El secretario de la Conferencia
Episcopal explica el rol de la Iglesia de hoy. Juan Vicente Córdoba también le
da consejos al presidente Uribe, habla de bioética y dice que hay colombianos que
parecen perros o jirafos y no son capaces de controlar sus genitales.
La última vez que estuve en esa oficina localizada
en el segundo piso del Palacio Arzobispal, en la esquina suroccidental del
parque Antonia Santos, su ocupante era el obispo auxiliar de Bucaramanga, el
inmolado Isaías Duarte Cancino, y sobresalía una fotografía del Papa Juan Pablo
II. Veintiún años después (julio de 2009) el lugar tiene el membrete de Juan Vicente Córdoba
Villota, un jesuita que acaba de ser elegido secretario de la Conferencia
Episcopal de Colombia.
De 58 años y sonrisa a flor de labio, Córdoba
Villota es una de las revelaciones de la Iglesia Católica y quizás por ello
obtuvo 60 de los 85 votos que lo tienen hoy trabajando a doble del ritmo,
porque a sus deberes como obispo titular de Ausuccura, obispo auxiliar de
Bucaramanga, director del departamento de educación del Consejo Episcopal
Latinoamericano y presidente de la Comisión de Bioética de la Conferencia
Episcopal, se le han sumado sus compromisos de secretario.
Nacido en Quito (Ecuador) e hijo del general
Juan Bautista Córdoba (quien se desempeñara como secretario general de la
Presidencia de la República en la época de la Junta Militar que sustituyó al
dictador tunjano Gustavo Rojas Pinilla), monseñor Córdoba conserva un tono
diplomático, aunque de vez en cuando se emociona y apela al sarcasmo.
Me atiende después de recibir la confesión a
un joven dirigente gremial, y sin dejarse distraer por el olor de las empanadas
hawaianas que venden a cinco metros en línea recta de su ventana, acepta
dialogar sobre lo divino y lo humano. No habrá tabúes durante los próximos 38
minutos.
¿Qué
significa ser el sucesor de monseñor Fabián Marulanda?
Fue una votación que lo deja a uno admirado; y
los otros 25 no es que estén en contra, sino que es normal que se vote por uno
o por otro. Una votación fuerte que no me la esperaba porque soy un obispo
relativamente nuevo. Cinco años de obispo, eso en un episcopado es poco. Y
joven también, porque la mayoría son mayores. Entonces es un voto de confianza
y una demostración muy linda de cariño y fraternidad de los obispos.
¿Qué
hace el secretario de la Conferencia Episcopal?
Es el brazo ejecutivo de la Conferencia. Hay
un presidente que está en su diócesis y va una vez por semana o cada 15 días.
Cuando se reúnen todos los obispos, el secretario ayuda a la planeación y
logística de la Conferencia Episcopal que son dos al año de ocho días cada una.
Después de que pasa la Conferencia, es el responsable de llevar a la acción las
determinaciones de los obispos con todas las comisiones (familia, juventud,
ética, biblia, catequesis, pastoral social, salud… etc) que hay, cada una con
un obispo a la cabeza.
También tiene la vocería oficial ante los
medios de comunicación, ante el país y ante El Vaticano. Cada obispo puede
hablar por su cuenta, pero esto es vocería oficial.
Y, en cierta forma un administrador de la
Conferencia Episcopal, porque hay muchos sacerdotes y empleados y está viendo
la logística, la economía y la parte laboral.
¿Su
nombramiento en 2004 por parte de Papa Benedicto XVI como obispo auxiliar de
Bucaramanga y ahora secretario de la Conferencia Episcopal, significa que los
jesuitas volvieron a tener su ‘cuarto de hora’?
Pues (sonríe) es una frase benévola suya, con
una forma de expresar el cariño a la Compañía de Jesús, pero más que eso será
que la Iglesia nos pide a los jesuitas unos servicios y para eso fuimos
creados. San Ignacio de Loyola dice: ‘Para servir a Jesucristo y a su esposa la
Iglesia bajo el romano pontífice’, y nos está dando un momento bonito de
servir. Qué bonito que un jesuita pueda servir a la Iglesia, a la Conferencia
Episcopal y lo que eso significa en la pastoral de un país. Si quiere
llamémoslo un cuarto de hora de servicio a la Iglesia.
Cuando
asumió como obispo su eslogan fue “Amar y servir”. ¿En qué se inspiró?
