Fernando Savater, ese señor tan serio y tan majo considerado una autoridad interplanetaria en materia de ética y educación, tuvo tiempo durante su breve estadía en Bucaramanga (septiembre de 2010) para dictarle una cátedra de hípica a su amigo y colega escritor Héctor Abad Faciolince.
Después de regresar
impresionado de su visita a la Casa del Libro Total, Savater le demostró a Abad que puede tener
tres potrancas en su finca antioqueña, pero que de caballos él sí es una
enciclopedia andante, como quiera que ha asistido a los últimos 35 derby que se
realizan en Epsom (Inglaterra), a los cuales asiste lo más granado de la
aristocracia europea, estrellas y estrellados.
¿Quién iba a
imaginar que este ser que no cree en Dios, al que se lo pelean las
universidades para que dicte conferencias por los euros que quiera cobrar, es
el mismo hombre de barba blanca y sombrero que cada año acude con religiosa
puntualidad al hipódromo para no perderse detalle alguno de la mítica prueba?
Con la boca hecha
agua y no precisamente por el güisqui con un cubo de hielo que se estaba
tomando por cortesía de un anfitrión que no reparó en el precio del licor, el
autor de “Ética para Amador” -un libro de consulta obligatoria en las aulas de
clase iberoamericanas- le hizo entender a Abad que el Derby de Kentucky es una
carrerita más, casi como comparar el sagrado Wembley con el tierrero de la
Cancha Marte.
Agitando las manos
como un pelícano que intenta levantar el vuelo, Savater confesó su pasión por
todas las novelas que escribió un ex jinete de la reina Isabel, de cuyo nombre
el periodista no ha podido acordarse.
Savater admitió que
es un apostador infalible y no porque siempre acierte, sino porque en cada
carrera tiene una respuesta de por qué no ganó. Aunque no todo ha sido
adversidad para este aclamado autor que recuerda con satisfacción aquel día en
Windsor que con ‘miserables’ dos libras esterlinas le hizo fuerza al animal
menos favorito, cumplió su sueño de arrasar con las arcas y se llevó una
millonada con la que le prometió a su esposa comprarle un yate para regresar a
Londres.
Entrado en el calor
de la conversación y con Abad y los demás contertulios absortos, Savater pasó a
contar que el destino no le deparaba otra opción que ser notario, como su
padre, pero que pudo más la influencia de su madre, una maestra de escuela que
esperaba con avidez cada novela de Agatha Christie y el aviso de la librería en
San Sebastián (País Vasco) de que la respectiva traducción ya había llegado.
Así fue como
Savater -de 63 años de edad- creció en un mundo de libros y tiras cómicas,
mientras su padre lo llevaba de pantalones cortos a presenciar las carreras.
Quizás por eso Savater, después de salir de la cárcel de Carabanchel a donde el
dictador Francisco Franco lo mandó por considerarlo un ‘elemento peligroso’
para sus intereses, probó sin suerte ser comentarista hípico. Ese día el mundo
de los caballos perdió a una promesa, pero la literatura y la filosofía ganaron
el autor consagrado que es desde hace mucho rato.
Antes de atender esta entrevista exclusiva, un Savater más familiar -terminándose su segundo trago- relató el susto que se llevó la noche del pasado martes 31 de agosto cuando el avión que lo traía de Bogotá intentó aterrizar en eso que algunos presuntuosos apodan “Aeropuerto Internacional de Palonegro”.
Antes de atender esta entrevista exclusiva, un Savater más familiar -terminándose su segundo trago- relató el susto que se llevó la noche del pasado martes 31 de agosto cuando el avión que lo traía de Bogotá intentó aterrizar en eso que algunos presuntuosos apodan “Aeropuerto Internacional de Palonegro”.
Él, que no usa
estampas de vírgenes ni talismanes sino solo dos anillos gruesos que envidiaría
Linterna Verde, narró la angustia de verse a pocos metros de la pista en una
noche borrascosa y tener que tomar altura porque los tres intentos fueron
abortados.
Allí, en la cabina
del pájaro metálico, Savater descubrió sus dotes de psicólogo al tranquilizar a
su vecina de silla que estaba a punto de romper en llanto por los rayos que
caían a diestra y siniestra. “Son las luces del aeropuerto”, atinó a
responderle sin siquiera él creerse esta versión mientras encargaba su alma o
al menos el chance de poder estar en Ulibro a una de las 50.000 divinidades que
hay en la India.
