domingo, 16 de diciembre de 2012

"No tengo deudas con nadie": Carlos Velandia



El ex miembro del Coce habla de los errores del Ejército de Liberación Nacional (ELN), de sus orígenes, sus convicciones y sus deseos de regresar a su Bucaramanga natal. Segunda parte de esta entrevista exclusiva. (Noviembre de 2011)

Su nombre de guerra fue ‘Felipe Torres’, pero este amante de la música de Eric Clapton, The Who y The Doors ya no empuña un fusil, aunque insiste en la necesidad de efectuar cambios de fondo para algún día construir esa Colombia en la que vayan de la mano la paz y la justicia social.

Hijo de un veterano de la guerra contra el Perú (1932-1933) y nieto de un general de la Guerra de los Mil Días (1899-1902), Carlos Arturo Velandia Jagua, volvió a Colombia después de siete años de exilio en España que sucedieron a 10 años de cárcel. Hoy busca un espacio en Bogotá -donde concedió esta entrevista-, se refiere al presente y futuro de la guerrilla, explica un incidente con Horacio Serpa y recuerda los tiempos de colegio al lado de su amigo Fernando Vargas Mendoza. 

¿Qué errores reconoce usted ha cometido el ELN en su historia desde la toma de Simacota en 1964?

Errores militares numerosos.

¿Anorí (1973) por ejemplo?

Quizás desde una perspectiva estratégica, que los Vásquez Castaño hubiesen incursionado en una región que no conocían, en un momento donde las lluvias habían embuchado los ríos, y todo eso facilitó el cerco y aniquilamiento de las columnas de Manuel y Antonio. Fue un error estratégico y ha habido otros errores militares pero que por fortuna el ELN, el Coce y su dirigencia han tenido la gallardía y la valentía de salir en público a reconocerlos. Esto es una cosa que no es común verla por ejemplo en los generales de la República. Yo no he visto a un general salir a reconocer y a pedirle perdón al país por los ‘falsos positivos’ -ejecuciones extrajudiciales-, por todos los crímenes de Estado que se han cometido, por todas las desapariciones y masacres que se han cometido por parte de miembros de la Fuerza Pública. El ELN sí ha salido a decir ‘nos hemos equivocado’, y lo dijo en Machuca (84 muertos tras explosión del oleoducto en 1998) y en otras muchas ocasiones donde se han cometido errores.

¿Y errores políticos?

Seguramente también los habrá, pero el ELN está en la línea correcta de mantenerse planteando la búsqueda de la solución política al conflicto y hay que alentarlo para que no se baje de esa línea que ha construido con mucho esfuerzo. Yo le he pedido al ELN y lo pido ahora en 15 que a la mayor brevedad por los mecanismos que tenga, que considere más expeditos e idóneos, busque establecer un contacto directo con el Gobierno para que se puedan explorar mutuamente sobre las voluntades y para ir sentando las bases que los conduzcan a una mesa de diálogo y negociación.

¿Y la muerte de Jaime Arenas ordenada por el ELN?

De la noción de justicia que tengo hoy en día, si quiero aplicarla al pasado con toda seguridad le voy a decir que fue un error, pero yo tengo que situarme es en el contexto histórico en que se desenvolvieron estos hechos y seguramente no había otras alternativas. Obviamente no es de mi agrado eso que pasó. Yo conocí a Jaime Arenas Reyes, uno de los líderes estudiantiles más grandes que haya tenido el país y uno de los oradores más grandes que yo haya conocido. Siendo muy pelado me arrobaba escucharlo en el Parque de los Niños en las manifestaciones arengando a los estudiantes en los años sesenta. Era una persona muy capaz, muy inteligente… no debió ser matado, no debió morir así, como no debieron morir muchos otros en la lucha por la causa revolucionaria.

¿En qué quedó su amistad con ‘Francisco Galán’ (Gerardo Bermúdez)? ¿Se distanciaron por completo?

