Habla el jerarca católico que se ha plantado frente a los actores del conflicto armado con un mensaje evangelizador. Dos veces Premio Nacional de Paz, dice que esta se conseguirá “si le metemos gente a la paz y contra la guerra”. Con Juan Pablo II, dice que la verdadera paz no será fruto de la victoria militar sino la búsqueda de solución a los problemas que originaron el conflicto.
Revolucionario
porque en lugar de acomodarse con los terratenientes, los ‘caciques’ y los ‘cacaos’
que manejan a su antojo este país, se puso del lado de los desarrapados, de las
víctimas del conflicto armado interno y de quienes buscan un dios que los haga un
poco menos miserables, “animándolos a organizarse y capacitarse para que ellos
mismos sean los gestores de sus desarrollo humano integral”.
También es un
desobediente, porque aunque mandatarios como César Gaviria han prohibido los diálogos
con la insurgencia, ha seguido adelante. “No nos pueden prohibir los diálogos
pastorales -avalados por la Corte Constitucional- porque la misión de predicar
el evangelio la recibimos de Jesucristo y no del Presidente de la República”,
aclara.
Monseñor Jorge Leonardo
Gómez Serna, obispo de la Diócesis de Magangué (Bolívar), ha denunciado por
igual las tropelías de las Farc, el ELN, los paramilitares y el propio Ejército
de Colombia. Con el evangelio como única arma, se ha ganado la admiración de
sus fieles, pero también la enemistad de sectores de extrema derecha que lo
tildan de ‘peligroso’, así lo que haya hecho es participar en cuanta iniciativa
de diálogo es convocado y servir de garante en liberaciones de secuestrados, como
en el caso del sargento Pablo Emilio Moncayo en el año 2010.
Este dominico
nacido en 1942 en Marinilla (Antioquia), fue quien en 1997 ante una violenta
incursión a Mogotes (Santander) y siendo obispo de la Diócesis de Socorro y San
Gil -cargo en el que se desempeñó por 16 años-, encabezó la ‘Gran peregrinación
por la vida y la paz’, llamó a desterrar la corrupción, y alentó la ‘Primera
Asamblea Municipal Constituyente de Mogotes Pueblo Soberano’ como experiencia
de construcción de la paz y herramienta para desterrar el terror y el miedo.
Trabajo que sería recompensado con el primer Premio Nacional de Paz, adjudicado
en 1999 y ratificado en 2010 cuando los jurados decidieron otorgárselo al
obispo Gómez Serna y sus colegas Nel Beltrán Santamaría y Luis Augusto Castro,
tres de los obreros incansables que ha tenido la causa de la reconciliación.
Su nombre es
sinónimo de misión humanitaria, de diálogos pastorales (Iglesia-grupos armados
a favor de la vida y los derechos humanos) y de lucha por la paz con justicia
social. También fue quien con los párrocos de la Provincia de Vélez organizó hace
30 años una marcha de pancartas con los nombres de todas las víctimas y caminó
selva adentro en busca de unos comandantes subversivos, “y resultó que los que
terminaron con miedo fueron ellos, escondiéndose de nosotros, el pueblo unido
que no le teme a nada ni a nadie. Vieron que la cosa era en serio y que no les
comíamos cuento”, recuerda.
Así como en 1512 los
frailes Antonio de Montesinos y Bartolomé de las Casas hablaron ‘durito’ contra
las injusticias que estaban cometiendo los españoles, el obispo Gómez Serna no
se anda con rodeos. “La paz es un don de Dios y una conquista humana”, afirma,
antes de obsequiarme un rosario y pedirme que ore por él. Esta es la entrevista
exclusiva de 15 al obispo cofundador de Unisangil, al que un fiscal llamó
‘estafeta de la guerrilla’ y un comandante general del Ejército lo demandó por
‘guerrillero’.
