Entrevista
al autor de “Justos por pecadores”, la novela de un periodista que formó parte
del Opus Dei y desistió de esa congregación, para narrar una dolorosa historia
de amor y al mismo tiempo hacer públicos
secretos de quienes siguen las huellas de San José María Escrivá.
Su obra ya fue vetada en México, pero en Colombia y
otros países ha agotado existencias por atreverse a navegar en las profundas
aguas de la Prelatura de la
Santa Cruz y Opus Dei, generando una turbulencia sin
precedentes.
Fernando Quiroz Rey tuvo el cielo a sus pies, aunque
prefirió “condenarse” y escribir esta novela en la que la ‘Obra de Dios’ -con tantos
secretos puestos al descubierto- no sale bien librada.
Con estos antecedentes no sé si darle la bienvenida a
la Feria del Libro Ulibro 2008 o entregar al tribunal de la inquisición a este
periodista de 44 años que ha pasado por las redacciones del diario El Tiempo, y las revistas Cambio, Semana, Gatopardo y Soho, y quien con su novela “Justos por
Pecadores” (Editorial Planeta) acaba de ser seleccionado finalista del Premio Iberoamericano de
Narrativa Planeta-Casamérica 2008.
De origen piedecuestano, criado en la provincia de
García Rovira y sobrino de un ex párroco de San Laureano, Quiroz Rey devela la
vida y las angustias de ‘Vicente’, un hombre atribulado que después de
permanecer más de diez años a la Congregación, decide abandonar el barco, pero
“deberá enfrentarse sobre todo a sí mismo, pues el lavado de cerebro del que ha
sido objeto lo ha llenado de miedos y de culpas que le impiden, incluso,
relacionarse de manera sentimental y sexual con la mujer que aparece en su
vida”.
Con un padre enfermo terminal que no se resigna a morir sin verlo, ‘Vicente’ encarna en 223
páginas una historia de amor, pero también una pugna con quienes lo acogieron
para ‘salvarle el alma’ y no quieren dejarlo escapar.
‘Vicente’, que se lleva consigo un misterioso
documento de la Orden, protagoniza “una novela con una clara vocación de
denuncia que no dejará indiferente a nadie”, dice Quiroz, a su vez autor de “El
reino que estaba para mí. Conversaciones con Álvaro Mutis”, “En esas andaba
cuando la vi” y “Esto huele mal”.
Quiroz Rey es una ‘oveja descarriada’ que le confiesa
al Periódico 15
que ya no tiene remedio.
¿Cómo es que un reportero nato
no escribe de masacres o narcotráfico y sí “Justos por pecadores”?
Lo que pasa es que me gustan las historias de amor.
Las tres novelas que he escrito lo son y esta también lo es, y supe esto desde
antes de empezar a hacer periodismo, en lo que me inicié teniendo muy claro que
quería desembocar en la literatura y era como un adiestramiento con la misma
materia prima, que son las palabras.
“Yo
te voy a decir cuáles son los tesoros del hombre en la tierra para que no los
desperdicies: hambre, sed, calor, frío, dolor, deshonra, pobreza, soledad,
traición, calumnia, cárcel...”, decía en su libro “Camino”, José María Escrivá
de Balaguer y Albás, hoy santo gracias a sus ‘milagros’ y buenos contactos en
El Vaticano. Con esos ‘tesoros’ por disfrutar, ¿para qué salud, vacaciones o un
buen almuerzo?
Es curioso, porque una cosa es lo que se
dice y otra es lo que se hace en esa institución, porque de hecho “Camino”, que
es como la Biblia de los miembros del Opus Dei, dice eso y habla de la pobreza,
pero conversando con Jorge Edwards, que ganó el Premio Planeta, él me explicaba
que en realidad lo que ha hecho el Opus Dei ha sido quitar esa idea de que el
reino de los cielos es de los pobres, y lo que está es justificando la riqueza,
verla como una cosa normal y buena. De manera que pocón de eso.
¿Por qué el
Fernando Quiroz, que en un instante llegó a creer que era un “elegido”, terminó
decepcionándose de la “Obra de Dios”?
