El ex
comandante de la Quinta Brigada revisa la evolución del conflicto armado
interno, analiza la situación de las Farc y el Eln -nacido en Santander-, habla
de su amigo el cura Camilo Torres y advierte sobre el costo del posconflicto.
El hombre que
durante 41 años mantuvo en secreto el lugar donde resposaban los restos del
sacerdote guerrillero Camilo Torres Restrepo -Cementerio Central- y que le
correspondió hacer frente al Ejército de Liberación Nacional (ELN) cuando este
grupo irrumpió en la vida nacional, estuvo de nuevo en Bucaramanga, pero esta
vez vestido de civil, del brazo de su esposa y con 90 años a sus espaldas.
El general en
retiro Álvaro Valencia Tovar, quien durante cinco años se desempeñó como comandante
de la Quinta Brigada del Ejército en Bucaramanga, fue el encargado de informarle al país que entre los guerrilleros muertos
aquel 15 de febrero de 1966 en Patio Cemento, San Vicente de Chucurí, se hallaba
el sacerdote Torres Restrepo, su amigo.
A esta ciudad
llegó como coronel, ascendió a brigadier general, luego dirigió la Escuela de
Cadetes y llegó al Comando del Ejército, de donde salió señalado de “moverle el
piso” al presidente Alfonso López. Cargo que desvirtúa y dice que su ambición
más grande es que “Colombia me recuerde como un patriota, un demócrata, un
hombre que fue leal a sus jefes y subalternos”. Esta es la visión de un soldado
experimentado y polémico, que aún sigue dando de qué hablar con su columna en
el diario El Tiempo.
¿Qué ha evolucionado de ese país convulsionado de los
años 60 a la Colombia de hoy?
La convulsión es
más fuerte hoy que en esa época. El Ejército era más pequeño porque los problemas
que ofrecía la que todavía era subversión, eran inferiores en magnitud. Me tocó
el nacimiento y progreso inicial del ELN, la muerte de Camilo Torres, mi
antiguo amigo que se incorporó a esta guerrilla santandereana buscando un ideal
revolucionario que no tenía sentido porque al fin de cuentas él no estaba hecho
para la vida guerrillera, no se entrenó suficientemente desde octubre cuando se
incorporó al ELN hasta febrero de 1966 cuando pereció en el primer combate que
libró, porque la falta de entrenamiento no justificaba llevarlo al combate.
Allí perdió la guerrilla una figura que hubiera podido ser muy atractiva para
los descontentos del país, para las fuerzas subvertibles, y siguió siendo un
movimiento guerrillero sin horizontes, que tuvo momentos de progreso.
Aquí en
Santander en esos cinco años de mi mando logré erradicarlo por completo; tanto
así que se pasó a Antioquia, donde faltó diligencia por parte de la Cuarta
Brigada para rematar la obra cumplida en la Quinta. Allá el ELN se
reconstituyó, vino la Operación Anorí, la salida de la Serranía de San Lucas
cuando el presidente (Alfonso) López Michelsen les abrió el camino y la nueva
historia del ELN que en este momento parece poder llegar a una conclusión de
paz y comprensión de que el error que cometieron fue grande y profundo: más de 30 años
ensangrentando al país, sufriendo pérdidas irreparables. Recuerdo a los
estudiantes de la UIS que se vincularon al ELN en aquella época. Todos
terminaron tristemente o entendieron a tiempo el error y fueron protegidos por
la Quinta Brigada contra sus antiguos conmilitones.
¿Habla de Ricardo Lara Parada, por ejemplo?