Es una amistad sin relación. Los dos compartimos diez años de vida en prisión, que no son cualquier cosa, y sobre todo que los dos estábamos en una causa común. Los dos fungíamos como representantes de una organización ante la sociedad, el Gobierno e incluso ante delegaciones diplomáticas que iban allí a encontrarse con nosotros. Un trabajo colectivo que fue construido a pulso y tuvimos gran entendimiento, pero las cosas también cambian. Al salir yo en libertad se produjo un distanciamiento y cada cual ha tomado su propio camino.

¿Quién se equivocó de ruta: él o usted? ¿O son caminos paralelos?

Son caminos distintos y cada cual tiene derecho a hacer lo que a bien tenga. Es la vida de cada cual y yo no la juzgo. No estoy en condiciones de juzgar si el camino de ‘Pacho’ es el equivocado y el mío es el correcto. No, el mío es el mío.

¿Ni más de los intermediarios alemanes Werner y Micaela Mauss, que tantos dolores de cabeza le dieron a Álvaro Uribe?

Ni más. Ellos cumplieron una vida útil en un momento específico, pero en las actuales circunstancias no creo que puedan prestar sus servicios, y además tampoco se les necesita.

¿La muerte de ‘Alfonso Cano’ qué significa para las Farc y para el país?

Para ambos es un golpe muy fuerte. Para las Farc obviamente era su comandante en jefe y perderlo es un dolor muy grande para ellos, pero las Farc son una organización muy estructurada y ya con mucha anticipación han podido prever, tienen una línea de sucesión del mando muy sólida y ya se sabe con anticipación quién sucede a quién y qué lugar debe ocupar cada cual para darle continuidad a un proyecto de naturaleza estratégica. De modo que no me sorprende el anuncio de que ‘Timoleón Jiménez’ ha sido designado como el comandante. Eso ya se sabía.

Ahora, ‘Alfonso Cano’ era un gran dirigente político colombiano y su presencia le va a hacer falta al país, y sobre todo al proyecto de construcción de la paz de Colombia, porque él era un constructor de la paz. Yo estoy muy adolorido porque él era un revolucionario y yo soy un revolucionario, y a mí me duele la muerte de un revolucionario como ‘Alfonso Cano’.

¿Pero en estos momentos no es más cómodo para usted decir que ni fú ni fá y no meterse en más líos?

Quizás lo más cómodo sería guardar silencio o irme por las ramas y decir tonterías. No, yo también tengo derecho y reclamo el derecho de que nosotros podamos llorar a nuestros muertos. Es que nuestros muertos son seres humanos, son tan colombianos como los demás, y necesitamos y tenemos el derecho a tener un lugar en este mundo, y si nos matan pues nos dolemos y tenemos el derecho a expresarlo. De la misma manera como otros reivindican el derecho de alegrarse y hasta llorar de la alegría. El presidente Juan Manuel Santos anuncia sin ningún reato de índole moral que lloró de la alegría. Los militares se abrazaban de la alegría por haber matado a un compatriota.

En términos de Uribe, ¿la ‘culebra sigue viva’?

Para Uribe la ‘culebra’ era la insurgencia, pero la guerrilla nunca vio con un sentido de animalidad al contradictor. La insurgencia siempre ha sabido que la clase política dirigente, que la clase oligárquica, es una clase poderosa que lo ha acumulado todo, pero nunca la ha comparado con ningún perro ni con ninguna serpiente.

¿Los militares cumplen a cabalidad su tarea o, por el contrario, a veces dan golpes contundentes y en otras ocasiones se relajan?

Los militares en Colombia todo el tiempo han hecho muy bien la tarea que les mandan otros; fundamentalmente una clase oligárquica que los ha puesto a su servicio. Pero también son muy obedientes a los dictámenes de potencias extranjeras. Aquí lo que digan los gringos es lo que se hace. El diseño de las grandes estrategias no es ‘made in Colombia’, sino ‘made in USA’, pero también es ‘made in Israel’. Estos asuntos hay que entenderlos de esta manera porque es la realidad. Aquí hay muy poca soberanía. Nuestras Fuerzas Armadas el día que se haga la paz habrá que hacerles una reingeniería muy profunda para recuperar un sentido soberano, para que defiendan nuestras fronteras, la integridad territorial, la dignidad del país. Aquí quizás los más pro imperialistas son las Fuerzas Armadas y por eso les hacen muy bien la tarea a estos señores.

