domingo, 16 de diciembre de 2012

Fernando Savater, de la ética a la polémica



Fernando Savater, ese señor tan serio y tan majo considerado una autoridad interplanetaria en materia de ética y educación, tuvo tiempo durante su breve estadía en Bucaramanga (septiembre de 2010) para dictarle una cátedra de hípica a su amigo y colega escritor Héctor Abad Faciolince.
Después de regresar impresionado de su visita a la Casa del Libro Total,  Savater le demostró a Abad que puede tener tres potrancas en su finca antioqueña, pero que de caballos él sí es una enciclopedia andante, como quiera que ha asistido a los últimos 35 derby que se realizan en Epsom (Inglaterra), a los cuales asiste lo más granado de la aristocracia europea, estrellas y estrellados.

¿Quién iba a imaginar que este ser que no cree en Dios, al que se lo pelean las universidades para que dicte conferencias por los euros que quiera cobrar, es el mismo hombre de barba blanca y sombrero que cada año acude con religiosa puntualidad al hipódromo para no perderse detalle alguno de la mítica prueba?

Con la boca hecha agua y no precisamente por el güisqui con un cubo de hielo que se estaba tomando por cortesía de un anfitrión que no reparó en el precio del licor, el autor de “Ética para Amador” -un libro de consulta obligatoria en las aulas de clase iberoamericanas- le hizo entender a Abad que el Derby de Kentucky es una carrerita más, casi como comparar el sagrado Wembley con el tierrero de la Cancha Marte.

Agitando las manos como un pelícano que intenta levantar el vuelo, Savater confesó su pasión por todas las novelas que escribió un ex jinete de la reina Isabel, de cuyo nombre el periodista no ha podido acordarse.

Savater admitió que es un apostador infalible y no porque siempre acierte, sino porque en cada carrera tiene una respuesta de por qué no ganó. Aunque no todo ha sido adversidad para este aclamado autor que recuerda con satisfacción aquel día en Windsor que con ‘miserables’ dos libras esterlinas le hizo fuerza al animal menos favorito, cumplió su sueño de arrasar con las arcas y se llevó una millonada con la que le prometió a su esposa comprarle un yate para regresar a Londres.

Entrado en el calor de la conversación y con Abad y los demás contertulios absortos, Savater pasó a contar que el destino no le deparaba otra opción que ser notario, como su padre, pero que pudo más la influencia de su madre, una maestra de escuela que esperaba con avidez cada novela de Agatha Christie y el aviso de la librería en San Sebastián (País Vasco) de que la respectiva traducción ya había llegado.

Así fue como Savater -de 63 años de edad- creció en un mundo de libros y tiras cómicas, mientras su padre lo llevaba de pantalones cortos a presenciar las carreras. Quizás por eso Savater, después de salir de la cárcel de Carabanchel a donde el dictador Francisco Franco lo mandó por considerarlo un ‘elemento peligroso’ para sus intereses, probó sin suerte ser comentarista hípico. Ese día el mundo de los caballos perdió a una promesa, pero la literatura y la filosofía ganaron el autor consagrado que es desde hace mucho rato.



Antes de atender esta entrevista exclusiva, un Savater más familiar -terminándose su segundo trago- relató el susto que se llevó la noche del pasado martes 31 de agosto cuando el avión que lo traía de Bogotá intentó aterrizar en eso que algunos presuntuosos apodan “Aeropuerto Internacional de Palonegro”.

Él, que no usa estampas de vírgenes ni talismanes sino solo dos anillos gruesos que envidiaría Linterna Verde, narró la angustia de verse a pocos metros de la pista en una noche borrascosa y tener que tomar altura porque los tres intentos fueron abortados.

Allí, en la cabina del pájaro metálico, Savater descubrió sus dotes de psicólogo al tranquilizar a su vecina de silla que estaba a punto de romper en llanto por los rayos que caían a diestra y siniestra. “Son las luces del aeropuerto”, atinó a responderle sin siquiera él creerse esta versión mientras encargaba su alma o al menos el chance de poder estar en Ulibro a una de las 50.000 divinidades que hay en la India.

