lunes, 24 de diciembre de 2012

Juan Vicente Córdoba, un obispo de cara a lo divino y lo humano


 
El secretario de la Conferencia Episcopal explica el rol de la Iglesia de hoy. Juan Vicente Córdoba también le da consejos al presidente Uribe, habla de bioética y dice que hay colombianos que parecen perros o jirafos y no son capaces de controlar sus genitales.


La última vez que estuve en esa oficina localizada en el segundo piso del Palacio Arzobispal, en la esquina suroccidental del parque Antonia Santos, su ocupante era el obispo auxiliar de Bucaramanga, el inmolado Isaías Duarte Cancino, y sobresalía una fotografía del Papa Juan Pablo II. Veintiún años después (julio de 2009) el lugar tiene el membrete de Juan Vicente Córdoba Villota, un jesuita que acaba de ser elegido secretario de la Conferencia Episcopal de Colombia.
 
De 58 años y sonrisa a flor de labio, Córdoba Villota es una de las revelaciones de la Iglesia Católica y quizás por ello obtuvo 60 de los 85 votos que lo tienen hoy trabajando a doble del ritmo, porque a sus deberes como obispo titular de Ausuccura, obispo auxiliar de Bucaramanga, director del departamento de educación del Consejo Episcopal Latinoamericano y presidente de la Comisión de Bioética de la Conferencia Episcopal, se le han sumado sus compromisos de secretario.
 
Nacido en Quito (Ecuador) e hijo del general Juan Bautista Córdoba (quien se desempeñara como secretario general de la Presidencia de la República en la época de la Junta Militar que sustituyó al dictador tunjano Gustavo Rojas Pinilla), monseñor Córdoba conserva un tono diplomático, aunque de vez en cuando se emociona y apela al sarcasmo.
 
Me atiende después de recibir la confesión a un joven dirigente gremial, y sin dejarse distraer por el olor de las empanadas hawaianas que venden a cinco metros en línea recta de su ventana, acepta dialogar sobre lo divino y lo humano. No habrá tabúes durante los próximos 38 minutos.
 
¿Qué significa ser el sucesor de monseñor Fabián Marulanda?
 
Fue una votación que lo deja a uno admirado; y los otros 25 no es que estén en contra, sino que es normal que se vote por uno o por otro. Una votación fuerte que no me la esperaba porque soy un obispo relativamente nuevo. Cinco años de obispo, eso en un episcopado es poco. Y joven también, porque la mayoría son mayores. Entonces es un voto de confianza y una demostración muy linda de cariño y fraternidad de los obispos.
 
¿Qué hace el secretario de la Conferencia Episcopal?
 
Es el brazo ejecutivo de la Conferencia. Hay un presidente que está en su diócesis y va una vez por semana o cada 15 días. Cuando se reúnen todos los obispos, el secretario ayuda a la planeación y logística de la Conferencia Episcopal que son dos al año de ocho días cada una. Después de que pasa la Conferencia, es el responsable de llevar a la acción las determinaciones de los obispos con todas las comisiones (familia, juventud, ética, biblia, catequesis, pastoral social, salud… etc) que hay, cada una con un obispo a la cabeza.
 
También tiene la vocería oficial ante los medios de comunicación, ante el país y ante El Vaticano. Cada obispo puede hablar por su cuenta, pero esto es vocería oficial.
 
Y, en cierta forma un administrador de la Conferencia Episcopal, porque hay muchos sacerdotes y empleados y está viendo la logística, la economía y la parte laboral.
 
¿Su nombramiento en 2004 por parte de Papa Benedicto XVI como obispo auxiliar de Bucaramanga y ahora secretario de la Conferencia Episcopal, significa que los jesuitas volvieron a tener su ‘cuarto de hora’?
 
Pues (sonríe) es una frase benévola suya, con una forma de expresar el cariño a la Compañía de Jesús, pero más que eso será que la Iglesia nos pide a los jesuitas unos servicios y para eso fuimos creados. San Ignacio de Loyola dice: ‘Para servir a Jesucristo y a su esposa la Iglesia bajo el romano pontífice’, y nos está dando un momento bonito de servir. Qué bonito que un jesuita pueda servir a la Iglesia, a la Conferencia Episcopal y lo que eso significa en la pastoral de un país. Si quiere llamémoslo un cuarto de hora de servicio a la Iglesia.
 
Cuando asumió como obispo su eslogan fue “Amar y servir”. ¿En qué se inspiró?
 