Odisea que no sabe
si fue peor o no que el concierto de ladridos que los perros de una huésped les
brindaron a todos los pasajeros que la aerolínea llevó a guarecerse en un
céntrico hotel capitalino para a la madrugada siguiente sí poder llegar hasta
esa ciudad de la que el maestro de la ironía, el escritor mexicano Carlos
Monsiváis dijo: “Conocer Bucaramanga y después morir”.
“¡Póngale Santo
Súbito!”, exclamó Savater al pedido de Abad por un nombre para rebautizar a su
caballo. “Estaba pensando en el Papa Juan Pablo II. Es un nombre muy bueno”,
dijo Savater celebrando su ocurrencia, mientras el autor de “El olvido que
seremos apuntaba en un diminuta libreta.
En ese instante
Savater hizo su última confesión de la noche: “Me encantaría bautizar caballos,
me encantaría”.
Luego de un par de
fotografías y tapar con su mano derecha el vaso para que el mesero no le
sirviera el tercer güisqui, un Savater sin escapatoria respondió esta
entrevista.
¿De qué ética podemos hablar en un mundo en el que George
Bush pudo ser presidente de Estados Unidos y en España eligieron a un José
María Aznar?
Bueno, es que los
seres humanos han sido siempre muy malos y por eso hemos inventado la ética.
Hay un cuento de (Jorge Luis) Borges en cuyo prólogo, hablando de un antepasado
suyo dice: “Me tocaron como a todos los hombres malos tiempos en que vivir”.
Todos los hombres vivimos en malos tiempos y todos además creemos que los malos
son los demás, Aznar, Bush… y no nos miramos a nosotros mismos. La ética sirve
para en vez de estar criticando a los otros, reflexionar sobre la propia
conducta, porque la ética solo puede reflexionar sobre la conducta de la que
uno es sujeto que es precisamente la que hace los gestos libres de nuestra
vida. Entonces la ética le quita a uno el capricho de la censura a los otros y
hace que uno reflexione sobre su propia conducta.
¿La ética se enseña? ¿Se impone por Constitución?
La ética es un
camino de reflexión y como en todos los caminos de reflexión en parte uno se
basa en la tradición de otras personas más sabias que pueden ayudarle, pero
luego en último término todos nos encontramos solos ante la realidad de nuestra
vida y el único testimonio directo que cuenta de qué hacemos, qué es lo que
queremos de verdad y en qué sentido somos generosos o no lo somos, es el
nuestro, el de cada uno íntimamente.
¿Se puede hablar de ética sin mezclarle creencias,
temores religiosos o amenazas de ir al infierno?
No, esa es otra
cosa distinta. La religión es una cosa y la ética otra. La ética busca una vida
mejor y la religión busca algo mejor que la vida. Son dos cosas diferentes.
Usted y otros intelectuales han dicho, como es evidente,
que los atentados del 11 de septiembre contra el corazón financiero de Estados
Unidos cambiaron el orden de cosas en el mundo. ¿Cuál es el panorama actual del
terrorismo internacional?
Yo dije que cambió
en el caso del País Vasco porque en Europa a partir del final del conflicto
irlandés, el único grupo terrorista que seguía activo en ese continente era
ETA, luego descubrimos que también estaba Al Qaeda, pero ETA se movía sin
encontrar casi oposición y como efecto colateral del atentado contra las Torres
Gemelas es que hubo un movimiento en contra de la justificación de todo tipo de
terrorismo que sirvió para que ETA perdiera sus cuarteles de invierno en los
países europeos.
El terrorismo es un
producto de las sociedades de masas. Las grandes sociedades de masas, donde
vive mucha gente, son muy vulnerables y agredir a una sociedad de masas es muy
fácil porque todos vivimos juntos, nos movemos juntos, salimos juntos en
vacaciones, entonces la agresión a la sociedad para obtener de los poderes
públicos algún tipo de concesión pues es una tentación que tienen muchos grupos
por razones completamente diversas.
Ahora, la guerra
contra el terrorismo no puede equipararse a una guerra convencional. Es decir,
no es una guerra en la que uno se encuentra en una llanura con el ejército
enemigo, sino que es un enemigo que está constantemente escondiéndose detrás de
nuestros propios ciudadanos.
¿En nombre de esa guerra vale todo, incluso saltarse los
derechos humanos?
No, claro que no, y
precisamente lo que estamos defendiendo son los derechos humanos frente al
terrorismo, entonces combatir el terror con el terror es multiplicarlo, no
combatirlo. Marco Aurelio en uno de sus aforismos dice: “La mejor venganza
contra tu adversario es no parecerte a él”. Eso es lo que debemos intentar
hacer.
Usted escribió un libro llamado “El gran fraude”, en el
que sostiene que hay una perversión en su país: “La ceguera de buena parte de
la inteligencia de izquierda española seducida por el discurso nacionalista”.