Gómez Serna
participó en el taller nacional ‘Mediaciones e intermediaciones en el conflicto
armado colombiano’, realizado en Bucaramanga el pasado 30 de agosto por la
Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB), Unión Europea, Diócesis de Quibdó
(Chocó), Fundación Cultura Democrática, y Pensamiento y Acción Social.
¿Cómo es eso de que usted anda pregonando que ‘bienaventurados
los que trabajan por la paz’, si hay tanta gente en Colombia que se beneficia
con la guerra?
Es una de las
bienaventuranzas que proclamó Jesucristo desde el monte, y creo que es muy
significativa. Jesús preveía que el trabajo por la paz no era fácil. Jesús vivió
en un ambiente difícil de violencia, de guerra, y él fue el primero en
proclamar la paz. Él mismo es la paz. Pero él experimentó en su propia persona
que el trabajo por la justicia trae consigo persecuciones y él mismo fue la
primera víctima. Jesús fue víctima precisamente por trabajar por los pobres,
por hablar de igualdad, de amor, de perdón. Entonces él anunció a la gente que
acompañaría especialmente a los que trabajaran por la paz y les dijo a los que
fueran perseguidos por causa de la justicia que estuvieran tranquilos y que se
sintieran felices por que él estaba con ellos, y los que trabajan por la paz
serán llamados hijos de Dios.
Pero es que a esa bienaventuranza usted le agrega el
estribillo de ‘paz con justicia social’, que me hace recordar a los comandantes
del ELN, ‘Felipe Torres’ y ‘Francisco Galán’ cuando estuvieron encarcelados en
Itagüí. ¿Será que usted se volvió ‘izquierdoso’? ¿Será usted un elemento
peligroso para esta sociedad colombiana? ¿Por qué habla de ese tema si a tantos
colombianos ni les preocupa el tema de la equidad?
Porque es que la
paz es fruto de la justicia. Lo dice Isaías en el capítulo 32, versículo 17. En
latín expresamente dice: Opus justicie
pax. La obra de la justicia es la paz. Eso significa que el querer de Dios
es que sea precisamente la justicia social, las oportunidades para todos, la no
exclusión, que sea eso lo que conduzca a la paz verdadera. El papa Juan Pablo
II decía que la verdadera paz no es fruto de la victoria militar, sino la
búsqueda de solución a los problemas que originaron la guerra. Concretamente
qué es lo que ha originado la guerra: la exclusión, la pobreza, la miseria, el
acaparamiento de unos… entonces por eso ha habido esa situación de violencia.
Buscando, practicando, viviendo la justicia social se va a conseguir la
verdadera paz. O como lo decía el Papa Pablo VI, el nuevo nombre de la paz es
el desarrollo humano integral, equitativo, donde todas y todos tengamos
oportunidades.
Ojo que se está metiendo en asuntos espinosos como la concentración
y despojo de tierras, las ganancias desmedidas de los banqueros, la explotación
de los obreros. ¿Eso no es pisarles los callos a los mandamases de este país?
Pero es necesario
que ellos escuchen también el mensaje de Jesús. Ellos deben entender que los
bienes de la tierra son para compartirlos, no para aprovecharse o acapararlos,
porque al fin y al cabo el Señor al crear todo lo que hay lo hizo para todas y
para todos. La justa distribución de los bienes de la tierra. Qué bueno que
ellos, los ricos, entiendan ese mensaje de Jesús. Si ellos quieren entrar en el
‘reino de los cielos’ deben saber compartir con los demás lo que tienen; no
llenar cada día más y más sus arcas sin sentir la necesidad de los hermanos que
sufren y de los que padecen hambre. Por eso Jesús en el evangelio de San Mateo,
en el ‘juicio final’ cuando reúna a la gente, nos va a llamar y a decir:
‘vengan ustedes benditos de mi padre, tomen posesión del reino, porque tuve
hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve enfermo y me
visitaste, en la cárcel y fuiste a verme. Cada vez que ustedes hicieron eso con
los pobres, con la gente necesitada, lo hicieron conmigo’. Ese es el secreto de
la verdadera felicidad: el amar y el compartir con los demás. El reconocer que
Cristo está presente en la gente que sufre y que necesita.
