viernes, 20 de mayo de 2016

Petro: "Alejandro Ordóñez es un neonazi"

(Esta nota la publiqué en la edición 315 del Periódico 15,
 en circulación desde el 20 de mayo de 2016 en el Área Metropolitana de Bucaramanga)



El controvertido exalcalde de Bogotá sigue soñando con ser presidente de Colombia, pero también sabe a quiénes les cae como un vomitivo. Advierte que para el procurador general “el principal enemigo ahora es el Papa porque piensa como nosotros en la defensa de los animales y la naturaleza” y admite un error fatal que cometió en su vida.

“Estas calles y parques me traen muchos recuerdos”, dice con aire nostálgico Gustavo Francisco Petro Urrego (Ciénaga de Oro, 1960) mientras la camioneta blindada avanza rauda por la carrera 22 del barrio Antonio Santos.

Se refiere a aquellos tiemposen que como guerrillero del movimiento M-19 vivió durante un año en Girón y se daba sus pasadas por Bucaramanga, antes de que agentes del Estado le echaran mano. También a cuando en compañía de Hugo Chávez Frías –liberado tras el intento de golpe de Estado en Venezuela de 1992–, pasó en bus por esta ciudad rumbo a la capital de la República.

Los minutos son contados,así que el listado de 14 preguntas se va para el carajo. El exsenador y exalcalde de Bogotá tiene afán de llegar a un almuerzo que un grupo de seguidores encabezados por su exsecretaria del Interior, Gloria Flórez Schneider, y su amigo Carlos Francisco Toledo Flórez le tienen en el hotel ‘Ciudad Bonita’.



Es mediodía del jueves 5 de mayo y en Bucaramanga también se encuentra Alejandro Ordóñez Maldonado –el mismo que lo destituyó e inhabilitó por 15 años para ejercer cargos públicos–, por lo que podrían tropezar las dos caravanas,aunque la del procurador general parezca más la del presidente Barack Obama con tanta policía,ejército, tránsito y hasta ambulancia siguiéndole sus pasos.

Petro viene a un foro en Neomundodenominado “Cómo gobernar con los ciudadanos y sin los politiqueros”, pero de paso a medir la temperatura política de la capital santandereana. La encuesta del pasado mes de abril elaborada por Datexco Company – Opinómetro para La W Radio y el diario El Tiempo, ubica en el primer lugar de preferencias al exgobernador de Antioquia, Sergio Fajardo Valderrama, con el 20,8%, luego al vicepresidente Germán Vargas Lleras, con el 15,8%, y a Petro en un tercer lugar para las presidenciables de 2018 con un 15,4%, por encima del excandidato uribista Óscar Iván Zuluaga (12,4%) y la excandidata conservadora Martha Lucía Ramírez (7,2%).

El líder del movimiento Progresistas dice que quiere abrir un nuevo escenario “no solo a partir del discurso construido sino de la experiencia lograda en una ciudad (Bogotá) de tal dimensión que nos permite proyectar un programa y una agenda relativamente posible pero profundamente democrática bajo lo que hemos denominado la ‘Colombia Humana’”.

Ya no la “Bogotá Humana” en la que gobernó de 2012 a 2015, sino un proyecto que le permita llegar a la Casa de Nariño, como ha sido su sueño desde sus días de senador que a nombre del Polo Democrático Alternativo alcanzó la tercera votación en el país. “No se trata de hacer un nuevo caudillismo, que no nos sirve para nada. Es más, hacer un caudillismo en muy peligroso en Colombia porque lo más fácil es eliminar al caudillo. Se trata de construir una fuerza colectiva”.

Una aspiración que le significaría el reto de reinventarse, porque hay un nuevo contexto social, histórico y político del país y del mundo, que ya no es el mismo de cuando militaba en el M-19 junto a Jaime BatemanCayón y Antonio Navarro Wolf,entre otros, o posteriormente en el Polo junto a figuras como el senador Jorge Robledo. “Debemos convocar mayorías, no minorías, si es que queremos realmente acceder al Gobierno Nacional y más aún ambiciosamente al poder. Sabiendo que el poder ha cambiado de circunstancias y de connotaciones”.

Petro está preparado para todo tipo de sorpresas y por ello no olvida aquel momento en que ya habiendo sido el candidato presidencial del Polo se le ocurrió decir: “O Iván Moreno o Petro”. Suponía que le iban a responder Petro, “pues la gente directiva del Polo dijo que Iván Moreno, y entonces nos tocó salir corriendo de ahí y nunca más volvimos al partido”.

Con los brazos cruzados, rememora, a alguien se le ocurrió calentarle el oído con la candidatura a la Alcaldía de la capital colombiana. “Yo no creía que ante tamaño desfalco que habían hecho los hermanos (Samuel y Néstor Iván) Moreno Rojas, pudiéramos otra vez gente que estaba en el Polo ganar, pero lo que vimos fue una enseñanza… una ciudadanía que no estaba articulada al Polo ni a sus triunfos electorales pero que salía como torrentes, sin que nosotros nos diéramos cuenta de por qué, y en tres meses se convirtió en la mayoría electoral de Bogotá. Era la expresión de lo que hoy llamamos una nueva ciudadanía”.



Casi un milagro, como él lo admite, que le permitió ser alcalde de Bogotá. Con unos nuevos actores sociales que en su consideración volvieron a expresarse “en el momento en que Ordóñez determinó darle un golpe al Gobierno de ‘Bogotá Humana’. Los mismos que afluyeron durante cuatro, cinco y seis manifestaciones en diciembre de 2013 y enero y febrero de 2014, tensionando la política nacional y que fue lo que movió finalmente a uno u otro juez a protegernos hasta el día de hoy”.

Una movilización de las “nuevas ciudadanías” -según Petro-, que le salvó la ‘chamba’. “Lo que nos sostuvo no fueron los sindicatos, ni el Polo y ni siquiera el Progresismo, sino una ciudadanía espontánea movida por rabia ante el golpe de Ordóñez pero de manera mucho más positiva porque sentía que la agenda política de la ‘Bogotá Humana’ los representaba”. Una Plaza de Bolívar colmada por gente diversa que es la que este costeño pretende ahora rescatar a nivel nacional.

