miércoles, 26 de diciembre de 2012

General (r) Valencia Tovar: "Más dañino ha sido el paramilitarismo"


El ex comandante de la Quinta Brigada revisa la evolución del conflicto armado interno, analiza la situación de las Farc y el Eln -nacido en Santander-, habla de su amigo el cura Camilo Torres y advierte sobre el costo del posconflicto.

 
El hombre que durante 41 años mantuvo en secreto el lugar donde resposaban los restos del sacerdote guerrillero Camilo Torres Restrepo -Cementerio Central- y que le correspondió hacer frente al Ejército de Liberación Nacional (ELN) cuando este grupo irrumpió en la vida nacional, estuvo de nuevo en Bucaramanga, pero esta vez vestido de civil, del brazo de su esposa y con 90 años a sus espaldas.

El general en retiro Álvaro Valencia Tovar, quien durante cinco años se desempeñó como comandante de la Quinta Brigada del Ejército en Bucaramanga, fue el encargado de  informarle al país que entre los guerrilleros muertos aquel 15 de febrero de 1966 en Patio Cemento, San Vicente de Chucurí, se hallaba el sacerdote Torres Restrepo, su amigo.

A esta ciudad llegó como coronel, ascendió a brigadier general, luego dirigió la Escuela de Cadetes y llegó al Comando del Ejército, de donde salió señalado de “moverle el piso” al presidente Alfonso López. Cargo que desvirtúa y dice que su ambición más grande es que “Colombia me recuerde como un patriota, un demócrata, un hombre que fue leal a sus jefes y subalternos”. Esta es la visión de un soldado experimentado y polémico, que aún sigue dando de qué hablar con su columna en el diario El Tiempo.

¿Qué ha evolucionado de ese país convulsionado de los años 60 a la Colombia de hoy?

La convulsión es más fuerte hoy que en esa época. El Ejército era más pequeño porque los problemas que ofrecía la que todavía era subversión, eran inferiores en magnitud. Me tocó el nacimiento y progreso inicial del ELN, la muerte de Camilo Torres, mi antiguo amigo que se incorporó a esta guerrilla santandereana buscando un ideal revolucionario que no tenía sentido porque al fin de cuentas él no estaba hecho para la vida guerrillera, no se entrenó suficientemente desde octubre cuando se incorporó al ELN hasta febrero de 1966 cuando pereció en el primer combate que libró, porque la falta de entrenamiento no justificaba llevarlo al combate. Allí perdió la guerrilla una figura que hubiera podido ser muy atractiva para los descontentos del país, para las fuerzas subvertibles, y siguió siendo un movimiento guerrillero sin horizontes, que tuvo momentos de progreso.

Aquí en Santander en esos cinco años de mi mando logré erradicarlo por completo; tanto así que se pasó a Antioquia, donde faltó diligencia por parte de la Cuarta Brigada para rematar la obra cumplida en la Quinta. Allá el ELN se reconstituyó, vino la Operación Anorí, la salida de la Serranía de San Lucas cuando el presidente (Alfonso) López Michelsen les abrió el camino y la nueva historia del ELN que en este momento parece poder llegar a una conclusión de paz y comprensión de que el error que cometieron fue  grande y profundo: más de 30 años ensangrentando al país, sufriendo pérdidas irreparables. Recuerdo a los estudiantes de la UIS que se vincularon al ELN en aquella época. Todos terminaron tristemente o entendieron a tiempo el error y fueron protegidos por la Quinta Brigada contra sus antiguos conmilitones.

¿Habla de Ricardo Lara Parada, por ejemplo?

Claro, Lara Parada, Medina Morón, y otros muchachos brillantes como Julio Portocarrero, Sergio Parra, Pedro Claver Parra, el propio Jaime Arenas Reyes, que fue una figura brillantísima del estudiantado descontento y recuerdo la famosa marcha hasta Bogotá. Con él me tocó un consejo de guerra en el que le di todas las garantías para su defensa y salió absuelto. Luego cayó en desgracia con la guerrilla porque no era un guerrillero, sino un elemento valioso en las redes urbanas, pero Fabio Vásquez Castaño lo veía levantarse como un posible opositor, lo llamó al monte, lo condenó a muerte por haberse dormido de centinela y ahí terminó la vida de Jaime, que hubiera podido ser para el país una figura política muy importante, acogido ya a las reglas de la democracia.

¿En qué momento se desdibujaron esas ideas con las que nació la insurgencia?

