Entrevista
a Fidel Cano Correa, director del periódico más antiguo de Colombia, quien
afirma que el inconformismo es un elemento que debe tener presente cada
periodista, así como dudar de todo. Defiende la libertad de prensa como el que
más y dice (agosto de 2008) que no le suena un tercer periodo de Álvaro Uribe.
“La historia de El Espectador parece una larga y heroica
carrera de relevos”, dice el prólogo de la edición especial que circuló en 2007
con motivo de los 120 años del decano de los periódicos en Colombia.
Una maratón con
obstáculos, diría yo, porque en esta larga prueba El Espectador ha tenido que sobrevivir, entre otros males, al veto
de la Iglesia que consideraba un pecado leerlo a comienzos del siglo XX; a la
censura que le impuso el dictador Gustavo Rojas Pinilla, y a la asfixia
económica que le tendió el banquero Jaime Michelsen Uribe -el de los
autopréstamos en el Grupo Grancolombiano-.
Luego, en 1986,
el asesinato de su director, don Guillermo Cano Isaza, a manos de unos sicarios
contratados por el criminal Pablo
Escobar Gaviria; después, en 1989, el atentado dinamitero que destruyó su sede
en la Avenida 68; más tarde la falta de capital para emprender costosas
inversiones que sí pudo hacer su competencia, y todo esto en medio de la
incomprensión y la falta de solidaridad de muchos colombianos que se
fastidiaban con que El Espectador
llamara las cosas por su nombre y en esa batalla se quedara prácticamente sólo,
mientras la corrupción, el clientelismo, el crimen y el narcotráfico permeaban
a vastos sectores de la sociedad y el poder público, comprando conciencias a
granel.
En la Feria del
Libro de la UNAB, Ulibro 2008, estuvo como invitado especial Fidel Cano Correa,
director de este Espectador remozado
que hace cuatro meses volvió a ser diario, enviando el mensaje que los 44
millones de colombianos no se pueden conformar con quedar a expensas de una
sola voz, la de El Tiempo.
Mientras vivió y
se formó en Estados Unidos, por allá a comienzos de la década de los 90, tuve
la fortuna de editar sus informes que como corresponsal enviaba desde Washington,
y hoy me da la enorme satisfacción de hacerle esta entrevista en la que sin
perder esa timidez que caracteriza a la familia Cano, habla de la evolución del
periódico, enfatiza en sus características, les responde a sus críticos, da
lecciones de entereza y hasta habla del presidente Álvaro Uribe Vélez.
¿Reinará la impunidad en torno al crimen de Don
Guillermo Cano?
Sí creo, porque
esa investigación nunca se siguió por donde debía seguirse. A finales del año
pasado no más, que volvimos a revolver los papeles de ese proceso, vimos que
había unas líneas muy claras de donde halar y que jamás se quisieron halar.
Ahora anuncian que posiblemente van a reabrir el proceso pero no tengo muchas
esperanzas de que haya el deseo de halar esos hilos que (el abogado) Héctor
Giraldo /también asesinado por el cartel de Medellín) había señalado muy
claramente hacia dónde debía ir esa investigación.
¿Qué lo llevó a tomar las riendas de El Espectador y seguir respondiendo con
altura al compromiso que ello implica?
Regresé a El Espectador después de que se dio la
venta de la familia Cano al Grupo Santodomingo, y tras haber trabajado en El Tiempo como editor político. Luego se
presentó la oportunidad de volver y no lo dudé un segundo porque allí es donde
nací y es el sitio donde está el periodismo que me gusta y el que quiero hacer.
Hasta que se dio la ocasión de ser director, que era un sueño incumplido, y
había que asumirlo, aunque las circunstancias no fueran las mejores en ese
momento.
¿Qué significa El
Espectador para este país?
Es una voz muy
necesaria para esta sociedad y para esta democracia. El Espectador es la voz realmente independiente, que no está
apegada a los grandes poderes, que tiene el atrevimiento de desafiar a quien
haya que desafiar en busca de la verdad.
No digo que El Espectador tenga la verdad, pero al
menos es un periodismo transparente, sin dobles intenciones, que se equivoca
muchas veces pero que jamás lo hace de mala fe.
En 1995 Le Monde,
de Francia, incluyó a El Espectador
en la selección de los diez mejores periódicos del mundo, ¿qué tuvo en cuenta?
La historia, porque El
Espectador sin su historia no sería nada, y en ese momento estaba toda la
batalla valiente que dio El Espectador
por la decencia de este país, en contra de todos los obstáculos posibles,
incluida la muerte. Creo que eso lo tuvo en cuenta Le Monde para designarlo como uno de los mejores periódicos del
mundo.