Cada obispo tiene un escudo y en el está su lema episcopal. El mío es “En todo amar y servir”, que significa que todo lo que uno haga en la vida solo tenga un objetivo: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Eso es Mateo 22:34. Y servir: que ese amor no sea por otro objetivo que por dar todo lo que Dios me pide. Porque uno puede amar con un gancho, para que lo amen, para que le den o por interés; pero es amar en todo y servir.
 
¿De la Colombia de la Junta Militar de mediados del siglo XX al país de hoy qué ha pasado? ¿Hemos evolucionado o vamos como el cangrejo?
 
Pensemos, unos generales a los que les entregan el poder, porque no hubo golpe, y ellos dicen: por el hecho de que el presidente Rojas y liberales y conservadores nos digan que tomemos el poder, no nos lo vamos a tomar. Plebiscito y el país dice si sí o no, y fueron presidentes constitucionales. ¡Eso es una belleza! y se quedan solo el año y tres meses que les pidieron. Y les decían, porque lo supe por mi padre a quien le llegaban cartas, anónimos e insinuaciones, que se quedaran más en el poder, pero nunca cayeron en la tentación. Año y tres meses, con doce puntos divinos: no salir del país, no hacer fiestas en Palacio, no hacer nunca una nueva obra sino terminar las de Rojas y solo dos nuevas obras se hicieron. Fundaron el Sena, ¡qué detallito!, y construyeron los puentes de la calle 26 en Bogotá. Hombres que nadie ha dicho que robaron y nunca los han señalado. Y el último punto era: ‘nunca nos dedicaremos a la política; seguiremos como generales en uso de buen retiro’, y así lo demostraron. Eso es un cuento, de generales de altura, de servidores de la patria y la democracia.
 
Hemos cambiado un poco y no me refiero a los generales, sino al concierto de las instituciones y al concepto mismo de democracia y de política. Difícilmente cualquier persona a quien le entreguen hoy en Colombia la Presidencia por año y tres meses, creo que se quedaría más y que haría otras cosas más…
 
Fue un ejemplo impresionante, pero nunca lo resaltan mucho, ni los políticos resaltan la Junta Militar. Es un paradigma de honestidad, rectitud y democracia y de no amor a acaparar el poder.
 
Han cambiado mucho las cosas, ellos pacificaron, fundaron el Frente Nacional con alternancia de cuatro años para evitar la guerra. Que después al terminar volvió a resurgir y ya es guerrilla, eso es otro cuento, pero durante los dieciséis años del Frente Nacional ellos garantizaron la paz en Colombia.
 
 
 
¿Qué lo llevó a usted a no ser general y sí cura?
 
No olvide que San Ignacio de Loyola fue capitán de los ejércitos del rey. En mi vocación tengo mucho de organización, de cuerpo mancomunado al servicio de, con jerarquías, órdenes y obediencia.
 
Llamados de mi Dios, porque Dios lo llama a uno al sacerdocio y es una vocación. Como a mi padre lo llamó a la suya y el decía que si volviera a nacer sería nuevamente soldado de Colombia. Si yo vuelvo a nacer, volvería a ser soldado de Cristo en la Iglesia. Eso lo tengo clarísimo. Son vocaciones paralelas, con especificaciones distintas.
 
¿Y si la vida no lo hubiera premiado con ser obispo, sino que estuviera de párroco en un corregimiento perdido del Vichada, diría lo mismo?
 
El ideal de un sacerdote es servir a donde lo manden, para la gloria de Dios y el bien de la Iglesia. Da lo mismo ser párroco de San Patricio en Nueva York, que ser párroco de Santa Catalina en Mitú; ser obispo del peor villorio de África a ser obispo de París. Porque ni París, ni Mitú, ni África, ni Nueva York dan la marca ni el valor de lo que es ser sacerdote. El sacerdocio es ser pastor de un rebaño y el lugar donde esté el rebaño es lo de menos; lo importante es el pastoreo. Me siento tan feliz de portero como de jefe, como de obispo, como de sacerdote de ‘misa de olla’. Lo importante es ser pastor, esa es la vocación.
 
¿Se siente mejor en los agasajos cotidianos del Club del Comercio o construyendo casas en el Barrio Claveriano, donde ya ha dejado 175 para familias desplazadas por el conflicto armado interno?
 
En los dos sitios me siento bien si el fin es para la gloria de Dios. Si en el Club del Comercio es un agasajo de cosas mundanas que me las he buscado o que me las dan con otros intereses, no me gustaría, y si lo de hacer casas es para sacar tajada mía o para aprovechar eso para otros fines, tampoco me sentiría bien.
 
