La
publicación del Partido Comunista llega a la edición 2.500 y su director Carlos Lozano explica la
función que cumple, a la vez que habla de temas candentes como el futuro de la
guerrilla.
Carlos Lozano Guillén
sabe de sobra que declararse comunista en un país como Colombia, le puede
significar desde una simple agresión verbal hasta un ataque mortal, y por esa
razón a donde va le acompañan cuatro escoltas que no le quitan el ojo aún
dentro de la camioneta blindada.
Este tolimense que
ahora aspira a la Cámara de Representantes por el Polo Democrático, es el
director del periódico Voz (conocido
en los años 80 como Voz Proletaria) y
forma parte de la organización “Colombianos y Colombianas por la Paz”, que
sigue intercediendo con la senadora Piedad Córdoba a la cabeza para lograr la
liberación de aquellas personas que llevan hasta más de diez años secuestradas
por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc.
Lozano estuvo en Bucaramanga -en julio de 2009- con motivo de la edición 2.500 de su publicación y para asistir a un bazar en
el barrio ‘Manuela Beltrán’, construido en la Comuna 10 de esta ciudad por
trabajadores de escasos recursos con el aliento del Partido Comunista.
¿Voz es una voz
en el desierto?
No, no somos una
voz en el desierto. Voz representa
una franja de opinión muy importante en el país, una franja de izquierda, de
sectores sindicales y populares, y que tiene espacio. La prueba es que estamos
cumpliendo 52 años de vida y hemos llegado a la edición 2.500.
¿Qué ha pasado con tantas denuncias, especialmente de
violaciones a los derechos humanos y de masacres en el Magdalena Medio, que ha
hecho Voz? ¿Sirvió eso para algo?
Hoy en el país hay
un movimiento de derechos humanos y eso se debe en buena medida a la labor
persistente, no solo de Voz sino de
muchas organizaciones sindicales, de la izquierda y populares, que han venido
trabajando en el tema. Hace 20 ó 30 años era solo Voz, e incluso me acuerdo que de manera peyorativa le decían ‘La
quejosa’, pero poco a poco se fue ampliando ese radio y hoy el movimiento de derechos
humanos es muy grande no solamente porque hay muchas organizaciones no
gubernamentales, sino porque a nivel internacional el tema es muy sensible hasta el punto que el Tratado de
Libre Comercio con Estados Unidos ha sido parado, vaya ironía, por la muerte de
sindicalistas.
¿Pasaron los días duros en los que a nombre de su trabajo
en el periódico usted sabía que salía de su casa pero no si regresaría con
vida?
No, porque se
mantienen las amenazas no solo contra el director sino contra todos los
integrantes del equipo de redacción. Somos ‘objetivo militar’ de los
paramilitares y como hemos visto en los famosos documentos de las ‘chuzadas’
del DAS, uno de los centros predilectos de estos señores que hacían esas
operaciones ilegales éramos nosotros.
¿Qué papel cumple un medio como Voz, que representa las ideas del Partido Comunista, en un mundo en
el que hasta el capitalismo entró en crisis?
Nosotros hemos
tenido que superar crisis y vivimos en medio de profundas crisis. La crisis del
socialismo fue muy fuerte para nosotros porque nos trajo muchas consecuencias
en el terreno ideológico y hasta en lo económico porque la Unión Soviética nos
regalaba el papel. Al contrario de lo que nos acusaban de que recibíamos el oro
de Moscú, lo que recibíamos era el papel de Moscú. Así que esa situación es
evidente pero me parece que hoy Voz
lo que ha demostrado es que se puede trabajar como un referente de la
izquierda, más allá del Partido Comunista. No quiero decir que no tengamos
todavía esa relación estrecha con el Partido Comunista, pero no somos como
antes una especie de boletín de información de las actividades del Partido. Voz hace una especie de periodismo de
izquierda, revolucionario y alternativo que va más allá de las fronteras de la
militancia comunista y de ahí la aceptación en ciertos niveles. Hoy estamos
comprometidos con la unidad de la izquierda, con el Polo Democrático, y ante el
vacío que deja el cierre del periódico del Polo, Voz se ha crecido como un vocero de la campaña de Carlos Gaviria y
de la unidad del Polo.