Cada obispo tiene un escudo y en el está su
lema episcopal. El mío es “En todo amar y servir”, que significa que todo lo
que uno haga en la vida solo tenga un objetivo: amar a Dios sobre todas las
cosas y al prójimo como a ti mismo. Eso es Mateo 22:34. Y servir: que ese amor
no sea por otro objetivo que por dar todo lo que Dios me pide. Porque uno puede
amar con un gancho, para que lo amen, para que le den o por interés; pero es
amar en todo y servir.
¿De la
Colombia de la Junta Militar de mediados del siglo XX al país de hoy qué ha
pasado? ¿Hemos evolucionado o vamos como el cangrejo?
Pensemos, unos generales a los que les
entregan el poder, porque no hubo golpe, y ellos dicen: por el hecho de que el
presidente Rojas y liberales y conservadores nos digan que tomemos el poder, no
nos lo vamos a tomar. Plebiscito y el país dice si sí o no, y fueron
presidentes constitucionales. ¡Eso es una belleza! y se quedan solo el año y
tres meses que les pidieron. Y les decían, porque lo supe por mi padre a quien
le llegaban cartas, anónimos e insinuaciones, que se quedaran más en el poder,
pero nunca cayeron en la tentación. Año y tres meses, con doce puntos divinos:
no salir del país, no hacer fiestas en Palacio, no hacer nunca una nueva obra
sino terminar las de Rojas y solo dos nuevas obras se hicieron. Fundaron el
Sena, ¡qué detallito!, y construyeron los puentes de la calle 26 en Bogotá.
Hombres que nadie ha dicho que robaron y nunca los han señalado. Y el último
punto era: ‘nunca nos dedicaremos a la política; seguiremos como generales en
uso de buen retiro’, y así lo demostraron. Eso es un cuento, de generales de
altura, de servidores de la patria y la democracia.
Hemos cambiado un poco y no me refiero a los
generales, sino al concierto de las instituciones y al concepto mismo de
democracia y de política. Difícilmente cualquier persona a quien le entreguen
hoy en Colombia la Presidencia por año y tres meses, creo que se quedaría más y
que haría otras cosas más…
Fue un ejemplo impresionante, pero nunca lo
resaltan mucho, ni los políticos resaltan la Junta Militar. Es un paradigma de
honestidad, rectitud y democracia y de no amor a acaparar el poder.
Han cambiado mucho las cosas, ellos
pacificaron, fundaron el Frente Nacional con alternancia de cuatro años para
evitar la guerra. Que después al terminar volvió a resurgir y ya es guerrilla,
eso es otro cuento, pero durante los dieciséis años del Frente Nacional ellos
garantizaron la paz en Colombia.
¿Qué lo
llevó a usted a no ser general y sí cura?
No olvide que San Ignacio de Loyola fue
capitán de los ejércitos del rey. En mi vocación tengo mucho de organización,
de cuerpo mancomunado al servicio de, con jerarquías, órdenes y obediencia.
Llamados de mi Dios, porque Dios lo llama a
uno al sacerdocio y es una vocación. Como a mi padre lo llamó a la suya y el
decía que si volviera a nacer sería nuevamente soldado de Colombia. Si yo
vuelvo a nacer, volvería a ser soldado de Cristo en la Iglesia. Eso lo tengo
clarísimo. Son vocaciones paralelas, con especificaciones distintas.
¿Y si
la vida no lo hubiera premiado con ser obispo, sino que estuviera de párroco en
un corregimiento perdido del Vichada, diría lo mismo?
El ideal de un sacerdote es servir a donde lo
manden, para la gloria de Dios y el bien de la Iglesia. Da lo mismo ser párroco
de San Patricio en Nueva York, que ser párroco de Santa Catalina en Mitú; ser
obispo del peor villorio de África a ser obispo de París. Porque ni París, ni
Mitú, ni África, ni Nueva York dan la marca ni el valor de lo que es ser
sacerdote. El sacerdocio es ser pastor de un rebaño y el lugar donde esté el
rebaño es lo de menos; lo importante es el pastoreo. Me siento tan feliz de
portero como de jefe, como de obispo, como de sacerdote de ‘misa de olla’. Lo
importante es ser pastor, esa es la vocación.
¿Se
siente mejor en los agasajos cotidianos del Club del Comercio o construyendo
casas en el Barrio Claveriano, donde ya ha dejado 175 para familias desplazadas
por el conflicto armado interno?
En los dos sitios me siento bien si el fin es
para la gloria de Dios. Si en el Club del Comercio es un agasajo de cosas
mundanas que me las he buscado o que me las dan con otros intereses, no me
gustaría, y si lo de hacer casas es para sacar tajada mía o para aprovechar eso
para otros fines, tampoco me sentiría bien.
¿En
estos tiempos de recesión mundial, Dios se pone de moda?