¿Entonces cuántos españoles están enceguecidos, según usted, por la causa
nacionalista de ETA y por el reclamo de “presos vascos a cárceles vascas”?
Éstos son los que
piden que los presos sean llevados al País Vasco y ahí habrá algunos que sean
simplemente familiares que quieren no tener que viajar tanto para ver a sus
familias y otros que apoyan los delitos de los terroristas. Lo cierto es que si
fueran más no necesitarían apelar al terrorismo. Lo evidente de que las
reivindicaciones de los etarras son una minoría es que tienen que apelar a la
violencia para imponerlas. Si fueran una mayoría utilizarían las vías
democráticas y no habría forma de pararles.
La organización separatista vasca ETA lo ha amenazado y
por esa razón usted ha pedido escolta policial en Bucaramanga.
No a mí, sino en
general a la gente que les ha llevado la contraria. Yo tampoco soy ni más ni
menos que los demás.
A nombre de la organización “Basta Ya” usted se ganó el
Premio Sajarov. ¿Qué representa para una sociedad como la española el derecho a
protestar contra las acciones de ETA?
Es romper el cerco
del miedo. El terrorismo lo que pretende es intimidar, asustar. Todos tenemos
miedo a morir, todos tenemos miedo a sufrir un atentado o a que personas que
queremos lo sufran, entonces el terrorismo actúa sobre la sociedad como aquel
fascista croata que cuando reprimió a la población serbia aplicaba la ley de
los tres tercios: un tercio muerto, un tercio expulsado del país y un tercio
sometido. Eso es lo que ha intentado ETA; matar a una serie de gente, hacer que
se vaya otra -más de 200.000 ciudadanos se han ido del País Vasco, casi un 10
por ciento de la población en 12 años- y que el resto se quede callado,
obedeciendo. Si se rompe esa obediencia, si la gente sale a la calle, si
empieza a perder el miedo para manifestarse, pues naturalmente el terrorismo
empieza a ser derrotado.
Usted nació a orillas de ese sitio tan representativo de
San Sebastián como es La Concha. ¿Los vascos entienden que alguien de su sangre
vaya en contra de la causa nacionalista?
Es que entre los
vascos hay de todo. Hay vascos nacionalistas y vascos no nacionalistas. Las
principales tropas de Franco que actuaban en el norte eran regimientos navarros
que hablaban en euskera y eran los más fieles franquistas que había. Entre los
vascos como los colombianos o los europeos hay de todas los tipos; lo malo es
que los nacionalistas han llegado a decir vasco por nacionalista. Eso es
precisamente contra lo cual hemos luchado y decimos que los nacionalistas son
una parte de los vascos y no son ni todos ni la mayoría.
¿Se atrevería a afirmar que ETA está reducida a su mínima
expresión?
Ahora yo creo que
sí, lo cual no quiere decir que no tenga peligro y que no pueda cometer una
barbaridad porque para hacerlo no hace falta mucha gente, pero ETA ya se ha
reducido mucho. ETA hace veinte años todavía era probablemente la primera
fuerza política que actuaba en el País Vasco; hoy desde luego no lo es.
Hay quienes en Colombia aún creen que el problema se
acaba exterminando, bombardeando a los guerrilleros. ¿Si eso es así por qué en
España no han podido acabar con ETA si allá no hay selvas ni montañas como los
Andes?
ETA se ha acabado
aplicando no el exterminio, sino la ley. Es decir, detenciones, juicios,
impidiendo su funcionamiento y por ejemplo la policía se ha adelantado cuando
traían un cochebomba encontrándolo antes de que pudieran ponerlo, cuando se
infiltraban en el país algunos que habían estado exiliados pues deteniéndolos,
y gracias a eso poco a poco ha ido perdiendo su capacidad operativa.
El terrorismo es un
movimiento armado y lo que hace falta es que
deje de ser operativo; el exterminio es una medida que en el fondo pues
probablemente obligaría a esas violaciones de derechos humanos que decimos que
no son deseables.
¿Fernando Savater es amigo de la solución negociada o de
la tierra arrasada?
Del triunfo de la
ley. ETA tiene que ser derrotada. Eso no cabe la menor duda. Después lo que se
puede hacer es hablar con los etarras respecto a dónde van a entregar las
armas, si hay la posibilidad de algún beneficio penitenciario, etcétera, pero
nada más.
¿Verá usted ese día?
Bueno, yo ya soy un
poco mayor y temo que a lo mejor no lo veo pero sé que llegará y, sobre todo sé
que he cumplido o he hecho lo que tenía que hacer mientras he podido.