¿Puede haber un cambio en la orientación de las Farc con la llegada de ‘Timochenko’?

No habrá ningún timonazo ni a la derecha ni a la izquierda. Aquí nadie puede hacerse falsas ilusiones. Aquí la gente se equivocó. La Corporación Nuevo Arco Iris se equivocó y los analistas se equivocaron cuando mataron al ‘Mono Jojoy’ y creyeron que era el momento culmen de la derrota estratégica de las Farc y que era el momento para que las Farc salieran con las manos en alto y tiraran los fusiles al piso. Eso no ocurrió, como tampoco va a ocurrir una situación de desmovilización masiva como la espera o la desea el presidente Santos. No, las Farc van a continuar desarrollando sus planes, porque ellos se mueven es sobre planes, no sobre caprichos.

¿Cómo fue su trato con ‘Alfonso Cano?

Nunca tuve un trato sostenido. Sí me lo encontré en un par de ocasiones en campamentos, pero yo no tenía el rango que él tenía para ese momento (yo era un mando de frente y él era comandante). Era una persona afable, bromista, de un humor fino, muy inteligente, cercano a los combatientes. Es una pérdida grandísima.

¿El ELN de hoy está involucrado en narcotráfico? ¿Sigue secuestrando? ¿Extorsiona a las multinacionales?

Los nexos que pueda tener el ELN con este tipo de actividades yo los desconozco y sería irresponsable de mi parte tratar de ahondar en esto. Me remito a los planteamientos públicos, fundamentalmente de ‘Antonio García’, de por qué el ELN establece un impuesto a las actividades de siembra y producción de base de coca. Decía que es una actividad económica que se le impuso al país, y no que la permitiera ni la introdujeran las guerrillas. De allí derivan el sustento muchos campesinos y comunidades, y es justo que también de esa actividad económica contribuyan para el sostenimiento de la lucha revolucionaria.

No sé si se continúa con la ‘impuestación’ de guerra a las multinacionales. Seguramente que sí, pero no sé nada más.

¿Por qué el ELN no libera de una vez por todas a los secuestrados que tiene? ¿Qué falta para que los deje en libertad?

Lo desconozco. Sé que ese es un tema en el que el ELN ha manifestado toda su disposición a tratar en una mesa de negociación.

El ex alto comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, es un grandísimo responsable porque él frustró la posibilidad de haber iniciado un proceso de paz con el ELN sobre la base de que se iba a convocar la ‘Convención Nacional’ y al mismo tiempo el ELN liberaría los secuestrados que tuviera en su poder y estaría en disposición de discutir ese tema en la agenda de conversaciones. Si esto se hubiera hecho en ese momento, con toda seguridad estaríamos en una situación muy distinta y quizás ya no estaría usted hablando conmigo aquí en Bogotá sino con ‘Gabino’ (Nicolás Rodríguez Bautista).

¿Hay ‘Gabino’ para rato?

Creo que sí. ‘Gabino’ es un campesino de San Vicente de Chucurí, que toda la vida ha estado bajo los rigores del campo, pero más que del campo donde cultiva es de las montañas. Es una persona muy adaptada a este tipo de vida. Su situación de salud la desconozco, pero le deseo que tenga muy buena salud y que se cuide mucho para que le aporte a este país.

¿Por la cabeza de comandantes como ‘Gabino’ pasará por la mente si tiene sentido seguir en el monte exponiéndose a que en un bombardeo lo vuelvan añicos?