Pero como Petro es un tipo que no se puede quedar callado, se refiere también a su prohibición de las corridas de toros en la Plaza de Santamaría. “Y los primeros que me cayeron encima fueron los izquierdistas. No los obreros, ni las señoras de los barrios populares, ni los jóvenes, sino una aristocracia de izquierda que escribe en El Tiempo, que nunca le he hecho ningún daño pero que de pronto empezó a echar groserías contra mí. Antonio Caballero y otros. ¿Y por qué este odio contra nosotros? El odio deriva exclusivamente de que eran aficionados a los toros. Y no solamente los izquierdistas, entonces apareció (Alejandro) Ordóñez. Yo pienso que Ordóñez me sacó de la Alcaldía no porque se creyese mucho el cuento de que habíamos hecho un desastre en el aseo sino porque le cerramos la plaza de toros. Y apareció Germán Vargas Lleras y resultó que su hermano era el presidente de la Corporación Taurina de Colombia. Y apareció un mundo del poder que actúa de manera tan radical que se hace matar no por sus medios de producción sino por sus símbolos. Era el lugar donde regocijándose con la muerte del toro, mostraban sus mejores galas”.

El exalcalde advierte que no se trata de elegirse por elegirse e incluso cita el nombre del exguerrillero Everth Bustamante García –hoy senador por el Centro Democrático–, de quien dice que cayó en ese juego y “hasta se volvió uribista después de dar un triple salto mortal”. “Pero eso no es sino la expresión de un oportunismo y de una pérdida de valores políticos que nosotros no podemos tener”, acota.

Como a esta hora del mediodía el reloj está en contra y Toledo Flórez –hijo del asesinado médico y cofundador del M-19, Carlos Toledo Plata– me hace caras para que los deje tranquilos de una vez por todas, ahí le van las preguntas a un Gustavo Petro que teoriza diciendo que “la complejidad de la sociedad colombiana es mucho más amplia y diversa que encuadrar la sociedad entre trabajadores y burgueses, o entre pueblo y oligarquía, para ponerlo en términos más gaitanistas y del M-19”.



¿Tan desastrosa fue su Administración como sostiene la gran prensa capitalina?

Fue exitosísima. La gran prensa capitalina es propiedad de los tres hombres más ricos de Colombia. Esos tres hombres son muy responsables del estado de postración al que han llevado a la sociedad colombiana toda, a su falta de oportunidades, a la violencia, a su falta de democracia… y obviamente cuando vieron en su propia ciudad de actividades económicas un gobierno que hizo lo contrario a lo que ellos produjeron: una sociedad democrática muy viva, un estallido cultural rotundo, la superación de la pobreza. Solo quedaron 380 mil personas en condición de pobreza en una ciudad que tiene ocho millones de habitantes. Aun ese esfuerzo ameritaba un gobierno que profundizase esas políticas, pero al ver todos esos resultados, una juventud esperanzada, que volvió a tener ganas de espacio, de poder, de vitalidad, como lo que se mostró allí, pues no les gustó y entraron a generar -bajo el temor que eso se volviera un proyecto nacional-, una imagen completamente degradada de lo que realmente fue ‘Bogotá Humana’.

¿Entonces es bronca lo que tienen contra usted periodistas como Dario Arizmendi, director de noticias de Caracol Radio?

Es un tema del periodismo y es al periodismo al que le corresponde discutir realmente, más que al dirigente político. Político y periodista se parecen mucho porque al final actúan en los mismos escenarios, pero no es propiamente el político el que debe discutir el tema de la comunicación social o debe hacerlo en forma más general, no tanto personalizarla. Le corresponde a los periodistas en general, jóvenes, viejos, independientes o no, una discusión sobre el tema de la comunicación social en Colombia, que tiene que ver con la del mundo también. (Jürgen) Habermas, un filósofo alemán que he estudiado y es el último de la Escuela de Frankfurt, dice en una entrevista que la violencia es el producto de una ruptura de la comunicación social. Y vista la comunicación social como la comunicación entre los integrantes de una sociedad. Si Colombia ha vivido sesenta años de violencia, por solo hablar de la última, es indudable que tiene un grave problema de comunicación social, si seguimos a Habermas. Los integrantes de la sociedad colombiana, en su mayoría antaño eran campesinos y ahora mucho más diversos, no se comunican. No hay medios de comunicación entre esa enorme diversidad y ese es el origen de la violencia. Ahora, siguiendo a Habermas, la paz entonces sería una reconstitución de los puentes de diálogo entre toda esa diversidad de actores, y eso implica unos medios de comunicación.

Pero lo que uno ve paralelo es que los medios de comunicación colombianos han terminado es en propiedad de los tres hombres más ricos, que es un fenómeno más global. Si los que hablan a través de los medios son los más poderosos de una sociedad, la comunicación social está rota y la violencia puede continuar por esas circunstancias. Gente como Arizmendi y otros como él son el jet set de un periodismo bien pago. Es una especie de nata que se forja en la fuerza laboral del periodismo, muy diferente al reportero, que es en general el periodista del común, que está proletarizado y le pagan cada vez menos. Es el que cada vez arriesga más si habla porque no está protegido y finalmente no tiene medio que no sea de propiedad de los hombres más ricos del país. Muchos han sido educados en facultades de comunicación muy de la extrema derecha, del Opus Dei, etcétera. Allí hubo como una planificación que no es culpa del periodista sino de todo el sistema educativo que llevó a que no hubiera facultades de comunicación social públicas. Entonces esa nata, que no es la de la fuerza laboral, está muy bien paga exclusivamente porque son medios de transmisión de las ideas y de la comunicación de los más poderosos del país, por tanto vieron en mílo contrario y por eso esa enemistad que incluso se vuelve personal. Arizmendi no dejó un solo día de insultarme y nunca fui a ese noticiero. Yo no tengo la actitud de hacer lo mismo, pero habría que clarificar muchos temas.