Más que de moda, es una necesidad. El mundo
cuando toca fondo se da cuenta a lo que llega el ser humano cuando se cree Dios
y llega a puntos tan bajos que lo único que puede decir es: Dios mío, perdóname
por haberme creído Dios. Y entonces se busca a Dios desde lo hondo. “A ti grito
Señor. Estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica”, dice el salmo.
¿Debido
a eso es que los sermones de hoy son más terrenales y por ejemplo algunos curas
hablan de la “paz financiera” y ya no tanto de la amenaza del infierno?
No, lo que pasa es que los sermones de hoy
tienen que ser con polo a tierra y tocando los corazones. Si no tocan
corazones, se quedan tocando arpa con los ángeles en las nubes y eso no es un
espiritualismo. Un sermón debe ser muy aterrizado pero iluminado por la palabra
de Dios, porque si se torna tan mundano se vuelve una conferencia económica o
sociológica inclusive de poca monta.
En la
última encíclica ‘Caridad en la verdad’, el Papa sostiene que para que la
economía funcione tiene que estar fundamentada en la ética. ¿Los ‘cacaos’
criollos conocen esa palabra? ¿Quienes especulan en la Bolsa sabrán su
significado?
Unos sí y otros no; es difícil generalizarlo.
Hay ‘cacaos’ y personas dedicadas a la actividad bursátil, muy correctos,
justos, católicos y muy honestos, como también hay unos desgraciados, ladrones,
deshonestos, injustos y acaparadores. Eso hay de lado y lado en todo. Pero lo
que el Papa dice es muy importante, porque una cosa es dedicarse al amor en las
nubes sin que haya en la práctica una verdad y una verdad es ciencia,
tecnología, economía y finanzas; y otra cosa es dedicarse solo a las finanzas y
la economía sin amor, porque se vuelve un acaparamiento y un pecado social.
Verdad y caridad, amor y saberes, ciencia y fe… eso junto es una moñona
maravillosa. Eso se llama hacer las cosas con mucho profesionalismo, tecnología
y ciencia, pero a la vez con mucho amor y justicia.
¿En la
práctica es darles a sus trabajadores lo que se merecen y no pensar que con el
billete de dos mil pesos en la misa ya se están poniendo al día?
Es tener una vida íntima con Dios, porque
nadie da lo que no tiene. Para yo poder ser justo, para poder tratar a los
demás con la misma dignidad, para no atropellar a nadie, ni valerme por mi
dinero y mi poder, tengo que tener una experiencia de Dios que es el que nos
hace hijos suyos iguales. Sin la experiencia de Dios, el dinero y el poder nos
hacen sentir dioses. La fe y la vida no se pueden separar.
En ese
documento, el Papa dice que el mundo necesita de nuevas reglas y de un gobierno
de globalización que aspire al bien común. ¿Eso no es como neo comunismo en el
siglo XXI?
No, el comunismo es otra cosa. El Papa lo que
quiere es que así como se globalizó la información y el mercado, también se
globalicen los instrumentos de control. Entonces propone una oficina nueva
donde se analice el problema de los países pobres y ricos, y ayude a tomar
determinaciones en conjunto para que estas diferencias no sean tan graves y no
vivan unos a expensas de otros, con opulencia por el hambre de otros, que a la
hora de la verdad le hace daño a todos.
El Papa propone un ente regulador y
fiscalizador, una oficina donde se atiendan los problemas universales y donde
tengan voz los pobres para poder hacer algo por ellos.
Esta encíclica fue divulgada poco antes de la cumbre de
los países poderosos en Italia. Será que un primer ministro Silvio Berlusconi,
más preocupado por conseguir jovencitas para sus orgías, escuchará el llamado
del Papa pidiendo solidaridad con países remotos.
Ojalá lo escuche,
pero si no lo escuchan es simplemente que hay personas que quieren ser
coherentes con su manera de ver y no escuchan estas cosas. Pero qué queda de
bueno. Se dijo y se advirtió y eso va permeando.
Con una encíclica de
estas el Papa no está hablando de cuántas velas debe tener un altar para el día
de Corpus Christi; el Papa está hablando de lo que es Cristo con su mensaje
para el mundo de hoy y para la dignidad del hombre llamado a ser hijo de Dios y
a vivir eternamente bien. Entonces
estamos refiriéndonos a un Papa aterrizado, que toca los puntos neurálgicos,
que da luces y muestra criterios y principios para que se rijan. El que quiera
o no, eso va en la libertad. El que quiera seguirme, dice Jesús, cargue su cruz
y sígame; no es para todos.
El Papa está
pidiendo a los que toman decisiones en los países ricos que no pueden olvidar
las repercusiones que ellas tienen en los que tienen hambre y hay países muy
pobres.