No, las preocupaciones de un dirigente como ‘Gabino’… Yo quiero hacer una extrapolación de cuáles eran mis preocupaciones cuando fui dirigente y estaba en la montaña. Uno no se ocupa de esas cosas. Obviamente sí toma en consideración los aspectos relacionados con la seguridad, pero uno no vive ‘cagado del susto’ y si tiene susto son otras las preocupaciones mayores por las que uno tiene que ocuparse. La primera preocupación es estar pendiente de sus camaradas, que no les pase nada, que tengan salud y lo que necesitan para desarrollar la lucha revolucionaria. Para mí las preocupaciones eran la situación del país y estas cosas.

¿Por qué hay tanto delator hoy día al interior de la guerrilla?

No sé las proporciones de ese fenómeno, pero es algo que siempre ha existido a lo largo de la humanidad desde el Judas que traicionó a Jesús por unas monedas de plata. Las monedas las siguen ofreciendo en la actualidad y hay muchos Judás, mucha gente que está dispuesta a vender ‘hasta a la madre’ porque les ofrecen un mundo fantástico, pero lo más trágico de todo esto es que por lo general no les cumplen. Ahí está el caso de ‘Rojas’, el que le cortó la mano a ‘Iván Ríos’, al que asesinó cobardemente. Este criminal pensó que se iba a enriquecer con ese acto atroz y maldito, y ahí está pudriéndose en la cárcel y sin un peso. Así le paga el sistema a los traidores.

A usted que anda ‘vaciado’ y si supiera dónde están los miembros del Coce, ¿los delataría a cambio de una recompensa de cinco millones de dólares para irse a vivir lejos de Colombia con todas las comodidades de los nuevos ricos?

¡No! La dimensión humana mía es muy superior a esa pequeñez. Tendría que tener un cerebro y una mentalidad de sabandija para actuar de esa manera. Soy un revolucionario de unas lealtades y unos principios que van hasta el final.

El gobernador Horacio Serpa reveló recientemente que el ELN en el pasado lo tuvo en la mira y que el ‘Cura Pérez’ lo había enviado a usted como emisario para notificarlo.

En ningún momento se trató de una situación que comprometiera la seguridad o la integridad de Horacio Serpa. Enviado por el Coce yo fui a trasladarle al en ese momento congresista, la preocupación por sus relaciones con unos políticos en la región de Barranca, fundamentalmente con Aristides Andrade -prófugo de la justicia desde cuando en enero pasado fue emitida una orden de captura en su contra-, sobre el que se tenían informes de que había participado en reuniones donde se hacían colectas de dinero que posteriormente era entregado a los señores paramilitares en San Vicente de Chucurí y Barranca. Nunca estuvo comprometida la integridad de nadie; era una preocupación.

¿Serpa, como lo señalan algunos de sus rivales, fue o es un guerrillero?

Es muy curioso porque esa misma pregunta me la hacían con mucha insistencia unos encapuchados que me interrogaban cuando me capturaron en 1994. Es más, no me lo preguntaban, lo afirmaban y más bien preguntaban las órdenes que yo tenía y mi relación con el ‘comandante Horacio Serpa’. El equipo de interrogadores era lo ‘mejor’ que tenía la Brigada de Institutos Militares. Ellos tenían esa noción. ¿Se puede imaginar qué tan retorcida es la mentalidad que había en el manejo de la inteligencia militar?

¿Si Horacio Serpa es guerrillero, Carlos Velandia es David Rockefeller?

O la madre Teresa de Calcuta. ¡Un despropósito total!

¿Qué tanto contribuyó en su destino ese ambiente del Colegio Santander y de la UIS?

Mucho, pero más que la situación que se vivió en ambas instituciones, era la situación que se vivía en el país y en América Latina. Vivíamos tiempos de revolución. Recuerdo que en el colegio o en la universidad en cualquier protesta estudiantil le gritábamos vivas a la guerrilla, ‘viva Fabio Vásquez Castaño’ y salíamos con las banderas rojinegras del ELN. Lo vivíamos con tanta naturalidad que esto era como tan familiar que incluso era de gran aceptación social. No tenía la connotación que tiene en la actualidad. Hoy en día a alguien que salga a decir que viva el ELN, lo ponen preso, si es que antes no lo matan o lo desaparecen. En esa época había un ambiente universitario de mucha crítica y de debate político-ideológico, y la influencia de las guerrillas de las Farc y ELN era marcada. Había una gran conexión entre la lucha guerrillera y las luchas sociales de la época. Yo fui producto de mi tiempo, de un tiempo de revolución que también produce revolucionarios.