¿En estos tiempos de recesión mundial, Dios se pone de moda?
 
Más que de moda, es una necesidad. El mundo cuando toca fondo se da cuenta a lo que llega el ser humano cuando se cree Dios y llega a puntos tan bajos que lo único que puede decir es: Dios mío, perdóname por haberme creído Dios. Y entonces se busca a Dios desde lo hondo. “A ti grito Señor. Estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica”, dice el salmo.
 
¿Debido a eso es que los sermones de hoy son más terrenales y por ejemplo algunos curas hablan de la “paz financiera” y ya no tanto de la amenaza del infierno?
 
No, lo que pasa es que los sermones de hoy tienen que ser con polo a tierra y tocando los corazones. Si no tocan corazones, se quedan tocando arpa con los ángeles en las nubes y eso no es un espiritualismo. Un sermón debe ser muy aterrizado pero iluminado por la palabra de Dios, porque si se torna tan mundano se vuelve una conferencia económica o sociológica inclusive de poca monta.
 
En la última encíclica ‘Caridad en la verdad’, el Papa sostiene que para que la economía funcione tiene que estar fundamentada en la ética. ¿Los ‘cacaos’ criollos conocen esa palabra?­ ¿Quienes especulan en la Bolsa sabrán su significado?
 
Unos sí y otros no; es difícil generalizarlo. Hay ‘cacaos’ y personas dedicadas a la actividad bursátil, muy correctos, justos, católicos y muy honestos, como también hay unos desgraciados, ladrones, deshonestos, injustos y acaparadores. Eso hay de lado y lado en todo. Pero lo que el Papa dice es muy importante, porque una cosa es dedicarse al amor en las nubes sin que haya en la práctica una verdad y una verdad es ciencia, tecnología, economía y finanzas; y otra cosa es dedicarse solo a las finanzas y la economía sin amor, porque se vuelve un acaparamiento y un pecado social. Verdad y caridad, amor y saberes, ciencia y fe… eso junto es una moñona maravillosa. Eso se llama hacer las cosas con mucho profesionalismo, tecnología y ciencia, pero a la vez con mucho amor y justicia.
 
¿En la práctica es darles a sus trabajadores lo que se merecen y no pensar que con el billete de dos mil pesos en la misa ya se están poniendo al día?
 
Es tener una vida íntima con Dios, porque nadie da lo que no tiene. Para yo poder ser justo, para poder tratar a los demás con la misma dignidad, para no atropellar a nadie, ni valerme por mi dinero y mi poder, tengo que tener una experiencia de Dios que es el que nos hace hijos suyos iguales. Sin la experiencia de Dios, el dinero y el poder nos hacen sentir dioses. La fe y la vida no se pueden separar.
 
En ese documento, el Papa dice que el mundo necesita de nuevas reglas y de un gobierno de globalización que aspire al bien común. ¿Eso no es como neo comunismo en el siglo XXI?
 
No, el comunismo es otra cosa. El Papa lo que quiere es que así como se globalizó la información y el mercado, también se globalicen los instrumentos de control. Entonces propone una oficina nueva donde se analice el problema de los países pobres y ricos, y ayude a tomar determinaciones en conjunto para que estas diferencias no sean tan graves y no vivan unos a expensas de otros, con opulencia por el hambre de otros, que a la hora de la verdad le hace daño a todos.
 
El Papa propone un ente regulador y fiscalizador, una oficina donde se atiendan los problemas universales y donde tengan voz los pobres para poder hacer algo por ellos.
Esta encíclica fue divulgada poco antes de la cumbre de los países poderosos en Italia. Será que un primer ministro Silvio Berlusconi, más preocupado por conseguir jovencitas para sus orgías, escuchará el llamado del Papa pidiendo solidaridad con países remotos.
Ojalá lo escuche, pero si no lo escuchan es simplemente que hay personas que quieren ser coherentes con su manera de ver y no escuchan estas cosas. Pero qué queda de bueno. Se dijo y se advirtió y eso va permeando.
Con una encíclica de estas el Papa no está hablando de cuántas velas debe tener un altar para el día de Corpus Christi; el Papa está hablando de lo que es Cristo con su mensaje para el mundo de hoy y para la dignidad del hombre llamado a ser hijo de Dios y a vivir  eternamente bien. Entonces estamos refiriéndonos a un Papa aterrizado, que toca los puntos neurálgicos, que da luces y muestra criterios y principios para que se rijan. El que quiera o no, eso va en la libertad. El que quiera seguirme, dice Jesús, cargue su cruz y sígame; no es para todos.
El Papa está pidiendo a los que toman decisiones en los países ricos que no pueden olvidar las repercusiones que ellas tienen en los que tienen hambre y hay países muy pobres.
¿El capitalismo está llamado a recoger?
Todo totalitarismo, sea de derecha o de izquierda, sea el capitalismo, el marxismo o el materialismo dialéctico. Está demostrado que todo lo que el hombre haga creyendo que él es el dueño del mundo, prescindiendo de Dios y prescindiendo de que somos hermanos, lleva a instrumentalizar a unos a otros. Lo han demostrado los dos totalitarismos, que han fracasado ambos. Tenemos que buscar nuevas maneras con cosas buenas que tiene el uno y cosas buenas que tiene el otro, pero con criterios de ética y de moral, de justicia y de igualdad, y no de orgullo, soberbia y codicia, que son los que arruinan al hombre.
¿Cuando invoca la necesidad de una autoridad política universal a qué se refiere?
A que la ONU abra una oficina en la que todos los países del mundo tengan personas especializadas allí, que su objetivo y preocupación sea el análisis y soluciones para la gran brecha entre ricos y pobres de los países, para que en las políticas internacionales y nacionales esta oficina urja acciones para erradicar la pobreza del mundo.
 
