El gobernador de Santander hace un pormenorizado balance
de sus cuatro años de administración, que le valieron para ser escogido como el
‘Mejor’ y el ‘Más transparente’ del país, en una celebración que no es completa
debido al calamitoso estado de las carreteras, aunque asegura que no se rajó en
esa materia porque a pesar de las dificultades está sacando adelante el plan de
vías con 252 kilómetros nuevos de pavimento. Primera parte de una entrevista en
la que el mandatario insiste en defender a sus amigos. (Diciembre de 2011)
Cuatro pocillos de
café, 37 llamadas perdidas a su celular y dos horas y ocho minutos consumió
esta entrevista a Horacio Serpa Uribe, quien el próximo sábado 31 de diciembre
a las 11:59:59 de la noche ya no será más el gobernador de Santander y pasará a
sus cuarteles de invierno -al menos en materia partidista-.
Este es el diálogo
con un curtido dirigente político que el 4 de enero cumple 69 años de haber
venido a este mundo en el hogar de Rosa Uribe y José Serpa, y quien le da
gracias a la vida así no cuajara su sueño de ser Presidente. Ninguna pregunta lo logró sacar de casillas y sus
respuestas son para leerlas despacio y luego guardar estas páginas del Periódico 15.
¿‘Ese verriondo santandereano verraco’ -como lo llamó a
usted el presidente Juan Manuel Santos- se la dejó ganar del ‘niño’ Simón
Gaviria, nuevo jefe único del liberalismo?
Yo no estaba en
competencia con el ‘niño’ Simón. Yo no estuve nunca aspirando a la dirección Liberal.
Le quiero contar que si lo hubiera querido y me lo hubiera propuesto,
seguramente hubiera logrado ser escogido como director del Partido con la ayuda
de Simón Gaviria, que es un joven al que respeto y aprecio mucho y es un
prospecto muy importante del Partido.
Osuna en El
Espectador lo caricaturiza cavilando: “A todas estas no sé si fue por viejo
o porque Ernesto (Samper) me apoyó”.
Lo de viejo es
cierto. Yo mismo hago chistes con mi edad, que por supuesto me ha permitido
vivir intensamente la vida política de Colombia durante 50 años. Confieso que
me sorprendió la postulación de Ernesto Samper y no me la esperaba. Entre otras
cosas porque él había anunciado que debía haber renovación en el Partido y yo
ciertamente si es por edad, no significo renovación; por ideas es diferente. Y
segundo, porque en la propuesta había dicho que él quería un triunvirato y que
uno de sus miembros debía ser Simón Gaviria. Me encontré con Ernesto en
Eldorado, antes de conocerse esas declaraciones, y me comentó: ‘He dicho esto;
no es nada contra usted’. Y yo sé que no era nada contra mí, porque Ernesto
Samper y yo mantenemos buenas relaciones de amistad.
Otra cosa que me
sorprendió fue la aclamación que me hizo la convención del Partido. ¿Por qué?
No porque nunca haya sido aclamado en una convención liberal, sino porque
habían pasado cuatro años en los cuales yo he estado aquí en Santander, alejado
totalmente del andamiaje de la política. Eso sí que me causó una grata
satisfacción.
¿El país se seguirá manejando a dedo por esos ‘caciques’
como César Gaviria que deciden que su hijo debe ser congresista y jefe de los
liberales? ¿Esa es la suerte de Colombia?
Esa es una
circunstancia que hay que analizar con otro criterio. No es de Colombia. El
señor (George) Bush papá tuvo un hijo que ya fue presidente de los Estados
Unidos y el otro hijo era el gobernador del Estado de La Florida.
Yo siempre dije: no
quiero que ningún hijo mío se meta a la política mientras esté yo vigente. Me
siento vigente todavía y de pronto mi hijo (Horacio José, en octubre pasado
elegido concejal de Bogotá) apareció no digo que en las ‘Grandes Ligas’, pero
sí en la Triple A y no por culpa mía, sino por culpa de Rafael Pardo, Simón
Gaviria y Juan Manuel Galán que cuando estaban buscando cabeza de lista para el
Concejo de Bogotá pensaron en él y se lo propusieron, y él aceptó sin
consultarlo conmigo, como no lo consultaron conmigo quienes lo postularon.
Fíjese entonces que yo también habiendo sido una persona que tuvo que luchar
contra los ‘delfinatos’, terminé con un hijo metido en la política sin que yo
me lo propusiera.
En México también los ‘dinosaurios’ del Partido
Revolucionario Institucional, PRI, pusieron a dedo a sus sucesores durante más
de 80 años y mire cómo dejaron ese país. Y en países como Siria y Egipto mire
los destrozos.
