(Esta entrevista la publiqué en el año 2009 en el Periódico 15 de la Universidad Autónoma de Bucaramanga)
Con 59 años a sus espaldas bien disimulados, y
unos seguidores que donde lo reconocen saltan a pedirle un autógrafo, Fausto
empezó
esta conversación definiéndose como “un hombre que ha vivido toda su existencia de la fe, de
hacer cosas desde la fe, no en una esperanza contemplativa, sino en una
esperanza activa y que cree que eso involucra a todas las filosofías, las
ciencias y las religiones, y con mayor razón a todos los seres humanos”.
Reconocido como ‘Fausto de América’, su voz
permanece en la mente de una generación que le apostó al amor y no a la guerra,
que vestía pantalones bota campana y zapatos de plataforma, y que se niega a
morir sin antes ver un mundo menos bárbaro e intolerante.
¿Qué es
la vida?
Un continuo servir. Cuando uno no sirve,
entonces no hay vida. Mientras tenga la posibilidad de servir, tengo vida y la
capacidad para evolucionar y buscar nuevas fronteras. Todo lo que tiene que ver
con la música, la literatura y la integración de la cultura para mí es muy
importante, un objetivo permanente.
¿Cómo
sobrevivir a eso tan pasajero llamado fama?
Eso sí es muy difícil, porque de todas maneras
uno tiene egos y en el principio es complicado controlar el ego porque uno ni
siquiera sabe que lo tiene. Luego empieza a detectarlo y saber cómo funciona,
pero si los psiquiatras y los psicólogos tienen problema con él, imagínese los
que puede tener uno con esa circunstancia. Es mirarse en un espejo y verse
simplemente como un ser humano, como una célula que forma parte de un cuerpo,
que somos todos y actuar en consecuencia.
¿Y en
un país como éste en el que hoy se es ídolo y mañana villano?
He tenido la oportunidad de vivir unas
circunstancias y otras. No sólo he tenido el privilegio de que las personas me
estimen y por lo tanto tenga unas prebendas que no tiene todo el mundo, pero
también he recibido el desprecio y que me ignoren porque uno llega a establecer
relaciones con sigo mismo que tienen unos objetivos: llevar mi música y mi
poesía y con esto mantener mi vida.
¿Cómo
Fausto se vuelve músico y no un habilidoso comerciante o un narcotraficante?
Los paisas tenemos una condición muy
particular y es que todo el mundo nos ve como comerciantes, y cuando llegamos a
cualquier lugar siempre nos están ofreciendo mercancías. Yo caí en esto en
varias oportunidades y traje compañías a Colombia, porque además mi carrera en
el momento en que comenzamos no nos podía aportar lo suficiente para poder
hacer todas las cosas que teníamos que hacer, una de ellas grabar. Fui el
primer artista que salí de Colombia a hacer grabaciones en mi época y eso era muy
complicado, porque conseguirse cien mil dólares para hacer una grabación… Era
preste aquí, hable con el amigo, traer productos, financiarse. Fue toda una
odisea para poder hacer lo que tenía vocación para hacer.
Unas de estas experiencias fueron exitosas y
otras de fracaso, pero me fue bien y pude hacer grabaciones y trabajos con
personas del exterior muy importantes que produjeron éxitos conmigo que hoy me
mantienen con la vigencia que tengo.
Fausto se presentó en la Universidad Autónoma de Bucaramanga en 2009. / Foto Pastor Virviescas Gómez
¿En qué
momento decide dedicarse a la música e intentar vivir de ella?
Muy joven. En mi casa los estímulos para esa
vocación fueron desde los tres años y medio. Había una profesora llamada
Gabriela Restrepo y me acuerdo que en la libreta de calificaciones invitaba a
mis papás que me pusieran en danzas, música o pintura, porque ella veía que yo
tenía una inclinación hacia el arte, así que desde muy niño comencé a cantar.
En mi casa todos cantamos, incluidos mi mamá y mi papá, que fue organista de
una iglesia en La Ceja (Antioquia). Había mucho vínculo con la música de la
iglesia y mi padre trabajaba con varios sacerdotes de la familia, aunque él era
contador.
Un día sin que yo lo pensara comencé a
componer y a cantar en lugares donde la gente me veía y me decían ‘¿usted por
qué no graba?’. No era apasionarse con ser un artista que tuviera nombre, sino
tener la posibilidad de agarrar una guitarra y decir cosas.
