lunes, 31 de diciembre de 2012

El agua no tiene precio



El agua no tiene precio y eso lo saben Joaquín Bretón y miles de santandereanos para quienes la vida y la defensa del Páramo de Santurbán está por encima de todo.

Ya viene la marcha "Cien mil voces por el Agua" el jueves 15 de marzo de 2013. / Fotos Pastor Virviescas Gómez





miércoles, 26 de diciembre de 2012

Trelew, la masacre que Argentina no olvida


Exguerrilleros, familiares y amigos se congregaron en el aniversario de la fuga, posterior masacre de 16 rebeldes a manos de la Armada y el alzamiento de una ciudad. Un logro de la democracia que le dijo adiós a sucesivas dictaduras que dejaron más de 30.000 desaparecidos. Homenaje al periodista Tomás Eloy Martínez, fallecido en febrero de 2010.

 
Los 30 mil habitantes de esta pequeña ciudad de la estepa patagónica llamada Trelew, no sospechaban que la tranquilidad que respiraban durante los 365 días del año se fuera a interrumpir de manera abrupta y menos que presenciaran el que ha sido calificado como uno de los crímenes políticos más horrendos de la historia de Argentina.

Pero el sosiego alimentado por las corrientes heladas que con ráfagas de 80 kilómetros por hora vienen de la Antárdida cambió cuando sus habitantes notaron el traslado a la cárcel de máxima seguridad de Rawson de algunos de los principales dirigentes de los grupos guerrilleros que luchaban contra la dictadura de la Junta encabezada por el general Alejandro Agustín Lanusse.

Transcurría el año de 1972 y seis de los ocho patios de la prisión fueron atiborrándose con 162 integrantes de los Montoneros, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), la mayoría de los cuales añoraba el regreso del exilio en España de Juan Domingo Perón, alentados por la promesa de elecciones al año siguiente.

El régimen los había trasladado a esta cárcel ubicada a 1.567 kilómetros de Buenos Aires para reforzar el castigo a los detenidos, que tuvieron que acostumbrarse a las temperaturas bajo cero grados centígrados, a dormir en celdas de dos metros de ancho por tres de largo e ir al baño en el único turno diario que les permitían.

La población pronto tuvo que familiarizarse con términos revolucionarios, presencia de tropas antiguerrilla, así como padres, esposas e hijos que debían realizar viajes de hasta 3.000 kilómetros para poder visitar a sus parientes encarcelados.

Los hogares se convirtieron en improvisados hoteles que acogían a familias enteras que a duras penas podían cubrir los gastos de su desplazamiento hasta la Unidad 6 del Sistema Penitenciario Federal. Y de esa muestra de solidaridad nacieron “los apoderados”, ciudadanos que sin tener ningún nexo de sangre o ideológico con los guerrilleros, se encargaban de uno de los detenidos, les llevaban alimentos y abrigo, permitiéndoles a sus familias ausentarse con relativa tranquilidad.

Los encuentros en la capilla de la prisión se producían con normalidad, hasta que en la tarde del 15 de agosto de 1972 los guerrilleros pusieron en práctica un plan de fuga que habían tramado desde semanas antes. Uno a uno fueron dominando a los 70 guardias, salvo uno de la entrada –Juan Gregorio Valenzuela-, quien a pesar de que los fugitivos vestían uniformes oficiales, vio caras extrañas, desconfió y recibió tres disparos mortales.

Todo estaba concebido para que pudieran huir 114 prisioneros que abordarían dos camiones, una camioneta y un destartalado automóvil Falcon, para luego dirigirse al aeropuerto de Trelew -distante 25 kilómetros-, donde aprovecharían la llegada de un avión comercial de la aerolínea Austral con rumbo a Buenos Aires, para secuestrarlo y dirigirse a Chile y más tarde a Cuba.

Sin embargo las señalas convenidas fallaron. Las sábanas indicarían que todo iba bien y las frazadas eran signo de fracaso. Sus cómplices en los alrededores se confundieron y solamente llegó el automóvil, en el que huyeron seis comandantes.

Otros 19 guerrilleros no se explicaban la demora de sus refuerzos que nunca llegaron. Entonces optaron por pedir por teléfono el servicio de taxis. Arribaron tres vehículos, cuyos conductores se sorprendieron al ver que sus clientes no iban a ser guardias o visitantes del penal, sino los mismos presidiarios, que les ordenaron dirigirse al aeropuerto con el propósito de alcanzar a sus amigos.

Meta que no consiguieron porque debido a dos paradas que hicieron mientras esperaban a uno de los taxis rezagados y decidían qué ruta tomar para burlar los eventuales retenes, solamente tuvieron la oportunidad de ver cuando después de diez minutos de espera el BAC 111 terminaba de tomar pista y se elevaba con rumbo a Santiago de Chile.

Entonces los 19 prófugos -el mayor de 36 años, el menor de 20- se atrincheraron en la torre de control y en la sala principal mientras cubrían la fuga de sus compañeros. En cuestión de minutos el Ejército, la Policía y la Marina coparon todas las entradas y tras una larga negociación que duró hasta casi medianoche vino la rendición. “Estoy desilusionado. Veníamos a liquidarlos a todos y están vivos. Si se hubieran animado a disparar un tiro, no dejábamos ni a uno. Pero se rindieron, los muy cobardes”, dijo el teniente coronel Muñoz.

Los guerrilleros entregaron sus armas a cambio de ser conducidos de nuevo a la cárcel de Rawson, bajo la palabra del capitán de corbeta Luis E. Sosa y teniendo como testigos a un juez, un periodista y un abogado defensor de derechos humanos.

Las declaraciones del oficial Muñoz presagiaban lo que vendría. En plena marcha, escoltados por todos los flancos, el capitán Sosa decidió cambiar el destino y llevarlos a la Base Almirante Zar, de la Armada, lugar en el que permanecerían vigilados de día y de noche por soldados que les apuntaban con sus armas automáticas desaseguradas y los levantaban en la madrugada a torturarlos para que confesaran.

Esa rutina de presión se rompió el 22 de agosto, cuando a las 3 y 30 de la madrugada Sosa les ordenó doblar sus colchones y con la mirada en el piso salir a la puerta de sus celdas. Cuando los 19 guerrilleros lo hicieron, irrumpió el tableteo de las ametralladoras. Uno a uno, indefensos, fueron cayendo muertos. Entonces Sosa y sus hombres se aproximaron y procedieron a liquidarlos con un tiro de gracia en la nuca. Siete guerrilleros estaban gravemente heridos, pero el capitán no pudo terminar de hacer su criminal tarea porque  alertados por los disparos llegaron otros oficiales que no tenían conocimiento de la estrategia macabra.

A los heridos los trasladaron en camillas a la enfermería y allí, sin prestarle la más mínima atención, dejaron desangrar a cuatro de ellos. Los otros tres, María Antonia Berger, Alberto Miguel Camps y Ricardo René Haidar, cinco horas después fueron llevados al hospital militar de Puerto Belgrano y sobrevivieron de manera inverosímil para contar una historia que fue prohibida reproducir en los medios de comunicación por un artículo agregado al Código Penal que amenazaba con prisión a quien “por cualquier medio difundiera, divulgare o propagara comunicaciones o imágenes provenientes de, o atribuibles a asociaciones ilícitas o grupos dedicados a actividades subversivas o de terrorismo”.

Años más tarde Berger, Camps y Haidar serían desaparecidos por la dictadura militar, y sus familias, como las de los demás guerrilleros que se fugaron, serían perseguidas y tanto padres como hijos y esposas torturados y desaparecidos también. Los arrojaron desde aviones al mar o los despellejaron vivos arrastrándolos desde automóviles a toda velocidad. A Sosa, con la complicidad de sus superiores, se lo “tragó la tierra”.