“El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y hombres políticos que sientan profundamente en sus consciencias la llamada del bien común”, dice el papa. ¿En Colombia es posible hablar de responsabilidad social y responsabilidad personal?
 
Clarísimo. Si un presidente de junta directiva y sus miembros de una empresa X dicen que uno de los criterios para tomar decisiones es cómo va a repercutir esa decisión en el empleado más humilde y en el servicio que presta a un país. Si esa decisión lleva a hacerles daño a personas debe revaluarse. Y como entidad, velar para que los objetivos y los valores corporativos de esa empresa sean siempre para el servicio de los demás y en honestidad y rectitud, y no para el acaparamiento ilimitado de unos pocos. Está bien que se gane un dinero, que se gane el pan de cada día, pero nunca a expensas de los demás y atropellando a los demás. Lo que el Papa está diciendo hace pensar mucho a personas y a entidades.
 
¿Cuál es la función que debe cumplir la Iglesia Católica en la Colombia de tres millones de desplazados por la violencia y más del 50 por ciento de la población viviendo en la pobreza?
 
La Iglesia es servidora y profética; tiene que anunciar la verdad y denunciar la mentira. Entonces al denunciar debe hacerlo con todo lo que sea injusto y todo lo que atropelle al ser humano. Por ejemplo denunciamos la ley del aborto, denunciamos que haya pobres con hambre, denunciamos la corrupción. Eso es una voz profética y eso lo hace cualquier bautizado, que es Iglesia también. Y anunciamos la verdad, anunciamos a Jesucristo, reino de justicia, de amor y de paz. La fraternidad también y como el Papa lo hace en esta encíclica, que debemos buscar entre todos la dignidad de los hombres que tienen hambre y no tienen trabajo.
 
A la vez la Iglesia es servidora, trae a Jesús, prepara, catequiza, evangeliza, es el instrumento para que Cristo sea conocido y el reino de Dios sea expandido.
 
¿Cómo hace usted para lidiar con políticos y autoridades que prometen y no cumplen?
 
Toca nunca bajar la guardia de anunciar la verdad siempre y denunciar la mentira, pero con respeto, sin atropellar a nadie. Ese hijo de Dios que es injusto o que roba, también tiene dignidad y también es hijo de Dios, y hay que invitarlo con cariño y al mismo tiempo con contundencia a que cambie. Nadie cambia a los trancazos; lo hace cuando se le invita tocándole el corazón, con discreción y respeto. Eso no significa que no se hable con verdad y claridad. Nunca se le puede decir a una persona no creo más en ella; no, siempre está la posibilidad de que un mal Mateo, que era recaudador de impuestos y acaparador cambiara, y que una Magdalena que era jefe de prostitutas sea hoy Santa María Magdalena. Jesús cambia los corazones de piedra, y la Iglesia tiene que estar siempre tratando de hacer eso.
 
Cuatro años después de la tragedia invernal hay damnificados en Girón que siguen viviendo los cambuches. ¿Se arrepiente de haberse salido del comité de seguimiento en el que lo nombró el presidente Uribe Vélez?
 