Claro, Lara
Parada, Medina Morón, y otros muchachos brillantes como Julio Portocarrero,
Sergio Parra, Pedro Claver Parra, el propio Jaime Arenas Reyes, que fue una figura
brillantísima del estudiantado descontento y recuerdo la famosa marcha hasta
Bogotá. Con él me tocó un consejo de guerra en el que le di todas las garantías
para su defensa y salió absuelto. Luego cayó en desgracia con la guerrilla porque
no era un guerrillero, sino un elemento valioso en las redes urbanas, pero
Fabio Vásquez Castaño lo veía levantarse como un posible opositor, lo llamó al
monte, lo condenó a muerte por haberse dormido de centinela y ahí terminó la
vida de Jaime, que hubiera podido ser para el país una figura política muy
importante, acogido ya a las reglas de la democracia.
¿En qué momento se desdibujaron esas ideas con las que
nació la insurgencia?
Desde el primer
momento comenzó a sufrir desfiguraciones. Nacieron como un movimiento idealista
de la misma tendencia de Fidel Castro y el Che
Guevara. Para ellos, sobre todo el Che,
era una figura apoteósica, un sol alrededor del cual giraban ellos y esto se
fue perdiendo por rivalidades internas. (Fabio) Vásquez era un egocéntrico
megalómano, que se escapó a Cuba, con la razón perdida y allá lo conservan como
un icono de las revoluciones americanas como lo fue el Che, pero que no tiene la significación que él tuvo. Sus hermanos
Manuel y Antonio perecieron en la Operación Anorí.
¿Qué habría ocurrido en Colombia si Torres no muere en
Patio Cemento?
Difícil saber
cuál hubiera podido ser el desarrollo revolucionario. Camilo no estaba hecho
para la vida del monte. Él fue siempre una persona de excelente nivel de vida
ciudadana, con una gran acogida en la sociedad bogotana sobre todo, su padre
era un médico notable que me salvó la vida cuando yo era niño. ¿Quién sabe si
se hubiera adaptado a la vida del monte? ¿Si con ese sentido unipersonal que
tenía Vásquez Castaño de la conducción de su fuerza revolucionaria hubiera
terminado fusilado como tantos otros que fueron sus compañeros y estuvieron en
La Habana con él recibiendo educación guerrillera y terrorista, entre ellos
Lara Parada, Medina Morón y Javier Ayala, que fueron cayendo tristemente por el
camino? No sabemos si a él le hubiera podido pasar lo mismo, o lo que le pasó a
Jaime Arenas, porque estoy seguro que él se hubiera desilusionado rápidamente
de ese ELN en el que militó sin saber suficientemente de qué se trataba.
¿Por qué germinó en Santander la semilla del ELN y no
en otro departamento?
El ELN buscó
ciertas condiciones sicológicas, políticas y de posición geográfica, todas
favorables para una acción revolucionaria. En lo sicológico esta es la tierra
de la Rebelión Comunera, por eso escogieron a Simacota como su primer objetivo
porque todos recordamos que Mogotes, Simacota y Charalá fueron ejes de la
Rebelión Comunera. Además la región del Opón era selvática e insalubre, no
había una vía que permitiera una penetración militar en gran escala. Estaba el
núcleo marxista infiltrado en los sindicatos de Fedepetrol y la USO;
Barrancabermeja era un reverbero de insatisfacción fácil de subvertir; estaba
la UIS que proporcionó la mayor cantidad de cuadros de los que tuvo inicialmente
el ELN; y la frontera con Venezuela que facilitaba el intercambio de agentes
secretos y subversivos infiltrados. Contó también que el país vivía una
situación complicada en esos años turbulentos de los 60 y encontraba que
Santander era uno de los puntos álgidos que no tenía guerrilla, pero siguió la
teoría de Castro del foco insurgente. Toda la zona de San Vicente de Chucurí
estaba marginada y allí la Violencia había tenido unas circunstancias durísimas
con Rafael Rangel, que era la figura de la guerrilla liberal. El ELN pensó que
todo eso serviría para que la teoría foquista de Fidel irradiara esas
condiciones objetivas y se propagara la revolución.
¿Esa marginación es la que ha seguido abonando el
conflicto armado interno?