Pero es muy
diferente. El PRI duró en el poder desde el general Lázaro Cárdenas, por allá
en los años 20, y sin embargo esos ‘dedazos’ no tenían nada que ver muchas
veces con la familia porque Cuauhtemoc, su hijo y mi amigo, no ha podido ser
presidente, y terminó siendo candidato de otro partido (PRD). La cosa árabe es
diferente, porque allá sí son unas satrapías enormes.
¿El abrazo que usted le dio en su despacho al entonces
candidato Richard Alfonso Aguilar Villa fue natural o una nueva jugada política
suya?
Muy natural porque
es que yo no tengo prevenciones de ninguna naturaleza. Cuando me mandaron a
decir que él quería conversar conmigo, me pareció normal, como yo también fui a
visitar a su padre siendo él gobernador y siendo yo candidato. Tuvimos una
conversación muy amena, él fue muy atento e incluso hizo algún comentario como
elogioso, diciendo: ‘A usted lo conozco a través de las crónicas políticas y
tengo una buena impresión suya’. Por cierto que un momento dado hablamos del
papá. Él hizo un comentario a propósito de su padre y yo entonces dije que a mí
me han querido graduar como enemigo de su papá, pero yo no tengo ninguna
enemistad con él. Yo no estuve en la campaña en la que a él lo eligieron
gobernador porque yo estaba viviendo en los Estados Unidos, y luego no tuve ni
un sí ni un no durante sus cuatro años de ejercicio gubernamental. Pero bueno,
en la política las cosas son así. Fue una reunión amena y cuando nos fuimos a
despedir esa fue una manifestación muy espontánea de parte mía y que además
servía para distensionar el ambiente.
Yo sé que la
política es contradicción y sé que a veces se lleva hasta la más alta
temperatura, y yo mismo he participado en grandes polémicas en la política,
pero mi talante como gobernador de Santander fue apacible, fue tranquilo, fue
el cumplimiento de una promesa que le hice al pueblo santandereano y no quería
de ninguna manera que en esta campaña se fueran a extremar las polémicas.
¿No le importó que el padre de Aguilar Villa, el coronel
(r) Hugo Heliodoro Aguilar Naranjo, esté en la cárcel La Picota procesado por
el escándalo de la ‘Parapolítica’?
No. No, porque
quien me solicitó la entrevista fue una persona que siendo su hijo, no tenía
ninguna observación o ningún cuestionamiento de tipo legal que yo conociera o
que conozca en este momento. De manera que era sencillamente un candidato a la
Gobernación, y mi deber era recibirlo, pero además yo lo hice con gusto. Yo no
tuve ninguna reticencia y dije: ¡Magnífico!
Con la mano en esta Biblia que traje, ¿jura que a partir
del 1 de enero de 2012 usted no se vuelve a asomar a Bucaramanga, como lo
prometió hace unos meses?
Yo nunca he
prometido eso. No sé de dónde sacaron ese cuento. Lo que le dije fue a los
políticos que se encarguen de manejar la política. Eso fue en el pasado proceso
electoral. Les dije que había un espacio importante para que se hiciera
política por parte de la coalición y del Partido Liberal, pero que yo no iba a
fungir de jefe de debate de nadie, y yo a partir del 1 de enero me voy para
Bogotá. No me meteré en política para nada. Y un dato más: durante todos los
años que pasaron desde que me lancé a la Presidencia (de la República), nunca
intervine en las cuestiones políticas de Santander, nunca di candidatos para
las Secretarías, nunca vine a ver cómo andaban los contratos y cosas de esas
tan incómodas que se manejan en los asuntos de la política. Nunca, nunca,
nunca. Venía a hacer a hacer política por mi partido y a respaldar a los
candidatos de mi partido.
Yo se Santander
estoy muy agradecido, pero de la etapa en la que estoy más agradecido es de mi
periodo como gobernador. Aquí la gente fue conmigo supremamente atenta,
afectuosa y cariñosa, o sea que yo no tengo ningún reproche. Hace un año con
Rosita (Moncada, su esposa) pensábamos quedarnos, pero luego fueron surgiendo
circunstancias de la política, los hijos y los nietos diciendo que nos
fuéramos… Sebastián me dijo: ‘Tato, usted no me ha vuelto a sacar a ninguna
parte’. Luego me llamaron de la Sociedad Económica Amigos del País para que los
orientara. Nosotros mantenemos en Bogotá nuestro apartamento, luego Horacio
José terminó metido en la política, entonces resolvimos que nos íbamos para
Bogotá. Vamos a vivir en Bogotá, pero muy querendones con Santander, muy
atentos a las cosas de Santander en el propósito de servir, sin ningún interés
de nada. Conservaremos el apartamento que era mi mamá para tener en donde estar
cuando vengamos.
¿Seguro?