Desde el primer momento comenzó a sufrir desfiguraciones. Nacieron como un movimiento idealista de la misma tendencia de Fidel Castro y el Che Guevara. Para ellos, sobre todo el Che, era una figura apoteósica, un sol alrededor del cual giraban ellos y esto se fue perdiendo por rivalidades internas. (Fabio) Vásquez era un egocéntrico megalómano, que se escapó a Cuba, con la razón perdida y allá lo conservan como un icono de las revoluciones americanas como lo fue el Che, pero que no tiene la significación que él tuvo. Sus hermanos Manuel y Antonio perecieron en la Operación Anorí.

¿Qué habría ocurrido en Colombia si Torres no muere en Patio Cemento?

Difícil saber cuál hubiera podido ser el desarrollo revolucionario. Camilo no estaba hecho para la vida del monte. Él fue siempre una persona de excelente nivel de vida ciudadana, con una gran acogida en la sociedad bogotana sobre todo, su padre era un médico notable que me salvó la vida cuando yo era niño. ¿Quién sabe si se hubiera adaptado a la vida del monte? ¿Si con ese sentido unipersonal que tenía Vásquez Castaño de la conducción de su fuerza revolucionaria hubiera terminado fusilado como tantos otros que fueron sus compañeros y estuvieron en La Habana con él recibiendo educación guerrillera y terrorista, entre ellos Lara Parada, Medina Morón y Javier Ayala, que fueron cayendo tristemente por el camino? No sabemos si a él le hubiera podido pasar lo mismo, o lo que le pasó a Jaime Arenas, porque estoy seguro que él se hubiera desilusionado rápidamente de ese ELN en el que militó sin saber suficientemente de qué se trataba.

¿Por qué germinó en Santander la semilla del ELN y no en otro departamento?

El ELN buscó ciertas condiciones sicológicas, políticas y de posición geográfica, todas favorables para una acción revolucionaria. En lo sicológico esta es la tierra de la Rebelión Comunera, por eso escogieron a Simacota como su primer objetivo porque todos recordamos que Mogotes, Simacota y Charalá fueron ejes de la Rebelión Comunera. Además la región del Opón era selvática e insalubre, no había una vía que permitiera una penetración militar en gran escala. Estaba el núcleo marxista infiltrado en los sindicatos de Fedepetrol y la USO; Barrancabermeja era un reverbero de insatisfacción fácil de subvertir; estaba la UIS que proporcionó la mayor cantidad de cuadros de los que tuvo inicialmente el ELN; y la frontera con Venezuela que facilitaba el intercambio de agentes secretos y subversivos infiltrados. Contó también que el país vivía una situación complicada en esos años turbulentos de los 60 y encontraba que Santander era uno de los puntos álgidos que no tenía guerrilla, pero siguió la teoría de Castro del foco insurgente. Toda la zona de San Vicente de Chucurí estaba marginada y allí la Violencia había tenido unas circunstancias durísimas con Rafael Rangel, que era la figura de la guerrilla liberal. El ELN pensó que todo eso serviría para que la teoría foquista de Fidel irradiara esas condiciones objetivas y se propagara la revolución.

¿Esa marginación es la que ha seguido abonando el conflicto armado interno?

Sin duda. Fijémonos que hoy, después de que la guerrilla llegó a tener presencia en la totalidad del territorio nacional, donde sobrevive es donde hay marginación, porque este factor le produce un elemento humano maleable, inducible a la línea feroz de la revolución, y encuentra muchachos desempleados, sin horizonte. En esas regiones marginadas no hay vías, ni puntos de apoyo de cualquier acción. Se choca con una población hostil al Estado, porque del Estado no ha recibido nada, y todos esos ingredientes permiten la permanencia del elemento guerrillero, que ya no tiene el carácter revolucionario, porque el narcotráfico lo pervirtió. El narcotráfico le da unos recursos colosales, con los cuales toda la clase dirigente de la guerrilla está satisfecha. El tráfico de estupefacientes es de ida y vuelta, porque se envía la droga y llegan armas, todo lo que necesitan para un movimiento que puede subsistir por años a la cubierta de la selva, a no ser que se realice la estrategia llamada ponerle fin al conflicto.

¿El ELN está fortalecido o moribundo?

Está languideciente, no sabemos hasta qué extremo, pero lo ocurrido en las conversaciones de La Habana es un signo elocuente de la situación interna del ELN, que no tiene unidad de mando. Su comandante militar, Gabino (Nicolás Rodríguez Bautista), es un guerrillero, pero no tiene la capacidad de divisar el panorama estratégico de una confrontación, donde ellos siguen a pesar de que llevan 40 años alzados en armas manteniendo la misma táctica de golpe y huye, y no han avanzado nada en la propagación de un fenómeno revolucionario. No tienen horizonte, entonces persistir en una lucha perdida, solamente les da dos posibilidades: terminar absorbidos o destruidos por la Farc y recordemos que en Arauca hay una guerra entre el ELN y las Farc por el dominio del petróleo y los cultivos que quién sabe cuál de los dos la gane. O acogerse a un proceso parecido al del M-19 e ingresar a la vida normal convertidos en un partido político de izquierda, utilizando todas las facilidades que les da la democracia como se las dio al M-19 en su momento.