¿Cuándo regresará a Bucaramanga el hijo del profesor Velandia?

Ojalá pueda hacerlo con tranquilidad y deseo hacerlo como cualquier ciudadano, como soy. Hoy en día soy el más común de los ciudadanos. No quiero ser otra cosa. Ojalá me lo permitan y ojalá quienes me adversen ya sea desde el Estado, de la derecha o de la ultraderecha entiendan que las personas tienen derechos ganados y yo me los he ganado a pulso, con sacrificio. Por eso vuelvo e insisto: no tengo deudas absolutamente con nadie; ni con la sociedad, ni con nadie. No tengo bienes, no tengo riqueza, estoy buscando trabajo. Deseo regresar a mi ciudad a reconocerla, porque por lo que me cuentan está muy cambiada.

¿Le teme a la intolerancia?

Sí, quizás. No se necesita haber estado en una causa política como la mía para que haya intolerancia. Aquí hay intolerancia por las cosas más elementales de la vida.

Un amigo mío a quien la guerrilla le secuestró a su padre y perdió la finca para poder pagar el rescate, aborrece a las Farc y el ELN. ¿Con ese tipo de personas usted sentaría a la mesa y les daría la cara?

Yo no tengo ningún inconveniente. Él está en todo su derecho de aborrecer a la guerrilla. Si la guerrilla le hizo daño cómo va a quererla. Si la guerrilla lo afectó, no puede tener un sentimiento de cariño; pero en un ambiente de civilidad, en un país donde para él hay respeto a sus derechos democráticos y también para mí, pues si se da la ocasión estrecharemos la mano. Si él no tiene inconveniente, yo tampoco.

¿Qué será lo primero que piensa hacer cuando vuelva a su ciudad?

Ir a comprar mojicones y mestiza a aliñada a la Panadería Europea, a donde de niño me mandaban. También ir al Tony a comer carne, arepa y caldo. Al Chiflas a comer cabrito. Me encantaría caminar por la carrera 33 y repetir el recorrido que hacía todas las noches desde la 56 con 34 donde vivía mi novia hasta el barrio Los Pinos, cuando no era que pasaba ‘Miguelito’ y me llevaba en su bus de la ruta Pan de Azúcar-UIS.

¿La consciencia lo deja dormir o es que los revolucionarios no tienen consciencia?

Tenemos una gran consciencia y sabemos cuándo nos equivocamos. En alguna ocasión alguien me preguntaba que si haría lo mismo si volviera a nacer; yo no haría lo mismo… ¡haría mejor las cosas! Con la sabiduría que tengo hoy en día, con las experiencias de vida, con los conocimientos, haría mejor las cosas. Desearía tener otra posibilidad para hacer mejor las cosas de lo que las he hecho.

¿A qué compañeros de su juventud o de la época de estudiante de Medicina en la UIS echa de menos?

A muchos. En bachillerato por ejemplo fui entrañable amigo de Fernando Vargas Mendoza, ex alcalde de Bucaramanga, y me ha dolido mucho la situación que han vivido él y su familia porque en el Colegio Santander fuimos grandes amigos y yo lo sentía como un hermano más. Nos ayudábamos en las tareas, bromeábamos, jugábamos con él y con su hermano Ciro. Fernando está pasando por una situación muy difícil, tendrá que estar reflexionando sobre lo ocurrido y ojalá pueda tomar las mejores decisiones porque es una persona muy capaz. Otro gran amigo fue Iván Lizarazo Salcedo, pero no sé qué será de su vida. Recuerdo también con gran cariño a mis profesores, a pesar de que en algunos momentos yo fuera un tanto díscolo, máxime que mi papá fue profesor de muchos estudiantes y también fue profesor mío.

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