Luego, un documento de la Junta Militar hablaría de “un atroz accidente motivado por la tensión y el miedo y el exceso de celo en la seguridad. No existió premeditación”. Los cadáveres fueron entregados con la condición de que se les velara en privado y se les sepultara al día siguiente.

“La destrucción de Argentina empezó entonces, en aquella madrugada aciaga de 1972, y fue sucia, sorda, canallesca, como una pesadilla de fin de mundo”, escribiría en el semanario Panorama el periodista Tomás Eloy Martínez, quien por presiones de los dictadores fue despedido dos días después, pasando a engrosar las listas negras de periodistas “peligrosos” para el régimen.

Martínez, uno de las voces más respetadas por la opinión pública de este país, fue de los pocos periodistas que no tragó entero la versión de los cuarteles y sospechó que había algo oscuro en los cables de la agencia Telam que hablaban de 15 guerrilleros “abatidos” y luego el emisor pedía anularlos.

Después de quedarse sin trabajo, Martínez viajó a la provincia de Chubut, se documentó y escribió el libro “La pasión según Trelew”, el cual fue prohibido por decreto y cientos de ejemplares quemados junto a textos de Sigmund Freud y Carlos Marx.

No contentos con el baño de sangre que pretendían sirviera de mensaje a los argentinos, los militares cobraron revancha con los pobladores de Trelew, 16 de los cuales fueron detenidos sin orden judicial ni razón y llevados en avión a la cárcel bonaerense de Villa Devoto. Pero comerciantes, obreros, amas de casa… hasta sumar 3.000 ciudadanos, se mantuvieron en vela y convirtieron el Teatro Español en la “Casa del Pueblo”. El alzamiento popular, alimentado con canciones de Violeta Parra, duró hasta que el último de sus vecinos recobró la libertad y retornó al sur.

Tres décadas después

Con motivo del 35 aniversario de estos cruentos hechos, en 2007 recorrí las calles de Trelew, merodeó por la Base Almirante Zar y entró al hoy llamado Instituto de Seguridad y Resocialización U6 de Rawson, donde su director Ernesto Barrios atendió esta entrevista, en la cual con una mirada crítica analiza la lección dejada por este capítulo del horror vivido en este país austral donde los regímenes de facto dejaron una huella imborrable de al menos 30.000 desaparecidos.

Los muros de siete metros de altura y las garitas de la cárcel de Rawson siguen intactos, la caseta de entrada tiene una placa en memoria del guardia Valenzuela, la puerta de acero permanece infranqueable.

Barrios, que para la época de los hechos no estaba vinculado al sistema penitenciario, tuvo en esta ocasión bajo su responsabilidad el acto de conmemoración de los 35 años, al que asistieron ex guerrilleros, familiares y guardias jubilados y activos.

“Preparamos a todo nuestro equipo con el propósito de que mantuviera su nivel de rendimiento profesional y su sensibilidad humana para comprender a quienes concurrían en ese momento especial”, dice Barrios, quien reconoce que no fue fácil acercarse a sus guardianes y decirles que acogieran a los visitantes.

“Cuando uno siente dolor, generalmente busca al culpable de ese dolor”, admite, pero de inmediato habla de “la aceptación de una realidad que no la provocamos nosotros. Seguramente cada uno en su momento tuvo la convicción de qué era lo que tenía que hacer. No podemos detenernos en la historia ni vivir en un estado de confrontación permanente que sería poco constructivo para la Nación”, afirma.

Ningún guardia se negó. Su director tomó la precaución de dialogar con María Valenzuela, hija del guardia muerto el día de la toma y quien hoy labora en esta misma prisión. “De la misma manera que comprendo el dolor de quienes nos visitaban, porque han sido momentos difíciles para todos, comprendo el dolor de la señora Valenzuela, pero la institución debe pensar en la armonización de las relaciones de todos los habitantes del país y ella lo ha aceptado”.

El 15 de agosto pasado lo describe como un día hermoso, no sólo porque brilló el Sol y el cielo estaba azul, sino “porque fue un día de reconciliación y tiene que haber un antes y un después de este acontecimiento. Creo que era impensable para quienes nos visitaron, como para el personal, creer que esto fuera posible y lo fue. Hoy tenemos que pensar en cosas constructivas y comunes”, manifiesta Barrios.

No hubo desórdenes, ni gritos. Unas 440 personas de los lugares más recónditos de Argentina, muchos de ellos venidos del extranjero, recorrieron los pabellones, carpintería e imprenta de la prisión en grupos de 30 acompañados de un guía carcelario. “La prioridad era permitirles compartir, preservar el orden y respetar la dignidad del ser humano”. Primó la emotividad, abundaron los abrazos y rodaron las lágrimas a raudales.

¿Cómo ha sido posible la reconciliación?, le pregunté al director Barrios. “Gracias a una toma de conciencia respecto de las formas. Los objetivos no deben lograrse a cualquier precio y utilizando cualquier método. La vida de las personas tiene un valor que no se puede desconocer y que merece ser respetado, así que cuando hablamos de derechos humanos tenemos que pensar de manera amplia y no únicamente en el respeto de los míos. Y fundamentalmente por un espíritu generoso de quienes después tuvieron la responsabilidad de orientar a la Argentina, porque cada una de las partes debe poner mucho para poder lograr el objetivo de la pacificación y la reconciliación, que es tan importante para nuestros hijos y el futuro del país. No se puede vivir en estado de guerra permanente…”.

Le queda claro que nunca el logro de un propósito puede ser a costa de la muerte de otro ser humano y cuando se refiere al precio que debió pagar Argentina por el oprobio de las dictaduras, Barrios explica con orgullo que “hoy el país está democratizado, las instituciones están limitadas al cumplimiento de su misión específico y eso no tiene precio”.

 

 
 

El prefecto Ernesto Barrios, director de la Cárcel de Rawson, provincia de Chubut, tuvo a cargo la visita de 430 personas que hicieron memoria de lo ocurrido en los tiempos de la dictadura.
 
Escribir sobre la masacre de que fueron víctimas 16 guerrilleros fugados de la prisión de Rawson (Patagonia Argentina), le costó el puesto al periodista Tomás Eloy Martínez, despedido por presión de la dictadura. Hoy (2007) la penitenciaría de máxima seguridad se conserva con leves modificaciones, tan sólo que son tiempos de democracia y no hay reos políticos.

Claudia López, la pulga en la oreja de los parapolíticos


Esta politóloga, coautora del libro “Parapolítica, la ruta de expansión paramilitar y los acuerdos políticos”, habla de su investigación, se refiere a lo sucedido en Santander y analiza la conducta del presidente Uribe Vélez. (Junio de 2008)

 
Irreverente, incisiva y osada. Estas son tres de las principales particularidades de esta diminuta bogotana, de 38 años, que lleva por nombre Claudia Nayibe López Hernández, la investigadora de ojos verdes que tiene con los pelos de punta a los implicados en el escándalo de la llamada “Parapolítica”.

Sus frases son cargas de profundidad dirigidas al corazón de la Casa de Nariño o a sus vecinos del Congreso de la República -en lo que a la capital de la República atañe-, pero también a ‘caciques’, gobernadores, diputados, alcaldes y concejales en el resto de este país de un millón de kilómetros cuadrados de extensión en el que no se puede excluir al departamento de Santander y su área de influencia.

La han llamado calumniadora, le han dicho que su investigación no se apega al rigor científico y algunos han amenazado con demandarla por injuria, pero ella fue quien junto a León Valencia en la Fundación Nuevo Arco Iris, se dio a la tarea de cruzar el mapa de la zonas de presencia  paramilitar con el de los resultados de las elecciones entre 1997 y 2006, para abrirle los ojos al país y a la comunidad internacional sobre un escándalo ante el cual el Proceso 8.000 queda como un asunto de poca monta: la “Parapolítica”, con el que se comprobó que el extraditado criminal Salvatore Mancuso no estaba ‘cañando’ cuando afirmaba que al menos el 35 por ciento de senadores y representantes habían conseguido la elección con su apoyo.