Porque yo llegué engañado y tenía apenas
16 años, aunque sé que los jóvenes de hoy a los 16 años son otra cosa y para
empezar hay Internet y con ella un impresionante acceso a la información. Yo
era un niño ingenuo al que fueron llevando como a otros cuantos de mis
compañeros, mediante engaños. Lo invitaban a uno a torneos de fútbol, a una
cervecita los sábados, a una charla sobre música, y le empiezan a soltar el
veneno en pequeñas dosis hasta que lo hacen ver a uno como un elegido. Una cosa
que es como romántica en algún momento, porque uno cree que va a salvar al
mundo del demonio, y puro cuento. Cuando uno entra allá empieza a conocer la
verdadera razón de ser del Opus Dei y las prácticas reales. Por ejemplo, cuando
uno lleva un mes o dos meses le entregan un cilicio, que es como un collar de
perro lleno de puyas hacia adentro muy afiladas, que hay que ponerse en los
muslos dos horas al día.
Pero yo sólo duré un año; al protagonista
de la novela le va peor porque dura como once.
“Bendito sea el
dolor. Amado sea el dolor. Santificado sea el dolor... ¡Glorificado sea el
dolor!”, decía Escrivá en Camino 208. Si no es a sufrir, ¿a qué más vinimos a
la tierra?
Hay otros que vinimos a gozar.
¿Cómo goza usted?
De muchas maneras. Para empezar, con mi
oficio. Escribir me produce un gran placer y por eso me demoré muchos años en
escribir esta novela, pues sabía que era un tema que algún día iba a abordar
porque está en mis raíces, pero no quería escribir con dolor, rabia ni rencor,
porque si no me lo hubiera dejado de gozar.
Pero gozo mucho también viniendo a
Bucaramanga porque de acá es toda mi familia, por el lado Quiroz de García
Rovira, por el lado Rey, de Piedecuesta.
Y hasta con
ancestros religiosos.
De la familia de mi papá, que eran doce
hermanos, dos fueron curas y tres monjas.
¿Cuántos
militares?
Por fortuna no hubo, porque esa mezcla de
sotanas y uniformes no es tan conveniente.
¿Su debilidad y
el ‘Diablo’ son los responsables de que usted no soportara el cilicio dos horas
al día, dormir en el suelo o golpearse la espalda con esos latiguillos llamados
“disciplinas”, castigos cuya finalidad es domar las pasiones y obtener dones de
Dios?
En realidad fue más ese Diablo que según
ellos es la mujer. Si uno es miembro numerario del Opus Dei a uno le toca,
entre otras muchas barbaridades, renunciar a las mujeres.
Yo no podía asistir a ningún tipo de
espectáculo público, incluido el cine, me prohibieron ir al matrimonio de mi
hermana y al periódico le arrancaban las páginas donde aparecieran mujeres, así
fueran levantadoras de pesas, en el colegio no estaba “Cien años de soledad”.
Cuando llevaba como cuatro meses me fui
con unos primos a jugar bolos. Ellos tenían unas amigas, conocí a una de ellas,
anoté su teléfono y cuando volví a la casa por la noche sentí como si hubiera
cometido una barbaridad. Al día siguiente hablé con el director espiritual que
me tenían asignado y éste se escandalizó, haciéndome usar más cilicio. Con eso lo que sentí no es
que hubiera hablado durante dos o tres minutos con una niña que tenía mi edad y
que había anotado, sino como si la hubiera violado. Es tal como empiezan a
trabajarle a uno la cabeza, el lavado de cerebro es tan brutal que uno empieza
a sentir esas cosas.
De manera que muy pronto me dije ‘esto no
es lo que quiero, esto no es para mí’, y empecé a entender que había sido
engañado, pero salir no es fácil.
¿Si le parecía
tan absurdo por qué no abrió la puerta y se fue?