¿El capitalismo está llamado a recoger?
Todo totalitarismo,
sea de derecha o de izquierda, sea el capitalismo, el marxismo o el
materialismo dialéctico. Está demostrado que todo lo que el hombre haga
creyendo que él es el dueño del mundo, prescindiendo de Dios y prescindiendo de
que somos hermanos, lleva a instrumentalizar a unos a otros. Lo han demostrado
los dos totalitarismos, que han fracasado ambos. Tenemos que buscar nuevas
maneras con cosas buenas que tiene el uno y cosas buenas que tiene el otro,
pero con criterios de ética y de moral, de justicia y de igualdad, y no de
orgullo, soberbia y codicia, que son los que arruinan al hombre.
¿Cuando invoca la necesidad de una autoridad política
universal a qué se refiere?
A que la ONU abra
una oficina en la que todos los países del mundo tengan personas especializadas
allí, que su objetivo y preocupación sea el análisis y soluciones para la gran
brecha entre ricos y pobres de los países, para que en las políticas
internacionales y nacionales esta oficina urja acciones para erradicar la
pobreza del mundo.
“El
desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y hombres
políticos que sientan profundamente en sus consciencias la llamada del bien
común”, dice el papa. ¿En Colombia es posible hablar de responsabilidad social y
responsabilidad personal?
Clarísimo. Si un presidente de junta directiva
y sus miembros de una empresa X dicen que uno de los criterios para tomar
decisiones es cómo va a repercutir esa decisión en el empleado más humilde y en
el servicio que presta a un país. Si esa decisión lleva a hacerles daño a
personas debe revaluarse. Y como entidad, velar para que los objetivos y los
valores corporativos de esa empresa sean siempre para el servicio de los demás
y en honestidad y rectitud, y no para el acaparamiento ilimitado de unos pocos.
Está bien que se gane un dinero, que se gane el pan de cada día, pero nunca a
expensas de los demás y atropellando a los demás. Lo que el Papa está diciendo
hace pensar mucho a personas y a entidades.
¿Cuál
es la función que debe cumplir la Iglesia Católica en la Colombia de tres millones
de desplazados por la violencia y más del 50 por ciento de la población
viviendo en la pobreza?
La Iglesia es servidora y profética; tiene que
anunciar la verdad y denunciar la mentira. Entonces al denunciar debe hacerlo
con todo lo que sea injusto y todo lo que atropelle al ser humano. Por ejemplo
denunciamos la ley del aborto, denunciamos que haya pobres con hambre,
denunciamos la corrupción. Eso es una voz profética y eso lo hace cualquier
bautizado, que es Iglesia también. Y anunciamos la verdad, anunciamos a
Jesucristo, reino de justicia, de amor y de paz. La fraternidad también y como
el Papa lo hace en esta encíclica, que debemos buscar entre todos la dignidad
de los hombres que tienen hambre y no tienen trabajo.
A la vez la Iglesia es servidora, trae a
Jesús, prepara, catequiza, evangeliza, es el instrumento para que Cristo sea
conocido y el reino de Dios sea expandido.
¿Cómo
hace usted para lidiar con políticos y autoridades que prometen y no cumplen?
Toca nunca bajar la guardia de anunciar la verdad
siempre y denunciar la mentira, pero con respeto, sin atropellar a nadie. Ese
hijo de Dios que es injusto o que roba, también tiene dignidad y también es
hijo de Dios, y hay que invitarlo con cariño y al mismo tiempo con contundencia
a que cambie. Nadie cambia a los trancazos; lo hace cuando se le invita
tocándole el corazón, con discreción y respeto. Eso no significa que no se hable
con verdad y claridad. Nunca se le puede decir a una persona no creo más en
ella; no, siempre está la posibilidad de que un mal Mateo, que era recaudador
de impuestos y acaparador cambiara, y que una Magdalena que era jefe de
prostitutas sea hoy Santa María Magdalena. Jesús cambia los corazones de
piedra, y la Iglesia tiene que estar siempre tratando de hacer eso.
Cuatro años
después de la tragedia invernal hay damnificados en Girón que siguen viviendo
los cambuches. ¿Se arrepiente de haberse salido del comité de seguimiento en el
que lo nombró el presidente Uribe Vélez?