No, yo tengo la gran alegría de que le cumplí al departamento, a los damnificados y al presidente entregando todas las casas de Bucaramanga, y con él las bendije y él dio las llaves. Misión cumplida con las dos mil casas de Bucaramanga. Misión cumplida con ochocientas casas que entregamos hace año y medio en Girón listas con bombillas, vidrios, baños y con celador cuidándolas. Catorce kilómetros de acueducto, redes de alcantarillado, luz y agua, todo eso quedó listo. Faltaron cuatrocientas casas que quedaron a medio hacer y otras setecientas que están por hacer y no se han comenzado. Dejé la plata de la planta de tratamiento de aguas residuales y 3.500 millones que me los dio el gobernador Hugo Heliodoro (Aguilar) para hacer eso y no se ha hecho esa planta. Entonces, como yo convoqué en febrero del año pasado una reunión -fue la última- y vino el viceministro con Alcaldía y con todos.  Ahí puse mi última base, pero nunca más me volvieron a llamar ni del Ministerio ni de la Alcaldía de Girón. Yo siempre estaba en llave con todos, pero nunca me volvieron a llamar. Esperé unos meses porque uno debe ser dócil y flexible, pero no me llamaron. En junio y julio di voces, pero no me llamaron, así que en octubre decidí retirarme porque uno nunca puede tomar responsabilidades donde no tiene la posibilidad de actuar.
 
Cuando vi que no me llamaron más se lo dije todo al presidente en una carta y le expliqué que estaba el dinero, claro que a los dos años todo cuesta más, porque si yo comienzo a hacer una casa y al año y medio no le puse un ladrillo todo va a ser más costoso. ¿Por qué año y medio sin hacer nada? No sé, no entiendo. Las casas quedaron listas, ochocientas. Que ya vamos a entregar, pero nunca entregan. Entonces desde febrero del año pasado para acá salvo mi responsabilidad. Que triste sería que yo no hubiera renunciado y todos me dijeran qué hubo de las casas y yo respondiera ‘no sé, Allá yo he dicho y no me llaman’. No, uno tiene que ser una persona muy seria y de mucha responsabilidad. Doy cuentas de lo que estuve, y se entregó y se hizo. Pedí mucho y a mi me dio el presidente plata, porque yo iba a Palacio y él me la daba. Me dio Heliodoro, porque yo iba a la Gobernación y él me la daba. Hasta me dio la escrituración de todas las casas. La Alcaldía puso, también los ministros, y mucha veeduría, pero cuando ya no me llaman más pues entonces uno renuncia porque cómo voy a responder por algo en lo que no puedo hacer gestión.
 
Fue un acierto haber renunciado y me libra de responsabilidades terribles. Me zafa de lo que ha sucedido y es la negligencia de no haber entregado casas al año y medio después de que comienza una nueva administración, cuando las dejamos listas y con el dinero de la planta de tratamiento. Todo el dinero quedó.
 
Celebro haberlo hecho porque uno debe ser muy cristalino en sus actuaciones. Yo no gané un peso ni un voto. Y no quise ganar un peso ni un voto porque ni soy político ni vine aquí para tener dinero. Lo hice todo con buena voluntad y con muchos días y noches enteras de trabajo, porque sacrifiqué mucho de la Arquidiócesis por eso, pero esta gente es de la Arquidiócesis luego lo hice con amor. Me dio pena con el presidente, pero él entendió mi retiro.
 
¿Qué decirle a ese muchacho que sigue durmiendo entre plásticos y cartones? ¿Qué crea en Dios y que tenga mucha resignación?
 
Hay que decirle que luche, trate de formarse, prepárese hasta donde pueda, tenga esperanza y fe que su casita está lista, crea que hay gente que ha trabajado con honestidad por esto. No puedo juzgar por qué no se han entregado. No podría afirmar porque es que no sé, yo no volví a reuniones. Así que a ese muchacho le diría que si algún día sabe quién fue el responsable y por qué ustedes ya llevan año y medio sin casa, a ésos es a los que usted debe decirles e increparles y juzgar por qué y que la justicia haga algo. Porque no hay derecho a que familias sigan en cambuches cuando ya la casa estaba lista hace año y medio.
 
Usted dice que la Iglesia opina cuando se trata de que haya justicia, paz y amor, pero que no se involucra en política partidista.
 