Porque uno es muy vulnerable en ese
momento y lo han trabajado tanto que la amenaza del infierno es terrible. Hoy
yo me moriría de la risa si me amenazan con el infierno, pero en ese momento no
porque era un motivo de angustia bastante fuerte. Y algo más: allá como circula
toda la información y el secreto de confesión no existe, uno a veces confundido
piensa que tiene que irse y otras veces decide quedarse porque ‘este es mi
camino para la salvación’.
Pero cuando empezaron las dudas, uno de
los jefes del Opus Dei en Colombia -que era un español-, me encierra en un
cuarto y me dice ‘con que te quieres ir. Mira lo que le pasó a tal que era
numerario y se fue, ahora tiene cáncer y su familia sufre mucho, pero si
quieres correr con la misma suerte márchate’. De manera que no es fácil
salirse.
Después del éxito
de su novela, ¿le espera el infierno?, ¿la excomunión?, ¿el goce pagano?
En todo caso, no más cilicio. Ahora lo que
viene es mucho más trabajo porque de alguna manera ese sueño de poder vivir de
los libros pues se empieza más o menos a hacerse realidad, de modo que ahora le
puedo mucho más tiempo a la literatura.
¿Las mujeres de
la Orden tiene prohibido ponerse pantalones o bikini y fumar?, ¿o este es un nuevo mito para desprestigiar a
esta misión salvadora? ¿La sabiduría es también para las mujeres o su papel es
ser “esclavas” del Señor?
La mujer es el pecado, el demonio. En las
casas masculinas del Opus Dei hay una entrada aparte para las mujeres que
realizan los trabajos domésticos, que se llaman numerarias del hogar. Nunca hay
contacto con ellas y cuando por ejemplo van a pasar los alimentos, lo hacen a
través de un torno, como en los conventos de clausura. Cuando van a hacer el
aseo tocan un timbre y todos los hombres se tienen que esconder en la
biblioteca o en el oratorio mientras ellas se instalan en uno de los pisos. Es
terrible.
Buena parte de la historia del protagonista
de la novela está apoyada en un profesor mío que duró quince años en el Opus
Dei, quien me decía que después de todo ese tiempo en el que todos los días le
han taladrado esta idea sobre la mujer, él no podía tomarse un café con una
mujer porque no sabía qué hacer, si mirarla a los ojos o cómo mover las manos.
Luego responder sexualmente le tomó meses de terapia, porque salen muy
afectados.
¿Qué tan grande
es el poder que tiene en El Vaticano y en el mundo la Prelatura Personal del
Opus Dei, fundada en 1928 y con más de 84.000 seguidores en los cinco
continentes?, ¿qué tan factible es que el próximo Papa sea del Opus Dei?
Es bastante factible. El Opus Dei ha
venido ganando terreno de manera acelerada en El Vaticano. Desde cuando Escrivá
de Balaguer mudó sus cuarteles de Madrid (España) a Roma (Italia), supo que lo
que quería era estar en el centro del poder de la Iglesia Católica. Convirtió
en uno de sus grandes aliados al Papa Juan Pablo II, a quien además le ayudó a
solucionar problemas financieros del Banco Ambrosiano y en contraprestación el
Papa les da la Prelatura Personal, que es algo jurídicamente muy importante
para estas instituciones, y canoniza a Escrivá en un tiempo récord, porque
estuvieron a punto de canonizarlo antes de muerto.
Hoy en día le hablan al oído al Papa
Benedicto XVI, tienen uno que otro cardenal y han impulsado la idea de que el
próximo Papa deberá ser latinoamericano, que es donde está el mayor número de
fieles de la Iglesia
Católica.
¿Qué acogida ha
tenido el Opus Dei en Colombia?, ¿qué personalidades nacionales, aparte de César
Mauricio Velásquez, jefe de prensa de la Casa de Nariño, pertenecen a la Orden?
Están en el poder y se sabe que el
presidente Álvaro Uribe Vélez es muy cercano al Opus Dei, no sé si sea miembro
o no. Ha tenido y tiene entre sus colaboradores a miembros del Opus Dei, pero
así está toda América Latina. En Chile y México ha habido candidatos a la
Presidencia que son del Opus Dei; en Perú hay ministros que son del Opus Dei. Y
de ahí para atrás en la historia el caso de la cercanía del Opus Dei en España
con (Francisco) Franco, se ha repetido en Latinoamérica en casos de dictaduras.