Las cuentas de las votaciones atípicas hechas por López Hernández son contundentes: “los paramilitares llegaron a poner dos millones de votos en las elecciones de Congreso y de ellos el 90% se fue para la campaña presidencial uribista”.

Y aunque asevera que Álvaro Uribe Vélez había podido resultar elegido sin los votos de los ‘paras’, dice que el mandatario “se enfrenta a la decisión de si continua aliado, no sólo electoral sino política y gubernamentalmente con esos votos, lo cual era el trasfondo de la decisión de la Reforma Política, la que a través de la norma de la ‘silla vacía’ lo que pretendía era anular los votos que se obtienen ilegalmente, sea por parte de las Farc, los ‘paras’ o el narcotráfico, y al anularlos quitar esa representación política del Congreso”.

Pero, en su opinión, “lo lamentable es que el presidente no haya renunciado a esos votos y a esas curules de los parapolíticos, las cuales considera que son fundamentales para tener mayorías uribistas en el Congreso. Sin embargo, el uribismo sin el paramilitarismo en el Congreso seguiría siendo mayoría”. Un parlamento de 268 integrantes, de los cuales 40 tienen medida de aseguramiento.

Claudia López no entiende la razón del empecinamiento oficial e insiste en que es fundamental para Colombia “que se deje de hacer política sin recurrir a medios ilegales y violentos, de todo el espectro político, porque el país necesita una izquierda civilista, una derecha civilista y un centro civilista, y para eso hay que renunciar a la combinación de política y violencia, pero el presidente Uribe que tiene el liderazgo y la popularidad para hacerlo, decide que no”.

El único argumento, que López considera mezquino e infame, es que en la Comisión Primera de Senado si se aplica la ‘silla vacía’ “es probable que el ‘parauribismo’ pierda la mayoría calificada, que es lo que se necesita para tramitar las reformas constitucionales como la posible segunda reelección”.

Le parece excesivo un eventual tercer periodo de Uribe Vélez, “por la concentración del poder y el riesgo de que se corrompa”. Ella advierte que “es mentira que si no es Uribe no hay nadie” y con sorna sostiene que no sabe si en el año 2010 los colombianos asistiremos a la posesión o a la ‘coronación’ del mandatario antioqueño.   

López no deja de reconocerle a Uribe Vélez los logros de la política de Seguridad Democrática y los indicadores de crecimiento económico que en 2007 llegaron al 7 por ciento.

Alianza mortal

En concepto de esta comentarista habitual del programa ‘Hora 20’ de Caracol Radio, “el aporte del paramilitarismo en sus zonas de mayor dominio consistió en reducir o eliminar a los posibles competidores, agrupar la votación de varios municipios a favor del candidato escogido, agrupar a los escogidos en unos partidos de confianza, convencer o amedrentar a la población para que depositara su voto por el escogido, y en caso de que todo lo anterior no fuera suficiente, o sólo para no perder la oportunidad, ‘ajustar’ las planillas electorales a los resultados deseados”.

Para hablar del caso de Antioquia, que es el capítulo que ella desarrolla en el libro de 472 páginas de Intermedio Editores, manifiesta que “si se tiene en cuenta que el narcotraficante Pablo Escobar cuando se lanzó a la Cámara en 1982, como suplente de Jairo Ortega, obtuvo 16.650 votos, el potencial electoral de quienes pueden ser presuntamente afines a un proyecto ilegal, armado y mafioso en Antioquia creció 23 veces, más exactamente 2.320%, en 20 años”.

Aunque también detectaron casos más estrambóticos, como el de Eleonora Pineda, quien saltó de ser concejal en Tierralta (Córdoba) con 700 votos, a representante a la Cámara con más de 82.000 sufragios. Le siguen los ejemplos de Carlos Arturo Clavijo y Rocío Arias, “quienes sin ninguna trayectoria política conformaron una fórmula exitosa para Senado y Cámara”.  

Los distritos electorales de los que habla López son aquellos municipios generalmente colindantes geográficamente y en zonas de dominio paramilitar que registran votaciones atípicas a favor de un candidato. Esto le permite corroborar la alianza que convertía en un objetivo inalcanzable “que un político pudiese obtener una votación triunfadora sin un guiño del actor armado ilegal”, personificado en los 32.000 paramilitares que se desmovilizaron y los 5.000 remanentes -Águilas Negras, por ejemplo- que hicieron caso omiso del ofrecimiento consignado en la Ley de Justicia y Paz, que no contempla más de ocho años de cárcel por más crímenes atroces que se hayan cometido.

Piezas que encajan en una estrategia fríamente calculada por Carlos Castaño, Salvatore Mancuso, Macaco, Jorge 40, Don Berna y demás criminales, quienes concibieron una victoria militar, “que consistía en desarrollar una eficacia criminal y de terror que abriera el paso”; una territorial, que buscaba “arrebatar territorios al enemigo, las Farc, el ELN, y después al que se atravesara, incluyendo sus antiguos aliados”; la económica, que pretendía “hacer una contrarreforma agraria para consolidar la expansión cocalera, las rutas del narcotráfico y la concentración de la tierra como mecanismo de amasamiento y lavado de fortunas”; y, por último, la victoria política, que consistía en “asegurar que partidos y políticos a fines a la causa consolidaran poder político y electoral que facilitara y protegiera lo que la trayectoria iba logrando”.

En ese momento de esta película de degradación, corrupción, masacres y el desplazamiento forzado de millares de colombianos, el bipartidismo tradicional registró una caída notable, si no el destierro, y su caudal fue capitalizado por movimientos emergentes, según la investigación de Claudia López.

Eso le permite asegurar que “de las otrora huestes conservadoras el más poderoso partido emergente es Alas-Equipo Colombia. De lo que era el liberalismo y otros partidos de transición como Convergencia Popular Cívica, Fuerza Progresista y Progresismo Democrático, entre otros, surgieron algunos partidos uribistas que pasaron a ser las nuevas figuras electorales como Colombia Democrática, Cambio Radical, Colombia Viva, Convergencia Ciudadana y La U, principalmente”.

Un guión urdido por los paramilitares y vendido como una contribución al desarrollo de Colombia, “que fue apoyada de manera entusiasta por tantos, solapada por muchos y condenada apenas por unos pocos”.

Y concluye Claudia López: “Sin apoyo económico, político y castrense, ceguera gubernamental y amplia impunidad social y judicial, el paramilitarismo nunca habría llegado a tener las magnitudes que tuvo. Sin nada que lo atajara por años, cambió el alma y el trazado social, económico y político del país”.

 

 

El capítulo Santander

“No crea que le voy a dar una entrevista exclusiva. Si quiere pregunte con los demás”. Esta fue la respuesta de la politóloga Claudia Nayibe López, quien con cierto desdén aceptó estas preguntas.

Usted ha reiterado su temor de que el escándalo de la “Parapolítica” no toque al departamento de Antioquia. ¿Ese temor también se extendería a Santander?

Peor Santander. Yo escribí hace tres meses llamando la atención sobre el tema de Antioquia, pero allí por lo menos empezaron las investigaciones y se tomaron unas decisiones; en Santander es patético. ¿Qué ha pasado con el señor Luis Alberto Gil -principal dirigente del movimiento Convergencia Ciudadana-? Sigue caminando tranquilo por las calles y esa investigación no avanza. ¿Con Carlos Barriga -de Norte de Santander? ¿con (Luis Alfonso) Riaño -de Cimitarra-?

El nivel de impunidad en el tema de las investigaciones de “Parapolítica” con Santander es peor que el de Antioquia, que ya es increíble tener que decirlo.

¿Alguna teoría política podría explicar el crecimiento de un movimiento como Convergencia Ciudadana?