Son dos maneras de hacer política. Yo soy magíster en Ciencias Políticas y sé que está la política de bien común y la política partidista. La primera es toda gestión en pro del bien público y en esa podemos colaborar; pero en lo que no debe meterse la Iglesia, aunque nadie nos lo prohíbe, es en lo partidista, porque yo soy pastor de un rebaño y no puedo decir que solo voy con las ovejas rojas y con las negras no. Yo estoy con todas las ovejas, como un papá y una mamá que son pastores del rebaño que es la familia y no pueden decir que están con el primero y el tercero de los hijos, con el segundo y el cuarto no. Aunque sea narcotraficante son mamá y papá de ese hijo y lo aman. No puedo decir que estoy a favor de la reelección presidencial o en contra, porque en ese momento la mitad o el cuarenta por ciento -no sé qué porcentaje-, se va en contra o a favor del obispo y el obispo en contra o a favor de ellos, dividiendo a la Iglesia. El obispo está para unir a su rebaño, por eso ni los sacerdotes ni los obispos debemos entrar en política partidista.
 
¿Pero es posible conservar ese lindero en un país donde los políticos son quienes que ostentan el poder, aún desde la cárcel?
 
Es posible. Desde cuando me nombraron secretario de la Conferencia Episcopal quedó muy claro que no iba a pronunciarme sobre la reelección porque soy el vocero de la Conferencia Episcopal y la Iglesia en eso se mantiene sin involucrarse porque tenemos que tener libertad para dedicarnos a todo el rebaño y tener credibilidad de todo el rebaño. ¡Ah!, que unos cuatro o cinco obispos dijeron que estaban en contra; yo digo que eso sería a nombre de ellos, pero ya en la Conferencia quedamos en que ninguno seguiría diciendo eso. Le aseguro que no habrá oído desde que terminó la Conferencia y yo me pronuncié que algún obispo haya dicho que está en contra o a favor. No lo volverán a hacer.
 
¿Entonces son ‘hechos aislados’ las palabras del cardenal Pedro Rubiano pidiéndole al presidente Uribe Vélez que al finalizar este segundo periodo se tome un descanso y más bien más adelante se pudiera volver a presentar? ¿Y las de su colega Nel Beltrán que le sugirió mucha sensatez a la hora de tomar una decisión?
 
Son opiniones personales, mas no de la Iglesia. Yo estoy seguro que ellos cuatro o cinco si les preguntaran ahora no dirían lo mismo, sino que en aras de la unidad de la Iglesia a nosotros no nos toca opinar si hay o no reelección.
 
El presidente Uribe Vélez se dice muy católico. ¿Si él lo buscara como su asesor espiritual para pedirle un consejo, qué le diría?
 
Yo le diría: ‘Presidente, el ideal -e insisto en ideal para que no se malinterprete- de una democracia es que haya rotación. Si en una coyuntura especial atípica se necesitase para un gobernador, alcalde o presidente una reelección, o un presidente de Conferencia Episcopal, que tenga una reelección con unas condiciones: que sea por elección popular, por democracia y por unidad del país. Si eso va a traer más desunión y más conflicto, mejor no. Presidente, con esas luces que yo le doy piense y tome su decisión’.
 
¿Si los obispos no deben meterse en política partidista entonces Arnulfo Romero -asesinado por la extrema derecha de Nicaragua- y ahora Óscar Rodríguez Madariaga en Honduras -a quien Hugo Chávez ha tildado de ‘payaso vestido de cardenal’ y ‘loro del imperio’- se fueron por el camino que no era? ¿O que las condiciones extremas los obligaron a involucrarse?
 
Lo que hizo el cardenal Rodríguez Madariaga no es política partidista, es política de bien común. El cardenal nunca dijo ‘el presidente debe ser Micheletti porque Zelaya es un hombre que ha hecho daño al país y es malo; por favor los seguidores de Zelaya recapaciten y sigan a Micheletti’. Él no ha dicho eso. Sí dijo que dadas las circunstancias coyunturales de Honduras si el presidente Zelaya llegara a volver el derramamiento de sangre sería inmenso. Eso es el bien común, porque no está diciendo que está a favor o en contra, que es bueno o que es malo. Para evitar esa guerra civil no es el momento de volver. Él no dijo ‘nunca venga’, sino que no es el momento de volver. Si el momento dura diez años, en diez años no debe venir; si el momento dura dos horas, en dos horas no debe venir. Es distinto.
 
Me parece que es una responsabilidad social de un cardenal decir eso. Yo diría lo mismo si aquí hubiera una amenaza de guerra civil. Para evitar ese derramamiento de sangre, usted fulanito no haga esto o sí haga esto. Eso es distinto a decir ‘¡viva Micheletti! ¡abajo Zelaya!’, pero entonces lo interpretan mal.
 
¿Estamos lejos de esa Colombia en la que se gritaba ‘¡Viva Cristo Rey!’ y desde los campanarios se les disparaba a los liberales?
 