El primer poema que escribí lo hice un día que
mi papá no tenía con que darme el dinero para comprar el regalo para mi mamá, y
le hice una poesía influenciada por lo que era la mitología de esa época. A
partir de ahí hubo estímulos, que si bien no fueron tan determinantes para que
construyera una carrera artística, con el tiempo, con los amigos, con las
incursiones en los escenarios donde se hacían canciones de todo tipo, me
encontré con un grupo de ciegos en el que uno de ellos era organista en La
Candelaria, en Medellín. Con ellos cantaba baladas en un lugar de tangos,
cuando no había clubes nocturnos ni hoteles que presentaran ya eventos
artísticos. No me ganaba nada porque me volaba de la casa para poder estar en
la noche allá, porque eso era lo que me apasionaba.
Fue así como me fui vinculando con esto que es
mi talento, lo que Dios me regaló y siento que tengo la necesidad de prestar un
servicio.
¿Entonces
le reconoce algo a un ser creador que le echó sus polvitos celestiales y no
todo son méritos propios?
No pienso que haya polvitos celestiales; creo
que hay seres que están mucho más evolucionados que nosotros, que se convierten
en nuestros maestros cuando queremos escuchar, y son la opción después de haber
vivido experiencias desde el ego, la prepotencia y la estupidez de creerse que
soy fulano de tal.
Desde muy joven estudié a Goethe, y por esa
razón me puse el nombre de la novela más importante de él. De su mano fui
descubriendo qué es uno y qué tiene uno, y en el preguntarse quién soy yo, para
dónde voy, qué vine a hacer aquí, se encuentra con que todo esto no está fabricado por una
tecnología humana o por una ciencia humana, sino que es como una oportunidad de
amar, a partir de servir y de hacer lo que es correcto, y hacer lo correcto es
trabajarle a lo que uno tiene como talento. Uno no puede elegir una carrera en
la que voy a ganar mucho dinero, sino una carrera en la que sé que con esto que
estoy haciendo soy feliz, primero que cualquier cosa.
La experiencia del tiempo y del espacio
desaparece cuando estoy en un escenario, en un estudio o componiendo, y
descubro otra cosa muy distinta que es el ser y comienzo a trabajar desde mi
ser, que condiciona mi alma, que condiciona mi mente y por lo tanto mi propia
fisiología y todo mi entorno.
¿Sacrificó
amoríos, amistades o a su familia por estar metido de lleno en el espectáculo?
Sí hubo momentos de esos, no una constante
porque desde joven tuve que viajar solo a muchos lugares y esa fue una
oportunidad muy grande para ser autónomo como fui desde muy pelado. Por esa
razón le doy gracias a la vida. Mi padre y mi madre son lo más grande que puedo
considerar porque a través de ellos llegué a este planeta y a esta experiencia
de vida, pero no puedo decir que sea una persona muy apegada o que dependo de
estar ahí para poder ser alguien. Donde esté, ellos están conmigo y cada una de
las personas que veo en la calle no son cosa distinta que mis propios hermanos,
parte de un mismo ser en el que estoy involucrado con su voluntad todo el
tiempo.
Fausto fue invitado por la UNAB y se presentó en el Club Campestre de Bucaramanga. / Foto Pastor Virviescas Gómez
¿Cuál
es su principal fuente de inspiración?
Podría decir un exabrupto para la gente que
compone y es que estudié música -que no estudié música- o tal aspecto de la
literatura para poder elegir un camino, pero no; comencé a vivirlo de una
manera espontánea y cuando sentía que tenía que escribir sobre un tema
simplemente lo hacía. A veces el motivador fue una historia personal con
alguien; otras veces fue la historia que vi de unos amigos y otras fui por el
camino de componer una canción como ‘Soñando con el abuelo’, pensando que
cualquier de nosotros la pudo haber bajado como una revelación y expresarla en
palabras. No me programé para escribir eso, pero en el momento en que me llegó le
hice caso a mi intuición y a la capacidad que tenemos de comunicarnos con las
cosas que son superiores. Somos como canales por los cuales ese tipo de
mensajes llegan. Las canciones no son nuestras, y menos cuando ya se le
entregan al público y pasan a pertenecer a todos. Ahí es cuando una canción
puede tener o no relevancia, porque cuando uno canta las cosas que
verdaderamente la gente está viviendo o está afectada por ellas, es más
importante que cuando simplemente canta canciones que uno quisiera que fueran
éxito pero que están contando una historia de amor que es muy individual, muy
de fulano de tal.