Estén tranquilos
porque a partir del 1 de enero sigo en la política, pero no me voy a meter en
las cosas de los concejales ni de la Asamblea ni nada. Estos cuatro años han
sido como un periodo sabático que me permitió conocer más a Santander y me
conocieron más. También me dediqué a Santander, porque durantes estos cuatro
años he vivido aquí como un monje. Yo no voy a fiestas, no voy a reuniones,
solamente con Rosita en mi casa, cumpliendo con nuestros deberes oficiales y
tratando de hacer las cosas de la mejor manera. En lo único que me divertía era
viendo baloncesto.
Pero le cumplí a
Santander. Estoy muy satisfecho y sobre todo porque pude hacer una labor con
altruismo. Yo me vine aquí sin interés de ganar ningún sueldo ni nada porque
estoy pensionado. Le cuento Pastor que no cobré ni un peso de viáticos. A los
miembros de la Junta Directiva de la Electrificadora les pagan un millón de
pesos por sesión y yo desde el día dije que no quería ningún emolumento y que
por favor me consignaran ese milloncito al ancianato de Tona. Ha sido tan buen
la vida que yo qué más le pido. Fui dos veces a Washington a visitar a mi hija,
y aunque iba a cumplir funciones públicas, compré mis pasajes y los de Rosita
porque no quería que nadie dijera que estaba inventándome un viaje para
visitarla con cargo al erario público. Soy muy delicado ene se sentido. Muy
contento de estar en Santander, donde la gente es cheverísima.
¿O es que así se jugosa es su pensión?
No, yo gano una
pensión de congresista.
¿‘Pobremente’ cuánto?
Como 14 millones de
pesos me gano. Pero eso no es un regalo. Yo duré cotizando para eso desde 1974,
que es lo que uno cotice. Las pensiones que son mal habidas son aquellas de que
el tipo gana 800 mil mensuales y faltando seis meses le consiguen un puesto en
un Tribunal, en una Corte o en el Congreso. ¡No! Mi pensión es absolutamente
legítima y vivo con eso y por eso no tengo ningún apremio. Mi familia está
totalmente amoldada a nuestros ingresos y ahí le hacemos.
Hay quienes afirman que usted no se roba un peso, pero
que sí deja que sus amigos se muevan a sus anchas.
Eso no es cierto.
Hace varios años alguien comentó eso y era a propósito de que yo era amigo de
los gobernadores. Aquí hubo tres gobernadores muy amigos míos: Miguel de Jesús
Arenas, Mario Camacho y Jorge Gómez, personas cercanas a quienes nunca vine a
pedirles un puesto ni hablarles de ningún contrato. En mis 50 años de vida
pública nunca he visitado a un funcionario público para hablarle de una
licitación o de un contrato. Y en estos cuatro años como gobernador, nunca
intervine en una licitación, nunca le hice una sugerencia a un secretario,
nunca supe quiénes eran los miembros del comité de evaluación. Nunca le dije a
un alcalde: ahí le voy a dar este contrato y mañana le mando el ingeniero
contratista. De ellos tengo 87 testigos, que son los alcaldes. Yo les exijo a
mis amigos también el cumplimiento de mis propios valores éticos. Si yo no
robo, para qué voy a dejar entonces que los otros roben.
He podido cometer
errores en política y todos los días cometo errores, pero ahora que me dan
todos los reconocimientos en materia de transparencia, no me siento ufano por
haber sido transparente como gobernador. No, yo he sido transparente toda la
vida y soy el único colombiano que ha ocupado todos los cargos del sector
público, del más pequeño al más alto de las tres ramas, con excepción de la
Presidencia de la República en la que 32 veces estuve encargado en dos
gobiernos y nunca he sido objeto de un reproche. Ahora tengo una cantidad de
denuncios en la Procuraduría y en la Contraloría me tienen un coso fiscal, pero
yo aspiro a salir ileso de este momento tan difícil en donde están tumbando
gobernadores a lo ‘esgualetado’. Uno es honrado o no es honrado, ¡y punto!
Tengo un modesto
patrimonio. No tengo fincas, no tengo ganado, no tengo acciones, no tengo
tractomulas y sólo un carro mío, uno de Rosita y una cuenta en Washington donde
me consignaban los sueldos cuando era embajador en la OEA.
¿Se dejó morder de ‘La Leona’ -la falla geológica que en
diciembre de 2010 destruyó tres kilómetros de la carretera
Bucaramanga-Barrancabermeja-?