Los hermanos Samuel y Néstor Iván Moreno Rojas por fin condenados por la justicia. ¿Usted siente al menos un respiro?

Pues fue el producto de una investigación. Yo hice dos grandes. Una que me ocupó diez años, la del paramilitarismo, que llevó a decenas de senadores a la cárcel. Y no es la cárcel de esas personas lo que me emociona, sino el haber podido descubrir una realidad que estaba oculta, no tanto porque no se conociese sino precisamente porque los medios de comunicación la ocultaban. Y volvemos al tema de los hombres más ricos. No es porque el periodista quisiera ocultar que estaba ocurriendo un genocidio en Colombia; era porque los hombres más ricos del país querían ocultarle a su sociedad que estaba ocurriendo un genocidio. Temas como estos se han visto en Argentina, en Chile, en la Alemania de (Adolfo) Hitler, en la España de (Francisco) Franco, pero amerita una discusión: Cómo es que un humilde parlamentario con muy pocos instrumentos de investigación y solo porque es valiente y por su propia historia personal hace una investigación que termina llevándose a sesenta congresistas a la cárcel, y no la hacen los medios de comunicación que eran los que tenían que haber hecho ese tipo de labor, antes que los jueces que son los que finalmente determinan.

El siguiente episodio, que es el que usted menciona, es una sola investigación la que hicimos dado que había una responsabilidad del partido al que pertenecía esa Administración y fueron militantes del Polo los que se reunieron a investigar la contratación –Luis Carlos Avellaneda, Carlos Vicente de Roux y otros ocho–, y lleva a un informe que al final fue el que abrió los procesos y por último lleva a la cárcel a estas personas. ¿Por qué no fue hecho por los medios? ¿Por qué otra vez tuvieron que ser unos humildes militantes, incluso ya sin mayor poder, los que descubrieron todo eso? Y vuelve y juega. Es por lo mismo. Es que al final en la pirámide del Cartel de la Contratación bogotano, que es un cartel nacional que no está descubierto, hay unos empresarios muy poderosos que simplemente siendo corruptos tomaban güisqui con los dueños de los principales medios de comunicación del país, y se volvían novios de esas presentadoras de televisión, y sus lobistas –que eran los lobistas de la corrupción–, eran asesores de las grandes cadenas de noticias de Colombia. Entonces hay una simbiosis entre corrupción, genocidio, sistema político y medios de comunicación que oculta la realidad, y solo labores de outsiders, sean políticos como en el caso mío, o a veces determinados periodistas, logran hacer las investigaciones que pueden develar ese tipo de sistema corrupto que tenemos. 

Usted junto a personas como a la hoy senadora Claudia López y al analista León Valencia destaparon el escándalo de la ‘parapolítica’, pero muchos de esos condenados como Hugo Heliodoro Aguilar Naranjo y Luis Alberto Gil Castillo ya están en los clubes como si nada. ¿Qué sensación le queda?

Van saliendo… No, el problema mío no es si están preso o si están libres. Yo no me congratulo o me entristezco por esos hechos. Lo que me preocupa es que la misma realidad que los llevó al poder sigue estando. El primer debate que hice fue sobre Sucre y los primeros presos fueron de ese departamento, como el senador Álvaro José García y el exgobernador (Salvador) Arana Sus, asesinos condenados hoy a cuarenta años de prisión y no van a salir en el inmediato futuro, pero hoy ellos tienen el poder en Sucre, aún desde la cárcel, y sus familiares los representan y tienen el poder en Sucre, y el presidente (Juan Manuel) Santos los pone en los cargos para que mantengan el poder en Sucre. Entonces al final el problema no es cuántos años les pusieron. El problema es la sociedad misma que permite que los peores criminales los gobiernen. Y es una sociedad que lo hace porque les compran el voto, y les compran votan el voto porque las mochilas de dinero andan para arriba y para abajo, y entonces en cierta forma se dejan comprar porque son pobres y a la clase que termina dirigiendo esos territorios le conviene que sigan pobres porque de esa manera se mantiene el mercado del voto y el dinero para sufragarlo es el robo del erario y el lavado de activos. Entonces se perpetúa un sistema genocida, de profunda desigualdad social. Cambiar eso es la gracia y persona que quiera dirigir el país que no pretenda cambiar eso pues está simplemente buscando una complicidad con el crimen.



Publicaron en estos días un estudio de popularidad de los alcaldes que dice que su sucesor Enrique Peñalosa tiene el 62% de reprobación por parte de la ciudadanía, materia en la que hasta lo supera a usted. ¿Tan mal está Bogotá en manos del ‘doctor’?

Yo salí con el 40% de opinión favorable y 45% desfavorable, el otro porcentaje es el que dice no sabe/no responde. Para mí no es un dato negativo después de cuatro años de gobierno y con toda la prensa en contra. Incluso ese 40% de opinión favorable es mayoritariamente de estratos uno y dos y juventud, y eso me parece hermoso. Un gobernante no puede tener la aceptación de todos. Ninguna política pública tiene consenso total. Y cuando son los que menos tienen en la sociedad y los jóvenes los que están con uno es porque se gobernó bien. Cuando son los poderosos de la sociedad los que están con uno, y los pobres no, se está gobernando de una manera profundamente injusta y depredadora. Lo que le pasa a Peñalosa a comienzos de su gobierno y tener toda la población popular, la juventud en contra e incluso un apoyo apenas en la clase media alta y alta, es porque se está gobernando muy mal. Es como un baldado de agua fría que le cae a la sociedad bogotana y sobre todo a la clase media que se volvió mayoritaria, que es el gran cambio social en la capital. Una población que era vulnerable en Kennedy, Engativá y Suba de estrato tres, va enriqueciéndose relativamente y pasa a adoptar las modalidades de una nueva clase media, es mayoría electoral y decide abandonar la política de inclusión social que llevábamos y respaldar a Peñalosa. Por eso es que gana Peñalosa. El baldado de agua fría debe ser inmenso. No me atrevo a analizar lo que les pasará a estas personas cuando lo primero que observan es que les quitan el Metro, porque el estrato tres era el que se iba a subir al Metro. Le quitan el Metro en Kennedy por donde iba el trazado y le quitan el tranvía en Fontibón. La segunda gran obra de infraestructura en Colombia, incluso en valor, iba para Fontibón y era el tranvía que va hasta Facatativá. Y lo primero que hace el señor es suspenderlo. Los que votaron por él y le hicieron ganar era el estrato tres de Fontibón. Entonces tiene que haber una decepción muy profunda y una revaloración de lo que fue ‘Bogotá Humana’.