¿Qué siente usted cuando pasa por la Avenida 68 #23-71
y en lugar de El Espectador ve una
concesionaria de carros?
Se me revuelven
los recuerdos, pero prefiero ver el concesionario que el edificio derruido, que
duró tanto tiempo abandonado. Prefiero ver que eso quedó atrás y que El Espectador sigue firme, que está en
un momento inigualable y saber que toda esa historia que pasó por ese edificio
y por las anteriores sedes, es lo que lo mantiene hoy en una buena posición.
¿Por la redacción de El Espectador todavía ronda el fantasma del nobel Gabriel García
Márquez, así éste no se acuerde mucho del periódico que lo vio nacer como
periodista?
Por supuesto que
esa es una imagen muy fuerte y en la redacción es inevitable. Para cualquier
joven periodista la imagen del Gabo
reportero tiene una influencia, a veces nociva porque muchos quieren ser García
Márquez y se olvidan del reporterismo puro, que es la esencia del periodismo.
Pero claro, en El Espectador, en
cualquier momento un periodista que esté en la redacción siente que ahí estuvo Gabo haciendo periodismo.
Aparte de la sobriedad, honestidad, decencia,
curiosidad, coraje y equilibrio, ¿cuáles son los valores y fundamentos que debe
tener alguien que se precie de ser periodista?
El inconformismo.
Usted sabe más que yo que un periodista tiene que dudar siempre de todo y es de
lo más difícil para un periodista. Primero, no sentirse satisfecho con que en
el momento en que se sienta a escribir ya tiene toda la información. El
reconocimiento de un periodista de que le falta información es la esencia de un
buen periodista. Eso le permite no entregarse a la fuente, tomar la distancia
suficiente de quien le entrega la información porque todo el que a uno le
entrega información tiene un interés.
¿El Espectador
es tan amplio y liberal de ideas que hasta un recalcitrante uribista como
Ernesto Yamhure tiene cabida en sus páginas editoriales?
Por supuesto. Yo
lo invité a escribir, y hace parte de la esencia de El Espectador que exista todo tipo de voces y todo tipo de formas
de mirar la realidad.
¿En esa línea recibiría usted en El Espectador a Fernando Londoño Hoyos, el ex ministro que se
enriqueció con las acciones de Invercolsa?
Ahí lo que pasa
es que hay un tema legal. Gente que ha tenido problemas con la justicia y que
no haya gran claridad en sus actuaciones públicas no me gustaría invitarlos,
pero por su ideología no sería la razón para no recibirlo.
¿Lo han presionado para que saque a Alfredo Molano, Felipe
Zuleta Lleras o Ramiro Bejarano, opositores al régimen?
Sí, presiones ha
habido muchas.
¿Y usted qué respuesta les ha dado?
Pues yo defiendo
la independencia de El Espectador,
porque es la esencia de nuestro periódico que existan todo tipo de voces. La
libertad de prensa hay que protegerla así uno no esté de acuerdo con lo que
diga uno u otro columnista, incluso con la forma en que lo dicen. Hay que
proteger la libertad de prensa por encima de todo.
¿Álvaro Uribe Vélez es lo mejor que le ha podido
suceder a Colombia y el dilema es reelección o hecatombe?
El presidente
Uribe ha tenido grandes éxitos. Sin duda el país está mejor hoy que hace seis
años, pero El Espectador no ha creído
en reelecciones, ni siquiera en la primera. Para todos ha sido evidente cómo se
desarregla el acuerdo institucional que tenemos para que funcione este país,
cuando se perpetúa la gente en el poder, cuando se rompen los balances que
deben existir en toda democracia.
De manera que no
estuvimos de acuerdo con la primera reelección y por supuesto que con una
segunda tampoco, por muy buena que haya salido el presidente.
En la operación “Jaque”, además del emblema de la Cruz
Roja, los militares usaron los logos de Telesur y Ecuavisa. ¿Este es un incidente
sin importancia que no puede opacar la liberación de 15 secuestrados?
Yo sí le doy
mucha importancia y lo dijimos en un editorial desde el momento en que CNN reveló que se habían usado los
emblemas de la Cruz Roja, y también frente a los medios. Esos emblemas no son
simplemente un juguete, sino que tienen una significación y nos protegen a los
periodistas para poder ir a hacer nuestro trabajo en medio del conflicto
armado. Así que si se empieza a manipular al periodismo para obtener unos
resultados muy humanitarios y fabulosos, porque todos estamos dichosos con la
operación “Jaque”, en el largo plazo hay que pensar lo que significa utilizar
estos símbolos que son neutros y no tienen por qué estar metidos dentro del
conflicto para obtener unos éxitos militares.