¿La solución al conflicto colombiano es por la vía de la negociación o -si fuera posible-, aplastando con las armas a las Farc y al ELN?

No creo que haya una solución por la vía militar. Mientras la guerrilla pueda subsistir, recibiendo lo necesario para comprar armas y municiones, los escondrijos de la selva le darán un refugio bastante perdurable.

Pero fijémonos en el caso del Negro Acacio, uno de los guerrilleros más experimentado de la cúpula de las Farc, que fue localizado y destruido. Lo mismo puede ocurrir con los demás jefes, y desaparecidos los jefes, desaparece la tribu. Puede ser que llegue el momento en que algunas fuerzas se acojan al Gobierno si sigue la desintegración moral que están sufriendo las Farc, que es muy fuerte. Hay disidencias y ya apareció la noticia de los 12.000 millones de pesos robados por comandantes de frente, lo cual es el principio del fin, porque una entidad que nace dentro de un ideal revolucionario y pierde el norte, ya no tiene razón de ser y la cantidad de desertores que están sufriendo es muy grande. Eso implica la dificultad de reemplazarlos, porque en la medida en que tienen que retirarse de las regiones selváticas pierden la fuente de reclutamiento y se están llevando gente de las ciudades, que no es la solución porque el urbano lo único que busca es la primera oportunidad de salir corriendo y no va a ser buen guerrillero nunca. El buen guerrillero nace en el campo, que es donde tiene contacto con la naturaleza donde va a luchar y un muchacho de ciudad termina evadiéndose o muriendo.

¿Entonces estamos remotamente distantes de una Costa Rica donde no hay Ejército porque no se necesita?

Muy distantes. Primero porque todavía tenemos diferendos limítrofes, como las aspiraciones de Nicaragua que vienen de tiempo atrás y que han sido en etapas bastante agresivas, aunque Colombia siempre ha manejado el problema internacional dentro de las líneas del Derecho. Pero ajeno a eso pensemos que en este momento se hiciera la paz… el posconflicto va a tener problemas enormes. Cuando el Frente Nacional le puso fin a la lucha sectaria liberal-conservadora duramos cinco años acabando los focos de bandoleros que produjo la lucha y si no hubieran aparecido los movimientos ideológicos el país hubiera llegado a la paz, pero esos movimientos pudieron persistir en la lucha porque nunca se le dio al problema el tratamiento adecuado. Hoy se le está dando, pero ya con 50 y tantos años de violencia feroz, de enemistades, de atrocidades ejecutadas a nombre de una revolución que no tiene sentido o de una contrarrevolución que lo tiene pero que no puede perderlo dejándose arrastrar a las mismas costumbres dañinas.

La curación, si la otra tomó cinco años, imagínense 42 años después en una permanente corrupción de la lucha, el deterioro moral, pérdida de valores, desastre ético en todos los estamentos desde los más altos hasta los estratos más pobres. Eso tomará mucho y será un periodo de desórdenes, en el que la criminalidad común será rampante, donde grupos armados que no se acogieron siguen medrando el poder ejercido brutalmente y viviendo de la violencia misma. Eso necesita el esfuerzo militar, que debe ser la columna vertebral de la acción integral del Estado y la sociedad entera que debe participar en la regeneración de nuestra propia patria, o esto nunca encontrará la verdadera paz y concordia que buscamos.

¿Qué fue peor: la enfermedad de la guerrilla o el remedio de los narcoparamilitares con la complacencia de sectores oficiales y privados?

Ambas son peores según las regiones donde operen, pero más dañino en el orden social ha sido el mal llamado paramilitarismo, porque ha logrado introducirse a la sombra de esa autodefensa dentro de los estamentos del Gobierno y hasta miembros de la Fuerza Pública se han dejado llevar al dinero fácil y corromper, o considerando que las autodefensas eran una especie de aliado circunstancial, las toleraron o las usaron en algunos casos donde la insuficiencia de medios era notable y las autodefensas proporcionaban un medio auxiliar de lucha.

En la Segunda Guerra Mundial dijeron los aliados: ‘si Satanás nos ofrece su alianza, se la aceptamos’. Y si eso era allá entre países que se supone civilizados, pues aquí muchos piensan lo mismo: ‘las autodefensas son una desgracia para el país, pero están atacando el mismo enemigo nuestro’. Entonces no las persiguieron con el acento que perseguían a las Farc porque no eran su enemigo. Las autodefensas nunca atacaban al Ejército, entonces éste se sentía blindado por ese lado y se despreocupó, con lo cual facilitó el crecimiento de las autodefensas, mientras ellos se ocupaban de las Farc que eran su verdadero enemigo.