Odisea que no sabe si fue peor o no que el concierto de ladridos que los perros de una huésped les brindaron a todos los pasajeros que la aerolínea llevó a guarecerse en un céntrico hotel capitalino para a la madrugada siguiente sí poder llegar hasta esa ciudad de la que el maestro de la ironía, el escritor mexicano Carlos Monsiváis dijo: “Conocer Bucaramanga y después morir”.

“¡Póngale Santo Súbito!”, exclamó Savater al pedido de Abad por un nombre para rebautizar a su caballo. “Estaba pensando en el Papa Juan Pablo II. Es un nombre muy bueno”, dijo Savater celebrando su ocurrencia, mientras el autor de “El olvido que seremos apuntaba en un diminuta libreta.

En ese instante Savater hizo su última confesión de la noche: “Me encantaría bautizar caballos, me encantaría”.

Luego de un par de fotografías y tapar con su mano derecha el vaso para que el mesero no le sirviera el tercer güisqui, un Savater sin escapatoria respondió esta entrevista.

¿De qué ética podemos hablar en un mundo en el que George Bush pudo ser presidente de Estados Unidos y en España eligieron a un José María Aznar?

Bueno, es que los seres humanos han sido siempre muy malos y por eso hemos inventado la ética. Hay un cuento de (Jorge Luis) Borges en cuyo prólogo, hablando de un antepasado suyo dice: “Me tocaron como a todos los hombres malos tiempos en que vivir”. Todos los hombres vivimos en malos tiempos y todos además creemos que los malos son los demás, Aznar, Bush… y no nos miramos a nosotros mismos. La ética sirve para en vez de estar criticando a los otros, reflexionar sobre la propia conducta, porque la ética solo puede reflexionar sobre la conducta de la que uno es sujeto que es precisamente la que hace los gestos libres de nuestra vida. Entonces la ética le quita a uno el capricho de la censura a los otros y hace que uno reflexione sobre su propia conducta.

¿La ética se enseña? ¿Se impone por Constitución?

La ética es un camino de reflexión y como en todos los caminos de reflexión en parte uno se basa en la tradición de otras personas más sabias que pueden ayudarle, pero luego en último término todos nos encontramos solos ante la realidad de nuestra vida y el único testimonio directo que cuenta de qué hacemos, qué es lo que queremos de verdad y en qué sentido somos generosos o no lo somos, es el nuestro, el de cada uno íntimamente.

¿Se puede hablar de ética sin mezclarle creencias, temores religiosos o amenazas de ir al infierno?

No, esa es otra cosa distinta. La religión es una cosa y la ética otra. La ética busca una vida mejor y la religión busca algo mejor que la vida. Son dos cosas diferentes.

Usted y otros intelectuales han dicho, como es evidente, que los atentados del 11 de septiembre contra el corazón financiero de Estados Unidos cambiaron el orden de cosas en el mundo. ¿Cuál es el panorama actual del terrorismo internacional?

Yo dije que cambió en el caso del País Vasco porque en Europa a partir del final del conflicto irlandés, el único grupo terrorista que seguía activo en ese continente era ETA, luego descubrimos que también estaba Al Qaeda, pero ETA se movía sin encontrar casi oposición y como efecto colateral del atentado contra las Torres Gemelas es que hubo un movimiento en contra de la justificación de todo tipo de terrorismo que sirvió para que ETA perdiera sus cuarteles de invierno en los países europeos.

El terrorismo es un producto de las sociedades de masas. Las grandes sociedades de masas, donde vive mucha gente, son muy vulnerables y agredir a una sociedad de masas es muy fácil porque todos vivimos juntos, nos movemos juntos, salimos juntos en vacaciones, entonces la agresión a la sociedad para obtener de los poderes públicos algún tipo de concesión pues es una tentación que tienen muchos grupos por razones completamente diversas.