Hace tres años el presidente de Costa Rica y Premio Nobel
de la Paz, Óscar Arias, me dijo en San José que probablemente los comandantes
de las Farc no sabían que se cayó el Muro de Berlín en 1989.
Yo creo que ellos
saben. Lo que digo es que los que creen que la guerrilla colombiana surgió fue
por una orden de Moscú o de La Habana, están equivocados. Quizás hubo algún
tipo de influencia ideológica y paradigmática de los países socialistas y de
Cuba, pero más allá de eso aquí hay unas causas que generaron este conflicto y
estoy convencido que mientras esas causas no logremos superarlas -y no estoy
hablando de un cambio del sistema sino que ganemos un estado social de derecho,
como dice Gaviria- va a ser muy difícil que superemos este conflicto. Claro,
hoy la guerrilla no es la misma de antes porque está signada por una serie de
situaciones, no digo que justificables pero que sí se explican desde el punto
de vista de la realidad como el hecho de que esté cruzada por el narcotráfico,
que permeó a toda la sociedad. En el tema del secuestro, que es tan abominable,
y el uso de minas antipersonales, la guerrilla debe entender que hay que aplicar
el Derecho Internacional Humanitario, pero esa es otra cuestión.
A la guerrilla hay
que demostrarle que tiene que superar varias prácticas que degradan más el
conflicto y que si ellos realmente se reclaman revolucionarios y de izquierda
deben contribuir, porque un revolucionario es humanista por excelencia y no
puede acudir a métodos que vulneren los criterios de humanidad. Y el
establecimiento debe entender que la salida es política y negociada. La
guerrilla debe entender que no hay posibilidad de un triunfo militar hoy… ¡no
la hay!
¿Hace cuánto se perdió la ideología en las Farc y en el
Eln?
Hay ideología
todavía, porque la naturaleza política de la guerrilla existe, sin duda
afectada por el paso del tiempo, por las dificultades que le genera la formación
de sus miembros. Por todas estas razones las condiciones están maduras para que
la guerrilla de el paso hacia la actividad y hacia buscar en definitiva una
solución negociada al conflicto.
¿Le reconoce usted algo a la política de Seguridad
Democrática del presidente Álvaro Uribe?
¡No! Le reconozco
avances, como que le ha quitado espacio territorial a la guerrilla y le ha dado
golpes muy fuertes, pero el problema es que Uribe habló de la Seguridad
Democrática como un instrumento para aplastar a la guerrilla. Incluso al
comienzo del Gobierno se dieron 120 días para derrotarla y eso nos dijo la
ministra Martha Lucía Ramírez, pero eso no ocurrió. Entonces desde el punto de
vista del objetivo de la Seguridad Democrática fracasó y eso lo que nos
demuestra es que no hay solución militar posible. Otra cosa es que la Seguridad
Democrática le ha propinado duros golpes a la guerrilla, pero con ello lo que
ha hecho es prolongar más indefinidamente la guerra.
¿Cuánto tiempo hace falta para que no quede ni un guerrillero
en Colombia?
Faltarían muchos
años, pero es más: pueden acabar con la guerrilla, el exterminio físico por
todo el poder ahora que tienen estas bases militares y pueden acabarlos con
toneladas de bombas que les boten, pero mientras no se erradiquen las causas
del conflicto el país no va a quedar exento de nuevos movimientos de esta
naturaleza o que las viejas guerrillas como el ave Fénix resurjan. Como pasó
con el Eln y con las Farc, que les han dado golpes muy duros en Anorí, en La
Uribe, en Marquetalia y tantas cosas que han ocurrido en este proceso
histórico.