¿Es
consciente de que puede llevar al público de la euforia a la tristeza y de ahí
a la depresión?
Soy consciente de eso y creo que cuando se
produjo el fenómeno de la canción de Nicolás todos estábamos involucrados por
las noticias y porque nos habían hecho apersonarnos de ese niño como si fuera
un familiar nuestro. El poema lo escribí sin música, en medio de una fiesta y
mi hija fue el motivador porque ella entró llorando, a los cinco años, y me
dijo: ‘Papi, ¡Nicolasito se murió!’. Cuando ya llegó la hora de las fiestas de
Cartagena, el maestro Aníbal Ángel, que conocía el tema, me pidió que le
hiciera un arreglo y lo cantara. Cuando lo hice me di cuenta que no solamente
habíamos sido nosotros como familia, sino todo el país el que había tenido ese
dolor por la muerte de un niño, que si no se hubiera divulgado por la radio
pues de pronto no nos habría afectado tanto. Así como dice la misma canción: no
nos afecta tanto y somos indiferentes cuando la historia es de otros. No vemos
al que es mendigo o una piltrafa que sea parte de nosotros como cuerpo, pero
aprendí y lo practico todos los días que cualquier persona que me encuentro
forma parte de mi mismo y que soy tan responsable de él como lo es él mismo si
permito que las cosas en él sean desordenadas o asuntos que puedan afectarnos
socialmente.
¿Qué
siente cuando llega de anónimo a un lugar donde hay gente reunida y nadie lo
reconoce?
Hay dos circunstancias: el ego siempre le dice
a uno, ‘oye, no te reconocieron y aquí no sos nadie’, pero cuando uno tiene
consciencia de lo que es y de lo que está haciendo, muchas veces entra en un
lugar así y se siente muy feliz y se relaja porque puede tener algo que se pierde
cuando uno es un artista y es esa privacidad con la que uno puede ser un ser
humano.
¿Cuál
es la canción qué más le llena?
La obra de Beethoven en la Novena Sinfonía es
uno de esos temas y la obra de Bach, especialmente el Evangelio según San Mateo,
pero también hay muchos autores que han hecho obras clásicas. Como he estado en
esa búsqueda todo el tiempo de cuál es no solo la definición teórica de
libertad, sino en dónde puedo experimentar realmente la libertad sin afectar a
nadie, estas son canciones que me llegan. Por ejemplo hay una canción de
Alberto Cortéz que me gusta mucho y que dice: ‘Quiso volar igual que las
gaviotas…’, porque eso somos los seres humanos, que nacemos en una realidad y
comenzamos a vivir en un sueño y cuando llega el último momento comenzamos a
darle valor a la realidad y nos damos cuenta de que ese sueño desaparece. Estamos
en manos de lo que la gente llama Dios, ejerciendo una voluntad que es él, de
la que no nos podemos sustraer, porque el ser humano ha ido evolucionando y la
evolución se ve más frecuentemente a partir de la tecnología que de la
espiritualidad. El ser humano vive mucho mejor cuando encuentra la posibilidad
de hacer silencio, de asombrarse con todas las cosas que hay ya elaboradas como
visiones en la naturaleza hablando de lo físico, o como experiencias del ser y
del espíritu que pasan por encima de la mente y que nos dejan llenos por mucho
tiempo sin saber por qué. Cuando uno es capaz de hacer silencio descubre que
esa realidad que está ahí tiene un valor mucho más grande que cualquier cosa
que uno pueda hacer en un tránsito de vida.
¿De
dónde saca el aliento para que a estas alturas tenga deseos de levantarse cada
día a sonreírle a la vida y no terminar en un bar de Manrique escuchando tangos
y llevado por el alcohol?
A mi el tango me gusta mucho y en Manrique no
es el único lugar donde se escuchan tangos, pero yo me levanto todos los días
con una oración en la que hay mucha fuerza, porque la oración del universo, la
que cantan los pájaros, el aire y los ríos forma parte también de lo que soy.
Me levanto feliz porque sé que tengo cosas por hacer, porque si hay alguien que
en algún momento yo pueda hacer un tema en el que esa persona encuentre un
verso para seguir viviendo con alegría, ese instante solo ya justifica mi
existencia.