Ahora, la guerra contra el terrorismo no puede equipararse a una guerra convencional. Es decir, no es una guerra en la que uno se encuentra en una llanura con el ejército enemigo, sino que es un enemigo que está constantemente escondiéndose detrás de nuestros propios ciudadanos.

¿En nombre de esa guerra vale todo, incluso saltarse los derechos humanos?

No, claro que no, y precisamente lo que estamos defendiendo son los derechos humanos frente al terrorismo, entonces combatir el terror con el terror es multiplicarlo, no combatirlo. Marco Aurelio en uno de sus aforismos dice: “La mejor venganza contra tu adversario es no parecerte a él”. Eso es lo que debemos intentar hacer.

Usted escribió un libro llamado “El gran fraude”, en el que sostiene que hay una perversión en su país: “La ceguera de buena parte de la inteligencia de izquierda española seducida por el discurso nacionalista”. ¿Entonces cuántos españoles están enceguecidos, según usted, por la causa nacionalista de ETA y por el reclamo de “presos vascos a cárceles vascas”?

Éstos son los que piden que los presos sean llevados al País Vasco y ahí habrá algunos que sean simplemente familiares que quieren no tener que viajar tanto para ver a sus familias y otros que apoyan los delitos de los terroristas. Lo cierto es que si fueran más no necesitarían apelar al terrorismo. Lo evidente de que las reivindicaciones de los etarras son una minoría es que tienen que apelar a la violencia para imponerlas. Si fueran una mayoría utilizarían las vías democráticas y no habría forma de pararles.

La organización separatista vasca ETA lo ha amenazado y por esa razón usted ha pedido escolta policial en Bucaramanga.

No a mí, sino en general a la gente que les ha llevado la contraria. Yo tampoco soy ni más ni menos que los demás.

A nombre de la organización “Basta Ya” usted se ganó el Premio Sajarov. ¿Qué representa para una sociedad como la española el derecho a protestar contra las acciones de ETA?

Es romper el cerco del miedo. El terrorismo lo que pretende es intimidar, asustar. Todos tenemos miedo a morir, todos tenemos miedo a sufrir un atentado o a que personas que queremos lo sufran, entonces el terrorismo actúa sobre la sociedad como aquel fascista croata que cuando reprimió a la población serbia aplicaba la ley de los tres tercios: un tercio muerto, un tercio expulsado del país y un tercio sometido. Eso es lo que ha intentado ETA; matar a una serie de gente, hacer que se vaya otra -más de 200.000 ciudadanos se han ido del País Vasco, casi un 10 por ciento de la población en 12 años- y que el resto se quede callado, obedeciendo. Si se rompe esa obediencia, si la gente sale a la calle, si empieza a perder el miedo para manifestarse, pues naturalmente el terrorismo empieza a ser derrotado.

Usted nació a orillas de ese sitio tan representativo de San Sebastián como es La Concha. ¿Los vascos entienden que alguien de su sangre vaya en contra de la causa nacionalista?

Es que entre los vascos hay de todo. Hay vascos nacionalistas y vascos no nacionalistas. Las principales tropas de Franco que actuaban en el norte eran regimientos navarros que hablaban en euskera y eran los más fieles franquistas que había. Entre los vascos como los colombianos o los europeos hay de todas los tipos; lo malo es que los nacionalistas han llegado a decir vasco por nacionalista. Eso es precisamente contra lo cual hemos luchado y decimos que los nacionalistas son una parte de los vascos y no son ni todos ni la mayoría.

¿Se atrevería a afirmar que ETA está reducida a su mínima expresión?

Ahora yo creo que sí, lo cual no quiere decir que no tenga peligro y que no pueda cometer una barbaridad porque para hacerlo no hace falta mucha gente, pero ETA ya se ha reducido mucho. ETA hace veinte años todavía era probablemente la primera fuerza política que actuaba en el País Vasco; hoy desde luego no lo es.

