Primera parte de
la entrevista a la mujer que se ordenó religiosa, luego optó por la vida
insurgente en el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y después de dos décadas
abandonó ese tipo de lucha, pero no arrió las banderas de la justicia social.
De haberse
cumplido la orden de fusilamiento impartida por el comandante Fabio Vásquez
Castaño, el cadáver de Leonor Esguerra Rojas estaría hoy enterrado en un remoto
paraje de las montañas de Colombia o, en el mejor de los casos, reposaría en un
cementerio bajo las iniciales N.N.
Entrevista a esta mujer de 82 años, con el semblante de esas abuelas que tejen carpetas y se dejan
hipnotizar por sus nietos, pero detrás de la cual se parapeta la historia
alucinante de esta mujer criada en un hogar pudiente de Bogotá, que fue monja,
rectora del ‘dedoparado’ colegio Marymount, y decidió colgar los hábitos por
irse a engrosar las filas del Ejército de Liberación Nacional (ELN), movimiento
guerrillero que irrumpió en la vida colombiana el 7 de enero de 1965 con la toma a Simacota (Santander).
Durante un poco
más de 20 años esta mujer militó en la insurgencia, tanto en el exterior como
en Colombia, aprendió del manejo de armas, leyó al derecho y al revés a Carlos
Marx, se enamoró de Vásquez Castaño, se desencantó del ELN y abandonó la lucha
subversiva.
Por milagro o
por simple azar vivió para contarlo, así que este es un testimonio crudo, en el
que por momentos Esguerra Rojas suelta una carcajada y en otros frunce el ceño
y lanza sus cargas de profundidad, porque sigue siendo contestaria, indómita,
inconforme… y, en todo caso, una feminista de ‘raca mandaca’.
Leonor fue una
de las invitadas a la Feria del Libro Ulibro de la Universidad Autónoma de
Bucaramanga (UNAB), en la que habló del libro “La búsqueda, del convento a la
revolución armada”, escrito por la peruana Inés Claux Carriquiry y editado por
Aguilar.
¿La muerte en 1966 en Patio Cemento (Santander) del
sacerdote revolucionario y excapellán de la Universidad Nacional, Camilo Torres
Restrepo, fue en vano?
No, en vano no.
Ninguna muerte de un hombre así puede haber sido en vano. Me parece terrible
aseverar una cosa de esas. A muchos cristianos, Camilo Torres nos dio ejemplo
de compromiso hasta las últimas consecuencias, no hasta las últimas
conferencias. De hecho hoy en día todavía él es muy recordado, mientras que
muchos de los que en esa época aparecían como los triunfantes ni siquiera se
recuerdan.
Si no fue así, ¿entonces eso quiere decir que las
causas del conflicto armado interno colombiano siguen latentes?
Las causas
profundas, las que han hecho cincuenta años de esfuerzos para ocultar y echarle
la culpa a la guerrilla, de que es por la guerrilla que tenemos la violencia,
esas están ahí y peor tantito porque ahora los dueños de las grandes
extensiones de tierra ya no son solo los colombianos sino los extranjeros, y
entonces los intereses son mucho más difíciles de vencer para un acuerdo de
paz, sin desconocer que los nacionales son cerrados y trancados por dentro.
Las causas están
ahí: la injusticia en la distribución de la riqueza, la propiedad de la tierra
sigue estando en la base de las guerras porque han sido siempre por esa razón,
desde tiempos inmemoriales. ¿Cuántos millones de desplazados tenemos? Esa es
gente que tenía su tierrita y se la quitaron.
Yo, una noche
pensando en este problema de recuperar la tierra, pero pienso que también al
campesino que la recupera hay que educarlo en que el trabajo de ella hoy en día
ya no puede ser en pequeñas parcelas porque eso económicamente es un paso hacia
atrás. Tienen que ser grandes parcelas. Por ejemplo, ¿qué hizo la revolución
cubana después del triunfo? Expropió y no es que le dio a cada campesino su
pedacito para que sembrara lo que quisiera; es que organizó los grandes
complejos agrícolas, que es lo que tendríamos que hacer en Colombia si es que
algún día nos atrevemos a dar ese paso. O sea que también hay que dar una
educación no solo a los terratenientes, que creo que son ineducables, pero sí
al campesinado que ya no puede tener ese aspecto individualista de pensamiento
de este es mi pedazo y aquí yo siembro lo que quiera, sino que tiene que ser
una ambición empresarial -aunque no me gusta utilizar esa expresión porque
significa tantas cosas-, pero sí en términos de una industria pujante que de
verdad de riqueza y la reparta.