La combinación de las formas de lucha. La combinación de ilegalidad y legalidad es lo que ha explicado, sin duda, el crecimiento de fenómenos y organizaciones políticas como Convergencia Ciudadana, como Alas-Equipo Colombia, como Colombia Democrática, como Colombia Viva. Es esa combinación de mecanismos legales e ilegales lo que ha hecho que crezcan de esa manera tan aparentemente espectacular.

¿Qué tuvo que ver en este episodio de la “Parapolítica” el ex gobernador de Santander y ex coronel de la Policía, Hugo Heliodoro Aguilar Naranjo? ¿O es que lo están persiguiendo injustamente?

No creo que sea una persecución política ni nada por el estilo. Creo que hay elementos suficientes, hay elementos probatorios, testimoniales y documentales suficientes para que se hubiera decretado por lo menos una orden de aseguramiento para iniciar a fondo esa investigación. Lamento que la Fiscalía (General de la Nación) hasta el momento no lo haya hecho, pero espero que tome decisiones pronto.

El senador Mario Uribe Escobar, primo hermano del presidente Uribe Vélez, se consideraba un intocable pero hoy en día está en la cárcel. ¿Quedan intocables en Colombia?

Esta democracia, como cualquier otra, se muere el día que haya intocables. El día que haya cualquier ciudadano que se crea por encima de la justicia, se acaba la democracia. Ni Mario Uribe ni nadie en Colombia se puede creer por encima de la justicia. Por fortuna ese incidente desastroso en el que él pretendía evadir la justicia colombiana asilándose en Costa Rica, por lo demás vergonzoso que el primo del presidente pretendiera fugarse, se logró superar y lo importante es que está respondiendo ante la justicia. No sé si Mario Uribe vaya a ser declarado culpable o inocente, no importa; lo importante es que los jueces en derecho investiguen y juzguen su situación, con toda imparcialidad, con ceñimiento a las reglas. Si desde el punto de vista jurídico lo encuentran inocente, lo importante es que lo hayan juzgado.

¿Claudia López es Juana de Arco, como la descalifica un parlamentario de Cambio Radical? ¿Una ‘vieja incómoda’? ¿Una mala investigadora, como dicen en el periódico El Colombiano? ¿O una celosa de los triunfos paisas?

No, eso no tiene ninguna importancia. Soy una ciudadana colombiana preocupada por su país, que se interesa en los temas políticos porque pa’eso estudió y en eso trabaja. ¿A qué tanta gente le incomode? Eso es parte del debate político y cuando uno se mete en éste tiene que saber que el debate político es arduo, franco, duro y beligerante. Entonces yo no me asusto, ni me intimido, ni me siento porque usen una u otra apreciación sobre mí. Eso no tiene ninguna importancia y es perfectamente respetable.

Yo no me creo Juana de Arco ni nada por el estilo, porque entre otras cosas no tengo espíritu de mártir y no sé si quienes me comparan con Juana de Arco es porque me quieren mandar a la hoguera, espero que no, pero lo que sí es cierto es que esta vocería muy notable y coyuntural que tengo en la discusión política colombiana, más que por mis grandes habilidades se explica por el vacío, porque no hay otras voces. Es increíble que sea una columnista-investigadora la que tenga tal nivel de preponderancia en la discusión pública. ¿Dónde están los candidatos presidenciales, los que quieren ser presidentes, los presidentes de los partidos? Ésos deberían ser agentes que lideren la discusión política. No es por mi sobrado talento sino porque en el país de ciegos el tuerto es rey.

 

 
Nueva revelación

El pasado 4 de junio la periodista Sonia Rodríguez, de la emisora La W, despertó a los colombianos con una extensa grabación que le agrega más elementos al escándalo de la “Parapolítica”. Se trata del testimonio ante la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, de David Hernández, alias Diego Rivera, quien además de asistentes de Julián Bolívar era la persona encargada de llevar las actas en Santa Fe del Ralito, zona donde el Gobierno nacional concentró a los paramilitares desmovilizados.

En la cinta del 14 de enero, Diego Rivera habla de la financiación de los paramilitares a las campañas políticas y del temor de sus comandantes a que en el año 2010 se desmontaran todos los beneficios judiciales que les otorgaron y “vayan a parar a la Corte Penal Internacional”.

Según Rivera, en Santa Fe de Ralito hablaron “de cómo ayudar a que Hugo Aguilar -ex gobernador de Santander- en el 2010 fuera presidente de Colombia”, y agregó que “la campaña de Aguilar a la Gobernación se financió con recursos de Macaco y de Julián Bolívar.

También habló de una reunión de media hora celebrada en la piscina del Hotel Chicamocha, de Bucaramanga, a la que asistieron Rivera, dos paramilitares de alias Tarazá y Alfonso -con influencia en el sur de Santander-, así como el entonces senador Luis Alberto Gil Castillo, el senador Óscar Josué Reyes y el representante a la Cámara, Luis Alfonso Riaño, todos ellos de Convergencia Ciudadana, y el representante Óscar Suárez Mira, del grupo Alas-Equipo Colombia. Hablaron, según Rivera, de apoyos políticos y económicos, así como de sus proyectos comunes.

El ex coronel Aguilar Naranjo ha negado hasta el momento cualquier nexo con los grupos paramilitares. Rivera viajó a Estados Unidos como testigo protegido.

 

 

En 2006 Claudia López, León Valencia y demás investigadores de la Fundación Nuevo Arco Iris que habían trabajado en el asunto durante dos años, más las confesiones de algunos involucrados, hicieron estallar el escándalo de la llamada “Parapolítica”, que llevó a cuestionar la legalidad del Congreso de la República así como la elección de gobernadores, alcaldes, diputados y concejales.
 
“La mafia y el crimen se tomaron parte de la torta y la discusión es si esa parte sigue creciendo o no”, reflexiona la politóloga Claudia Nayibe López, quien participó en Bucaramanga en un seminario organizado por la empresa Conexión Global, donde acotó que “para subsistir en Colombia hay que ser irremediablemente optimistas”.

Carlos Lozano: "No somos una Voz en el desierto"

La publicación del Partido Comunista llega a la edición 2.500 y su director Carlos Lozano explica la función que cumple, a la vez que habla de temas candentes como el futuro de la guerrilla.

 
Carlos Lozano Guillén sabe de sobra que declararse comunista en un país como Colombia, le puede significar desde una simple agresión verbal hasta un ataque mortal, y por esa razón a donde va le acompañan cuatro escoltas que no le quitan el ojo aún dentro de la camioneta blindada.

Este tolimense que ahora aspira a la Cámara de Representantes por el Polo Democrático, es el director del periódico Voz (conocido en los años 80 como Voz Proletaria) y forma parte de la organización “Colombianos y Colombianas por la Paz”, que sigue intercediendo con la senadora Piedad Córdoba a la cabeza para lograr la liberación de aquellas personas que llevan hasta más de diez años secuestradas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc.

Lozano estuvo en Bucaramanga -en julio de 2009- con motivo de la edición 2.500 de su publicación y para asistir a un bazar en el barrio ‘Manuela Beltrán’, construido en la Comuna 10 de esta ciudad por trabajadores de escasos recursos con el aliento del Partido Comunista.

¿Voz es una voz en el desierto?

No, no somos una voz en el desierto. Voz representa una franja de opinión muy importante en el país, una franja de izquierda, de sectores sindicales y populares, y que tiene espacio. La prueba es que estamos cumpliendo 52 años de vida y hemos llegado a la edición 2.500.

¿Qué ha pasado con tantas denuncias, especialmente de violaciones a los derechos humanos y de masacres en el Magdalena Medio, que ha hecho Voz? ¿Sirvió eso para algo?

Hoy en el país hay un movimiento de derechos humanos y eso se debe en buena medida a la labor persistente, no solo de Voz sino de muchas organizaciones sindicales, de la izquierda y populares, que han venido trabajando en el tema. Hace 20 ó 30 años era solo Voz, e incluso me acuerdo que de manera peyorativa le decían ‘La quejosa’, pero poco a poco se fue ampliando ese radio y hoy el movimiento de derechos humanos es muy grande no solamente porque hay muchas organizaciones no gubernamentales, sino porque a nivel internacional el tema es  muy sensible hasta el punto que el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos ha sido parado, vaya ironía, por la muerte de sindicalistas.