Sin duda.
Fijémonos que hoy, después de que la guerrilla llegó a tener presencia en la
totalidad del territorio nacional, donde sobrevive es donde hay marginación,
porque este factor le produce un elemento humano maleable, inducible a la línea
feroz de la revolución, y encuentra muchachos desempleados, sin horizonte. En
esas regiones marginadas no hay vías, ni puntos de apoyo de cualquier acción.
Se choca con una población hostil al Estado, porque del Estado no ha recibido
nada, y todos esos ingredientes permiten la permanencia del elemento
guerrillero, que ya no tiene el carácter revolucionario, porque el narcotráfico
lo pervirtió. El narcotráfico le da unos recursos colosales, con los cuales
toda la clase dirigente de la guerrilla está satisfecha. El tráfico de
estupefacientes es de ida y vuelta, porque se envía la droga y llegan armas,
todo lo que necesitan para un movimiento que puede subsistir por años a la
cubierta de la selva, a no ser que se realice la estrategia llamada ponerle fin
al conflicto.
¿El ELN está fortalecido o moribundo?
Está
languideciente, no sabemos hasta qué extremo, pero lo ocurrido en las
conversaciones de La Habana es un signo elocuente de la situación interna del
ELN, que no tiene unidad de mando. Su comandante militar, Gabino (Nicolás Rodríguez Bautista), es un guerrillero, pero no
tiene la capacidad de divisar el panorama estratégico de una confrontación,
donde ellos siguen a pesar de que llevan 40 años alzados en armas manteniendo
la misma táctica de golpe y huye, y no han avanzado nada en la propagación de
un fenómeno revolucionario. No tienen horizonte, entonces persistir en una
lucha perdida, solamente les da dos posibilidades: terminar absorbidos o
destruidos por la Farc y recordemos que en Arauca hay una guerra entre el ELN y
las Farc por el dominio del petróleo y los cultivos que quién sabe cuál de los
dos la gane. O acogerse a un proceso parecido al del M-19 e ingresar a la vida
normal convertidos en un partido político de izquierda, utilizando todas las
facilidades que les da la democracia como se las dio al M-19 en su momento.
¿La solución al conflicto colombiano es por la vía de
la negociación o -si fuera posible-, aplastando con las armas a las Farc y al
ELN?
No creo que haya
una solución por la vía militar. Mientras la guerrilla pueda subsistir, recibiendo
lo necesario para comprar armas y municiones, los escondrijos de la selva le
darán un refugio bastante perdurable.
Pero fijémonos
en el caso del Negro Acacio, uno de
los guerrilleros más experimentado de la cúpula de las Farc, que fue localizado
y destruido. Lo mismo puede ocurrir con los demás jefes, y desaparecidos los
jefes, desaparece la tribu. Puede ser que llegue el momento en que algunas
fuerzas se acojan al Gobierno si sigue la desintegración moral que están
sufriendo las Farc, que es muy fuerte. Hay disidencias y ya apareció la noticia
de los 12.000 millones de pesos robados por comandantes de frente, lo cual es
el principio del fin, porque una entidad que nace dentro de un ideal
revolucionario y pierde el norte, ya no tiene razón de ser y la cantidad de
desertores que están sufriendo es muy grande. Eso implica la dificultad de
reemplazarlos, porque en la medida en que tienen que retirarse de las regiones
selváticas pierden la fuente de reclutamiento y se están llevando gente de las
ciudades, que no es la solución porque el urbano lo único que busca es la
primera oportunidad de salir corriendo y no va a ser buen guerrillero nunca. El
buen guerrillero nace en el campo, que es donde tiene contacto con la
naturaleza donde va a luchar y un muchacho de ciudad termina evadiéndose o
muriendo.
¿Entonces estamos remotamente distantes de una Costa
Rica donde no hay Ejército porque no se necesita?
Muy distantes.