No, yo tengo la gran alegría de que le cumplí
al departamento, a los damnificados y al presidente entregando todas las casas
de Bucaramanga, y con él las bendije y él dio las llaves. Misión cumplida con
las dos mil casas de Bucaramanga. Misión cumplida con ochocientas casas que
entregamos hace año y medio en Girón listas con bombillas, vidrios, baños y con
celador cuidándolas. Catorce kilómetros de acueducto, redes de alcantarillado,
luz y agua, todo eso quedó listo. Faltaron cuatrocientas casas que quedaron a
medio hacer y otras setecientas que están por hacer y no se han comenzado. Dejé
la plata de la planta de tratamiento de aguas residuales y 3.500 millones que
me los dio el gobernador Hugo Heliodoro (Aguilar) para hacer eso y no se ha
hecho esa planta. Entonces, como yo convoqué en febrero del año pasado una
reunión -fue la última- y vino el viceministro con Alcaldía y con todos. Ahí puse mi última base, pero nunca más me
volvieron a llamar ni del Ministerio ni de la Alcaldía de Girón.
Yo siempre estaba en llave con todos, pero nunca me volvieron a llamar. Esperé
unos meses porque uno debe ser dócil y flexible, pero no me llamaron. En junio
y julio di voces, pero no me llamaron, así que en octubre decidí retirarme
porque uno nunca puede tomar responsabilidades donde no tiene la posibilidad de
actuar.
Cuando vi que no me llamaron más se lo dije
todo al presidente en una carta y le expliqué que estaba el dinero, claro que a
los dos años todo cuesta más, porque si yo comienzo a hacer una casa y al año y
medio no le puse un ladrillo todo va a ser más costoso. ¿Por qué año y medio
sin hacer nada? No sé, no entiendo. Las casas quedaron listas, ochocientas. Que
ya vamos a entregar, pero nunca entregan. Entonces desde febrero del año pasado
para acá salvo mi responsabilidad. Que triste sería que yo no hubiera renunciado
y todos me dijeran qué hubo de las casas y yo respondiera ‘no sé, Allá yo he
dicho y no me llaman’. No, uno tiene que ser una persona muy seria y de mucha
responsabilidad. Doy cuentas de lo que estuve, y se entregó y se hizo. Pedí
mucho y a mi me dio el presidente plata, porque yo iba a Palacio y él me la
daba. Me dio Heliodoro, porque yo iba a la Gobernación y él me la daba. Hasta
me dio la escrituración de todas las casas. La Alcaldía puso, también los
ministros, y mucha veeduría, pero cuando ya no me llaman más pues entonces uno
renuncia porque cómo voy a responder por algo en lo que no puedo hacer gestión.
Fue un acierto haber renunciado y me libra de
responsabilidades terribles. Me zafa de lo que ha sucedido y es la negligencia
de no haber entregado casas al año y medio después de que comienza una nueva
administración, cuando las dejamos listas y con el dinero de la planta de
tratamiento. Todo el dinero quedó.
Celebro haberlo hecho porque uno debe ser muy
cristalino en sus actuaciones. Yo no gané un peso ni un voto. Y no quise ganar
un peso ni un voto porque ni soy político ni vine aquí para tener dinero. Lo
hice todo con buena voluntad y con muchos días y noches enteras de trabajo,
porque sacrifiqué mucho de la Arquidiócesis por eso, pero esta gente es de la
Arquidiócesis luego lo hice con amor. Me dio pena con el presidente, pero él
entendió mi retiro.
¿Qué
decirle a ese muchacho que sigue durmiendo entre plásticos y cartones? ¿Qué crea
en Dios y que tenga mucha resignación?
Hay que decirle que luche, trate de formarse,
prepárese hasta donde pueda, tenga esperanza y fe que su casita está lista,
crea que hay gente que ha trabajado con honestidad por esto. No puedo juzgar
por qué no se han entregado. No podría afirmar porque es que no sé, yo no volví
a reuniones. Así que a ese muchacho le diría que si algún día sabe quién fue el
responsable y por qué ustedes ya llevan año y medio sin casa, a ésos es a los
que usted debe decirles e increparles y juzgar por qué y que la justicia haga
algo. Porque no hay derecho a que familias sigan en cambuches cuando ya la casa
estaba lista hace año y medio.
Usted
dice que la Iglesia opina cuando se trata de que haya justicia, paz y amor,
pero que no se involucra en política partidista.