Pero soy cansón,
casi como un sirirí, la salida es política y no hay otra. El Gobierno debe
entenderlo y la guerrilla también, porque el problema es que la guerrilla sigue
creyendo que va a llegar al poder por la vía de las armas. Eso no va a ser
posible.
Con tanto gota a gota que hemos visto, ¿qué no hay en los
computadores de Reyes?
Habría que
preguntarle al general (Óscar) Naranjo que es el que lo tiene, a ver esa
lámpara de Aladino por qué nos sorprende tanto cada día con nuevas cosas.
(sonríe).
¿Usted se ve tras las rejas a nombre de ese aparato?
No, soy optimista.
Hace nueve meses terminé indagatoria y llevo eso mismo tiempo esperando que me
resuelvan mi situación jurídica pero no me la han resuelto ni para bien ni para
mal pienso que justamente por eso, porque no hay mayores razones legales para
que puedan dictarme una medida de aseguramiento y llevarme a la cárcel. Aunque
por supuesto es una posibilidad de que se me complique la situación y me puedan
llevar a la cárcel, pero seguiré luchando desde donde sea. Por esa razón decidí
quedarme acá, porque hubo varios países y organizaciones que me ofrecieron
sacarme de Colombia en 48 horas y darme asilo político, pero lo rechacé todo
porque no he hecho nada distinto que luchar por la paz y por el intercambio
humanitario.
Pude haber cometido
errores, como todos los humanos los cometemos, pero ningún error en el sentido
de estimular la guerra, el secuestro o todo este tipo de atrocidades que se
cometen en el conflicto en Colombia. Mi único esfuerzo ha sido buscar salidas
pacíficas y humanitarias.
El más fuerte
cuestionamiento que me hacen es que supuestamente hay correos, que no me los
han mostrado, en que yo le digo ‘camarada’ a Raúl Reyes, como si decirle
camarada a una persona fuera un delito. Se lo expliqué a la fiscal y es que si
uno es interlocutor para la paz pues tiene que tratar con cordialidad a todas
las personas, porque no puedo estar insultando a alguien en la idea de que
mañana acepte sentarse conmigo para hablar de paz. Así que soy consciente de
que puede haber problemas graves en todo esto y se me puede tornar más difícil
la situación, pero al mismo tiempo soy optimista. Estoy seguro que voy a salir
bien, como ocurrió con la senadora Gloria Inés Ramírez, que la Corte Suprema ya
archivó su proceso.
Precisamente hace un mes todos los dedos apuntaban hacia
ella como culpable y ahora resulta que se profiere auto inhibitorio y se cayó
el caso. ¿Qué lección deja este episodio?
Por supuesto que este
es un fallo que beneficia única y exclusivamente a Gloria Inés, y no tiene
ningún efecto vinculante en los demás casos, ni siquiera en los que hay en la
Corte menos en los que están en la Fiscalía, como el caso mío, pero sí es un
precedente porque leyendo la providencia uno ve que cuando la Corte habla de
los correos, dice que son supuestos correos porque no aparecen correos de
ninguna naturaleza.
No sería exagerado
decir que la absolución de Gloria Inés Ramírez es como el comienzo del derrumbe
de todos esos montajes judiciales que han sido presionados por el Gobierno, por
el presidente Uribe, por el ex ministro Juan Manuel Santos y por los organismos
de seguridad del Estado.
¿Se acabaron los paramilitares como afirman algunas
autoridades?
Los paramilitares
están ahí, no se han acabado. Hace unos meses yo fui a hablar con el presidente
Uribe con una delegación de organizaciones no gubernamentales porque estaban
asesinando a compañeros del Partido Comunista y de organizaciones sindicales en
el sur del Tolima. Cuando le dije: ‘presidente, están matando a esta gente y
son los paramilitares’. Él se enojó, como suele hacerlo, y me dijo: ‘no hay
paramilitares, eso se acabó y no existen sino en su cabeza’. Le dije:
‘¿entonces quién lo está haciendo?, porque ahí están los cadáveres’. Y me dijo:
‘es que en este país hay mucha gente mala’.
