Vladdo es el
muchacho terrible de la caricatura y uno de los principales dolores de cabeza
de los mandatarios de turno, en especial del presidente Álvaro Uribe Vélez.
En su registro
civil figura como Vladimir Flórez, pero por ningún lado dice que es el padre de
Aleida, ese personaje con el que tantas mujeres se identifican. Para su
desgracia, es hincha de Millonarios, aunque nació en Armenia (Quindío).
Vladdo estuvo en
la UNAB en noviembre de 2006 invitado por la Facultad de
Comunicación Social, que celebra su acreditación nacional e internacional. No
traía más que un computador y una bolsa repleta de ejemplares de la edición
número 15 del “Periódico de la O: Un Pasquín”, su obra más reciente. No tiene
publicidad ni precio y su valor es “civil”. Es una publicación que se proclama
“políticamente incorrecta” y en 12 páginas acoge firmas como Juan Manuel López
C. y Carlos J. Villar, además de un “test de medición de la lógica de vender el
sofá”.
Declaró que fue
de los “culiprontos” que abrió blogs
en Internet y al cabo de dos días jamás volvió a actualizarlos. Dijo que sigue
creyendo en el futuro de la prensa y subrayó que a los periodistas colombianos,
en general, “nos sobra soberbia, porque nos falta preparación”.
Por último, les
recomendó a los cerca de 200 asistentes presentes en el Auditorio Mayor que se
podían llevar un ejemplar, mas no a los simpatizantes de Uribe Vélez porque con
seguridad les saldrían ampollas en las manos.
¿Hay algo peor para Vladdo que soportar al asesor
presidencial José Obdulio Gaviria en el programa Hora 20 de Caracol?
Esa es de las
pruebas difíciles que hay. Eso es un trago poco grato pero toca hacerlo en aras
del pluralismo democrático e informativo.
¿Qué le falta al “Palacito Presidencial” que usted
dibuja en Semana, si ya tiene
elefante, avioneta, columnas para otro piso, una curita…?
Pues en la
medida en que vayan surgiendo cosas se le irán incorporando, y como este
Gobierno lo sorprende a uno tanto, entonces no se sabe mañana qué más haya que
ponerle.
¿Usted es “cooperante” o no le jala a ese cuento?
Indudablemente
soy cooperante, pero no con Uribe, sino cooperante antiUribe. Yo soy
antiuribista pura sangre. Desde el 2 por ciento ya lo era.
¿Le pasó el guayabo por la reelección de Uribe, a la
que usted tanto se oponía?
El mamonazo ya está asimilado. En todo caso
no fue tan sorpresivo, pero el asunto es que ya la estantería uribista está
empezando a ceder y estamos viendo como se empiezan a caer los platos. Ese es
un proceso irreversible que más temprano que tarde va a terminar consumándose.
¿Por eso el desorden en las filas uribistas, que ni
siquiera el propio mandatario logra poner el tatequieto?
Es muy diciente
el hecho de que el propio Presidente de la República no sea capaz de organizar
a sus propias huestes. La culpa no es del Congreso, sino del que se supone que
es el líder, del que los ayudó a elegir y resulta que ahora no los puede
controlar. Ahí es donde se produce el fenómeno que llamo de “Álvaro Montoya”,
que es Álvaro Uribe actuando como Juan Pablo Montoya. Así que Uribe nunca tiene
la culpa de las cosas malas y siempre es culpa del equipo, la carretera, las
llantas, los rines, la carrocería o el motor. Pero cuando él gana, entonces es
él, porque es trabajador, disciplinado, consagrado, responsable. Sin embargo,
creo que la gente se empieza a dar cuenta de que eso no es así y de que el
Presidente hace cosas mal hechas.
¿Tiene al menos un ejemplo?
No hay que ir
muy lejos. En la última edición de Un
Pasquín denuncio que la empresa Avantel va a terminar convertida en el
cuarto operador celular del país, sin pagar un centavo, mientras que Ola, que
fue la que menos pagó tuvo que dar 54 millones de dólares nada más de banderazo. Comcel y Celumóvil, ahora
Movistar, pagaron en su momento más de 600 millones de dólares de banderazo y aparte de eso pagan el 5% de
sus ingresos brutos cada año al Gobierno, mientras que Avantel en los diez años
que lleva operando como empresa de radio ha consignado escasamente unos 30
millones de dólares. Y así y todo, los van a convertir de empresa de radio -como
las empresas de radio de los taxis-, en empresa celular, sin pagar un solo
peso. Dándose la coincidencia de que el señor gerente de Avantel es amiguísimo
del presidente Uribe. Trabajó en su campaña para el 2002, fue su representante
en la Cámara de Comercio de Bogotá, y es un personaje muy cercano al Gobierno.
Además el
periódico El Tiempo es accionista de
Avantel y eso explica por qué ese diario escribe tantas columnas en contra de
los servicios de celular, o al menos ayuda a entender el tema. Y hay tres
accionistas de El Tiempo, por
consiguiente de Avantel, en el alto Gobierno: el Vicepresidente de la
República, Francisco Santos y los ministros de Defensa, Juan Manuel Santos, y
de Medio Ambiente, Juan Lozano. Y así como ese debe haber un sinnúmero de casos
que empezarán a destaparse y a mostrarnos el Uribe que de verdad es.
Al presidente brasileño Lula Da Silva los escándalos
por poco le cuestan la reelección. ¿Uribe Vélez está blindado a los escándalos?