Son dos maneras de hacer política. Yo soy
magíster en Ciencias Políticas y sé que está la política de bien común y la
política partidista. La primera es toda gestión en pro del bien público y en
esa podemos colaborar; pero en lo que no debe meterse la Iglesia, aunque nadie
nos lo prohíbe, es en lo partidista, porque yo soy pastor de un rebaño y no
puedo decir que solo voy con las ovejas rojas y con las negras no. Yo estoy con
todas las ovejas, como un papá y una mamá que son pastores del rebaño que es la
familia y no pueden decir que están con el primero y el tercero de los hijos,
con el segundo y el cuarto no. Aunque sea narcotraficante son mamá y papá de
ese hijo y lo aman. No puedo decir que estoy a favor de la reelección
presidencial o en contra, porque en ese momento la mitad o el cuarenta por
ciento -no sé qué porcentaje-, se va en contra o a favor del obispo y el obispo
en contra o a favor de ellos, dividiendo a la Iglesia. El obispo está para unir
a su rebaño, por eso ni los sacerdotes ni los obispos debemos entrar en
política partidista.
¿Pero
es posible conservar ese lindero en un país donde los políticos son quienes que
ostentan el poder, aún desde la cárcel?
Es posible. Desde cuando me nombraron
secretario de la Conferencia Episcopal quedó muy claro que no iba a
pronunciarme sobre la reelección porque soy el vocero de la Conferencia
Episcopal y la Iglesia en eso se mantiene sin involucrarse porque tenemos que
tener libertad para dedicarnos a todo el rebaño y tener credibilidad de todo el
rebaño. ¡Ah!, que unos cuatro o cinco obispos dijeron que estaban en contra; yo
digo que eso sería a nombre de ellos, pero ya en la Conferencia quedamos en que
ninguno seguiría diciendo eso. Le aseguro que no habrá oído desde que terminó
la Conferencia y yo me pronuncié que algún obispo haya dicho que está en contra
o a favor. No lo volverán a hacer.
¿Entonces
son ‘hechos aislados’ las palabras del cardenal Pedro Rubiano pidiéndole al
presidente Uribe Vélez que al finalizar este segundo periodo se tome un
descanso y más bien más adelante se pudiera volver a presentar? ¿Y las de su
colega Nel Beltrán que le sugirió mucha sensatez a la hora de tomar una
decisión?
Son opiniones personales, mas no de la
Iglesia. Yo estoy seguro que ellos cuatro o cinco si les preguntaran ahora no
dirían lo mismo, sino que en aras de la unidad de la Iglesia a nosotros no nos
toca opinar si hay o no reelección.
El
presidente Uribe Vélez se dice muy católico. ¿Si él lo buscara como su asesor
espiritual para pedirle un consejo, qué le diría?
Yo le diría: ‘Presidente, el ideal -e insisto
en ideal para que no se malinterprete- de una democracia es que haya rotación.
Si en una coyuntura especial atípica se necesitase para un gobernador, alcalde
o presidente una reelección, o un presidente de Conferencia Episcopal, que
tenga una reelección con unas condiciones: que sea por elección popular, por
democracia y por unidad del país. Si eso va a traer más desunión y más
conflicto, mejor no. Presidente, con esas luces que yo le doy piense y tome su
decisión’.
¿Si los
obispos no deben meterse en política partidista entonces Arnulfo Romero -asesinado
por la extrema derecha de Nicaragua- y ahora Óscar Rodríguez Madariaga en
Honduras -a quien Hugo Chávez ha tildado de ‘payaso vestido de cardenal’ y
‘loro del imperio’- se fueron por el camino que no era? ¿O que las condiciones
extremas los obligaron a involucrarse?
Lo que hizo el cardenal Rodríguez Madariaga no
es política partidista, es política de bien común. El cardenal nunca dijo ‘el
presidente debe ser Micheletti porque Zelaya es un hombre que ha hecho daño al
país y es malo; por favor los seguidores de Zelaya recapaciten y sigan a
Micheletti’. Él no ha dicho eso. Sí dijo que dadas las circunstancias
coyunturales de Honduras si el presidente Zelaya llegara a volver el
derramamiento de sangre sería inmenso. Eso es el bien común, porque no está
diciendo que está a favor o en contra, que es bueno o que es malo. Para evitar
esa guerra civil no es el momento de volver. Él no dijo ‘nunca venga’, sino que
no es el momento de volver. Si el momento dura diez años, en diez años no debe
venir; si el momento dura dos horas, en dos horas no debe venir. Es distinto.
Me parece que es una responsabilidad social de
un cardenal decir eso. Yo diría lo mismo si aquí hubiera una amenaza de guerra
civil. Para evitar ese derramamiento de sangre, usted fulanito no haga esto o
sí haga esto. Eso es distinto a decir ‘¡viva Micheletti! ¡abajo Zelaya!’, pero
entonces lo interpretan mal.
¿Estamos
lejos de esa Colombia en la que se gritaba ‘¡Viva Cristo Rey!’ y desde los campanarios
se les disparaba a los liberales?
