(Revista Semana - 27 de agosto de 2014)
¿Utiliza el mandatario de Santander el erario para visitar a su padre, detenido por parapolítica?
Al joven gobernador de Santander, Richard Aguilar Villa, le apasionan el derecho comercial y financiero, la política y, sobre todo, dice él mismo, estar en contacto con la gente. Por eso, el departamento paga bastante dinero en el alquiler de aviones y helicópteros. “Lo que pasa es que la geografía aquí es muy difícil. Debo trasladarme por aire en muchas ocasiones”, justifica.
Su caso no sería llamativo si no fuera porque con frecuencia esos viajes tienen como escala el municipio de San Gil, en donde está detenido su padre, el coronel Hugo Aguilar Naranjo, condenado por la justicia por vínculos con las sangrientas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Y, sobre todo, por las impactantes imágenes que los colombianos vieron hace unos días. Estas mostraban el episodio ocurrido en Los Pozos, una improvisada y abandonada pista de aterrizaje en San Gil, a dos horas de Bucaramanga, en el que murió un inocente. En esa pista, cerrada desde hace años, aterrizó el pasado 17 de agosto la avioneta HK 4958 con el gobernador del departamento como único pasajero.
Tal y como lo registró Noticias Uno, el mandatario llegó hasta allí para realizar una visita a la cárcel de ese municipio donde está su papá. La avioneta, según la nota periodística, aterrizó sin permiso alguno por una sencilla razón: desde más de ocho años ese terminal aéreo se encuentra en total abandono y la torre de control funciona como un tendedero de ropa de una vigilante.
Por eso cada año por esta época, decenas de habitantes del municipio recorren los ocho kilómetros que separan la pista del poblado para participar en el festival de cometas organizado por una emisora local. Aguilar aterrizó hacia las 1:30 p. m. de ese domingo y regresó tres horas y media después. Saludó a los habitantes y se marchó. Al despegar, el ala del aeromotor golpeó a un joven de 20 años que grababa el despegue en su celular. En cuestión de minutos murió. Se trataba de Jonatán Supelano, estudiante de psicología de la Universidad de San Gil.
Nadie dio razón de por qué la avioneta aterrizó en esa pista, pero lo ocurrido provocó una pregunta natural: ¿Cómo es que un mandatario logra andar por el departamento y aterrizar en lugares que no cuentan con los estándares mínimos de seguridad?
Mientras las autoridades locales investigan el triste episodio por la muerte del joven, que en el pasado fue campeón de vuelo de cometas, otros santandereanos pusieron los ojos en una situación que hasta ahora había pasado inadvertida: los excesivos gastos de la Gobernación en transporte aéreo.
Según documentos obtenidos por Semana.com, el secretario general del departamento, Reynaldo Viviescas Pérez, firmó el pasado 10 de junio dos contratos por 1.500 millones de pesos con dos empresas -Líneas Aéreas Galán Ltda. y Aerocharter Andina S.A.S–, con el objeto de prestar “Servicio de transporte aéreo para los desplazamientos oficiales de la Gobernación”. Líneas Aéreas Galán sirve en el transporte en avionetas, mientras Aerocharter lo hace con helicópteros.
Habitantes y periodistas de San Gil que hablaron con Semana.com advierten que el gobernador aprovecha los viajes oficiales para hacer paradas en ese municipio con el objetivo de visitar a su papá en la cárcel. “A veces llega en el helicóptero y se posa sobra la Villa Olímpica y de allí va a la cárcel”, dijo uno de ellos.
Es decir, según las fuentes, el gobernador estaría aprovechando el gasto público para temas netamente personales. Eso quizá pasó el domingo 17 de agosto cuando ocurrió el accidente.
El gobernador Aguilar rechaza las suspicacias que se han generado a partir de ese trágico hecho. Asegura que ese día en particular llegó a San Gil para asistir a reuniones con la autoridad ambiental con el ánimo de mitigar la sequía que enfrenta la zona. “Ese día estaba en cumplimiento de la agenda de trabajo y pasé y visité a mi padre”, dijo Aguilar a Semana.com.
Argumentó que había estado en el poblado durante tres horas, de las cuales utilizó 20 minutos de su tiempo para visitar a su progenitor. Al mismo tiempo, rechazó las insinuaciones sobre los excesivos gastos en transporte aéreo que salen de su presupuesto por considerar que él debe recorrer 87 municipios que se traducen en 10.000 kilómetros.
“Es una herramienta de trabajo que sale de gastos de funcionamiento. Esos vuelos no son sólo para mí, sino que están a disposición de los funcionarios. Este es un departamento con una topografía compleja que no permite recorrerla sólo por vía terrestre, aunque también hago recorridos vía terrestre”, dijo Aguilar.
El mandatario afirmó que esa contratación con empresas aeronáuticas viene desde la administración de su papá, cuando fue gobernador, y pasó por la de Horacio Serpa. “Quisiera invertir el dinero de esos vuelos en otras cosas, pero hay necesidad de recorrer los municipios. Yo trabajo cerca de la gente”, concluyó.
Si bien hasta ahora no se advierten irregularidades en la contratación en un sector en Santander, no se ve con buenos ojos el presunto aprovechamiento de recursos de la Gobernación en temas personales. Mucho menos que los vuelos del gobernador aterricen en zonas donde no hay control de la aeronáutica, como en San Gil, donde se presentó el terrible accidente. (Revista Semana)
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