Se sabe que le hablaban al oído a la Junta Militar argentina y hay un episodio
de la visita de Escrivá a Chile, que está más o menos borrosa en los archivos
pero le dio su apoyo. Como yo lo oí de fuentes a las que se les puede creer,
dicen que lo que Escrivá de Balaguer le dijo fue es ‘a veces Dios justifica
matar gente por ciertas causas’.
El nombre de José
María Julián Mariano Escrivá de Balaguer y Albás y la devoción del presidente
Uribe por el beato Marianito Eusse, entronizado por Vladdo en sus caricaturas
del ‘Palacito Presidencial’, ¿es una mera coincidencia?
Toda coincidencia de ese tipo es
perfectamente calculada.
¿Al menos le
alegra el saber que en Bucaramanga (carrera 33 con calle 51), a finales de 2007
fue erigido un busto en honor al santo español nacido en 1902 en Barbastro,
provincia de Huesca? ¿O su experiencia en la Orden lo llevó a no volver a saber
nada de oración, fe o peregrinación y ni siquiera guarda el 26 de junio, día
del santo?
Cuando uno logra salirse del Opus Dei es
como cuando a uno le quitan un tumor y es inevitable que se lleve parte del
órgano. De manera que desde hace un mucho tiempo me puedo llamar agnóstico,
pero que sigan levantando bustos que ya caerán.
¿Hay privacidad
en el Opus Dei o nada se les escapa a las fichas que sobre la vida personal,
espiritual, familiar y profesional les llevan a sus miembros, como lo cuenta su
personaje al que le esconden hasta las cartas de un padre moribundo?
No existe la vida privada e incluso la
correspondencia se revisa. Pero no sólo no existe la vida privada sino que
además todos terminan pensando lo mismo porque están eliminadas dos de las
grandes fuentes del conocimiento, que son la duda y la curiosidad. En el Opus
Dei uno no puede dudar de nada, ni tener curiosidad por lo que hay más allá.
Tiene que recitar de memoria, siempre, las mismas respuestas y todos terminan
pensando igual. Incluso terminan vistiéndose igual y usando la misma loción,
que era la que utilizaba Escrivá de Balaguer, que se llama Atkinson.
¿Abstenerse ante
cualquier duda?
El que quiera que se vaya por esa vía; yo
prefiero ser cartesiano, que es que hay que dudar de todo al menos una vez en
la vida.
¿Al fin de
cuentas Escrivá fue amigo del dictador Franco, quien le confirió el título de
Marqués de Peralta y a quien le brindaba ejercicios espirituales?, ¿o son mentiras de los ateos contra un santo
que padeció la persecución de quien en la Segunda Guerra Mundial se alió con
Adolfo Hitler y Benito Mussolini?
Está confirmadísimo, porque Escrivá fue
uno de los brazos ideológicos en los que se apoyó el franquismo, que tuvo
varios porque era como un pulpo, empezando por la Falange. El Opus Dei fue muy
importante en su momento, a cambio de lo cual recibió un poder brutal y la
Orden llegó a tener más de una docena de ministros y Franco le dio a Escrivá de
Balaguer, que era bastante vanidoso, el título de Marqués de Peralta.
Escrivá de
Balaguer murió en 1975, fue beatificado por Juan Pablo II en 1992 y canonizado
en 2002, fecha en la que el Papa instó a los fieles a buscar la santidad en el
trabajo y la vida ordinaria, como lo pregonaba San José María. ¿méritos de
sobra o influencias para un proceso relámpago?
La figura del abogado del Diablo y los
testimonios que había en contra no fueron suficientemente oídos. Se sabe que
fue un proceso en el que El Vaticano se metió de cabeza para pagar favores
importantes que el Opus Dei le hizo, uno de ellos para ayudar a subsanar la
crisis financiera del Banco Ambrosiano.