Los magistrados de la Corte Suprema de Justicia están
atemorizados por tanta amenaza de los criminales y tanta presión del Gobierno
Nacional. ¿Resistirá la Justicia los embates del presidente Uribe Vélez?
Ojalá, pero ahí
hay de todo. También hemos visto que la justicia a veces trata de ofrecerle
resultados a la opinión pública, no siempre en busca de la justicia sino
también del protagonismo. Por ahí debe empezar la justicia, por realmente saber
que su objetivo es ofrecer justicia plena, con garantías para todos aquellos
que esté investigando, y esa es la manera en la que podemos todos los
colombianos proteger y rodear a nuestro Poder Judicial frente a los intentos de
desprestigio de mucha gente, incluido el Gobierno Nacional.
¿Sus vecinos, los Santos, con la reaparición diaria de
El Espectador pueden segur
sintiéndose tranquilos o debe preocuparse?
Las muestras que
han dado con la reaparición de El
Espectador son de terror, utilizando mañas muy poco amigables, porque en
sus editoriales nos dan la bienvenida pero después en su Teléfono Rosa tratan
de desmeritar todo lo que hemos hecho, además inventándose cifras.
Parece que están
muy asustados, y no creo que debieran estarlo tanto porque El Espectador es otra cosa, no es El Tiempo. Es un periódico que no está entrando a competirle
directamente a El Tiempo, sino a su
público que es muy diferente al de ellos. De manera que no sé por qué están tan
asustados, tal vez por los excelentes resultados que hemos tenido en estos tres
meses.
¿Por qué algunos Santos no le apuestan a una larga
vida de El Espectador, si en los
cocteles dicen que son tan amigos?
No lo sé.
¿Cambiaría la dirección de El Espectador por la de Radio Casa de Nariño?
(Sonríe) No sé,
habría que oír las propuestas, pero no me interesa hacer periodismo a favor de
nadie. RCN, si a eso es que se refiere, es una compañía maravillosa en donde de
pronto se podría hacer buen periodismo, peor para hacer periodismo no
independiente no me interesa nada.
La violencia bipartidista de los años 50, la bonanza
marimbera, la guerra de los carteles, los crímenes de la guerrilla, las
atrocidades de los paramilitares, los
escándalos de la Parapolítica, la Farcpolítica y la Yidispolítica, ¿qué
capítulo sigue en esta opereta?
El de la verdad
y la reconciliación. Creo que el país puede salir de esta encrucijada, pero
tenemos que tramitar bien este proceso que estamos viviendo en este momento.
Por haber aplazado una solución profunda y de cara a la verdad, es por lo que
repetimos tantas veces nuestra historia.
¿Cuál es la noticia que en todos estos años más
escozor le ha causado?
Hay un titular
de El Espectador que jamás se me
olvida, el día que se entrega Pablo Escobar, que decía ‘Ganó el terror’.
Estábamos juntos en la redacción y me opuse muchísimo a ese título. Era el
momento en que todos pensaban que la entrega de Escobar era el nacimiento de
una nueva época para Colombia. A El
Espectador lo señalaron de todo por haber titulado así, pero años después
quedó comprobado que tenía toda la razón.
Jamás lo
olvidaré, porque después la historia me comprobó que tenían razón quienes así
titularon.
¿El soporte de Julio Mario Santodomingo será
suficiente o hace falta que lleguen más avisos?
Obviamente hace
falta que lleguen más avisos. El soporte de Julio Mario Santodomingo ha sido
fundamental para que El Espectador
siga existiendo, y sin ese aporte simplemente no existiría porqué ha venido
perdiendo mucho dinero durante los últimos años. Este proceso de volver a
diario está pensado para que sea autosostenible y no para que siga siendo un
saco roto. A nadie le gusta botar la plata.
¿Vale la pena no dar el brazo a torcer y hasta hacerse
matar por esta Colombia, cuyos cementerios están repletos de héroes y heroínas?
En el caso del
periodismo si uno no hace un periodismo que pueda traer todas esas
consecuencias pues no está haciendo bien su profesión ni está siendo fiel a sus
ideales como periodista. La pregunta sobra, y usted que ha estado en todo eso
sabe que uno como periodista no se hace esa pregunta. Finalmente uno quiere
hacer un periodismo serio y todas esas cosas que puedan ocurrir están ahí al
lado, pero uno poco voltea a mirarlas.
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