Claro, eso ya no existe. Hoy el problema no es liberalismo ni conservatismo, ni protestante ni católico; hoy el problema es el materialismo, la secularización, el narcotráfico y la guerra armada entre hermanos. Hoy no hay ningún sacerdote que diga eso, ni ningún católico que diga eso. En su momento debió tener significación -no lo viví-, pero si lo dijeron es por algo, pero no hoy que eso ya no tiene vigencia.
 
Es como decir por qué mi abuelito mató a un señor. Porque se le metió a la casa y con un machete iba a matar a la esposa. Eso es muy distinto, pero si uno le quita el contexto y dice que su abuelito mató a un señor y usted es nieto de un homicida. ¡Uy!, qué distinto a decirle su abuelito salvó a su abuelita de la muerte. Yo diría: mi abuelito fue un héroe. ¡Qué diferencia, no!
 
Entonces lo mismo: el padre tal condenó a los liberales, los liberales condenaron a los conservadores; muchos liberales mataron conservadores, muchos conservadores mataron liberales. Yo no puedo desde hoy hacer un juicio histórico y decir ¡qué barbaros! No, todo tuvo su momento que habría que ver. Puede que haya habido acciones buenas como malas, pero no puedo desde hoy juzgarlas. Lo que sí puedo decir es que hoy no se repita eso y que hoy no se repite. Hoy ningún conservador le mata a un liberal y ningún liberal le mata a un conservador; hoy le mata la guerrilla a un para y un para a la guerrilla, eso es distinto, pero los de antes no pueden juzgar lo de hoy ni dentro de cincuenta años pueden juzgar lo de hoy. Todo tiene su causa, su efecto, coyuntura y su contexto.
 
¿En esta crisis de vocaciones de dónde van a salir los curas para los años futuros?
 
De las buenas familias católicas, porque hay tantas buenas familias católicas en el mundo entero. Y no olvide que la Iglesia no es una empresa con mercadeo; la Iglesia es una institución fundada por Cristo y el Espíritu Santo la lleva. ‘No teman, yo estaré con ustedes hasta la consumación de los siglos y las puertas del infierno no podrán contra mi iglesia’. Se  han vivido peores momentos. ¿Qué me dice de las épocas de grandes ateísmos en Europa en los siglos XVII y XVIII, la Ilustración Francesa, cuando en ese país no quedaba nadie con fe y la Iglesia fue  aniquilada. Y tenemos las grandes vocaciones en Francia en estas épocas. En este momento los seminarios nuestros están llenos y hay que escoger, porque los muchachos llegan cargados de los problemas de una sociedad totalmente neurótica, pero vocaciones hay. El Espíritu Santo no se ha muerto ni se morirá; el día en que se muera se acaban las vocaciones, pero es que el día en que muera el Espíritu Santo nos morimos todos.
 
¿A qué se debe el boom de sectas, iglesias, charlatanes, salvadores, pastores, profetas, escogidos?
 
Al desubique y a la falta de fe, a este mundo materializado sin Dios en el que todo el mundo se agarra de lo que puede y en el momento en que zozobró el barco usted se agarra de cualquier tabla. También a que otros quieren ganar platica, a sacar el diezmo. ¡Eso da mucha plata! y le ha dado negocio a mucha gente.
 
Igualmente unos resentidos porque un cura los trató mal un día o un cura tuvo un abuso entonces ya es toda la Iglesia, pero a esa persona le falta criterio, no tenía fe profunda en Jesucristo. Creía era en los curas; no en Jesús ni en su iglesia.
 
Y también culpa nuestra de no evangelizar bien, porque hay unos que lo hacen magnífico y otros que lo hacen muy mal. Hay de todo.
 
¿Clonación, congelamiento de embriones, fecundación en vitro son obra de Satanás o avances científicos que la Iglesia debe aceptar?
 
No, eso no es de Satanás (sonríe). La ciencia por un lado y por el otro Satanás. La ciencia tiene unos avances magníficos como las células madre, ¡qué belleza!, y todo lo que sea terapéutico bienvenido. Hay una declaración mundial que no se acepta la clonación humana porque sería meternos en una ‘vaca loca’ que ninguna sociedad acepta. Para terapéutico todo. Células madre con fines terapéuticos pero no matando a alguien, porque si debo matar el embrión entonces le ayudo en el alzheimer a alguien pero mato el embrión, y además ninguna enfermedad se ha curado todavía con células madre y estamos lejos. Eso fue un sofisma y pasarán muchos años para que la ciencia encuentre que puede hacer curaciones, pero hay que seguir investigando.
 