¿Cuándo usted se metió al ELN sabía qué estaba
haciendo o lo hizo enceguecida por el momento, por el amor o por la ilusión?
Saber-saber, no.
Las cosas que yo he hecho en mi vida no han sido fruto de una reflexión pausa y
profunda; ahí ha habido mucho de un empuje que sentía dentro de mí, de que eso
era lo que había que hacer, que eso era lo correcto y que por ahí era el
camino. Y en la guerrilla ya mi participación activa, no tanto el
convencimiento de la necesidad de la lucha armada que fue un proceso duro de
entender como cristiana y como monja, fue más producto de una empresa que yo le
hice a Domingo Laín (sacerdote español) cuando nos vimos por última vez y que
yo sabía que él iba a venir a la guerrilla. Yo le dije: “Domingo, lo que usted
necesite, no importa qué, cuente conmigo”, y cuando estando en Buenaventura
(Valle del Cauca) y llegó un sacerdote y me dijo que Fabio (Vásquez) me quería
ver, yo dije: “Ese señor no sabe que existo”. (Sonríe). Yo pensé que era para
que ayudara a entrar a Domingo, a Manuel (Pérez Martínez) y a José Antonio
(Jiménez), y en el fondo por eso fue que fui físicamente. Ahora, cuando llegué
ellos ya estaban ahí y me dije: “¿A qué vine?”.
A los ciudadanos
que llegábamos, los guerrilleros nos ‘medían el aceite’ a ver hasta dónde iba a
llegar nuestro compromiso, y Fabio me dijo: “Es que nosotros queremos que tú
entres un barco lleno de armas”. Yo dije: “Hasta allá si no llego”. Pero no, él
se rió, era un chiste y me estaban ‘calibrando’. Desde ahí empecé a trabajar
con el ELN, en un principio sin entender yo claramente que ellos ya me
consideraban parte de la guerrilla porque pensé que era un proceso parecido al
noviciado, pero resulta que no. Yo estaba pensando que tenía que pasar una
serie de pruebas, pero para ellos yo ya era del ELN.
Yo vivía en una
burbuja, totalmente aislada de una situación como la de la guerrilla y de sus
motivaciones, pero sí había llegado a la convicción por lo mismo que viví en el
proceso del Marymount, de que esta burguesía no entendía de otra manera y no
iba a soltar prenda si no era por la fuerza. De eso sí estaba convencida.
¿El aporte de Domingo Laín, José Antonio Jiménez y
Manuel Pérez marcó una diferencia en el ELN con respecto a otros movimientos
insurgentes o fue simplemente la vinculación de tres hombres armados más?
Igual que en el
caso de Camilo (Torres), no pienso que eso fuera así. Un factor de los
movimientos de liberación en América Latina, empezando por el de Cuba, es que
su origen amplio fue nacionalista y de liberación más que un movimiento
matriculado en una ideología X o Y. Debido al aspecto obtuso y miope de la
política norteamericana, les hacen ese bloqueo y se los sirven en bandeja de
plata a los soviéticos. Así fue, porque es que para empezar el desarrollo que
tenía Cuba aparte de los cañaduzales, no era ninguno. Ellos mismos contaban que
la gente que tenía dinero y yates se iban a hacer el mercado a los
supermercados de Miami los fines de semana, y de verdad que ni eso tenían
porque volvieron a caer en los mismo en la época del “socialismo” y de los
países soviéticos llegaba la papa y el tomate. En esa época no aprovecharon
para sembrar ellos lo que sí podían sembrar, siguiendo con esa misma
mentalidad, y fue hasta que vino la caída de la potencia socialista y ya no
había a quién recurrir que ellos mismos empezaron a ver las posibilidades que
tenían en sus narices y no las habían utilizado.