¿Por qué en España persiguen a un tipo tan admirado en
Colombia como es el juez Baltazar Garzón?
En España hay gente
que le ha puesto objeciones, pero es muy admirado y muy apoyado. Lo que pasa es
que desoyó una serie de avisos que le estaban dando sus colegas, porque los
colegas son un poco la maldición de todos los profesionales, pero él es un
hombre muy prestigioso e internacionalmente muy conocido y se había entonces
ganado muchas envidias. Yo creo que tuvo un momento de confusión en el caso del
juicio al franquismo y eso ha dado pie para que una serie de gente que no le
guardaba mucho cariño pues actuara contra él.
¿Es un delito escarbar en los crímenes cometidos por
dictadores como Franco?
No, lo que es un
delito es tratar en contra de la decisión del fiscal, etcétera, etcétera, abrir
procesos a personas que han muerto. Pero lo de escarbar no solamente no es un
delito sino era una decisión que se había tomado gubernamentalmente pero luego
no se llevó a la práctica. En eso Garzón hizo bien en reivindicar que se
cumpliera.
Usted fue preso de Franco. Hay quienes en América Latina
y en Colombia decían que aquí lo que se requería era un Franco, un Pinochet o
un Fujimori. Otros reclamaban un salvador o un mesías. ¿Se necesitan mesías en
estas épocas?
En América Latina y
por supuesto también en Europa hacen falta líderes pero no caudillos. Muchas
veces el problema es que buscando un
líder se cae en un caudillo. El caudillo es el líder que termina desoyendo a
aquellas personas para cuyo servicio debe estar. Lo importante es que el líder
sepa al servicio de quién está y no simplemente se convierta en un fin en sí
mismo.
¿Con tantas ocupaciones y problemas de fondo por
resolver, usted se interesa de vez en cuando por lo que acontece en estas
latitudes?
Yo tengo mucha
vinculación de siempre con toda América Latina. Ahora hay más costumbre que los
intelectuales vengan por aquí, pero hace un poco más de 30 años cuando yo
empecé a venir era raro porque los intelectuales españoles soñaban con ir a los
países europeos y entendían mal el hecho de que yo estuviera siempre en México,
en Argentina o en Colombia.
Pero bueno, me
parece que los españoles también somos latinoamericanos, o sea que hay una
vinculación obligada de todo tipo y luego hay países en que además de pasar y
apreciarlos, uno tiene unas relaciones especiales porque encuentras personas
con las cuales te llevas bien y ese ha sido mi caso con Colombia.
¿Qué concepto tiene de sacerdotes españoles como Manuel
Pérez y Domingo Laín que se vinieron a apoyar la lucha revolucionaria?
Nosotros hemos
tenido sacerdotes en el País Vasco todos los que usted quiera. Hay personas que
a lo mejor con un sueño de redimir a la gente viendo que había pobreza caían en
esos excesos que luego al final terminaban no resolviendo los problemas y sí
creando más males de los que trataban de resolver. A salvo de la buena voluntad
de las personas, yo creo que curas peligrosos ha habido en todas partes.
El Gobierno de Cataluña prohibió recientemente las
corridas de toros y usted salió en El
País, diciendo que: “¿Son las corridas una forma de maltrato animal? No es
maltrato obtener huevos de la gallina, jamones del cerdo, velocidad del caballo
y bravura del toro, Tratar bien a un toro de lidia consiste precisamente en
lidiarlo. No hace falta insistir en que, comparada con la existencia de muchos
animales de granja o de laboratorio, la vida de los toros es principesca. Y su
muerte, luchando en la plaza, no desmiente ese privilegio”. ¿Le han ardido las
orejas?
Yo no soy budista
(sonríe) y no hay ninguna razón ética contra los toros. Si uno es budista pues
no dañar a ningún ser vivo es uno de los principios del budismo y por eso pues
algunos sabios budistas llevan una tela frente a la boca para no tragarse
ningún insecto por error y cosas por el estilo. Pero nosotros utilizamos
antibióticos, comemos carne, llevamos zapatos, entonces esto es un poco
hipócrita. Los toros bravos son unos animales privilegiados que llevan una vida
estupenda durante toda su existencia y luego por lo menos se les da la
oportunidad de luchar el cuarto de hora final. Ojalá nosotros tuviéramos una
vida semejante. De modo que no estoy de acuerdo con la prohibición y me parece
que la gente si no le gusta no vaya, y los gustos cambian y nos vamos volviendo
no más humanos pero sí más urbanos y todo lo que tiene que ver con el campo y
con los animales ya solo lo vemos virtualmente. Pero una cosa es que haya gente
que no le guste y que no vaya, y otra que se convierta en una prohibición.