Claro, eso ya no existe. Hoy el problema no es
liberalismo ni conservatismo, ni protestante ni católico; hoy el problema es el
materialismo, la secularización, el narcotráfico y la guerra armada entre
hermanos. Hoy no hay ningún sacerdote que diga eso, ni ningún católico que diga
eso. En su momento debió tener significación -no lo viví-, pero si lo dijeron
es por algo, pero no hoy que eso ya no tiene vigencia.
Es como decir por qué mi abuelito mató a un
señor. Porque se le metió a la casa y con un machete iba a matar a la esposa.
Eso es muy distinto, pero si uno le quita el contexto y dice que su abuelito
mató a un señor y usted es nieto de un homicida. ¡Uy!, qué distinto a decirle
su abuelito salvó a su abuelita de la muerte. Yo diría: mi abuelito fue un
héroe. ¡Qué diferencia, no!
Entonces lo mismo: el padre tal condenó a los
liberales, los liberales condenaron a los conservadores; muchos liberales
mataron conservadores, muchos conservadores mataron liberales. Yo no puedo
desde hoy hacer un juicio histórico y decir ¡qué barbaros! No, todo tuvo su
momento que habría que ver. Puede que haya habido acciones buenas como malas,
pero no puedo desde hoy juzgarlas. Lo que sí puedo decir es que hoy no se
repita eso y que hoy no se repite. Hoy ningún conservador le mata a un liberal
y ningún liberal le mata a un conservador; hoy le mata la guerrilla a un para y
un para a la guerrilla, eso es distinto, pero los de antes no pueden juzgar lo
de hoy ni dentro de cincuenta años pueden juzgar lo de hoy. Todo tiene su
causa, su efecto, coyuntura y su contexto.
¿En
esta crisis de vocaciones de dónde van a salir los curas para los años futuros?
De las buenas familias católicas, porque hay
tantas buenas familias católicas en el mundo entero. Y no olvide que la Iglesia
no es una empresa con mercadeo; la Iglesia es una institución fundada por
Cristo y el Espíritu Santo la lleva. ‘No teman, yo estaré con ustedes hasta la
consumación de los siglos y las puertas del infierno no podrán contra mi
iglesia’. Se han vivido peores momentos.
¿Qué me dice de las épocas de grandes ateísmos en Europa en los siglos XVII y
XVIII, la Ilustración Francesa, cuando en ese país no quedaba nadie con fe y la
Iglesia fue aniquilada. Y tenemos las
grandes vocaciones en Francia en estas épocas. En este momento los seminarios
nuestros están llenos y hay que escoger, porque los muchachos llegan cargados
de los problemas de una sociedad totalmente neurótica, pero vocaciones hay. El
Espíritu Santo no se ha muerto ni se morirá; el día en que se muera se acaban
las vocaciones, pero es que el día en que muera el Espíritu Santo nos morimos
todos.
¿A qué
se debe el boom de sectas, iglesias, charlatanes, salvadores, pastores,
profetas, escogidos?
Al desubique y a la falta de fe, a este mundo
materializado sin Dios en el que todo el mundo se agarra de lo que puede y en
el momento en que zozobró el barco usted se agarra de cualquier tabla. También
a que otros quieren ganar platica, a sacar el diezmo. ¡Eso da mucha plata! y le
ha dado negocio a mucha gente.
Igualmente unos resentidos porque un cura los
trató mal un día o un cura tuvo un abuso entonces ya es toda la Iglesia, pero a
esa persona le falta criterio, no tenía fe profunda en Jesucristo. Creía era en
los curas; no en Jesús ni en su iglesia.
Y también culpa nuestra de no evangelizar
bien, porque hay unos que lo hacen magnífico y otros que lo hacen muy mal. Hay
de todo.
¿Clonación,
congelamiento de embriones, fecundación en vitro son obra de Satanás o avances
científicos que la Iglesia debe aceptar?
No, eso no es de Satanás (sonríe). La ciencia
por un lado y por el otro Satanás. La ciencia tiene unos avances magníficos
como las células madre, ¡qué belleza!, y todo lo que sea terapéutico
bienvenido. Hay una declaración mundial que no se acepta la clonación humana
porque sería meternos en una ‘vaca loca’ que ninguna sociedad acepta. Para
terapéutico todo. Células madre con fines terapéuticos pero no matando a
alguien, porque si debo matar el embrión entonces le ayudo en el alzheimer a
alguien pero mato el embrión, y además ninguna enfermedad se ha curado todavía
con células madre y estamos lejos. Eso fue un sofisma y pasarán muchos años
para que la ciencia encuentre que puede hacer curaciones, pero hay que seguir
investigando.