Algunas señoras cuando se separan y tienen que
hablar de su marido, dicen ‘el papá de mis hijos’. ¿Usted se sigue considerando
una revolucionaria al menos o le da vergüenza hablar de eso y se considera una
dama bien del Chicó?
¡No, qué va! Yo
me he encontrado con muchos ‘marxólogos’ que me deslumbraban con todo lo que
sabían de (Carlos) Marx y hoy en día no quieren ni mencionarlo, les da pena por
lo que pasó con el socialismo real y se lo achacan al pobre Marx. No, yo me
sigo reclamando marxista y pienso que hasta ahora no he encontrado un mejor
método de análisis político y económico que el planteado por Marx. No me
avergüenzo; al contrario, me enorgullezco.
¿Piensa que su libro pudo haberlo leído Nicolás
Rodríguez Bautista ‘Gabino’ en la Serranía de San Lucas (Bolívar) o donde se
encuentre? ¿Y si lo leyó, qué habrá opinado?
¡Ah, yo estoy
segura que leyó porque se lo mandé! (Sonríe)
¿Con dedicatoria y todo?
No, sin
dedicatoria (Vuelve a sonreír).
¿Por ‘culillo’ o por pena?
No, porque ya me
había pasado muchas cosas que han caído en otras manos y piensen que yo
todavía… pero como no es verdad. Lo cierto es que se lo mandé a ‘Gabino’ y
también a Fabio Vásquez (a Cuba), y sé que les llegó. No tengo ni idea qué
estén pensando y en el fondo me tiene sin cuidado. Sí sería interesante, pero
me tiene sin cuidado. (Le sobreviene un repentino ataque de tos).
¿Es muy difícil meterse en la cabeza de los demás,
pero qué tendrá en su mente el comandante ‘Gabino’ en este instante, un
campesino de San Vicente de Chucurí toda su vida metido en la guerrilla?
Por lo menos el
‘Gabino’ que conocí de todas maneras siempre fue un muchacho vital, con unos
antecedentes familiares muy sólidos, lo cual es muy importante en la formación
de una persona. De hecho fue en la finca de los papás de ‘Gabino’ donde nació
el ELN a la hora de la hora y él desde chiquito ahí a la pata de la guerrilla,
y hoy en día es una especie de Manuel Marulanda para el ELN pero más joven (62
años). Entonces creo que él sí tuvo el acierto, o su forma de ser, de no
sentirse agredido porque alguien de su grupo sepa más que él; que fue lo que le
pasó a Fabio (Vásquez), y no aceptaba a cualquiera que fuera una amenaza, por
ejemplo a quienes llamamos ‘Los Bertulfos’, a los que fusilaron porque planteaban una amenaza de
que la parte urbana se iba a alzar con el poder del ELN y como Fabio se iba era
más fácil que estuvieran muertos. Se les hizo un juicio y escribieron una carta
diciendo que ellos eran ‘unos tales por cuales’. La gente que los conoció y no
me he encontrado el primero que haya dicho que de verdad eran ‘unos tales por
cuales’. No, al contrario, unos hombres dedicados y Fabio los hizo a un lado.
Ahora, pienso que ‘Gabino’ no es de ese corte. Él conoce sus limitaciones y
también sabe de su compromiso y está convencido de la causa.
Se dice en la calle que en un principio el ELN y otros
movimientos guerrilleros tuvieron una ideología, que es lo que los diferencia
de la delincuencia común, pero también se afirma con frecuencia que esa
ideología se fue desdibujando. ¿Qué era el ELN en sus comienzos: una especie
de Robin Hood o qué cosa?
Inspirado en la
Revolución Cubana y de eso sí no hay duda. De hecho se formó allá, pero eran un
grupo de jóvenes que sí estaban conscientes de la injusticia, de lo que estaba
pasando en el país, y que así como había sucedido en Cuba pensaban que aquí iba
a ser tan rápido y tan fácil.
¿Como le pasó a Ernesto ‘Ché’ Guevara en Bolivia y
terminó costándole su vida en 1967?