Primero porque todavía tenemos diferendos limítrofes, como las aspiraciones de
Nicaragua que vienen de tiempo atrás y que han sido en etapas bastante
agresivas, aunque Colombia siempre ha manejado el problema internacional dentro
de las líneas del Derecho. Pero ajeno a eso pensemos que en este momento se
hiciera la paz… el posconflicto va a tener problemas enormes. Cuando el Frente
Nacional le puso fin a la lucha sectaria liberal-conservadora duramos cinco
años acabando los focos de bandoleros que produjo la lucha y si no hubieran
aparecido los movimientos ideológicos el país hubiera llegado a la paz, pero
esos movimientos pudieron persistir en la lucha porque nunca se le dio al
problema el tratamiento adecuado. Hoy se le está dando, pero ya con 50 y tantos
años de violencia feroz, de enemistades, de atrocidades ejecutadas a nombre de
una revolución que no tiene sentido o de una contrarrevolución que lo tiene
pero que no puede perderlo dejándose arrastrar a las mismas costumbres dañinas.
La curación, si
la otra tomó cinco años, imagínense 42 años después en una permanente
corrupción de la lucha, el deterioro moral, pérdida de valores, desastre ético
en todos los estamentos desde los más altos hasta los estratos más pobres. Eso
tomará mucho y será un periodo de desórdenes, en el que la criminalidad común
será rampante, donde grupos armados que no se acogieron siguen medrando el
poder ejercido brutalmente y viviendo de la violencia misma. Eso necesita el
esfuerzo militar, que debe ser la columna vertebral de la acción integral del
Estado y la sociedad entera que debe participar en la regeneración de nuestra
propia patria, o esto nunca encontrará la verdadera paz y concordia que
buscamos.
¿Qué fue peor: la enfermedad de la guerrilla o el
remedio de los narcoparamilitares con la complacencia de sectores oficiales y
privados?
Ambas son peores
según las regiones donde operen, pero más dañino en el orden social ha sido el
mal llamado paramilitarismo, porque ha logrado introducirse a la sombra de esa
autodefensa dentro de los estamentos del Gobierno y hasta miembros de la Fuerza
Pública se han dejado llevar al dinero fácil y corromper, o considerando que
las autodefensas eran una especie de aliado circunstancial, las toleraron o las
usaron en algunos casos donde la insuficiencia de medios era notable y las
autodefensas proporcionaban un medio auxiliar de lucha.
En la Segunda
Guerra Mundial dijeron los aliados: ‘si Satanás nos ofrece su alianza, se la
aceptamos’. Y si eso era allá entre países que se supone civilizados, pues aquí
muchos piensan lo mismo: ‘las autodefensas son una desgracia para el país, pero
están atacando el mismo enemigo nuestro’. Entonces no las persiguieron con el
acento que perseguían a las Farc porque no eran su enemigo. Las autodefensas
nunca atacaban al Ejército, entonces éste se sentía blindado por ese lado y se
despreocupó, con lo cual facilitó el crecimiento de las autodefensas, mientras
ellos se ocupaban de las Farc que eran su verdadero enemigo.
Un error de
concepción, porque tan perjudiciales y dañinos eran los unos como los otros,
pero el país sólo se dio cuenta de la magnitud del problema paramilitar y de la
parapolítica cuando comenzó una desmovilización intempestiva para la cual nadie
estaba preparado. Se le daba como máximo de poder de combate a las autodefensas
18.000 hombres y terminamos en 40.000; que descontándole los colados y quienes
utilizaron el desorden para hacerse perdonar otra clase de delitos, que pueden
ser 5.000, de todas maneras las autodefensas eran una cosa enorme que nadie se
había detenido a medir porque no era el enemigo, y éste era un enemigo larvado,
agazapado debajo de la democracia, que la estaba corroyendo. De eso no nos
advertimos sino hasta que estalló el verdadero problema.