¿Pero los toros no son como el boxeo, prácticas bárbaras
de circo romano?
El boxeo tiene
también sus virtudes y ha tenido sus defensores. La barbarie es no distinguir
entre la sangre de los animales y la sangre de los humanos. Los bárbaros son
esos que se ponen pintura roja y unas banderillas y van a las puertas de las
plazas de toros como si ellos fueran los toros. No distinguir entre el dolor
del animal y el dolor del humano, esa es la barbarie y eso ha sido por siempre.
Ahora hay una barbarie compasiva pero barbarie al fin y al cabo.
¿Qué opinión tiene de un señor llamado Álvaro Uribe
Vélez?
Lo conozco desde
cuando era gobernador de Antioquia y asistía a mis conferencias en Medellín.
Creo que ha hecho una labor en aspectos positiva, probablemente en otros casos
y en otros aspectos no, pero la Colombia que le ha dejado a su sucesor Juan
Manuel Santos es mejor que la que él tomó, entonces su balance me parece en
principio positivo.
¿Lo ve entrando a los anales de la historia con la frente
en alto o defendiéndose ante la Corte Penal Internacional?
La historia cambia
constantemente y los mismos que un día fueron glorificados al día siguiente…
Creo que todos los grandes hombres tienen una segunda biografía, y hay la
biografía dorada y la biografía negativa. Lo importante es que los pueblos
sepan que afortunadamente no solamente se vive de grandes hombres sino que
también se vive de esfuerzos de los hombres que a veces aciertan y a veces no.
Lo cierto es que hoy Colombia tiene posibilidades, ha disminuido enormemente la
violencia, hoy hay una relación por ejemplo con la policía mucho más positiva y
la gente cuando tiene un problema acude a ella, cosa que a lo mejor no pasa en
México. Hay una serie de cosas que demuestran que la situación ha mejorado, lo
cual no quiere decir ni que se haya resuelto ni que sea la labor de una sola
persona.
¿Ha escuchado de los más de 2.000 casos de ‘falsos
positivos’ o crímenes de lesa humanidad cometidos en los últimos años?
Sí, y probablemente
en un conflicto como este se habrán cometido incluso muchos más. En el momento
en que se abre el cubo de la violencia lo que sale de ahí cada vez va
aumentando porque la violencia es algo exponencial porque primero se crean unos
crímenes, luego hay un intento de acallarlos, eso crea otros crímenes,
etcétera. Así surgen los grandes conflictos civiles, por eso hay que acabar
cuanto antes con la violencia y con sus causas.
¿Cómo decirles a los niños y jóvenes colombianos que lean
y que no lo hagan obligados o por un helado?
Es difícil, porque
a los que nos gusta mucho leer somos muy malos misioneros de la lectura. Yo
como no me explico cómo puede no gustarle leer a alguien no sé qué decir a
favor. Es como la gente que es muy aficionada al jamón y no sabe cómo
explicarlo, así que hay que probarlo. Yo no me explico cómo alguien puede
renunciar a multiplicar su alma, que es en el fondo la lectura. La vida humana
es muy limitada y muy estrecha, y la lectura es una especie de jogging mental que nos permite
multiplicarnos la vida, vivir cosas que no vamos a vivir en nuestra existencia
normal, entonces por qué renunciar a esa pequeña parcela de infinito.
¿Si solo nos quedara tiempo para leer uno de sus libros
cuál recomendaría?
Yo recomendaría un
libro pero no mío. El mejor elogio de un libro mío es cuando alguien me dice
que gracias a que leí tu libro conocí a Aristóteles, a Spinoza, a Stevenson, a…
Quiero que mis libros sean puntos de partida,
no puntos de llegada.
¿Entonces cuál es su preferido?
Entrar a una
biblioteca es como entrar en una farmacia y hay remedios para todas las
enfermedades, para la melancolía, para la depresión, entonces depende cómo está
uno de ánimo. Desde pequeño releo regularmente Moby Dick y La Isla del Tesoro, y
no se pierde nada volviendo a leerlos otra vez.
¿Qué le gustaría que dijera su epitafio?
¡Uy!, eso da mala
suerte decirlo, pero si tengo que poner uno pues que sea “Una vez y no más”.
Es cuento de la competitividad y la perfección
no va con Fernando Savater, quien dice que si al menos se logra un nivel
de decencia ya se ha conquistado mucho. Este escritor español, autor de “Ética
para Amador”, “Así hablaba Nietzsche”, “Diario de Job”, “La resistencia” y al
menos 82 obras más, fue una de las estrellas de la Feria Ulibro 2010.
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