La gente considera normal ver las alcaldías como qué obras hizo y las obras las ve como cemento. Una mala manera de ver la obra de un gobernante porque un gobernante lo hace sobre seres humanos y los primeros indicadores que hay que evaluar es si los seres humanos viven mejor o peor. Los metros cúbicos de concreto pueden ayudar a que vivan mejor, o lo contrario, eso no es una medida objetiva de valoración. Hoy cuando los bogotanos empiezan a ver lo que les parecía normal en mi gobierno y entonces no valoraban eso, que se cierran hospitales, que proponen es más Transmilenio, más congestión en los buses, que suspenden obras como el Cable a Ciudad Bolívar, etcétera, empiezan a valorar lo que hicimos. Cómo fue que ‘Bogotá Humana’ logró que en Bogotá no muriera un niño de hambre. Cómo logró que veinte mil jovencitas que se embarazaban todos los años se cayera a quince mil. Esas cinco mil jovencitas que cada año dejaron de embarazarse, por qué fue. Pues fue porque aumentó la calidad de la educación, y fue porque la jovencita sintió que en la educación tenía una posibilidad de vida que antes no sentía. Cómo es que caen las tasas de homicidios y de hurtos. Entonces esas explicaciones que tienen una complejidad que no se mide en metros cúbicos de concreto, pues terminan empezando a visibilizarse. Usted tiene un señor de clase media que dice, ‘uich, esos jóvenes pintando grafitis, qué cosa tan horrible’, pues tiene una percepción del arte respetable y le parece que el muro de un solo color es más bonito que un muro con muchos colores. El joven que pinta ese grafiti se está expresando, y cuando se expresa y crea deja de ser violento. Cuando usted le impide que se exprese y cree empieza a ser violento, entonces el señor de clase media termina sorprendido porque crece el robo de celulares y no se explica el que eso se produce con un gran costo, incluso para él desde el punto de vista personal porque pueden matar hasta por un celular, en que él mismo desactivó los mecanismos que lo iban a impedir, que era darles espacio y poder a esas juventudes, así a uno por la edad u otras razones no le gustara. La intolerancia a la diferencia es lo que lleva a la violencia. Pues hoy la sociedad bogotana está aprendiendo dramáticamente estas situaciones.

¿El procurador Alejandro Ordóñez Maldonado se la ‘montó’ a Gustavo Petro?

Sí, claro. Ordóñez es un fascista. Ideológicamente él es consciente de eso. Es lo que llamaríamos un neonazi, con unas características latinas y es que es religioso. Los nazis alemanes no eran religiosos pero los fascistas italianos y españoles sí, y usaron la religión como un mecanismo para su extremismo ideológico. Hace parte del ‘chulavismo’, recordando un viejo episodio histórico en Colombia. Pero el ‘chulavismo’ cuando uno lo analiza, que es una situación que no viví pero lo leo y que en Santander y en muchas otras regiones fue muy intenso. Ese episodio de la violencia a mediados del siglo XX es un hijo de la guerra europea, casi que inmediato. Siendo una sociedad muy rural y no había Internet ni nada, los sectores conservadores de ese entonces decidieron aplicar toda la ideología de (Benito Amilcare) Mussolini y después de Franco y lo ponían en sus periódicos y en el gobierno la aplicaron. Entonces el ‘chulavismo’ está muy implicado con esa visión totalitaria, intolerante a la diversidad del fascismo europeo, y Ordóñez es un hijo de eso, del ‘chulavismo’. Es de la corriente política que aún es muy fuerte en Colombia que elimina al contrincante, que elimina la diferencia. Acaban de matar a un partido como la UP (Unión Patriótica) y no necesariamente tienen que andar armados porque hay unos que lo expresan desde el púlpito y hay otros que aprietan el gatillo.

Lo que hizo Ordóñez con ‘Bogotá Humana’ tiene dos grandes escenarios. El día en que quemó los libros de (Gabriel) García Márquez aquí en Bucaramanga y el día en que decidió burlarse de la voluntad popular en Bogotá y tratar de derribar con su medida la ‘Bogotá Humana’. Son dos hechos dantescos. Un filósofo alemán (el poeta Heinrich Heine) viviendo la historia de su propia nación decía que los que empiezan quemando libros terminan quemando seres humanos. Y eso es Ordóñez. Y yo voté por él como senador. Incluso lo hice bajo un engaño, una ilusión, no digo óptica sino mental. Yo fui comandante del M-19 en Santander en la clandestinidad en la época del Paro del Nororiente, por allá en el año 87 y aquí había una persona muy amiga nuestra al cual yo visité, un conservador alvarista llamado Féisal Mustafá (Barbosa). Yo llegué a uno de esos garajes típicos de las casas bumanguesas y él era el coordinador de la Resistencia Palestina en Colombia, pero era pues ultragodo. Para mí era un amigo de la paz pero el ELN lo quería matar y hablé con el ELN siendo jefe del M-19 preguntando por qué. Ellos decían que era un paramilitar, y yo intercedí por él y mientras estuve aquí no lo mataron. Pero de alguna manera ese episodio en mi vida, el contacto con él y charlamos como amigos, incluso él tenía un peligro porque estaba recibiendo a un comandante guerrillero en clandestinidad en su casa. Nunca le vi ningún tipo de temor por ello. Después lo llevé hacia Álvaro Gómez, que alcancé a conocerlo al final de sus días. Hablamos y Álvaro Gómez cogió un cariño por mí, porque me veía como un jovencito y como una figura promisoria, y entonces me invitaba a hablar. Y llevé a Hugo Chávez siendo coronel, todavía no era presidente, a hablar con Gómez Hurtado. Escuché esa conversación sobre la Constituyente. La idea que tenía Gómez de lo que había pasado y su evaluación sobre la Constituyente. Le echaba la culpa a Navarro Wolff de no haber sido radical. Además porque Hugo Chávez cogió esa tesis hacia Venezuela, que Antonio había condescendido con lo que él llamaba el Régimen, en una negociación que no era la que había que hacer, que al final fue inhabilitar los constituyentes y terminamos en un desastre. O sea, Álvaro Gómez tenía razón. Y esa idea que tuve de estas dos personas después me llevó a pensar que Ordóñez no por ser conservador podía ser una mala figura en el Estado colombiano. Fue una equivocación fatal, porque había una gran distancia entre Álvaro Gómez y Ordóñez. Y es que Gómez Hurtado por su propia experiencia como dirigente político llegó a la conclusión de que era necesario las transformaciones y entenderse con quien en otro momento hubiera considerado un enemigo. Eso fue lo que originó la Constitución de 1991. Alejandro Ordóñez no es capaz de eso. Ordóñez es no un político de derecha democrática, que yo podría considerar así a Álvaro Gómez, sino un neonazi.