¿Y cómo
reacciona cuando en la calle una secretaria o un ejecutivo se le acercan
emocionados a pedirle una estrofa de ‘Susana’? ¿O a estas alturas eso le
‘resbala’?
Eso me sirve para verificar que lo que he
estado haciendo tiene un valor para esas personas, y si lo veo desde ese punto
es motivo de regocijo, pero qué tan difícil sería encontrarme con la gente y
que me digan lo contrario, que lo que estoy construyendo es basura y
haciéndoles daño. Eso sí sería difícil de encarar; lo demás lo vivo como vive
una célula del cuerpo hasta que hay una radiación y se muere porque el lugar en
el que estaba era un cáncer. Soy muy amigo de la vida y no soy enemigo de la
muerte, porque la muerte también es vida cuando descubrimos que al ver ese contraste
tomamos la determinación de vivir muertos o tener una vida real y encontrar una
razón detrás de lo que hago. Hoy en día trabajo por eso último y cada vez
quiero que el ego mío esté menos afectado por ese tipo de circunstancias. Por
eso cuando una persona se acerca a uno es lindo saber que ese ser humano es
alguien que se tocó en una parte que nosotros no vemos pero que es lo más
grande de él y es su alma.
Hay otro tipo de personas que se arriman y me
dicen ‘¡Qué verraquera tus canciones! ¿Me prestás diez mil pesos?’ Eso es otra
cosa distinta.
¿Sus
manejadores le han llamado la atención cuando le da por cantar gratis para una
obra benéfica?
Claro, me han regañado ellos y quienes
trabajan en las gerencias de producción artística, porque muchas veces lo he
hecho y me dicen que eso no es negocio. Les respondo que vivir con esa
felicidad de haber participado en un bienestar para alguien es mucho más que
cualquier pago en dinero.
¿Pinta
bodegones por encargo? ¿Compone al mejor postor?
Cuando siento que me estoy inspirando,
prefiero hacer una canción que sea un motivador, que ayude a vivir, que ayude a
buscarse y reconocerse a sí mismo, a escribir una canción que simplemente me
está motivando a hacer ejercicio de algo porque viví una emoción y entonces me
enamoré de una mujer y me tengo que ir a la cama con ella. Eso no tiene
sentido. Es preferible actuar más con sabiduría que con inteligencia. Un hombre
inteligente puede ser ignorante, pero un hombre sabio actúa con sabiduría y
evita ser ignorante. Eso es lo que hay que diferenciar, porque cuando uno es
capaz de discriminar entre lo que es eterno y lo transitorio, comienza a buscar
la sabiduría y encuentra tips de los que uno no se puede pegar para vivir
eternamente con ellos pero sí se da cuenta que hay cosas que van mucho más allá
de lo transitorio.
¿Le
cambió algo el haber conocido al maestro Gustavo Gómez Ardila, una de las
principales figuras de la música coral de Colombia?
Sí, porque el maestro Gómez fue uno de los
hombres que en Colombia tenía primero como músico algo que es muy escaso en la
gente del ambiente cuando ya los llaman maestros y es que nunca perdió el norte
como ser humano, y siempre tuvo esa humildad que lo caracterizó para seguir
incluso haciendo oficios como los de aquellos maestros que cogen a la gente que
no tiene ningún conocimiento y comienzan a orientarlos para que ellos mismos se
encuentren a partir de descubrir los talentos que tienen para el arte.
Fue además una experiencia muy bella porque él
nunca permitió que nadie tocara sus músicas para ponerles letra y él mismo me
pidió que le pusiera letra a una obra suya que yo quiero dejar como un recuerdo
porque define mucho lo que es la vida de una persona en un pueblo como
Zapatoca, en ese entorno nativo en el que se desarrolló su personalidad y toda
su vivencia como ser humano. Una canción que dice: ‘Cuando al morir la noche,
vuelve el sol y se llena de aromas mi ilusión, recuerdo con ternura naturalezas
puras que formaron la cuna de que hoy es mi inspiración. He vuelto por tu calle
a recorrer, tras el niño que yo solía ser, feliz de haber nacido en mi pueblo
entre rocas, mi amado Zapatoca, mi viejo Santander. Al volver a vivir la pasión
del primer amor, que a escondidas robé en los labios de aquella flor, me parece
vivir que en su cuerpo vibraba y temblaba mi voz, son los aires de mi tierra
que se funden con las flores y en pasillos y canciones siembra amor’.