¡No! Eso de ‘La
Leona’ demostró que Santander tenía un líder al frente de sus destinos. Eso fue
muy difícil porque aquí lo del invierno fue muy complicado. Yo me puse al
frente de las soluciones en materia del invierno. Me puse las botas de verdad y me
moví muchísimo para encontrar por lo menos la solución más inmediata que era
que hubiese transitabilidad en nuestras carreteras. Lo que pasó en Santander fue
demasiado complejo y mover este andamiaje de lo nacional que es tan complicado,
para conseguir recursos, para que estuviera presente Invías, traer al
presidente Santos en varias oportunidades, buscar que Colombia Humanitaria
ayudara a los alcaldes, recortar obras ya convenidas para poder meterle plata a
urgencias del departamento… Yo no podía coger plata de regalías para hacer un
puente o para alquilar maquinaria. Yo me le medí a eso. Visité las regiones,
hablé con la gente, le puse la cara a las críticas que es lo más jodido. Los primeros tres días a
uno la gente le entiende el mensaje, pero al quinto día ya uno es el culpable;
pero además yo tenía del deber de defender a mis alcaldes, que no tienen la
culpa ni plata para arreglar esto. Pero también puse la cara para representar
al gobierno, porque lo más fácil era que yo me pusiera a decir que el culpable
es el ministro del Transporte, que no traen la plata o… Quería que mandaran más
plata y sabía que se estaban demorando algunas cosas. Yo fui a hablar con los
ministros y con el propio presidente, y debo respaldar a este Gobierno con el
cual tengo afinidades, pero si hubiera sido con el Gobierno Uribe, también
hubiera hecho lo mismo porque uno tiene que ser gallardo frente a las
situaciones. Así que en medio de todas estas circunstancias difíciles y
azarosas no me dejé morder de La Leona.
El 3 de marzo de 2010 se cayó el puente de El Tablazo
(trocha a San Vicente de Chucurí). Luego pusieron una valla anunciando que su
reemplazo estaría para septiembre. Después usted en lugar dijo que estaría
listo para el 15 de diciembre. Pero nada… ¿A quién le va a echar la culpa de su
incumplimiento?
Todos tienen la
culpa menos yo pero no le voy a echar la culpa a nadie. No, porque lo que uno
hace es gestión. Ese fue un ‘camello’ muy ingrato. Resulta que ese puente es
muy difícil de hacer, pero se hubiera podido hacer de cemento y hubiésemos
podido sacar una licitación nosotros mismos y seguramente ya estuviera hecho. Pero llegamos a la
conclusión que hacerlo de cemento era un derroche porque dentro de dos años va
haber un superpuente ahí al lado. Isagen (que construye la represa de
Hidrosogamoso) tiene que hacer un superpuente y entonces dijimos que había que
hacer un puente militar para utilizarlo dos años, desbaratarlo y luego usarlo
en otra parte. ¿Cómo hacemos para ese puente? Porque a uno le dicen puentes
militares y piensa que en el batallón los tiene; no, es el sistema. En ninguna
parte lo había y tocaba mandarlo a hacer. Yo vi un puente que hizo Isagen sobre
el río Sogamoso. Isagen sabe de eso y hablé con ellos. Les dije que nos
ayudaran a contratar. Me dijeron que es muy importante y que ellos también lo
necesitaban para pasar. Entonces les pedí que nos lo ayudaran a pagar y el
puente costó 4.000 millones de pesos. Nosotros pusimos 2.500 millones e Isagen
1.500 millones. Se mandó a hacer. ¡El puente está hecho hace tres meses! Usted
mismo vio unos pedazos de puente ahí. Pues le quiero contar que esos huecos que
vimos allá para hacer las bases, nunca se pudieron hacer en la forma como se
estaban haciendo. Hubo que traer una máquina. Para conseguirla fue un
‘camello’. La trajeron. Ya se solucionó el asunto. Cada rato hablo con los de
Isagen. Era
para el 15, pero el lunes 19 de diciembre vamos a ir con el presidente de
Isagen (Luis Fernando Rico) a ver qué ha pasado con ese puente. Han pedido una
prórroga y yo he dicho que era el 15, pero en esto… Una empresa como Isagen que
nos está ayudando, si no han podido es que no han podido.
Déjeme hablarle como los chucureños: ¡Y a nosotros qué
nos importa!
Sí, claro. Eso pasa
también cuando llueve, que le dicen a uno: ‘y a nosotros eso qué nos importa’.
Solo cuando les pregunto que si Dios es el culpable, entonces ahí la gente dice
¡no, ¡no!, ¡no!
Nota: En la segunda parte, Serpa les responde a quienes lo
tildan de ‘guerrillero’, se refiere al caso del magnicidio de Álvaro Gómez,
habla del fracaso electoral de Luis F. Cote, insiste en que el destituido
alcalde Fernando Vargas ‘no se robó ni un peso’, reconoce la ‘embarrada’ de
haberle aceptado una embajada a Álvaro Uribe y cuenta de qué no se arrepiente.
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