viernes, 21 de diciembre de 2012

"Es hora de que la masonería salga del clóset": Horacio Serpa

Al cierre de una velada de instalación en la que desfilaron los estandartes de las logias congregadas, en los que sobresalían sus símbolos del compás y la escuadra, el gobernador de Santander, Horacio Serpa Uribe, manifestó en noviembre de 2008 que se sentía inmensamente feliz por la realización en Bucaramanga del X Congreso Masónico Nacional, “y lo digo porque conozco la orden, como quiera que hace varias décadas tuve la oportunidad de ver la luz en territorio santandereano, con la muy especial ocasión de haber conocido no solamente los fundamentos de la institución sino a muchos y muchas de quienes integran la masonería colombiana”.
 
“Sé por eso que no hay mejor gente que quienes forman parte de la orden. Los masones son serios, responsables, diligentes, honrados, emprendedores, creen en un fundamento en el más allá, se integran con su familia, aman profundamente la patria pero al mismo tiempo son demócratas. Aman la libertad y en el mejor sentido de la palabra son tolerantes, una palabra de la cual nos falta tanto por interpretar en nuestro país”, dijo el mandatario seccional.
 
Señaló que en medio de tanto desarrollo alcanzado se echan de menos muchos principios que deberían regir el devenir de la sociedad, “tantas cosas que parecieren elementales pero que no hemos sido capaces de consolidar”.
 
Reiteró entonces el significado de las ejecutorias de los masones. “Qué importante que se pudiera conseguir con nuestra presencia y esfuerzo que cada uno de los colombianos fuera una mujer o un hombre libre y de buenas costumbres”.
 
Objetivos y atributos en los que Serpa Uribe resumió las metas en las que “la masonería está llamada a cumplir un papel de primer orden en el país”. Por esa razón manifestó que “es hora de que la masonería salga definitivamente del clóset, que nos propongamos romper con tantos estereotipos y que seamos capaces de expresar en todos los lugares del continente lo que valen los fundamentos de la masonería, lo que ilumina el pensamiento de la orden, lo que es un compromiso de cada uno de los que la integramos”.
 
“Qué bueno que Colombia pudiera iluminarse con ese espíritu de la masonería que hace falta”, afirmó, al tiempo que advirtió que pese a los logros tecnológicos de un país que pasó de la mula al avión para luego saltar a la Internet y los teléfonos celulares, “qué poco hemos avanzado en los asuntos esenciales del espíritu y de la vida misma, lo cual ha llevado a que en nuestra patria se hayan degradado muchos conceptos”.
 
A manera de referencia recordó el reciente episodio de la muerte de un niño en Chía (Cundinamarca), secuestrado y asesinado por su padre, y reflexionó: “Observé con asombro que la reacción de la mayoría de nuestros compatriotas fue pedir la pena de muerte, cuando menos la cadena perpetua y san se acabó. Ahí quedamos tranquilos todos, como si ese fuera realmente el fundamento que debiese inspirar nuestra actitud. ¿Acaso ese monstruo y los otros monstruos que han estado asolando a nuestra patria son solamente una escasísima excepción? ¿No será que algo está ocurriendo en el seno de nuestra sociedad que produce esa clase de personas? ¿Acaso nuestra obligación, en cambio de dedicarnos a la tarea fácil de pedir actitudes de reproche que desde luego deben aplicarse y con toda severidad, no ha de ser la de ponernos a pensar qué es lo que está pasando desde el nacimiento de nuestros niños, qué pasa con la educación, cuál es el ejemplo que estamos dando y por qué no hemos sido capaces de implantar en el país el verdadero sentido de la democracia”.
 
Cuestionando luego por qué los colombianos no aprecien la libertad y “cómo es posible que tengamos no sé cuántos centenares de compatriotas sufriendo el cautiverio en nuestras selvas, sin hablar del hambre y la violencia entre hermanos”.
 
Insistió en que “nuestro país está echando de menos el protagonismo de la masonería para que enseñe y oriente. Para que al lado de muchas otras personas y organizaciones que tienen planteamientos semejantes, seamos capaces de obtener el país que merecemos pero que no somos capaces de construir seguramente por falta de decisión y diálogo”.
 
Con su acostumbrado acento, Serpa Uribe enfatizó que “ciertamente no queremos un país de guerrilla, ni de paramilitarismo, ni de narcotráfico, ni de delincuencia común; pero tampoco queremos un país que viole los derechos humanos. No queremos el país de las ‘pirámides’, ni el país de los ‘falsos positivos’, sino un país en el que aplicando el más recto criterio de la tolerancia pongamos en ejecución los bellos conceptos de la libertad, la igualdad y la fraternidad”.
 
Y concluyó con el saludo masón: “¡Salud!, ¡Fuerza!, ¡Unión!”, ganándose el aplauso de sus hermanos masones, de sus ‘cuñadas’ -tal como denominan a las esposas de éstos- y de las ‘estrellas’, como llaman a las mujeres que han ingresado a la orden masónica.
 
 
 

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