¿Pasaron los días duros en los que a nombre de su trabajo en el periódico usted sabía que salía de su casa pero no si regresaría con vida?

No, porque se mantienen las amenazas no solo contra el director sino contra todos los integrantes del equipo de redacción. Somos ‘objetivo militar’ de los paramilitares y como hemos visto en los famosos documentos de las ‘chuzadas’ del DAS, uno de los centros predilectos de estos señores que hacían esas operaciones ilegales éramos nosotros.

¿Qué papel cumple un medio como Voz, que representa las ideas del Partido Comunista, en un mundo en el que hasta el capitalismo entró en crisis?

Nosotros hemos tenido que superar crisis y vivimos en medio de profundas crisis. La crisis del socialismo fue muy fuerte para nosotros porque nos trajo muchas consecuencias en el terreno ideológico y hasta en lo económico porque la Unión Soviética nos regalaba el papel. Al contrario de lo que nos acusaban de que recibíamos el oro de Moscú, lo que recibíamos era el papel de Moscú. Así que esa situación es evidente pero me parece que hoy Voz lo que ha demostrado es que se puede trabajar como un referente de la izquierda, más allá del Partido Comunista. No quiero decir que no tengamos todavía esa relación estrecha con el Partido Comunista, pero no somos como antes una especie de boletín de información de las actividades del Partido. Voz hace una especie de periodismo de izquierda, revolucionario y alternativo que va más allá de las fronteras de la militancia comunista y de ahí la aceptación en ciertos niveles. Hoy estamos comprometidos con la unidad de la izquierda, con el Polo Democrático, y ante el vacío que deja el cierre del periódico del Polo, Voz se ha crecido como un vocero de la campaña de Carlos Gaviria y de la unidad del Polo.

Hace tres años el presidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz, Óscar Arias, me dijo en San José que probablemente los comandantes de las Farc no sabían que se cayó el Muro de Berlín en 1989.

Yo creo que ellos saben. Lo que digo es que los que creen que la guerrilla colombiana surgió fue por una orden de Moscú o de La Habana, están equivocados. Quizás hubo algún tipo de influencia ideológica y paradigmática de los países socialistas y de Cuba, pero más allá de eso aquí hay unas causas que generaron este conflicto y estoy convencido que mientras esas causas no logremos superarlas -y no estoy hablando de un cambio del sistema sino que ganemos un estado social de derecho, como dice Gaviria- va a ser muy difícil que superemos este conflicto. Claro, hoy la guerrilla no es la misma de antes porque está signada por una serie de situaciones, no digo que justificables pero que sí se explican desde el punto de vista de la realidad como el hecho de que esté cruzada por el narcotráfico, que permeó a toda la sociedad. En el tema del secuestro, que es tan abominable, y el uso de minas antipersonales, la guerrilla debe entender que hay que aplicar el Derecho Internacional Humanitario, pero esa es otra cuestión.

A la guerrilla hay que demostrarle que tiene que superar varias prácticas que degradan más el conflicto y que si ellos realmente se reclaman revolucionarios y de izquierda deben contribuir, porque un revolucionario es humanista por excelencia y no puede acudir a métodos que vulneren los criterios de humanidad. Y el establecimiento debe entender que la salida es política y negociada. La guerrilla debe entender que no hay posibilidad de un triunfo militar hoy… ¡no la hay!

¿Hace cuánto se perdió la ideología en las Farc y en el Eln?

Hay ideología todavía, porque la naturaleza política de la guerrilla existe, sin duda afectada por el paso del tiempo, por las dificultades que le genera la formación de sus miembros. Por todas estas razones las condiciones están maduras para que la guerrilla de el paso hacia la actividad y hacia buscar en definitiva una solución negociada al conflicto.

¿Le reconoce usted algo a la política de Seguridad Democrática del presidente Álvaro Uribe?

¡No! Le reconozco avances, como que le ha quitado espacio territorial a la guerrilla y le ha dado golpes muy fuertes, pero el problema es que Uribe habló de la Seguridad Democrática como un instrumento para aplastar a la guerrilla. Incluso al comienzo del Gobierno se dieron 120 días para derrotarla y eso nos dijo la ministra Martha Lucía Ramírez, pero eso no ocurrió. Entonces desde el punto de vista del objetivo de la Seguridad Democrática fracasó y eso lo que nos demuestra es que no hay solución militar posible. Otra cosa es que la Seguridad Democrática le ha propinado duros golpes a la guerrilla, pero con ello lo que ha hecho es prolongar más indefinidamente la guerra.

¿Cuánto tiempo hace falta para que no quede ni un guerrillero en Colombia?

Faltarían muchos años, pero es más: pueden acabar con la guerrilla, el exterminio físico por todo el poder ahora que tienen estas bases militares y pueden acabarlos con toneladas de bombas que les boten, pero mientras no se erradiquen las causas del conflicto el país no va a quedar exento de nuevos movimientos de esta naturaleza o que las viejas guerrillas como el ave Fénix resurjan. Como pasó con el Eln y con las Farc, que les han dado golpes muy duros en Anorí, en La Uribe, en Marquetalia y tantas cosas que han ocurrido en este proceso histórico.

Pero soy cansón, casi como un sirirí, la salida es política y no hay otra. El Gobierno debe entenderlo y la guerrilla también, porque el problema es que la guerrilla sigue creyendo que va a llegar al poder por la vía de las armas. Eso no va a ser posible.

Con tanto gota a gota que hemos visto, ¿qué no hay en los computadores de Reyes?

Habría que preguntarle al general (Óscar) Naranjo que es el que lo tiene, a ver esa lámpara de Aladino por qué nos sorprende tanto cada día con nuevas cosas. (sonríe).

¿Usted se ve tras las rejas a nombre de ese aparato?

No, soy optimista. Hace nueve meses terminé indagatoria y llevo eso mismo tiempo esperando que me resuelvan mi situación jurídica pero no me la han resuelto ni para bien ni para mal pienso que justamente por eso, porque no hay mayores razones legales para que puedan dictarme una medida de aseguramiento y llevarme a la cárcel. Aunque por supuesto es una posibilidad de que se me complique la situación y me puedan llevar a la cárcel, pero seguiré luchando desde donde sea. Por esa razón decidí quedarme acá, porque hubo varios países y organizaciones que me ofrecieron sacarme de Colombia en 48 horas y darme asilo político, pero lo rechacé todo porque no he hecho nada distinto que luchar por la paz y por el intercambio humanitario.

Pude haber cometido errores, como todos los humanos los cometemos, pero ningún error en el sentido de estimular la guerra, el secuestro o todo este tipo de atrocidades que se cometen en el conflicto en Colombia. Mi único esfuerzo ha sido buscar salidas pacíficas y humanitarias.

El más fuerte cuestionamiento que me hacen es que supuestamente hay correos, que no me los han mostrado, en que yo le digo ‘camarada’ a Raúl Reyes, como si decirle camarada a una persona fuera un delito. Se lo expliqué a la fiscal y es que si uno es interlocutor para la paz pues tiene que tratar con cordialidad a todas las personas, porque no puedo estar insultando a alguien en la idea de que mañana acepte sentarse conmigo para hablar de paz. Así que soy consciente de que puede haber problemas graves en todo esto y se me puede tornar más difícil la situación, pero al mismo tiempo soy optimista. Estoy seguro que voy a salir bien, como ocurrió con la senadora Gloria Inés Ramírez, que la Corte Suprema ya archivó su proceso.

Precisamente hace un mes todos los dedos apuntaban hacia ella como culpable y ahora resulta que se profiere auto inhibitorio y se cayó el caso. ¿Qué lección deja este episodio?