Pero no puede un papá para salvar el corazón de un hijo sacarle el corazón al otro hijo. El fin no justifica los medios. Salvé el alzheimer y la diabetes -que no lo han salvado pero supongamos que se salvara-, pero matando un hijo, matando el embrión. La Iglesia tiene que defender a ese nonato que es persona y es hijo de Dios.
 
¿Cero planificación familiar y que el mundo se siga llenado de criaturas famélicas?
 
No, ni más faltaba. La fórmula del sacramento del matrimonio dice: ‘Te comprometes a tener y traer libre y responsablemente los hijos como don de Dios’. Entonces hay que tener responsabilidad. Lo que pasa es que este tropicalismo colombiano, que si usted no se acuesta todos los días no es hombre y que si no tiene placeres orgásmicos no está chévere en la vida. Hay que tener disciplina y la disciplina implica que con el método natural tendrá usted ocho días en el mes en que no hay fertilidad y ¿no se puede que un colombiano y una colombiana, tropicales macondianos solo buscando placeres sin ningún control, aguante ocho días en el mes? ¡No!, no somos capaces. Es cuando suene la flauta, como perritos y como jirafos y como pulgos. No, hombre, sí se puede, pero es que eso de que queremos el pan, el queso, el chocolate, aguadepanela y el café y además una ñapa que nos dejen consignada en el banco. No, usted puede tener ocho días de control y antes le aumenta el amor. Es con respeto, con cariño y control, pero no es que se vaya a donde otras mujeres. ‘No es que me toca porque mi esposo se va a donde otras mujeres’. Perdón, ese esposo usted no lo debería, ese no es un hombre que la ame, esto no es con condiciones. Con esa premisa pues no se puede nada y claro que se puede. Dios hizo muy bien todo, hay control, hay métodos naturales y es abierta a la vida toda relación de esposos y al amor, pero no es para tener una prostituta de turno en la casa; unos días con las de afuera y otros días con mi esposa. Y eso es un altísimo porcentaje de los colombianos. Soy enfático en esto porque quieren echarles la culpa a la Iglesia y a Dios; ¡la culpa es de unos tipos que no son capaces de controlar sus genitales!
 
¿Estamos cerca del fin del mundo?
 
¡Ni idea! Eso solo lo sabe mi Dios con todo su combo allá en el cielo. Para Dios no hay tiempo, porque él no tiene pasado, ni presente ni futuro y nosotros sí, que nos parecen cien años mucho y mil años terrible. No olvide que esto tiene miles de millones de años de evolución. Para Dios el tiempo es un chispazo en la noche, nada. Por eso es que no somos dioses, porque somos limitados. Si lo fuéramos entenderíamos todo, pero no seríamos limitados. Él en su infinita sabiduría sabe cómo será esto. Lo que sí sabemos es que tenemos una responsabilidad histórica. En mis ochenta o treinta años de vida, debo amar a Dios y al prójimo sobre todas las cosas. Buscar el reino de Dios y su justicia y todo lo demás vendrá por añadidura, pero no me puedo dedicar a las añadiduras porque si me dedico a lo material me quedo sin lo fundamental que es el amor eterno.
 
Vivamos como si mañana se acabara todo, pero sin dejar de comprometernos pensando que si yo no hago nada, nada se hace. San Ignacio de Loyola tiene una frase: ‘Haga todo como si todo dependiera de Dios y usted no existiera, pero al mismo tiempo haga todo como si Dios no existiera y todo dependiera de usted’.
 
¿Se recuperaron ya los jesuitas del zarpazo multimillonario que les propinó hace tres años el hombre de confianza que les manejó sus arcas?
 
Afortunadamente esta persona devolvió la plata y entonces en ese sentido sí se recuperó. El dolor moral no es tan fácilmente de recuperar. Hay que perdonar y hay que tener misericordia, pero perdonar no significar alcahuetear ni decir que no sucedió nada. Sí significa darle un abrazo de hermano a las personas que uno perdona, darles nuevas oportunidades, dejando muy claro que estuvo mal hecho para la edificación de las siguientes generaciones, y además porque toda causa trae un efecto. Ya para la persona es muy duro, él mismo se castiga sabiendo lo mal que obró, pero nosotros con criterio cristiano debemos perdonar, amar y dar nuevas oportunidades. Nunca alcahuetear y tapar.
 
Las arcas se recuperaron porque él devolvió todos los millones. Eso se le abona y es el primer punto para el perdón en la confesión católica. El daño moral se puede rehacer en parte con su reconocimiento y con su petición de perdón. En esto debe haber verdad de lado y lado.

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