Lo que pasa es
que en Brasil son un poco más serios de lo que somos en Colombia, porque aquí
pasan muchas cosas graves pero nunca pasa nada serio. Entonces es indudable que
esos temas de malos manejos y de amiguismo en algún momento el electorado
empieza a cobrárselos y Uribe perdió seis puntos de popularidad en el último
mes.
Con esas críticas tan vehementes y constantes contra
el Gobierno, ¿teme que un día de estos le falle el rotor al helicóptero en el
que usted vaya?
Por eso no viajo
en helicóptero, y menos en Antioquia.
¿A la Seguridad Democrática le salió el tiro por la
culata?
A los uribistas
les va a salir el tiro por la culata y el Presidente va a tener que cambiar el
nombre de la Seguridad Democrática y ponerlo Oscuridad Democrática, eso le
queda más fácil.
¿Si Juan Manuel Santos es Ministro de Defensa, eso
quiere decir que en Colombia todo es posible?
En Colombia todo
es posible porque un tipo como Santos, que carece de muchos conocimientos, que
no tiene mucho respeto por las normas éticas, como a mí me consta, es un tipo
que no debería estar en ningún cargo, ni siquiera de portero de un Ministerio,
pero esas son las cosas que da la política.
¿A quiénes está dirigido Un Pasquín?
Un Pasquín es para que lo
lea la gente que ve pajaritos de oro por todas partes. Aunque es muy difícil
que la gente que está hipnotizada con el Gobierno asuma el reto de ver la otra
cara de lo que nos muestran en la gran prensa, es importante que tenga la mente
abierta y acepte que hay otras cosas que no nos han contado, que están
sucediendo, que son graves y que no tenemos por qué olvidarlas. Esa es la tarea
que nos hemos puesto en Un Pasquín:
mostrar esas cosas que en los otros medios apenas las tocan de un brochazo o
directamente las olvidan, sin hacerle ningún tipo de control cívico.
Aparte de ganarse enemigos, ¿qué más está haciendo con
su periódico?
Desde que
arranqué este proyecto a finales del año pasado he considerado que esta es mi
tarea de Cívica. ¿Por qué hago Un Pasquín?
Porque quiero y porque puedo. Porque considero que se necesitan unas voces
disonantes, unas voces que no se plieguen a los mandatos ni a las coqueterías
del poder. Y puedo hacerlo en la medida en que todavía en este país se puede
votar y expresar libremente, y eso hay que aprovecharlo porque no sabemos
cuánto nos va a durar.
¿Qué le causa más gracia: el fiscal general
consintiendo a su perrita o el diván de su psíquico?
Comparado con lo
que hacen otros funcionarios, lo que hace el fiscal es bastante inofensivo. Lo peligroso
es que el fiscal se volviera perro faldero del Gobierno y a veces le da a uno
ese pálpito, aunque en general ha tratado de mostrarse como un funcionario que
no se deja manosear. Vamos a ver si lo logra.
La negociación con los paramilitares va en que falta
poco para que llamen “faltón” al Gobierno. ¿Era un final previsible?
Sí y lo he
escrito en la columna que tengo en el periódico Portafolio, porque hemos sido testigos de una mentira, de una
tapadera, en la que no sabemos qué es lo que el Gobierno ha negociado y les ha
ofrecido a los paramilitares. No sabemos si les ofreció el Departamento de
Antioquia a cambio de que se entregaran. El problema es que el día de mañana
dicen ‘es que el Gobierno nos prometió esto y aquello’ y empiezan a pasar la
factura. Eso es lo que está haciendo Vicente Castaño. Este es un proceso que,
contrario a lo que ocurrió con otros que se han adelantado en otras
oportunidades, se ha hecho a espaldas del país y no tenemos idea de en qué
circunstancias se está negociando, qué les prometió el Gobierno a los
paramilitares, qué les aceptó. Esa fue una conversación entre el Presidente, su
comisionado de Paz y los caballeros de La Ceja y Ralito. Una cosa absurda.
¿Le preocupa el manejo que las Farc y el Gobierno le
han dado al llamado “intercambio humanitario” o está de acuerdo con ese tira y
afloje de ambas partes?
Nadie se merece
ese irrespeto. El primer responsable de ese martirio al que están sometidas
tantas familias, son las Farc, que no tienen por qué involucrar a los civiles en
el conflicto y no tendrían por qué secuestrar a ningún ciudadano. Las Farc
tienen que mostrar que hay voluntad de acabar con esa demencia criminal en la
que andan metidos. Pero también hay que tener en cuenta que es obligación del
Gobierno procurar las vías para facilitar el regreso de esas personas a sus
casas, y eso no se hace a través de pataletas ni de decisiones tomadas con los
intestinos sino con la cabeza. Hay que hacer un proyecto de aproximación con
las Farc porque está visto que no los van a poder liberar militarmente, primero
porque no están capacitados y, segundo, porque no tienen la más remota idea en
dónde están. Eso es una tontería, aparte de los riesgos que conllevaría una
operación de esas.
¿Qué consulado o embajada le callaría el “pico” a
Vladdo para volverlo uribista?
Si me endosaran
vitalicia la embajada en Alemania, de pronto… Pero eso es apenas un chiste. No
aspiro a tener cargos en el Gobierno porque no soy como tantos periodistas
tránsfugas que hemos tenido que van de un lado para el otro y regresan, sobre
todo en el periódico El Tiempo, donde
la puerta giratoria la han cerrado tantas veces que se les dañó la bisagra y ya
quedó como la puerta de los hoteles.
El
director-propietario-repartidor de Un
Pasquín, el caricaturista Vladdo, manifiesta sus
críticas a la gran prensa y a los periodistas carentes de humildad y
preparación, aunque a la vez transmite su pasión por este oficio.
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