viernes, 29 de agosto de 2014

Los viajes del gobernador Aguilar (Revista Semana)

(Revista Semana - 27 de agosto de 2014)
¿Utiliza el mandatario de Santander el erario para visitar a su padre, detenido por parapolítica?
Al joven gobernador de Santander, Richard Aguilar Villa, le apasionan el derecho comercial y financiero, la política y, sobre todo, dice él mismo, estar en contacto con la gente. Por eso, el departamento paga bastante dinero en el alquiler de aviones y helicópteros. “Lo que pasa es que la geografía aquí es muy difícil. Debo trasladarme por aire en muchas ocasiones”, justifica.

Su caso no sería llamativo si no fuera porque con frecuencia esos viajes tienen como escala el municipio de San Gil, en donde está detenido su padre, el coronel Hugo Aguilar Naranjo, condenado por la justicia por vínculos con las sangrientas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

Y, sobre todo, por las impactantes imágenes que los colombianos vieron hace unos días. Estas mostraban el episodio ocurrido en Los Pozos, una improvisada y abandonada pista de aterrizaje en San Gil, a dos horas de Bucaramanga, en el que murió un inocente. En esa pista, cerrada desde hace años, aterrizó el pasado 17 de agosto la avioneta HK 4958 con el gobernador del departamento como único pasajero.

Tal y como lo registró Noticias Uno, el mandatario llegó hasta allí para realizar una visita a la cárcel de ese municipio donde está su papá. La avioneta, según la nota periodística, aterrizó sin permiso alguno por una sencilla razón: desde más de ocho años ese terminal aéreo se encuentra en total abandono y la torre de control funciona como un tendedero de ropa de una vigilante. 

Por eso cada año por esta época, decenas de habitantes del municipio recorren los ocho kilómetros que separan la pista del poblado para participar en el festival de cometas organizado por una emisora local. Aguilar aterrizó hacia las 1:30 p. m. de ese domingo y regresó tres horas y media después. Saludó a los habitantes y se marchó. Al despegar, el ala del aeromotor golpeó a un joven de 20 años que grababa el despegue en su celular. En cuestión de minutos murió. Se trataba de Jonatán Supelano, estudiante de psicología de la Universidad de San Gil.

Nadie dio razón de por qué la avioneta aterrizó en esa pista, pero lo ocurrido provocó una pregunta natural: ¿Cómo es que un mandatario logra andar por el departamento y aterrizar en lugares que no cuentan con los estándares mínimos de seguridad?

Mientras las autoridades locales investigan el triste episodio por la muerte del joven, que en el pasado fue campeón de vuelo de cometas, otros santandereanos pusieron los ojos en una situación que hasta ahora había pasado inadvertida: los excesivos gastos de la Gobernación en transporte aéreo. 

Según documentos obtenidos por Semana.com, el secretario general del departamento, Reynaldo Viviescas Pérez, firmó el pasado 10 de junio dos contratos por 1.500 millones de pesos con dos empresas -Líneas Aéreas Galán Ltda. y Aerocharter Andina S.A.S–, con el objeto de prestar “Servicio de transporte aéreo para los desplazamientos oficiales de la Gobernación”. Líneas Aéreas Galán sirve en el transporte en avionetas, mientras Aerocharter lo hace con helicópteros.

Habitantes y periodistas de San Gil que hablaron con Semana.com advierten que el gobernador aprovecha los viajes oficiales para hacer paradas en ese municipio con el objetivo de visitar a su papá en la cárcel. “A veces llega en el helicóptero y se posa sobra la Villa Olímpica y de allí va a la cárcel”, dijo uno de ellos.

Es decir, según las fuentes, el gobernador estaría aprovechando el gasto público para temas netamente personales. Eso quizá pasó el domingo 17 de agosto cuando ocurrió el accidente. 

El gobernador Aguilar rechaza las suspicacias que se han generado a partir de ese trágico hecho. Asegura que ese día en particular llegó a San Gil para asistir a reuniones con la autoridad ambiental con el ánimo de mitigar la sequía que enfrenta la zona. “Ese día estaba en cumplimiento de la agenda de trabajo y pasé y visité a mi padre”, dijo Aguilar a Semana.com.

Argumentó que había estado en el poblado durante tres horas, de las cuales utilizó 20 minutos de su tiempo para visitar a su progenitor. Al mismo tiempo, rechazó las insinuaciones sobre los excesivos gastos en transporte aéreo que salen de su presupuesto por considerar que él debe recorrer 87 municipios que se traducen en 10.000 kilómetros.

“Es una herramienta de trabajo que sale de gastos de funcionamiento. Esos vuelos no son sólo para mí, sino que están a disposición de los funcionarios. Este es un departamento con una topografía compleja que no permite recorrerla sólo por vía terrestre, aunque también hago recorridos vía terrestre”, dijo Aguilar.

El mandatario afirmó que esa contratación con empresas aeronáuticas viene desde la administración de su papá, cuando fue gobernador, y pasó por la de Horacio Serpa. “Quisiera invertir el dinero de esos vuelos en otras cosas, pero hay necesidad de recorrer los municipios. Yo trabajo cerca de la gente”, concluyó.

Si bien hasta ahora no se advierten irregularidades en la contratación en un sector en Santander, no se ve con buenos ojos el presunto aprovechamiento de recursos de la Gobernación en temas personales. Mucho menos que los vuelos del gobernador aterricen en zonas donde no hay control de la aeronáutica, como en San Gil, donde se presentó el terrible accidente. (Revista Semana)

sábado, 9 de agosto de 2014

El Cristo a prueba de balas (Columna de Catalina Uribe)


En estos días surgió de nuevo la polémica por la construcción del cerro del Santísimo en el Ecoparque de Santander.

Por: Catalina Uribe (El Espectador, 6 de agosto de 2014)

La obra, que ya está avanzada en un 70 por ciento, sigue siendo cuestionada por su costo de $45.000 millones. Mientras muchos argumentan que es irresponsable gastar dicho dinero en la estatua de 33 metros de alto, otros creen que fomentará el turismo y atraerá inversionistas a la región. Pero ¿qué hay detrás del Cristo cuya estructura metálica es hecha a prueba de balas?
Algunos estudiosos del discurso visual han concluido que los grandes monumentos se construyen por dos razones: para llamar la atención del espectador y para producir emociones específicas. No en vano, tras la Segunda Guerra predominó en los territorios aliados la construcción de grandes edificaciones que buscaban mostrar una “recuperación” de la economía y evocar un poder simbólico. Pero para que un ícono genere el efecto deseado debe existir cierta predisposición en las actitudes y creencias del espectador. ¿Qué mejor entonces que apuntarle a la figura de Jesucristo redentor?
Varias de las críticas al Santísimo tienen que ver con asuntos espirituales. Muchos grupos consideran que un estado secular no debe exaltar estructuras que aludan a una religión específica. Y no se equivocan. Que ciertas catedrales fueran construidas por la Iglesia católica con torres altas para ser el centro de la ciudad, o con fachadas imponentes para exaltar su poder, es distinto a que un departamento utilice los recursos de las regalías en el ícono del Vaticano.
Sin embargo, los Aguilar no son bobos y saben del gran fervor católico de los colombianos. Por ello, mientras Hugo cumple su condena por parapolítica, sus hijos Nerthink y Richard les apuestan a obras que no sirven pero que distraen. No en vano hoy en día varios paisas recuerdan a Pablo Escobar no como un gran asesino, sino como aquel gran hombre que les construyó iglesias y canchas de fútbol. (El Espectador)