¿A ese Valencia Tovar en camuflado y con el fusil al
hombro le sucedieron unos generales interesados en acabar con la guerrilla o ese
empeño se fue desdibujando?
La voluntad de
lucha ha persistido y llegó a un punto de sublimación con los generales Tapias
y Mora, que hicieron la reforma que necesitaba el Ejército ante la igualación
de capacidad de lucha con las Farc, que se habían armado poderosamente y que
habían adquirido superioridad táctica en el objetivo que quisieran. Porque
ellos señalaban el pueblo A, allí hacían converger 500 guerrilleros, se
aproximaban de noche y descargaban un golpe sobre 20 soldados o 15 policías.
Eso había necesidad de cambiarlo con la fortuna de que cuando estuvo el
Ejército en el momento ideal de preparación llegó el presidente (Álvaro) Uribe
Vélez con su política de Seguridad Democrática, que fue la integración de la
estrategia y la política que no habíamos logrado nunca atrás, porque los
Gobiernos se desentendían del problema guerrillero y mandaban al Ejército a
solucionarlo como si el problema guerrillero fuera el problema revolucionario.
La guerrilla era lo aparente; la revolución era lo que estaba penetrando por la
política, por la lucha jurídica y elementos no cuantificables de orden militar.
Tal vez yo no
fui de mayor voluntad que mis compañeros de la época o quienes me sucedieron,
pero sí di con la forma de derrotar la guerrilla: unificar todos los esfuerzos,
recurrir a que la autoridad civil me apoyara en las acciones cívicas, lograr los
fondos para abrir una carretera, para erradicar unos tugurios, para aliviar las
circunstancias de los pueblos abandonados, hacer un puesto de salud, vacunar.
Eso fue lo que me ganó la voluntad del pueblo santandereano y ganada la
voluntad llegó la información.
Teniendo uno a
la población de su parte la guerrilla está derrotada. Es el pez y el agua de
los que hablaba Mao Tse Tung: la guerrilla es el pez, la población civil es el
agua y se le quitamos el agua el pez se muere, y aquí se fue muriendo.
Naturalmente hubo combates, porque el eje de la acción es militar, pero si no
va acompañada de las acciones no militares necesarias para que el pueblo crea
en su Gobierno, en el Estado y en la democracia, no estamos logrando nada. Es
aplicar el remedio superficial en la piel a un mal que viene de adentro del
organismo, entonces se alivia la urticaria, pero no se cura la razón de
tenerla.
Las Farc insisten en que su objetivo es la toma del
poder. ¿Es posible que se llegue a un ‘empate técnico’ como el que se dio en El
Salvador?
No, la guerrilla
perdió la guerra en el nivel estratégico. Después de que una guerrilla como
fuerza revolucionaria llega a la cumbre y no puede seguir, empieza el declive,
y éste ha sido notorio. Las Farc lo ocultan, pero lo que ellos perdieron cuando
la Fuerza de Tarea Omega les arrebató las bases que tenían en el Caguán,
hospitales y bodegas cargados de todo lo imaginable para meses de subsistencia,
además de comunicaciones, explosivos y municiones, las Farc volvieron como lo
reconoce Tirofijo, a las fases
primarias de la lucha y de ahí no va a salir ya más. Su hora les pasó y ya no
pueden recuperar ninguna capacidad de desestabilización que les permitiera llegar
al poder. Eso ya es un objetivo imposible. De manera que persistir en la lucha
es como aferrarse tercamente a un futuro sin objetivos. Si la guerrilla no
recupera capacidad estratégica, no tiene posibilidad ninguna de equiparar las
fuerzas del Estado.
El general (r)
Álvaro Valencia Tovar repasa el país de los años 60 que le correspondió vivir
como comandante de la Quinta Brigada del Ejército y la Colombia de hoy envuelta
en el escándalo de la llamada “parapolítica”. Entrevista realizada en octubre de 2007.
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