de centro
dentro de un esquema pluralista”, dice.
Partido que
tiene entre sus filas a cuestionadas figuras expulsadas de otras
colectividades, sancionados por la Procuraduría y simpatizantes de los
paramilitares. “Esa gama pluralista nos da la posibilidad de que en esta mesa
se sienten contrarios de ayer y por eso para nuestro partido no es raro, así
los de afuera no lo entiendan, que se siente Rito Alejo del Río, un hombre de
ultraderecha, otrora enemigo de Rosemberg Pabón, pero están ahí”.
Y están ahí -sube
el tono de voz Gil- porque esa es la sociedad colombiana. “Y si no buscamos
confluencias y consensos, ¿entonces qué es el centro? El centro es equilibrio”.
¿Por qué si en
otros partidos ha habido purga de aspirantes, en Convergencia no? Gil riposta: “Porque nosotros no nacimos con el
rabo de paja de los dos partidos tradicionales y además la purga la han hecho a
medias porque si se revisa bien los que salieron son simplemente chivos
expiatorios… No sé qué piruetas estén haciendo para cuidar la imagen de los
peces gordos que sí están en esos partidos”.
Entonces empiezo
a llamar a lista: Daría Galvis Méndez, abogada de Enilce López La Gata, conocida por el aporte de $100
millones a la primera campaña de Uribe Vélez. Gil asevera: “Está en
Convergencia porque es una ciudadana y en el derecho uno es abogado de personas
que hasta financiaron la campaña del Presidente de la República. No veo por qué
recibir plata para una campaña es bueno y haber defendido dos pleitos comunes
sea malo. Eso es hipocresía. Ella está porque es una gran profesional y una
mujer honesta”.
General (r) Rito
Alejo del Río. “Porque necesitábamos una persona que le sirvió al
establecimiento y que participó en un homenaje de desagravio presidido por el propio
Álvaro Uribe, su amigo personal. Él
representa la otra orilla dentro de Convergencia, porque debemos atraer de la
derecha y la izquierda hacia el centro”.
Miguel Jesús
Arenas Prada. “Conmigo es una persona agradable. Lo conocí cuando fue
gobernador (de Santander) y antes de ello. Que de pronto a algunos sectores no
les caiga como debiera caerles ya son cuentas viejas, pero no se conoce que
tenga un denuncio porque quebró al Estado... Tampoco se le ve nada de corrupción,
sin embargo no sé por qué hablan tan mal de él algunos”.
Eleonora Pineda.
“Nosotros no estamos recibiendo los votos del Senado de ella que son pa’un
compadre del presidente, que es Miguel de la Esprilla (sic). Raro, pero así es.
Lo que hicimos fue defender la Constitución, porque no pueden arrasar con una
persona que ha sido escudera de Palacio para provocar una Ley de Justicia y Paz
que hoy tiene un resultado tan importante y después que hace ese esfuerzo le
dan la puñalada trapera sus anteriores aduladores y amigos. ¿Cómo diablos no le
dan la mano a alguien a quien ahora están ahogando por haberle servido a la
Patria?”.
Entonces Gil hace
un alto. Titubea y se acomoda en su silla. “No, no, no, no me ponga a hablar
sobre las personas a las cuales yo les honro respeto”.
“No llego ni a clase
media-media”
Está a la
defensiva y por eso cuando le pregunto por su declaración de renta, sus bienes,
responde que este periodista tiene más capital que él. O sea, no tendría más
que un carro modelo 98 y una bicicleta. “Todo mi capital está registrado y no
llego ni a clase media-media”.
¿Cuánto ha
gastado en esta campaña? indago. “4.000 millones”, responde.
¿De dónde los ha
sacado? “Préstamos de los bancos, que yo no sé si prestan dinero lícito o ilícito,
no me consta”.
¿Cómo los va a
pagar? “Usted no sabe de política, pues con el préstamo sobre reposición de
votos eso se paga”. (Se refiere al reembolso que hace el Estado por cada voto obtenido).
¿De dónde salen
las reiteradas dudas sobre el origen de sus recursos? “De que el ladrón juzga
por su condición”.
¿Qué empresarios
le dan plata? “(Carlos) Ardila Lülle no. Sé que Bavaria, a través de su agente
Javier Hoyos, a todos los senadores les ofrece de a 20 millones de pesos. No sé
si yo esté en la lista”.