Por supuesto que este es un fallo que beneficia única y exclusivamente a Gloria Inés, y no tiene ningún efecto vinculante en los demás casos, ni siquiera en los que hay en la Corte menos en los que están en la Fiscalía, como el caso mío, pero sí es un precedente porque leyendo la providencia uno ve que cuando la Corte habla de los correos, dice que son supuestos correos porque no aparecen correos de ninguna naturaleza.

No sería exagerado decir que la absolución de Gloria Inés Ramírez es como el comienzo del derrumbe de todos esos montajes judiciales que han sido presionados por el Gobierno, por el presidente Uribe, por el ex ministro Juan Manuel Santos y por los organismos de seguridad del Estado.

¿Se acabaron los paramilitares como afirman algunas autoridades?

Los paramilitares están ahí, no se han acabado. Hace unos meses yo fui a hablar con el presidente Uribe con una delegación de organizaciones no gubernamentales porque estaban asesinando a compañeros del Partido Comunista y de organizaciones sindicales en el sur del Tolima. Cuando le dije: ‘presidente, están matando a esta gente y son los paramilitares’. Él se enojó, como suele hacerlo, y me dijo: ‘no hay paramilitares, eso se acabó y no existen sino en su cabeza’. Le dije: ‘¿entonces quién lo está haciendo?, porque ahí están los cadáveres’. Y me dijo: ‘es que en este país hay mucha gente mala’.

Aquí hay paramilitares; eso no son banditas emergentes como suelen decir, sino son paramilitares que no se sometieron a la justicia y que se organizaron a partir de la gente que siempre los dirigió, desde la cárcel lo hicieron o algunos que quedaron en libertad.

Si el Polo Democrático decidiera dejarlo a un lado en sus aspiraciones al Congreso, ¿aceptaría un aval de otro movimiento, por ejemplo de Convergencia Ciudadana?

No, yo estoy con el Polo y si al integrar las listas de la Cámara excluye mi nombre por X o Y razón, lo aceptaré estando de acuerdo o no según la razón, pero no me iré para otra parte. Mi lugar está en el Polo y ahí voy a seguir.

¿Le entristece ver al ex senador de Convergencia, Luis Alberto Gil Castillo, llamado a juicio por la Fiscalía en el caso de la llamada ‘Parapolítica’?

No me alegra la desgracia de ninguna persona, pero sí creo que se está haciendo justicia.

¿Está preparado para un tercer periodo de Álvaro Uribe?

No creo que lo haya. Veo muy enredado el referendo reeleccionista y abrigo la esperanza de que haya la suficiente sensatez en el Congreso y en la Corte Constitucional o en último caso en el país para rechazar ese esperpento antidemocrático.

¿El terreno está abonado para elegir un presidente de izquierda como Carlos Gaviria?

Creo que sí porque la izquierda nunca ha podido gobernar a Colombia. Contra la izquierda nos dicen cualquier cantidad de cosas y que no somos capaces de nada, pero jamás nos han dado la oportunidad de gobernar el país. Hemos gobernado alcaldías y se han cometido errores, pero es que una cosa es la Alcaldía de Bogotá con toda la importancia que tiene, y otra el Gobierno Nacional, así que Colombia debe estar preparada para una nueva política, porque un gobierno del Polo significaría una reconstrucción del país.

¿Tan crítica está la cosa en el Polo que son los hermanos Samuel y Néstor Iván Moreno, y su madre María Eugenia Rojas, los que ponen y disponen dentro de la colectividad?

Son parte del Polo y tienen una importante presencia a través de su militancia de Anapo dentro del Polo, pero es lo que muestra el espectro del Polo que es una coalición de matices, no todos de izquierda y que se han vinculado en la idea de que es posible caminar en dirección a unos cambios, y en ese sentido es importante que estén ahí los Moreno Rojas y María Eugenia, que han ayudado a construir este proyecto.

¿A qué ‘juegan’ los presidentes Hugo Chávez, Daniel Ortega, Rafael Correa y Evo Morales? ¿Son el ‘eje del mal’?

Ellos representan una tendencia que predomina hoy en América Latina con la excepción de Colombia. Es una tendencia a los cambios, a avanzar por la vía de la democracia y de la distancia de la férula de Washington. Es una tendencia que es muy respetable y en esa onda es que se tiene que poner Colombia, no para imitar nada de Chávez ni de Evo ni de Correa ni de nadie, pero sí ponerse en la dirección de los cambios que hay en América Latina porque también está Lula en Brasil, Lugo en Paraguay, Kichner en Argentina… en fin, cada quien tiene su proceso con sus errores y aciertos pero son tendencias que predominan en el continente y en esa dirección tiene que cabalgar Colombia.

¿En su retiro, ve a Uribe Vélez de alcalde en un pueblo perdido de Antioquia? ¿Qué será de su futuro?

El presidente Uribe, sin que haya ningún ánimo retaliatorio, tendrá algún que responder ante la justicia colombiana o ante la justicia internacional por tanto daño que le ha causado a este país. Lo peor que le ha pasado a Colombia en muchos años son estos dos gobiernos del presidente Uribe Vélez.

General (r) Valencia Tovar: "Más dañino ha sido el paramilitarismo"


El ex comandante de la Quinta Brigada revisa la evolución del conflicto armado interno, analiza la situación de las Farc y el Eln -nacido en Santander-, habla de su amigo el cura Camilo Torres y advierte sobre el costo del posconflicto.

 
El hombre que durante 41 años mantuvo en secreto el lugar donde resposaban los restos del sacerdote guerrillero Camilo Torres Restrepo -Cementerio Central- y que le correspondió hacer frente al Ejército de Liberación Nacional (ELN) cuando este grupo irrumpió en la vida nacional, estuvo de nuevo en Bucaramanga, pero esta vez vestido de civil, del brazo de su esposa y con 90 años a sus espaldas.

El general en retiro Álvaro Valencia Tovar, quien durante cinco años se desempeñó como comandante de la Quinta Brigada del Ejército en Bucaramanga, fue el encargado de  informarle al país que entre los guerrilleros muertos aquel 15 de febrero de 1966 en Patio Cemento, San Vicente de Chucurí, se hallaba el sacerdote Torres Restrepo, su amigo.

A esta ciudad llegó como coronel, ascendió a brigadier general, luego dirigió la Escuela de Cadetes y llegó al Comando del Ejército, de donde salió señalado de “moverle el piso” al presidente Alfonso López. Cargo que desvirtúa y dice que su ambición más grande es que “Colombia me recuerde como un patriota, un demócrata, un hombre que fue leal a sus jefes y subalternos”. Esta es la visión de un soldado experimentado y polémico, que aún sigue dando de qué hablar con su columna en el diario El Tiempo.

¿Qué ha evolucionado de ese país convulsionado de los años 60 a la Colombia de hoy?

La convulsión es más fuerte hoy que en esa época. El Ejército era más pequeño porque los problemas que ofrecía la que todavía era subversión, eran inferiores en magnitud. Me tocó el nacimiento y progreso inicial del ELN, la muerte de Camilo Torres, mi antiguo amigo que se incorporó a esta guerrilla santandereana buscando un ideal revolucionario que no tenía sentido porque al fin de cuentas él no estaba hecho para la vida guerrillera, no se entrenó suficientemente desde octubre cuando se incorporó al ELN hasta febrero de 1966 cuando pereció en el primer combate que libró, porque la falta de entrenamiento no justificaba llevarlo al combate. Allí perdió la guerrilla una figura que hubiera podido ser muy atractiva para los descontentos del país, para las fuerzas subvertibles, y siguió siendo un movimiento guerrillero sin horizontes, que tuvo momentos de progreso.