Piense que ya estamos en el año 2018. ¿Qué le suelten a Vargas Lleras y a Uribe Vélez para las Presidenciales?

No creo que Uribe esté aparte de Vargas Lleras. Yo los veo juntos, piensan lo mismo. A veces he pensado si Santos está proponiendo una paz para que espere Vargas Lleras y la cague. Pero indudablemente no hay una distancia muy grande que sea entre ser propietario de empresas y ser propietario de haciendas, entre Vargas Lleras y Uribe. Y por otra parte aparece, como ya me sucedió en 2010 con (Antanas) Mockus, la figura que pareciera no tomar posición con nada, que termina quitando las posibilidades de un cambio social. Lo hizo Mockus y ahora sería (Sergio) Fajardo. Y nosotros que tenemos que dirimir primero la unidad del Progresismo y segundo quién. Yo no estoy obsesionado con eso y además no sé cuál va a ser mi futuro judicial ante el punto de vista de la decisión del Consejo de Estado de la inhabilidad que Ordóñez me puso de por vida prácticamente. Mientras eso no se resuelva no puedo decir que yo voy a ser. Entonces realmente el país va a discutir entre tres grandes fuerzas de la sociedad: mantener el modelo autoritario, antidemocrático, de los Vargas Lleras y Uribes, el modelo de manejo del Estado alrededor de los negocios y sustentado sobre las armas; la política inocua que termina finalmente arrodillándose a las derechas, que es este tipo de personajes como Fajardo-Mockus; o un cambio real, no radical, ¡real!, en pos de un país más justo y democrático, profundamente democrático, una democracia intensa y plena, que en cierta forma nosotros participamos de eso.



Si usted volviera a nacer y solamente pudiera cambiar una cosa de su vida, ¿lo haría con sus cuñados que lo han metido en tantos líos?


(Sonríe) Eso no los escoge el ser humano. Ni siquiera cuñados, sino concuñados, que es todavía más aleatorio. Después de que usted se enamoró y se casó con su mujer, con quién se va a casar la hermana de su mujer. Sí, yo hubiera preferido obviamente unas personas con menos recursos económicos, porque es el hijo del cultivador de papa más grande Colombia. Nació en cuna de oro, tuvo la oportunidad de educarse en Estados Unidos, cosa que me parece muy bien, pero tienen una mentalidad de la vida y de las cosas completamente diferente a la que mí me correspondió construir.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Ulibro 2016, "un placer tremendo para Cuba"

(Esta nota la publiqué en la edición número 448 de Vivir la UNAB,
           en circulación desde el 15 de mayo de 2016. Textos y Fotos PVG)



Con ese inconfundible acento caribeño que traslada al interlocutor a La Bodeguita del Medio, allá por la Calle Empedrado de La Habana Vieja, el agregado cultural de Cuba en Colombia, Ernesto Pérez Cano, expresa su satisfacción porque el suyo sea el País Invitado a la Feria del Libro Ulibro 2016 de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB).

Cuba es socialismo y control estatal, puros y guaguancó, ron y cerdo asado, béisbol y rumba, la patria de José Martí, Nicolás Guillén, José Lezama Lima, Alejo Carpentier y Guillermo Cabrera Infante. Cuba es Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Benny Moré, Celia Cruz y Compay Segundo, y a la vez el feudo de los hermano Fidel y Raúl Castro. Esta isla antillana de 11 millones de habitantes y una superficie equivalente a la del departamento de Amazonas, es el único país del mundo que cumple los criterios que determinan el desarrollo sostenible: desarrollo humano alto y huella ecológica sostenible… Es modelo para unos, dictadura para otros.

Así que después de prestarle atención a la charla de Laura Restrepo, en la que la escritora bogotana manifestó que “pese a todos los problemas Cuba ha sido y sigue siendo nuestro mejor sueño”, el diplomático atendió esta entrevista.


De izquierda a derecha, el rector de la UNAB, Alberto Montoya Puyana; la escritora bogotana Laura Restrepo; el agregado cultural de Cuba en Colombia, Ernesto Pérez Cano; y el vicerrector administrativo y financiero de la UNAB, Gilberto Ramírez Valbuena. 


¿Cómo tomó su Gobierno la invitación a Ulibro?

Vamos a hablar no del Gobierno sino mejor de las instituciones culturales, y lo tomamos de la mejor manera. Para nosotros es de la mayor importancia que nos inviten no solo a Bucaramanga sino a cualquier feria del libro que exista, porque es un placer tremendo y es un espacio importantísimo para mostrar sobre todo los escritores jóvenes que están surgiendo ahora en Cuba, no aquellos clásicos que muchos conocemos, otros no tanto. Me refiero a esas nuevas generaciones formadas y bebiendo de esa gran generación que viene de los años cuarenta hacia acá, como Carpentier, Lezama, (Virgilio) Piñera y toda esa gente.