Gil hace cuentas
y sin sonrojarse las suelta, advirtiendo que se atiene a lo que le han dicho
los mismos candidatos: más de 800.000 votos para Senado y un millón 600 mil
para los distintos candidatos a la Cámara. Pero va más allá y dice que se dará
por bien servido si consigue puesto para él y nueve senadores más. No se
compromete con el número de curules para Cámara, pero se jacta: “Lo que sé es
que vamos a tener representantes en Huila, Valle, Bogotá, Boyacá, Meta, Vaupés,
Guainía, Amazonas, Arauca, Atlántico, Guajira, Santander…”.
Se confiesa
católico creyente, dice que nada lo atormenta y que lo trasnocha “una sociedad
que es capaz de desfigurar la realidad”. De sus enemigos afirma que les resulta
molesto “que se les cuele alguien que no fue invitado, pero tendrán que
soportarnos”. “Quitémosle el disfraz a todo esto que hay. ¿Qué es la U, Cambio
Radical y Colombia Democrática? Partido Liberal con otro nombre. La diferencia
única es que ellos sí están con Uribe. Y a su lado están dos partidos conservadores,
el de Luis Alfredo Ramos y el (Carlos) Holguín. Sumados dan como resultado el
Frente Nacional moderno con otro nombre, a la sombra del prestigio de un gran
hombre que se llama Álvaro Uribe”.
Se expresa así, a
pesar de que el mandatario-candidato no mencionó a Convergencia en la baraja de
quienes gozan de su simpatía. “No tenía por qué incluirnos porque somos un
partido independiente, que no cuidamos la torta ni de puestos ni de contratos”.
Enfila sus
baterías contra eso que insiste en denominar “elites que hacen campaña virtual
desde los medios de comunicación y lo que han buscado es que a través de
injurias y calumnias tratar de detenernos; lo cual es equivocado porque cada
uno de nuestros candidatos tiene sus propios espacios y electorado y no creo
que Carlos Barriga con las injurias que le digan por su hermano vaya a perder
votos”, citando el ejemplo del aspirante nortesantandereano cuyo hermano es
acusado de paramilitarismo.
Insisto en ese
nombre y Gil Castillo refuerza su defensa: “No tiene nada de qué acusársele distinto
a la problemática regional donde los ‘viudos’ del poder están diciendo que
invierte mucha plata y él tiene capital que puede invertir en lo que se le
venga en gana”.
No queda tiempo
sino para el último interrogante, que es más un desafío: Jure que no ha
recibido un solo centavo del narcotráfico o los paramilitares, si es que son
distintos. Y Gil sentencia: “Ha entrado
tanta plata de ellos como la que usted ha recibido”.
Con este malabar
Gil Castillo da por concluida la entrevista. Le pido entonces que se deje tomar
unas fotografías. Se asombra por el número de disparos del flash, y exclama: “Usted me pone nervioso, parece que
trabajara para la CIA o la DEA…”.
Luego El Tuerto, así se le dicen seguidores y
críticos, se sienta y atiende a una asistente que entre otros asuntos por
firmar le trae la aprobación para la compra de 3.000 almuerzos. Gil pregunta:
“¿3.000 almuerzos para cuántos voticos?”. Minutos antes había asegurado que nunca
ha ofrecido mercados, puestos o cupos del Régimen Subsidiado a cambio de votos,
“pero si hay que darle a la gente que necesita, por qué no. Lo malo es que eso
sea compra-venta de votos”.
Luis Alberto Gil
Castillo, fundador de Convergencia Ciudadana, dice que va a pasar a la historia
de Santander como “el hijo de la humildad que derrotó la prepotencia de los
politiqueros que se creían dueños de este país”.
El senador Gil
Castillo en menos de nueve años convirtió a Convergencia Ciudadana en un
movimiento que hoy dice que tiene presencia en 26 de los 32 departamentos de
Colombia.
“El gobernador
de Santander (coronel retirado Hugo Heliodoro Aguilar) sigue siendo militante de Convergencia
y trabaja por nuestro partido con total autonomía en función del programa de
gobierno que elaboramos comúnmente”, afirma Gil Castillo.
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