Aquí en Santander en esos cinco años de mi mando logré erradicarlo por completo; tanto así que se pasó a Antioquia, donde faltó diligencia por parte de la Cuarta Brigada para rematar la obra cumplida en la Quinta. Allá el ELN se reconstituyó, vino la Operación Anorí, la salida de la Serranía de San Lucas cuando el presidente (Alfonso) López Michelsen les abrió el camino y la nueva historia del ELN que en este momento parece poder llegar a una conclusión de paz y comprensión de que el error que cometieron fue  grande y profundo: más de 30 años ensangrentando al país, sufriendo pérdidas irreparables. Recuerdo a los estudiantes de la UIS que se vincularon al ELN en aquella época. Todos terminaron tristemente o entendieron a tiempo el error y fueron protegidos por la Quinta Brigada contra sus antiguos conmilitones.

¿Habla de Ricardo Lara Parada, por ejemplo?

Claro, Lara Parada, Medina Morón, y otros muchachos brillantes como Julio Portocarrero, Sergio Parra, Pedro Claver Parra, el propio Jaime Arenas Reyes, que fue una figura brillantísima del estudiantado descontento y recuerdo la famosa marcha hasta Bogotá. Con él me tocó un consejo de guerra en el que le di todas las garantías para su defensa y salió absuelto. Luego cayó en desgracia con la guerrilla porque no era un guerrillero, sino un elemento valioso en las redes urbanas, pero Fabio Vásquez Castaño lo veía levantarse como un posible opositor, lo llamó al monte, lo condenó a muerte por haberse dormido de centinela y ahí terminó la vida de Jaime, que hubiera podido ser para el país una figura política muy importante, acogido ya a las reglas de la democracia.

¿En qué momento se desdibujaron esas ideas con las que nació la insurgencia?

Desde el primer momento comenzó a sufrir desfiguraciones. Nacieron como un movimiento idealista de la misma tendencia de Fidel Castro y el Che Guevara. Para ellos, sobre todo el Che, era una figura apoteósica, un sol alrededor del cual giraban ellos y esto se fue perdiendo por rivalidades internas. (Fabio) Vásquez era un egocéntrico megalómano, que se escapó a Cuba, con la razón perdida y allá lo conservan como un icono de las revoluciones americanas como lo fue el Che, pero que no tiene la significación que él tuvo. Sus hermanos Manuel y Antonio perecieron en la Operación Anorí.

¿Qué habría ocurrido en Colombia si Torres no muere en Patio Cemento?

Difícil saber cuál hubiera podido ser el desarrollo revolucionario. Camilo no estaba hecho para la vida del monte. Él fue siempre una persona de excelente nivel de vida ciudadana, con una gran acogida en la sociedad bogotana sobre todo, su padre era un médico notable que me salvó la vida cuando yo era niño. ¿Quién sabe si se hubiera adaptado a la vida del monte? ¿Si con ese sentido unipersonal que tenía Vásquez Castaño de la conducción de su fuerza revolucionaria hubiera terminado fusilado como tantos otros que fueron sus compañeros y estuvieron en La Habana con él recibiendo educación guerrillera y terrorista, entre ellos Lara Parada, Medina Morón y Javier Ayala, que fueron cayendo tristemente por el camino? No sabemos si a él le hubiera podido pasar lo mismo, o lo que le pasó a Jaime Arenas, porque estoy seguro que él se hubiera desilusionado rápidamente de ese ELN en el que militó sin saber suficientemente de qué se trataba.

¿Por qué germinó en Santander la semilla del ELN y no en otro departamento?

El ELN buscó ciertas condiciones sicológicas, políticas y de posición geográfica, todas favorables para una acción revolucionaria. En lo sicológico esta es la tierra de la Rebelión Comunera, por eso escogieron a Simacota como su primer objetivo porque todos recordamos que Mogotes, Simacota y Charalá fueron ejes de la Rebelión Comunera. Además la región del Opón era selvática e insalubre, no había una vía que permitiera una penetración militar en gran escala. Estaba el núcleo marxista infiltrado en los sindicatos de Fedepetrol y la USO; Barrancabermeja era un reverbero de insatisfacción fácil de subvertir; estaba la UIS que proporcionó la mayor cantidad de cuadros de los que tuvo inicialmente el ELN; y la frontera con Venezuela que facilitaba el intercambio de agentes secretos y subversivos infiltrados. Contó también que el país vivía una situación complicada en esos años turbulentos de los 60 y encontraba que Santander era uno de los puntos álgidos que no tenía guerrilla, pero siguió la teoría de Castro del foco insurgente. Toda la zona de San Vicente de Chucurí estaba marginada y allí la Violencia había tenido unas circunstancias durísimas con Rafael Rangel, que era la figura de la guerrilla liberal. El ELN pensó que todo eso serviría para que la teoría foquista de Fidel irradiara esas condiciones objetivas y se propagara la revolución.

¿Esa marginación es la que ha seguido abonando el conflicto armado interno?

Sin duda. Fijémonos que hoy, después de que la guerrilla llegó a tener presencia en la totalidad del territorio nacional, donde sobrevive es donde hay marginación, porque este factor le produce un elemento humano maleable, inducible a la línea feroz de la revolución, y encuentra muchachos desempleados, sin horizonte. En esas regiones marginadas no hay vías, ni puntos de apoyo de cualquier acción. Se choca con una población hostil al Estado, porque del Estado no ha recibido nada, y todos esos ingredientes permiten la permanencia del elemento guerrillero, que ya no tiene el carácter revolucionario, porque el narcotráfico lo pervirtió. El narcotráfico le da unos recursos colosales, con los cuales toda la clase dirigente de la guerrilla está satisfecha. El tráfico de estupefacientes es de ida y vuelta, porque se envía la droga y llegan armas, todo lo que necesitan para un movimiento que puede subsistir por años a la cubierta de la selva, a no ser que se realice la estrategia llamada ponerle fin al conflicto.

¿El ELN está fortalecido o moribundo?

Está languideciente, no sabemos hasta qué extremo, pero lo ocurrido en las conversaciones de La Habana es un signo elocuente de la situación interna del ELN, que no tiene unidad de mando. Su comandante militar, Gabino (Nicolás Rodríguez Bautista), es un guerrillero, pero no tiene la capacidad de divisar el panorama estratégico de una confrontación, donde ellos siguen a pesar de que llevan 40 años alzados en armas manteniendo la misma táctica de golpe y huye, y no han avanzado nada en la propagación de un fenómeno revolucionario. No tienen horizonte, entonces persistir en una lucha perdida, solamente les da dos posibilidades: terminar absorbidos o destruidos por la Farc y recordemos que en Arauca hay una guerra entre el ELN y las Farc por el dominio del petróleo y los cultivos que quién sabe cuál de los dos la gane. O acogerse a un proceso parecido al del M-19 e ingresar a la vida normal convertidos en un partido político de izquierda, utilizando todas las facilidades que les da la democracia como se las dio al M-19 en su momento.

¿La solución al conflicto colombiano es por la vía de la negociación o -si fuera posible-, aplastando con las armas a las Farc y al ELN?

No creo que haya una solución por la vía militar. Mientras la guerrilla pueda subsistir, recibiendo lo necesario para comprar armas y municiones, los escondrijos de la selva le darán un refugio bastante perdurable.

Pero fijémonos en el caso del Negro Acacio, uno de los guerrilleros más experimentado de la cúpula de las Farc, que fue localizado y destruido. Lo mismo puede ocurrir con los demás jefes, y desaparecidos los jefes, desaparece la tribu. Puede ser que llegue el momento en que algunas fuerzas se acojan al Gobierno si sigue la desintegración moral que están sufriendo las Farc, que es muy fuerte. Hay disidencias y ya apareció la noticia de los 12.000 millones de pesos robados por comandantes de frente, lo cual es el principio del fin, porque una entidad que nace dentro de un ideal revolucionario y pierde el norte, ya no tiene razón de ser y la cantidad de desertores que están sufriendo es muy grande. Eso implica la dificultad de reemplazarlos, porque en la medida en que tienen que retirarse de las regiones selváticas pierden la fuente de reclutamiento y se están llevando gente de las ciudades, que no es la solución porque el urbano lo único que busca es la primera oportunidad de salir corriendo y no va a ser buen guerrillero nunca. El buen guerrillero nace en el campo, que es donde tiene contacto con la naturaleza donde va a luchar y un muchacho de ciudad termina evadiéndose o muriendo.