¿Qué le dice a la Embajada de Cuba en Colombia el nombre de Bucaramanga?

Primero nos dio mucha curiosidad y cuando empezamos a mirar vimos que es una ciudad muy interesante, que lo que se conoce en Cuba es de la belleza que tiene, de la vegetación, los colores y el clima de su gente. De aquí al mes de agosto conoceremos más porque los estaremos visitando asiduamente y después de Ulibro que estaremos  un tiempo aquí y tengamos más conocimiento de esta región.



¿Se emocionó cuando Laura Restrepo le echó el piropo a Cuba o piensa que es una melancólica extraviada en el tiempo?

Claro que me emocioné y no sé si ella todavía lo ve desde el punto de vista melancólico, pero para nosotros no porque es una realidad que seguimos viviendo en Cuba y es un sueño que continúa porque consideramos que todavía hay muchas cosas por hacer. Aun seguimos pensando en la utopía que existe, claro, y me parece que todos debemos pensar en eso. No creo que debamos ponernos a valorar si es bien o si es mal, si es políticamente correcto o no en cuanto a terceras personas. Para nosotros lo más importante es que estamos convencidos de lo que estamos haciendo, que estamos seguros de lo que vamos a hacer, independientemente de que cada persona que viva fuera o dentro de Cuba pueda pensar distinto o no. ¿Comprendes?

El presidente Barack Hussein Obama II, el Papa Francisco y tata gente importante de paso por La Habana. ¿Cuba está de moda en este momento?

Chico, si la palabra ‘de moda’ se puede usar, pues ¡qué bien! Y si la palabra ‘de moda’ significa que recibamos a más personas, pues mejor. Si significa que las relaciones de Cuba hacia el mundo se abran más, pues también la usamos. Me parece bien.

En China ven al Dalai Lama no como un pacifista y defensor de los Derechos Humanos, sino como a una especie de demonio, cuando no como terrorista. ¿Sigue pasando lo mismo entre Cuba y Estados Unidos? ¿Washington y el Tío Sam que son hoy para Cuba después de ese saludo entre Obama y el presidente Raúl Castro?

Chico, no sé cómo explicarte. Es que las contradicciones que han existido entre nuestros dos países han sido más bien sobre las diferencias políticas entre gobiernos, y te puedo asegurar como cubano que soy y que vivo en la isla, que nunca hemos visto al pueblo norteamericano como un enemigo. Todo lo contrario, desde que tengo uso de razón en mi casa se oía música norteamericana y siempre se vieron y se ven las películas de Hollywood, te gusten o no te gusten. Y siempre ha habido una admiración a la cultura de ese pueblo, que es riquísima, enorme y muy importante. Lo que pienso es que los pasos que se han dado son significativos y lo que viene es lo más importante. Y que las relaciones sigan creciendo, que se sigan fortaleciendo entre los pueblos y que el intercambio cultural que está comenzando a incrementarse, se mantenga y crezca. Y desde el punto de vista de mi país o como proyecto social, lo que nos toca a nosotros es defenderlo y tratar de mantener todos los logros que hemos obtenido, con muchas dificultades es cierto, pero los tenemos. Eso es lo más importante.

¿Por qué los cubanos residentes en el Estado de La Florida son los que más se oponen a un acercamiento EE.UU.-Cuba?

Chico, yo creo que eso debes preguntárselo a ellos. Mi apreciación es que muchas de las personas que están allí no están de acuerdo con el proyecto social que todavía tenemos allá en Cuba. Tienen derecho a no estarlo y tienen derecho a decir lo que piensan. Es lo que te puedo decir sobre eso, pero creo que de todas maneras amigo mío, ha habido como un cambio, como una flexibilización. Claro, esa primera generación que emigró y que se vio afectada de cierta manera por la Revolución y por las nacionalizaciones, y ha ido envejeciendo, piensa de una forma, pero ya la mayoría de cubanos que viven en Estados Unidos son gente de nuevas generaciones que no tienen esa visión ‘antigua’.

¿Qué les dice a quienes puedan sentir temor de que Cuba sea el invitado a Ulibro y crean que se viene el comunismo, que nos van a ‘lavar el cerebro’ o que van a encaletar armas entre los libros? ¿O a quienes puedan preferir que Washington borre a Cuba de la faz del planeta?

(Sonríe). No creo que sea así y que quien tenga un poquito de corazón vaya a querer que eso suceda. Al contrario, en lo que he visto durante lo poquito que llevo aquí es que somos bienvenidos y que vamos a continuar siendo bienvenidos. Y después de la visita de los escritores cubanos, sobre todo, va a abrirse un nuevo camino y vamos a seguir viniendo.

¿Qué figuras de su país están confirmadas para Ulibro?

Ahora mismo no te puedo dar un nombre porque todavía quedan algunos detallitos que ajustar. Sí te puedo adelantar que va a estar presente Zuleica Romay, que es la presidenta del Instituto Cubano del Libro, cuya importancia es también como escritora e investigadora porque trata los temas de los afrodescendientes y la defensa de la cultura africana o negra en Cuba. Eso será muy atractivo aquí en Bucaramanga.

Y si a los organizadores de la Feria les diera por invitar a la cubana Yoani María Sánchez, que tantas críticas ha hecho hacia el sistema desde su blog “Generación”, ¿qué cara pondrían en su Embajada?

No tendría la mayor importancia, porque no representa el arte o la literatura que sí se escribe en Cuba. Que de todas maneras no todo es color de rosa, pero hay escritores cubanos que viven en La Habana, en Cienfuegos y en Trinidad, que son críticos ante la sociedad  pero de una manera constructiva, como que hay que hablar de los problemas pero de manera positiva, no de manera destructiva.

¿Hasta dónde Cuba está dispuesta a ir para que los diálogos Gobierno-Farc se consoliden como una realidad?