Manifiesta usted que la población civil no se puede dejar
atemorizar y que el pueblo organizado saldrá adelante.
Ciertamente que ese
es uno de los efectos principales de los diálogos comunitarios a los que hemos
llegado. Estos son iniciativa e impulso de las propias comunidades a través de
sus líderes y formas organizativas propias, que reciben diversos apoyos, entre
los cuales el que mayor confianza les proporciona es el de la Iglesia Cristiana
Católica.
Un arma muy fuerte
que utilizó la guerrilla desde el comienzo fue silenciar a la gente. ¿Entonces
qué hemos hecho nosotros en el trabajo con la comunidad? Les hemos ayudado a
recuperar el habla, a que no se queden callados, pero para eso se necesita
organizar la comunidad, para que sientan fuertes entre sí y no tengan ningún
temor ante nadie.
¿Cuál es el papel que la iglesia colombiana debe jugar en
el conflicto armado interno?
El que ha venido
cumpliendo es el que debe continuar. Estar llamando tanto al Gobierno como a
los grupos armados a que logren una salida política al conflicto y
particularmente seguir diciéndole al Gobierno que se necesita mucha inversión
social para superar la pobreza y la miseria que son la causa de la violencia y
de la guerra en Colombia.
Nosotros seguiremos
diciéndole al Gobierno: invierta en lo social, no en guerra, no en armas, que
ese es un pecado. El mundo actual está invirtiendo 842 mil millones de dólares
en armas. Eso es un pecado cuando hay tanta gente que se está muriendo de
hambre. ¡No más armas y que en vez de armas haya pan, haya educación, haya
salud para la gente pobre! Ese será el fundamento de la verdadera paz en
Colombia.
No teme que por andar ‘hablando durito’ un día de estos
lo ‘silencien’?
No hay que temer.
Estamos cumpliendo nuestra misión profética, hablando en nombre de Jesucristo.
No estamos ofendiendo a nadie sino haciendo un llamado a despertar la
conciencia social de la gente para que de esa manera logremos tener una
Colombia mejor. Increíble que en Colombia estemos en guerra. Increíble que en
Colombia después de tanto tiempo haya gente que siga padeciendo. Un país tan
rico en personas y en riquezas materiales, porque tenemos una vegetación
hermosa, tenemos minas, tenemos agua. ¿Cómo va a ser que en medio de la riqueza
siga habiendo pobres? Tenemos que trabajar unidos en el nombre del Señor y bajo
la protección maternal de nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. A ella le
pedimos orando el santo rosario que nos conceda el don de la paz, trabajando
todos por la justicia social, siendo muy conscientes de que necesitamos ser
hombres y mujeres que pongan lo mejor de sí al servicio de los demás.
¿El ex fiscal Gustavo de Greiff (1992-1994) seguirá
pensando que usted es un ‘estafeta de la guerrilla de las Farc’?
No sé qué habrá de
él, pero de todas maneras sigo firme en mis convicciones.
Usted exhorta a seguir soñando con la paz. ¿Va a morir
con ese anhelo o piensa que es alcanzable en el corto o mediano plazo?
La paz en Colombia es
posible y lo es porque Cristo es nuestra paz y él nos prometió la paz, y nos ha
dicho que trabajemos por ella. Con él podremos sacar adelante a Colombia con
paz en la justicia social y en el bienestar humano integral para todas y para
todos. Bendiciones a los lectores del Periódico 15.
Un Pastor comprometido con el pueblo más sufrido, un Religioso que rechaza la injusticia y está con la justicia social y la paz..
ResponderEliminarUn Pastor comprometido con el pueblo más sufrido, un Religioso que rechaza la injusticia y está con la justicia social y la paz..
ResponderEliminarEste si es un verdadero discipulo de Jesus que no le importa ni su propia vida a cambio de poner en practica las enseñanzas del Evangelio.
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