¿Su libro sirve
para que los incautos abran los ojos?, ¿o es la tentación del ¿demonio’
encarnada en usted para que aquellos católicos que lo lean no alcancen la
‘Gloria Divina’?
Mi libro es una perversión leerlo. No, en
serio, es un libro que tiene muchas lecturas. En el fondo de esta novela hay
una historia de amor de un hombre que llega tarde al amor, y eso pasa porque le
tenían embolatada su voluntad con estos cuentos del Opus Dei. Hay gente que lo
puede leer como un libro de denuncia, porque revela buena parte de las
prácticas que el Opus Dei ha querido mantener en secreto; y me he llevado la
sorpresa de que hay gente que lo ha leído como un libro de autoayuda. A veces
lo escritores se preocupan mucho cuando les dicen que su libro parece de
autoayuda, pero me parece buenísimo si a alguien le ha servido para algo.
También hay quienes me han dicho que
estaban confundidos porque acaban de salir del Opus Dei o estaban en una
situación similar, y ‘Justos por pecadores’ les ha servido para entender que
hay luz al final del túnel.
“Trata a tu cuerpo con caridad, pero no con más caridad
que la que se emplea con un enemigo traidor” (Máxima 226). “Si sabes que tu
cuerpo es tu enemigo, y enemigo de la gloria de Dios, al serlo de tu
santificación, ¿por qué le tratas con tanta blandura?” (Máxima 227), decía San
José María. ¿Volverá Fernando Quiroz al redil?,
¿o, como en el tango, vos sos un caso perdido?
Si volver al redil implica aplicar esas normas, soy
un caso perdido. Y estas citas que usted hace reflejan esa visión tan cerrada
del Opus Dei que pretende, ingenuamente porque no se puede lograr, eliminar el
sexo y verlo como algo nocivo. Por eso, entre otras cosas, es que usan cilicio,
porque basados en el principio del sadomasoquismo es tratar de reemplazar el
placer con un poco de dolor. Pero cuando uno trata de negar una fuerza vital
como el sexo y le cierra las salidas normales, es cuando empiezan a aparecer
todos esos problemas a los que nos tienen acostumbrados ciertas instituciones
últimamente, como la pederastia y el acoso.
¿”Justos
por pecadores” llegará a los cuatro millones y medio, en 43 idiomas, de
“Camino” la obra de su ex guía espiritual?
Habrá que esperar un buen tiempo; lo dudo bastante
en todo caso.
¿Va usted a
contradecir al Papa Juan Pablo II cuando propuso a Escrivá de Balaguer
como cristiano ejemplar en el mundo moderno, situando al Opus Dei como eje de
la nueva evangelización de la Iglesia Católica?
Por supuesto. Con todo respeto por la Iglesia
Católica, pero es que tener Papa es como es como si tuviéramos rey en Colombia;
es una figura obsoleta y que no ha sido fuente de gran credibilidad a lo largo
de la historia. Si la revisáramos aquí nos quedaríamos.
“...para predicar y enseñar esta doctrina, no
he necesitado nunca de ningún secreto. Los socios de la Obra abominan del
secreto...”, decía Escrivá de Balaguer. ¿Cuál es uno de los
mayores secretos del Opus Dei que ven la luz por primera vez en “Justos por
pecadores”? ¿La fórmula médica para neutralizar sus malos pensamientos, la
lista de los benefactores o que no los dejan ir solos al médico y al sacerdote
ni al que quieran?
Todas los anteriores, pero curiosamente algo que no es
nuevo en el libro porque ya otros han hablado de eso, como son el empleo de la
mortificación corporal, el cilicio y las disciplinas, es lo que más les sigue
molestando. Pero tienen secretos mucho más grandes, como la firma de un
testamento que uno tiene que hacer cuando lleva siete años en la Orden, como
las listas que hacen con cuenta bancaria en mano.
Hay muchos secretos, peor lo que más les sigue
preocupando es el uso del cilicio. Así que si les preocupa tanto, pues dejen de
usarlo.
Fernando Quiroz,
¡que Dios lo perdone!
Con su bendición, ‘mi pastor’.
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