Nosotros estamos dispuestos a ir hasta donde sea necesario con tal que no solo el proceso que está ocurriendo en La Habana, sino lo que vaya a venir después de la firma de los acuerdos de paz, lo que necesite Colombia de nosotros los cubanos pues estamos dispuestos a seguir tratando de ayudar, no de influir ni decidir. Nosotros sencillamente somos como garantes, como que tratamos que las cosas fluyan por el mejor camino, porque al final lo importante es que en Colombia se dé una paz real, no solo un simple documento, pero eso depende de ustedes, mi amigo.

¿Y en esa colaboración cabría echarle una mano al naciente proceso Gobierno-ELN, guerrilla que precisamente se inspiró en la Revolución Cubana?

Sí, claro. Lo que dices es cierto, porque el Ejército de Liberación Nacional tomó como faro el proceso revolucionario cubano. ¿Y por qué no? Además lo decidieron por sí mismos, y me parece bien que cada uno decida lo que quiere hacer con su vida, con su país, con su política… Nosotros igual si nos piden como país que apoyemos ese proceso de conversación con el ELN, también lo hacemos, con todo gusto. Lo más importante es que en Colombia haya paz, porque pensamos que es un país maravilloso. Colombia puede llegar a ser un paraíso porque tiene de todos los colores, olores, climas, gente maravillosa, y se logra la paz en este país mi visión es que ustedes van a crecer muchísimo como país y van a ayudar por supuesto al crecimiento de toda América Latina.

¿Siente temor, como yo, que con el descongelamiento de las relaciones con EE.UU., Cuba se convierta en ese enorme cabaret o casino que lo fue en la época del dictador Fulgencio Batista?

Comprendo tu pregunta, y la mayoría de las personas basan sus apreciaciones en sus propias experiencias, pero lo riesgos hay que asumirlos. Las grandes decisiones vienen acompañadas de grandes riesgos, pero los grandes riesgos vienen acompañados de grandes resultados. Desde mi punto de vista todo lo que se ha hecho culturalmente en mi país desde hace muchos años hacia acá, va a tener ahora un valor muy grande, y se trata de lo contrario a tu preocupación que es mantener nuestra propia idiosincrasia, nuestra soberanía, nuestros propio logros, y evitar que ese sueño que todavía mantenemos se convierta en algo así como un casino, como tú me dices. Hay riesgos, pero los asumimos.

¿Diría usted, como lo afirmó en 1960 Fidel Alejandro Castro Ruz, “¡Patria o muerte!”?


¡Sí!, e incluso no solo los cubanos sino en general todos los que vivimos en América Latina pudiéramos pensarlo así, sin llevarlo al extremo de que si es comunismo o si es capitalismo. Lo que es importante ahora en América Latina es que cada quien tome sus propias decisiones sin depender de nadie.

sábado, 14 de mayo de 2016

La Orquesta Sinfónica UNAB con el sello del maestro Carrizosa


(Esta nota la publiqué en la edición número 448 de Vivir la UNAB,
                    en circulación desde el 15 de mayo de 2016. Textos y Fotos PVG)

A los grandes músicos nada los amilana. Y eso fue lo que demostró el maestro Eduardo Carrizosa Navarro cuando al subir al escenario se dio cuenta que estaban vacías tres cuartas partes del aforo del Auditorio Mayor ‘Carlos Gómez Albarracín’.



Con la veteranía y ‘kilometraje’ que le ha brindado dirigir la Orquesta Sinfónica Nacional o haber sido director asistente de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, este ‘rolo’ tomó la batuta de la Sinfónica UNAB y el pasado y el pasado miércoles 27 de abril no solo dio una excelsa demostración de qué es estar al frente de 59 músicos –entre estudiantes, graduados y docentes–, sino que les obsequió a los asistentes un variado y entretenido concierto.

Con el nerviosismo disimulado de tener sentado en tercera a su colega y profesor Blas Emilio Atehortúa Amaya –considerado uno de los más prolíficos y reconocidos compositores de música clásica colombiana–, Carrizosa Navarro era consciente que tenía un enorme compromiso por cumplir ya que dentro del programa de la noche figuraba “Partita 72 para cuerdas” y debía corroborar ante su maestro esas condiciones que lo han llevado a producir ocho discos compactos, sin contar esa obra magistral llamada “Carranga Sinfónica”, en la que junto a la Sinfónica Nacional de Colombia, así como Jorge Luis Velosa Ruiz, José Fernando Rivas, Jorge Eliécer González Virviescas y Manuel Cortés González, han abarrotado el Auditorio ‘Leon de Greiff’ y el Teatro Mayor ‘Julio Mario Santodomingo’.

Tan solo que esta vez no fueron “La cucharita”, “El cagajón” o “La pirinola”, sino “Oberón” –“Juramento del rey de los elfos” –, del compositor romántico alemán Carl Maria von Weber (1786-1826); “Variaciones sobre un tema de Haydn”, de Johannes Brahms (1833-1897), considerado el más clásico de los compositores románticos; la obra de Atehortúa (1943); y “Kalamary” –paráfrasis sobre temas del bolivarense Luis Eduardo ‘Lucho’ Bermúdez Acosta (1912-1994–.

Así que fue llevando al público de lo clásico a “Salsipuedes” y “Prende la vela”, entre otros porros, cumbias y gaitas, con una versatilidad y una gracia que le hicieron ganarse de entrada el aprecio del público, porque desde un primer momento solicitó que no apagaran las luces del recinto para que cada quien pudiera consultar el programa de mano cuantas veces quisiera y de paso romper el mito de que para escuchar una orquesta de esta categoría hay que hacerlo con tanta prosopopeya.

Violines, violas, violonchelos, contrabajos, oboes, flauta, clarinetes, fagotes, trompetas, trombones, cornos, tuba y percusión sonaron finamente acompasados bajo el sello de rigurosidad y disciplina que le ha imprimido Carrizosa Navarro a la Sinfónica UNAB en este Segundo Programa de la Temporada 2016, que comprendió presentaciones en la Iglesia Cristo Misionero (lunes 25) y el Auditorio ‘Luis A. Calvo’ de la UIS (martes 26 de abril).



