Hacía muchos años
que Fernando Botero Angulo (Medellín, 1932) y su tercera esposa, Sofía Bari, no
soportaban tanto calor y empujones como el miércoles 26 de enero de 2011, cuando
arribaron al Parque San Pío provenientes del aeropuerto Palonegro.
Con una hora y 35
minutos de retraso porque el acto estaba programado para las 10:30 de la
mañana, la caravana con el alcalde Fernando Vargas al frente llegó al lugar donde eran
esperados con ansiedad por decenas de seguidores del pintor y escultor
antioqueño, artistas criollos, policías,
una ‘nube’ de reporteros, fotógrafos y camarógrafos, así como un grupo de
músicos y bailarines que se quedaron ‘con los crespos hechos’ porque dada la
tardanza no pudieron mostrar sus habilidades al invitado.
Sorteando la
alcantarilla que no tiene tapa, caminaron directamente a la escultura, pasando
a escasos centímetros del tronco de un frondoso árbol talado para darle
visibilidad a ‘La Gorda’. Luego se dirigieron a una carpa, donde Vargas Mendoza
le dijo que estaba orgulloso de recibirlo en estos parajes, le volvió a
agradecer el gesto de venderle una de sus esculturas y le habló de la
importancia que ese hecho tiene para esta capital ‘competitiva y global’.
El alcalde le
manifestó que ‘quien pisa tierra santandereana es santandereano’ y procedió a
entregarle una hormiga culona de oro elaborada por joyeros locales, recalcándole
que por probar este insecto tendría garantizados al menos cien años de vida.
Entre los detalles
también le tenía a su esposa un collar ‘hecho en Bucaramanga’, tras lo cual le
pasó el micrófono para que ella con su pronunciación extranjera y una erre
arrastrada apenas atinara a dar las ‘grrrrrrracias’.
El turno del
micrófono le correspondió a Botero Angulo, padre del ex ministro de Defensa en
el Gobierno de Ernesto Samper Pizano, Fernando Botero Zea. Con el peso de 79
años de edad por cumplir en abril próximo, el pintor manifestó que se sentía
dichoso, que no habían podido escoger mejor lugar para exponer su trabajo y que
le encantan los espacios públicos porque a diferencia de los museos el contacto
con el arte está abierto a todo tipo de personas.
Estos breves
minutos fueron aprovechados por Vargas Mendoza para secar con un pañuelo el
sudor de su cara y después abrir un ‘conversatorio’ con artistas y personas que
quisieran decirle algo a Botero, entre los que se destacaron la directora del
Museo de Arte Moderno de Bucaramanga, Lucila González, así como un pamplonés
que exaltó su producción y le pidió, abriéndose su chaqueta, un autógrafo en su
pecho.
Otros artistas le propusieron que reviviera el Premio Botero a los nuevos talentos pero que lo otorgara en Bucaramanga, uno más no le dijo otra cosa que pedirle un abrazo, y alguien le pidió que rememorara una anécdota de cuando Botero intentó -sin suerte- ser torero.
Otros artistas le propusieron que reviviera el Premio Botero a los nuevos talentos pero que lo otorgara en Bucaramanga, uno más no le dijo otra cosa que pedirle un abrazo, y alguien le pidió que rememorara una anécdota de cuando Botero intentó -sin suerte- ser torero.
Botero -de chaqueta-
y su elegante esposa -de traje enterizo- fueron entonces convidados por Vargas
Mendoza a dar una vuelta por el parque, la cual tuvo que ser breve dada la
cantidad de personas que le pedían un autógrafo en un libro, en una hoja de
cuaderno, en una reproducción barata y hasta en fotocopias de sus pinturas.
Botero, que no
accedió a comprar un helado de coco que le ofreció un vendedor ambulante, fue
trasladado en medio de empellones y escoltado por media docena de agentes que
intentaban abrirle paso, hasta la escultura para dejarse tomar la foto de
rigor, sin que ‘el maestro’ pudiera notar que las baldosas están quebradas por
el peso del montacargas que en diciembre instaló ‘La Gorda’ y que el pedestal
quedó grande en la parte de atrás y angosto en la parte delantera.
Acalorados por la
emoción pero sobre todo por la alta temperatura, Botero y su esposa Sofía, así
como el alcalde acompañado de su esposa Omayra Nelly Buitrago, se subieron a la
camioneta blindada que los llevó a degustar un almuerzo típico, como ordenan
los cánones de la ‘santanderianidad’.
Difícilmente en
Barcelona, Zürich o Pietrasanta (a la que el ex embajador Myles Frechette se
refiriera con tanto sarcasmo durante el llamado ‘Proceso 8.000’ ), Fernando Botero Angulo
volverá a experimentar una experiencia tan alucinante y menos se enterará que
hay vecinos del sector que a partir de la fecha ya no darán su dirección sino
que como guía para ubicar su oficina
o residencia expresarán, como se lo dijo a 15 el
propietario de un alquiler de trajes de novio: “A 120 metros al
suroccidente de la nalga izquierda de ‘La Gorda’”.
Pues con esta gran noticia que apenas estoy viendo pues el turismos a hora en bucaramanga es aun mayor. Pues Me imagino también que las atenciones al domicilio bucaramanga fue el mejor y el ideal por parte del personal.
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