Sí, aunque él ya
tenido sus contradicciones con Fidel (Castro) en algunas cosas y bueno…, pero
sí había mucho romanticismo y mucho voluntarismo de parte de todos. Igual los
guerrilleros de Bolivia, aquí en el ELN; los de las Farc (Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia) es que el origen es diferente porque empezaron claramente
como ejército y la parte política era el Partido Comunista.
Y la influencia ideológica era otra.
Claro, no Cuba
sino la Unión Soviética. En cambio aquí eran ciudadanos conscientes de la
situación y convencidos de que armándose y organizándose se iba a hacer el
cambio como se logró en Cuba. Pero como no había marxistas ahí, entonces nadie
se sentó a mirar las condiciones objetivas de cuál Estado era el que teníamos,
cuál era esa burguesía. ¡No! Pensaban que eso era por arte de magia. Ahí el
análisis para conducir esa revolución hizo falta pero terriblemente, porque a
la hora de la hora no era un movimiento marxista para empezar; era un
movimiento nacional de liberación y de gente soñadora, romántica, que sí estaba
dispuesta a entregar su vida. Eso todos lo teníamos claro, como Domingo, como
Camilo, como Manuel… ¡Todos!
¿Usted le ha seguido el hilo al ELN y si lo ha hecho
qué es hoy?
No, realmente no
le he seguido el hilo. Últimamente me está llegando Insurrección por Internet y me alegra que ya estén en Internet. Veo
que están tratando de escribir coherentemente, artículos no tan adjetivados,
con un poquito más de argumentos, pero en el último número me quedé súpita
porque no hablan para nada del proceso de negociación. Yo si le mandé: ¿Qué les
pasó? ¿Ustedes en qué mundo están viviendo? ¿Por qué ni siquiera una mención
del proceso de negociación? ¡No pueden seguir en las mismas! O sea, fuera de
este mundo. Está bien que no estén entrando ahoritica a ese proceso, eso no es
exigiéndoles que entren, pero si se ponen a analizar ahí van a tener que estar.
Sin embargo, no puedo decir honestamente que los he seguido de cerca.
¿Si Leonor Esguerra tuviera la oportunidad de volver
a nacer se vería como una ‘corbata’ en el consulado colombiano en Budapest o se
sentiría mejor tocando de nuevo a las puertas del ELN y diciendo que pasaron
cinco décadas y en este país poco o nada ha cambiado?
No, como está
hoy en día yo ya no tocaría las puertas del ELN. ¿En qué creo hoy en día, así
como creí en todas las otras cosas? En que es el tiempo de la mujer con
consciencia de género, consciencia para sí. El feminismo me ayudó a descubrir
algo que ni siquiera me había planteado
y es que antes del feudalismo, del esclavismo, del capitalismo, hay una cosa
que se llama el patriarcado y que ese es el motivo -en este momento lo veo
clarísimamente- de todas las guerras, de toda la violencia, es el patriarca que
todos llevamos adentro, y que hay recuperar lo que es femenino en el sentido
del amor, de la entrega, de la equidad. Yo pensando por ejemplo en una mujer
que sea mamá: ella no es que trate a los hijos por igual, porque ese cuento de
la igualdad es otra falacia como la democracia; la equidad es otra cosa que es
a cada cual según sus necesidades y de cada cual según su esfuerzo, que lo dijo
Marx. Las mamás son así con sus hijos y al que más necesita es al que más le
dan, y los otros puede que se pongan celosos pero es que no entienden que ese
hijo es el que más lo necesita. La sociedad, y no hablo del Estado -porque ya
no estoy creyendo en él y porque estamos en un cambio de modo de producción-, y
si las mujeres tenemos que algo ver con eso porque va a ser otra cosa, yo
estaría al lado de las feministas. ¡Soy una feminista ecléctica y no me avergüenzo!
Nota: En la segunda parte, Leonor Esguerra habla
de cómo la ve la sociedad, dirá si su consciencia está tranquila y de qué se
arrepiente.
me gsta como centa y demas esta exmonja y pregunta es como puedo contactar con esta exmonja quisiera escribirle y preguntarle algo.
ResponderEliminarme gustaria establecer por cual quier medio con la exmonja para hacer una averiguacion.
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