Pero no puede un papá para salvar el corazón
de un hijo sacarle el corazón al otro hijo. El fin no justifica los medios.
Salvé el alzheimer y la diabetes -que no lo han salvado pero supongamos que se
salvara-, pero matando un hijo, matando el embrión. La Iglesia tiene que
defender a ese nonato que es persona y es hijo de Dios.
¿Cero
planificación familiar y que el mundo se siga llenado de criaturas famélicas?
No, ni más faltaba. La fórmula del sacramento
del matrimonio dice: ‘Te comprometes a tener y traer libre y responsablemente
los hijos como don de Dios’. Entonces hay que tener responsabilidad. Lo que
pasa es que este tropicalismo colombiano, que si usted no se acuesta todos los
días no es hombre y que si no tiene placeres orgásmicos no está chévere en la vida.
Hay que tener disciplina y la disciplina implica que con el método natural
tendrá usted ocho días en el mes en que no hay fertilidad y ¿no se puede que un colombiano
y una colombiana, tropicales macondianos solo buscando placeres sin ningún
control, aguante ocho días en el mes? ¡No!, no somos capaces. Es cuando suene
la flauta, como perritos y como jirafos y como pulgos. No, hombre, sí se puede,
pero es que eso de que queremos el pan, el queso, el chocolate, aguadepanela y
el café y además una ñapa que nos dejen consignada en el banco. No, usted puede
tener ocho días de control y antes le aumenta el amor. Es con respeto, con
cariño y control, pero no es que se vaya a donde otras mujeres. ‘No es que me
toca porque mi esposo se va a donde otras mujeres’. Perdón, ese esposo usted no
lo debería, ese no es un hombre que la ame, esto no es con condiciones. Con esa
premisa pues no se puede nada y claro que se puede. Dios hizo muy bien todo,
hay control, hay métodos naturales y es abierta a la vida toda relación de
esposos y al amor, pero no es para tener una prostituta de turno en la casa;
unos días con las de afuera y otros días con mi esposa. Y eso es un altísimo
porcentaje de los colombianos. Soy enfático en esto porque quieren echarles la
culpa a la Iglesia y a Dios; ¡la culpa es de unos tipos que no son capaces de
controlar sus genitales!
¿Estamos
cerca del fin del mundo?
¡Ni idea! Eso solo lo sabe mi Dios con todo su
combo allá en el cielo. Para Dios no hay tiempo, porque él no tiene pasado, ni
presente ni futuro y nosotros sí, que nos parecen cien años mucho y mil años
terrible. No olvide que esto tiene miles de millones de años de evolución. Para
Dios el tiempo es un chispazo en la noche, nada. Por eso es que no somos
dioses, porque somos limitados. Si lo fuéramos entenderíamos todo, pero no
seríamos limitados. Él en su infinita sabiduría sabe cómo será esto. Lo que sí
sabemos es que tenemos una responsabilidad histórica. En mis ochenta o treinta
años de vida, debo amar a Dios y al prójimo sobre todas las cosas. Buscar el
reino de Dios y su justicia y todo lo demás vendrá por añadidura, pero no me
puedo dedicar a las añadiduras porque si me dedico a lo material me quedo sin
lo fundamental que es el amor eterno.
Vivamos como si mañana se acabara todo, pero
sin dejar de comprometernos pensando que si yo no hago nada, nada se hace. San
Ignacio de Loyola tiene una frase: ‘Haga todo como si todo dependiera de Dios y
usted no existiera, pero al mismo tiempo haga todo como si Dios no existiera y
todo dependiera de usted’.
¿Se
recuperaron ya los jesuitas del zarpazo multimillonario que les propinó hace
tres años el hombre de confianza que les manejó sus arcas?
Afortunadamente esta persona devolvió la plata
y entonces en ese sentido sí se recuperó. El dolor moral no es tan fácilmente
de recuperar. Hay que perdonar y hay que tener misericordia, pero perdonar no
significar alcahuetear ni decir que no sucedió nada. Sí significa darle un
abrazo de hermano a las personas que uno perdona, darles nuevas oportunidades,
dejando muy claro que estuvo mal hecho para la edificación de las siguientes
generaciones, y además porque toda causa trae un efecto. Ya para la persona es
muy duro, él mismo se castiga sabiendo lo mal que obró, pero nosotros con
criterio cristiano debemos perdonar, amar y dar nuevas oportunidades. Nunca
alcahuetear y tapar.
Las arcas se recuperaron porque él devolvió
todos los millones. Eso se le abona y es el primer punto para el perdón en la
confesión católica. El daño moral se puede rehacer en parte con su reconocimiento
y con su petición de perdón. En esto debe haber verdad de lado y lado.
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