Aquí hay
paramilitares; eso no son banditas emergentes como suelen decir, sino son
paramilitares que no se sometieron a la justicia y que se organizaron a partir
de la gente que siempre los dirigió, desde la cárcel lo hicieron o algunos que
quedaron en libertad.
Si el Polo Democrático decidiera dejarlo a un lado en sus
aspiraciones al Congreso, ¿aceptaría un aval de otro movimiento, por ejemplo de
Convergencia Ciudadana?
No, yo estoy con el
Polo y si al integrar las listas de la Cámara excluye mi nombre por X o Y
razón, lo aceptaré estando de acuerdo o no según la razón, pero no me iré para
otra parte. Mi lugar está en el Polo y ahí voy a seguir.
¿Le entristece ver al ex senador de Convergencia, Luis
Alberto Gil Castillo, llamado a juicio por la Fiscalía en el caso de la llamada
‘Parapolítica’?
No me alegra la
desgracia de ninguna persona, pero sí creo que se está haciendo justicia.
¿Está preparado para un tercer periodo de Álvaro Uribe?
No creo que lo
haya. Veo muy enredado el referendo reeleccionista y abrigo la esperanza de que
haya la suficiente sensatez en el Congreso y en la Corte Constitucional o en
último caso en el país para rechazar ese esperpento antidemocrático.
¿El terreno está abonado para elegir un presidente de
izquierda como Carlos Gaviria?
Creo que sí porque
la izquierda nunca ha podido gobernar a Colombia. Contra la izquierda nos dicen
cualquier cantidad de cosas y que no somos capaces de nada, pero jamás nos han
dado la oportunidad de gobernar el país. Hemos gobernado alcaldías y se han
cometido errores, pero es que una cosa es la Alcaldía de Bogotá con toda la
importancia que tiene, y otra el Gobierno Nacional, así que Colombia debe estar
preparada para una nueva política, porque un gobierno del Polo significaría una
reconstrucción del país.
¿Tan crítica está la cosa en el Polo que son los hermanos
Samuel y Néstor Iván Moreno, y su madre María Eugenia Rojas, los que ponen y
disponen dentro de la colectividad?
Son parte del Polo
y tienen una importante presencia a través de su militancia de Anapo dentro del
Polo, pero es lo que muestra el espectro del Polo que es una coalición de
matices, no todos de izquierda y que se han vinculado en la idea de que es
posible caminar en dirección a unos cambios, y en ese sentido es importante que
estén ahí los Moreno Rojas y María Eugenia, que han ayudado a construir este
proyecto.
¿A qué ‘juegan’ los presidentes Hugo Chávez, Daniel
Ortega, Rafael Correa y Evo Morales? ¿Son el ‘eje del mal’?
Ellos representan
una tendencia que predomina hoy en América Latina con la excepción de Colombia.
Es una tendencia a los cambios, a avanzar por la vía de la democracia y de la
distancia de la férula de Washington. Es una tendencia que es muy respetable y
en esa onda es que se tiene que poner Colombia, no para imitar nada de Chávez
ni de Evo ni de Correa ni de nadie, pero sí ponerse en la dirección de los
cambios que hay en América Latina porque también está Lula en Brasil, Lugo en
Paraguay, Kichner en Argentina… en fin, cada quien tiene su proceso con sus
errores y aciertos pero son tendencias que predominan en el continente y en esa
dirección tiene que cabalgar Colombia.
¿En su retiro, ve a Uribe Vélez de alcalde en un pueblo
perdido de Antioquia? ¿Qué será de su futuro?
El presidente
Uribe, sin que haya ningún ánimo retaliatorio, tendrá algún que responder ante
la justicia colombiana o ante la justicia internacional por tanto daño que le
ha causado a este país. Lo peor que le ha pasado a Colombia en muchos años son
estos dos gobiernos del presidente Uribe Vélez.
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