¿Olvidó
ya el poema que le dedicó a su mamá el día que su papá no tenía para el regalo?
Dice: ‘Mujer hermosa que llevas en el cuerpo
un alma pura y un corazón bueno, siempre pensando en hacer con Dios de acuerdo
todo lo que para tus hijos va en provecho. De las reinas fuiste tu la del
Olimpo, la mujer más bella, la mujer primera, y cuando reinas hubo por el
tiempo representaste tu la primavera. No mereció ni un Zeus el tenerte, por eso
no apareces en la historia, pero para mi madre es el perderte, el vivir sin
razón, perder la gloria. Y copiando aquella frase que dijera algún sentido
escritor que no recuerdo, te digo lo siguiente pues lo siento: no me mueve mi
Dios para quererte el cielo que me tiene prometido, me mueve sí, me mueve el
ser querido porque me has puesto tú en la tierra para verte’.
¿Qué
debe decir su epitafio?
‘Vivió’. Todo lo demás se muere y se lo lleva
el tiempo. La historia está llena de basura, pero también de cosas que podemos
tomar como ejemplo. Quisiera poder hacer la escisión entre una cosa y otra y
encontrar que los clásicos en el arte y la cultura son ese ejemplo que
deberíamos tomar como hilo conductor para seguir buscando ese norte que hizo que algún escritor europeo dijera:
‘Cuando me muera me iré con los ángeles, y cuando me les muera a los ángeles
aquello en lo que me convierta no puedes imaginártelo’.
Mientras vivamos en cuerpo, quiere decir que
tenemos que cambiar y algo que modificar, porque cuando seamos perfectos ya no
vamos a tener cuerpo.
¿La
música hace falta para vivir o el dinero a montones es suficiente?
La música es tan necesaria como el agua, que
es música; como el pájaro, que es música; como una nube que sin sonar es
música; como el sonido de un aparato que alguien inventa y ese sonido para él
se convierte en música. Hay una música que es diferente de otra. Cuando hace lo
que tiene que hacer y está ejerciendo su talento, por el hecho de que es feliz
y porque desaparece la experiencia del tiempo y del espacio, deja de
preocuparse por lo que tiene que conseguir y eso le llega.
¿Fausto
y Luis Javier dialogan de vez en cuando o no se encuentran jamás?
Todos los días, además porque todos los días
me lo recuerdan. Hay gente que no puede evitar sacarme en cara las cosas en las
que me equivoqué y en las que acerté, y unas a veces se las recrimina Fausto a
Luis Javier y otras Luis Javier a Fausto.
Buscando y buscando encontré esta entrevista, me encantó. Y quería decir que crecí adorando a este artista. Me encanta el hombre que es, amo su voz y amo su música. Fausto, o Luis Javier, gracias, gracias porque desde niña y aún hoy inspiras en mi bonitos sentimientos. Que el Todopoderos te guarde.
ResponderEliminarNancy Suárez Cuevas-Cali
Fausto al fin y gracias a Dios, sentado en un parque y rodeado de mis hijos, Dios me ha dado la dicha de saber de ti. Soy un cubano que ha tenido que sufrir durante toda su vida una terrible pesadilla, un serco ideológico que nos impedía conocer de los talentos y glorias de la canción de nuestra América y de cualquier otra manifestación artística que no fuera acorde al sistema en que vivimos. Hoy, a través del internet, dejas de ser para nosotros Evaristo y nace el Fausto de la canción El pescador, la canción más hermosa que be escuchado en mi vida y la única tuya conocida en nuestro país. Fausto, por esa bella voz y tan bello sentimiento, le doy a Dios vracias por ti. Que Dios te bendiga. Lazaro Martínez de Punta Brava, La Habana, Cuba.
ResponderEliminarque preguntas tan capsiosas...que falta de respeto por Fausto, el problema cuando el "periodista" cree tener mas logros en la vida que su entrevistado
ResponderEliminarEstoy en el 2021 y aún sigo escuchando todas estas poesías. Que llegan a lo más profundo de nuestro ser. Gracias por toda esta maravillosa música. Le pido a mi Dios que te continúe bendiciendo a ti a toda tu familia de nuevo mil y mil gracias.
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