Entregado a su oficio, este ‘cachaco’ de raíces tolimenses vibró e hizo vibrar a los  asistentes, explicando de qué se trataba cada obra, en qué se inspiró cada compositor, qué particularidades tenía el repertorio, contagiando con su energía a sus dirigidos, empinándose, marcando el instante exacto de aparición de un instrumento, moviéndose con la agilidad de un boxeador en el ring y con la pulcritud de un director de orquesta que reconoce los méritos a sus dirigidos.

Permitiéndole apenas secarse el sudor causado por tanta entrega y teniendo en cuenta que debía madrugar a tomar un avión hacia Bogotá, abordé a Eduardo Carrizosa Navarro en el camerino, mientras padres de familia de los músicos y admiradores en general se acercaban a agradecerle, retumbando todavía el aplauso que le dio un público encabezado por el rector Alberto Montoya Puyana y vicerrector Administrativo y Financiero, Gilberto Ramírez Valbuena, y del que formaban parte el director del Programa de Música, Rafael Ángel Suescún Mariño, uno que otro docente y estudiante, y particulares que sí sacan tiempo para cumplir esta cita con el arte.

Formado en el Conservatorio de la Universidad Nacional en la capital colombiana, el maestro Carrizosa es un tipo sencillo, al que no le importa que un periodista impertinente le pregunte nimiedades, y que cumple a cabalidad con el tiempo de los ensayos. Su obra más conocida es “Kantule”, un sentido homenaje a los indígenas Cunas que habitan en los departamentos de Chocó y Antioquia, así como en Panamá. A través de la música le da gracias a la vida y al arquitecto del Universo que le permitieron, con el soporte de su esposa, superar un cáncer hace 16 años.

Lo primero que usted advirtió es que estas orquestas hay que ponerlas a que suenen como un revoloteo de hadas y no como una avanzada de la Policía Antidisturbios cuando hay revueltas en la Nacional. ¿Esa es la gracia?

(Sonríe) Exactamente, claro. Ese es el trabajo de ensayos, porque hay unos rangos dinámicos y unos rasgos técnicos e incluso de los salones en donde tocamos a los cuales hay que obedecer, aparte de todo lo que escriben los compositores. Entonces parte de lo que son los ensayos es hacer que la pintura y el color de la orquesta obedezca a esas acuarelas. No es pastel, es acuarela. Cuando es pastel es pastel y cuando es óleo es óleo. Entonces las densidades de orquesta hay que trabajarlas.

Hay directores que tienen un estilo rígido, ortodoxo si se quiere, cuando están al frente de una orquesta y entonces escasamente se mueven. Otros en cambio, como usted, van, vienen, suben, bajan, gesticulan y se deleitan con lo que están haciendo. ¿Se trata también de transmitir esa energía a los músicos?

Yo entiendo la dirección de orquesta como un dar y recibir. Si yo no doy nada, no puedo recibir nada. Entonces así sea mínimo de mirar al instrumentista y decirle: Yo estoy con usted, ¿usted qué me va a dar? Yo le doy este gesto para que usted haga esto. Es una reciprocidad el gesto con lo que está sonando hacia el músico.



¿Cómo es esa experiencia de tener al compositor allí presente, siendo como una especie de juez? ¿Qué sintió al ver emocionado al maestro Blas Emilio Atehortúa, aplaudiéndolo y con deseos de pararse de la silla de ruedas y darle un abrazo?

La ventaja con el maestro Blas es que es de un corazón tan absolutamente grande que las críticas de él, incluso en las clases, siempre son: Fíjese en esto Eduardo, por qué no mira esto. De él yo nunca he recibido una crítica destructiva, todas críticas constructivas, y eso es lo que lo hace a él un gran maestro. Entonces aparte de los sentimientos, porque nosotros compartimos con él hasta brochas de pintura en el Conservatorio, es poder hacerle un homenaje en vida a una persona a la que Colombia le debe muchas cosas. Así que yo espero que esta sea la primera de muchas flores que le demos en vida al maestro Blas Emilio Atehortúa, que se lo merece y que Colombia se lo debe.

Mezclar esa música clásica de Von Weber y Brahms con el son tropical de ‘Lucho’ Bermúdez es para algunos puristas casi un sacrilegio. ¿En realidad es un atrevimiento? ¿Una forma de incorporar a los públicos contemporáneos para que acudan a los auditorios y no se duerman?

Creo que es la segunda parte de lo que usted dice. La única manera de formar público es llevando la música a segmentos que sean más o menos familiares, porque si nosotros tocamos únicamente la famosa ‘música clásica’… Recuerdo que alguna vez que fuimos con la orquesta a Sincelejo (Sucre), llamaron a preguntar que si podían entrar al concierto en shorts, porque existe como el mito de que deben ir de corbata y toda esta cosa etiqueta. El poder grande de la música es llegar a cualquier ser humano que tenga la capacidad auditiva buena. No necesita trajes, no necesita fronteras, no necesita pasaportes y menos necesita partituras. Necesita un corazón que esté dispuesto a entender los mensajes. Por eso yo soy un partidario de ir desmitificando los conciertos. Que nosotros no porque estamos tocando somos mejores seres humanos, sino somos unos seres humanos que tenemos una capacidad musical que la damos a todo el público… pero somos seres humanos. Entonces esa igualdad es la que yo quiero que en la música se dé, porque la música no se ha jerarquizado per se sino que la han jerarquizado. Es muy importante generar nuevos públicos, porque esa es la retroalimentación hacia la misma orquesta.

De no haber sido el ‘señor músico’ que es hoy, ¿Eduardo Carrizosa Navarro qué habría sido en su vida?


¡El músico que soy hoy! Yo tuve el privilegio de comenzar en la música muy niño, aunque tengo que confesar que comencé una carrera de Química, para decir que era música por vocación y no por brutalidad. Estudié en la Universidad Nacional y soy orgulloso de ser un músico, porque creo que la música es lo que traspasa y es transversal a la Humanidad en todos los géneros, en todos los continentes, en todas las religiones. Todos somos tocados por la música, unos más, otros menos, pero la melomanía es un derecho inalienable del ser humano.