Un error de concepción, porque tan perjudiciales y dañinos eran los unos como los otros, pero el país sólo se dio cuenta de la magnitud del problema paramilitar y de la parapolítica cuando comenzó una desmovilización intempestiva para la cual nadie estaba preparado. Se le daba como máximo de poder de combate a las autodefensas 18.000 hombres y terminamos en 40.000; que descontándole los colados y quienes utilizaron el desorden para hacerse perdonar otra clase de delitos, que pueden ser 5.000, de todas maneras las autodefensas eran una cosa enorme que nadie se había detenido a medir porque no era el enemigo, y éste era un enemigo larvado, agazapado debajo de la democracia, que la estaba corroyendo. De eso no nos advertimos sino hasta que estalló el verdadero problema.

¿A ese Valencia Tovar en camuflado y con el fusil al hombro le sucedieron unos generales interesados en acabar con la guerrilla o ese empeño se fue desdibujando?

La voluntad de lucha ha persistido y llegó a un punto de sublimación con los generales Tapias y Mora, que hicieron la reforma que necesitaba el Ejército ante la igualación de capacidad de lucha con las Farc, que se habían armado poderosamente y que habían adquirido superioridad táctica en el objetivo que quisieran. Porque ellos señalaban el pueblo A, allí hacían converger 500 guerrilleros, se aproximaban de noche y descargaban un golpe sobre 20 soldados o 15 policías. Eso había necesidad de cambiarlo con la fortuna de que cuando estuvo el Ejército en el momento ideal de preparación llegó el presidente (Álvaro) Uribe Vélez con su política de Seguridad Democrática, que fue la integración de la estrategia y la política que no habíamos logrado nunca atrás, porque los Gobiernos se desentendían del problema guerrillero y mandaban al Ejército a solucionarlo como si el problema guerrillero fuera el problema revolucionario. La guerrilla era lo aparente; la revolución era lo que estaba penetrando por la política, por la lucha jurídica y elementos no cuantificables de orden militar.

Tal vez yo no fui de mayor voluntad que mis compañeros de la época o quienes me sucedieron, pero sí di con la forma de derrotar la guerrilla: unificar todos los esfuerzos, recurrir a que la autoridad civil me apoyara en las acciones cívicas, lograr los fondos para abrir una carretera, para erradicar unos tugurios, para aliviar las circunstancias de los pueblos abandonados, hacer un puesto de salud, vacunar. Eso fue lo que me ganó la voluntad del pueblo santandereano y ganada la voluntad llegó la información.

Teniendo uno a la población de su parte la guerrilla está derrotada. Es el pez y el agua de los que hablaba Mao Tse Tung: la guerrilla es el pez, la población civil es el agua y se le quitamos el agua el pez se muere, y aquí se fue muriendo. Naturalmente hubo combates, porque el eje de la acción es militar, pero si no va acompañada de las acciones no militares necesarias para que el pueblo crea en su Gobierno, en el Estado y en la democracia, no estamos logrando nada. Es aplicar el remedio superficial en la piel a un mal que viene de adentro del organismo, entonces se alivia la urticaria, pero no se cura la razón de tenerla.

Las Farc insisten en que su objetivo es la toma del poder. ¿Es posible que se llegue a un ‘empate técnico’ como el que se dio en El Salvador?

No, la guerrilla perdió la guerra en el nivel estratégico. Después de que una guerrilla como fuerza revolucionaria llega a la cumbre y no puede seguir, empieza el declive, y éste ha sido notorio. Las Farc lo ocultan, pero lo que ellos perdieron cuando la Fuerza de Tarea Omega les arrebató las bases que tenían en el Caguán, hospitales y bodegas cargados de todo lo imaginable para meses de subsistencia, además de comunicaciones, explosivos y municiones, las Farc volvieron como lo reconoce Tirofijo, a las fases primarias de la lucha y de ahí no va a salir ya más. Su hora les pasó y ya no pueden recuperar ninguna capacidad de desestabilización que les permitiera llegar al poder. Eso ya es un objetivo imposible. De manera que persistir en la lucha es como aferrarse tercamente a un futuro sin objetivos. Si la guerrilla no recupera capacidad estratégica, no tiene posibilidad ninguna de equiparar las fuerzas del Estado.

 


El general (r) Álvaro Valencia Tovar repasa el país de los años 60 que le correspondió vivir como comandante de la Quinta Brigada del Ejército y la Colombia de hoy envuelta en el escándalo de la llamada “parapolítica”. Entrevista realizada en octubre de 2007.

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