¿Entonces estamos remotamente distantes de una Costa Rica donde no hay Ejército porque no se necesita?

Muy distantes. Primero porque todavía tenemos diferendos limítrofes, como las aspiraciones de Nicaragua que vienen de tiempo atrás y que han sido en etapas bastante agresivas, aunque Colombia siempre ha manejado el problema internacional dentro de las líneas del Derecho. Pero ajeno a eso pensemos que en este momento se hiciera la paz… el posconflicto va a tener problemas enormes. Cuando el Frente Nacional le puso fin a la lucha sectaria liberal-conservadora duramos cinco años acabando los focos de bandoleros que produjo la lucha y si no hubieran aparecido los movimientos ideológicos el país hubiera llegado a la paz, pero esos movimientos pudieron persistir en la lucha porque nunca se le dio al problema el tratamiento adecuado. Hoy se le está dando, pero ya con 50 y tantos años de violencia feroz, de enemistades, de atrocidades ejecutadas a nombre de una revolución que no tiene sentido o de una contrarrevolución que lo tiene pero que no puede perderlo dejándose arrastrar a las mismas costumbres dañinas.

La curación, si la otra tomó cinco años, imagínense 42 años después en una permanente corrupción de la lucha, el deterioro moral, pérdida de valores, desastre ético en todos los estamentos desde los más altos hasta los estratos más pobres. Eso tomará mucho y será un periodo de desórdenes, en el que la criminalidad común será rampante, donde grupos armados que no se acogieron siguen medrando el poder ejercido brutalmente y viviendo de la violencia misma. Eso necesita el esfuerzo militar, que debe ser la columna vertebral de la acción integral del Estado y la sociedad entera que debe participar en la regeneración de nuestra propia patria, o esto nunca encontrará la verdadera paz y concordia que buscamos.

¿Qué fue peor: la enfermedad de la guerrilla o el remedio de los narcoparamilitares con la complacencia de sectores oficiales y privados?

Ambas son peores según las regiones donde operen, pero más dañino en el orden social ha sido el mal llamado paramilitarismo, porque ha logrado introducirse a la sombra de esa autodefensa dentro de los estamentos del Gobierno y hasta miembros de la Fuerza Pública se han dejado llevar al dinero fácil y corromper, o considerando que las autodefensas eran una especie de aliado circunstancial, las toleraron o las usaron en algunos casos donde la insuficiencia de medios era notable y las autodefensas proporcionaban un medio auxiliar de lucha.

En la Segunda Guerra Mundial dijeron los aliados: ‘si Satanás nos ofrece su alianza, se la aceptamos’. Y si eso era allá entre países que se supone civilizados, pues aquí muchos piensan lo mismo: ‘las autodefensas son una desgracia para el país, pero están atacando el mismo enemigo nuestro’. Entonces no las persiguieron con el acento que perseguían a las Farc porque no eran su enemigo. Las autodefensas nunca atacaban al Ejército, entonces éste se sentía blindado por ese lado y se despreocupó, con lo cual facilitó el crecimiento de las autodefensas, mientras ellos se ocupaban de las Farc que eran su verdadero enemigo.

Un error de concepción, porque tan perjudiciales y dañinos eran los unos como los otros, pero el país sólo se dio cuenta de la magnitud del problema paramilitar y de la parapolítica cuando comenzó una desmovilización intempestiva para la cual nadie estaba preparado. Se le daba como máximo de poder de combate a las autodefensas 18.000 hombres y terminamos en 40.000; que descontándole los colados y quienes utilizaron el desorden para hacerse perdonar otra clase de delitos, que pueden ser 5.000, de todas maneras las autodefensas eran una cosa enorme que nadie se había detenido a medir porque no era el enemigo, y éste era un enemigo larvado, agazapado debajo de la democracia, que la estaba corroyendo. De eso no nos advertimos sino hasta que estalló el verdadero problema.

¿A ese Valencia Tovar en camuflado y con el fusil al hombro le sucedieron unos generales interesados en acabar con la guerrilla o ese empeño se fue desdibujando?

La voluntad de lucha ha persistido y llegó a un punto de sublimación con los generales Tapias y Mora, que hicieron la reforma que necesitaba el Ejército ante la igualación de capacidad de lucha con las Farc, que se habían armado poderosamente y que habían adquirido superioridad táctica en el objetivo que quisieran. Porque ellos señalaban el pueblo A, allí hacían converger 500 guerrilleros, se aproximaban de noche y descargaban un golpe sobre 20 soldados o 15 policías. Eso había necesidad de cambiarlo con la fortuna de que cuando estuvo el Ejército en el momento ideal de preparación llegó el presidente (Álvaro) Uribe Vélez con su política de Seguridad Democrática, que fue la integración de la estrategia y la política que no habíamos logrado nunca atrás, porque los Gobiernos se desentendían del problema guerrillero y mandaban al Ejército a solucionarlo como si el problema guerrillero fuera el problema revolucionario. La guerrilla era lo aparente; la revolución era lo que estaba penetrando por la política, por la lucha jurídica y elementos no cuantificables de orden militar.

Tal vez yo no fui de mayor voluntad que mis compañeros de la época o quienes me sucedieron, pero sí di con la forma de derrotar la guerrilla: unificar todos los esfuerzos, recurrir a que la autoridad civil me apoyara en las acciones cívicas, lograr los fondos para abrir una carretera, para erradicar unos tugurios, para aliviar las circunstancias de los pueblos abandonados, hacer un puesto de salud, vacunar. Eso fue lo que me ganó la voluntad del pueblo santandereano y ganada la voluntad llegó la información.

Teniendo uno a la población de su parte la guerrilla está derrotada. Es el pez y el agua de los que hablaba Mao Tse Tung: la guerrilla es el pez, la población civil es el agua y se le quitamos el agua el pez se muere, y aquí se fue muriendo. Naturalmente hubo combates, porque el eje de la acción es militar, pero si no va acompañada de las acciones no militares necesarias para que el pueblo crea en su Gobierno, en el Estado y en la democracia, no estamos logrando nada. Es aplicar el remedio superficial en la piel a un mal que viene de adentro del organismo, entonces se alivia la urticaria, pero no se cura la razón de tenerla.

Las Farc insisten en que su objetivo es la toma del poder. ¿Es posible que se llegue a un ‘empate técnico’ como el que se dio en El Salvador?

No, la guerrilla perdió la guerra en el nivel estratégico. Después de que una guerrilla como fuerza revolucionaria llega a la cumbre y no puede seguir, empieza el declive, y éste ha sido notorio. Las Farc lo ocultan, pero lo que ellos perdieron cuando la Fuerza de Tarea Omega les arrebató las bases que tenían en el Caguán, hospitales y bodegas cargados de todo lo imaginable para meses de subsistencia, además de comunicaciones, explosivos y municiones, las Farc volvieron como lo reconoce Tirofijo, a las fases primarias de la lucha y de ahí no va a salir ya más. Su hora les pasó y ya no pueden recuperar ninguna capacidad de desestabilización que les permitiera llegar al poder. Eso ya es un objetivo imposible. De manera que persistir en la lucha es como aferrarse tercamente a un futuro sin objetivos. Si la guerrilla no recupera capacidad estratégica, no tiene posibilidad ninguna de equiparar las fuerzas del Estado.

 


El general (r) Álvaro Valencia Tovar repasa el país de los años 60 que le correspondió vivir como comandante de la Quinta Brigada del Ejército y la Colombia de hoy envuelta en el escándalo de la llamada “parapolítica”. Entrevista realizada en octubre de 2007.