Hay quienes en Colombia aún creen que el problema se acaba exterminando, bombardeando a los guerrilleros. ¿Si eso es así por qué en España no han podido acabar con ETA si allá no hay selvas ni montañas como los Andes?

ETA se ha acabado aplicando no el exterminio, sino la ley. Es decir, detenciones, juicios, impidiendo su funcionamiento y por ejemplo la policía se ha adelantado cuando traían un cochebomba encontrándolo antes de que pudieran ponerlo, cuando se infiltraban en el país algunos que habían estado exiliados pues deteniéndolos, y gracias a eso poco a poco ha ido perdiendo su capacidad operativa.

El terrorismo es un movimiento armado y lo que hace falta es que  deje de ser operativo; el exterminio es una medida que en el fondo pues probablemente obligaría a esas violaciones de derechos humanos que decimos que no son deseables.

¿Fernando Savater es amigo de la solución negociada o de la tierra arrasada?

Del triunfo de la ley. ETA tiene que ser derrotada. Eso no cabe la menor duda. Después lo que se puede hacer es hablar con los etarras respecto a dónde van a entregar las armas, si hay la posibilidad de algún beneficio penitenciario, etcétera, pero nada más.

¿Verá usted ese día?

Bueno, yo ya soy un poco mayor y temo que a lo mejor no lo veo pero sé que llegará y, sobre todo sé que he cumplido o he hecho lo que tenía que hacer mientras he podido.

¿Por qué en España persiguen a un tipo tan admirado en Colombia como es el juez Baltazar Garzón?

En España hay gente que le ha puesto objeciones, pero es muy admirado y muy apoyado. Lo que pasa es que desoyó una serie de avisos que le estaban dando sus colegas, porque los colegas son un poco la maldición de todos los profesionales, pero él es un hombre muy prestigioso e internacionalmente muy conocido y se había entonces ganado muchas envidias. Yo creo que tuvo un momento de confusión en el caso del juicio al franquismo y eso ha dado pie para que una serie de gente que no le guardaba mucho cariño pues actuara contra él.

¿Es un delito escarbar en los crímenes cometidos por dictadores como Franco?

No, lo que es un delito es tratar en contra de la decisión del fiscal, etcétera, etcétera, abrir procesos a personas que han muerto. Pero lo de escarbar no solamente no es un delito sino era una decisión que se había tomado gubernamentalmente pero luego no se llevó a la práctica. En eso Garzón hizo bien en reivindicar que se cumpliera.

Usted fue preso de Franco. Hay quienes en América Latina y en Colombia decían que aquí lo que se requería era un Franco, un Pinochet o un Fujimori. Otros reclamaban un salvador o un mesías. ¿Se necesitan mesías en estas épocas?

En América Latina y por supuesto también en Europa hacen falta líderes pero no caudillos. Muchas veces el  problema es que buscando un líder se cae en un caudillo. El caudillo es el líder que termina desoyendo a aquellas personas para cuyo servicio debe estar. Lo importante es que el líder sepa al servicio de quién está y no simplemente se convierta en un fin en sí mismo. 

¿Con tantas ocupaciones y problemas de fondo por resolver, usted se interesa de vez en cuando por lo que acontece en estas latitudes?

Yo tengo mucha vinculación de siempre con toda América Latina. Ahora hay más costumbre que los intelectuales vengan por aquí, pero hace un poco más de 30 años cuando yo empecé a venir era raro porque los intelectuales españoles soñaban con ir a los países europeos y entendían mal el hecho de que yo estuviera siempre en México, en Argentina o en Colombia.

Pero bueno, me parece que los españoles también somos latinoamericanos, o sea que hay una vinculación obligada de todo tipo y luego hay países en que además de pasar y apreciarlos, uno tiene unas relaciones especiales porque encuentras personas con las cuales te llevas bien y ese ha sido mi caso con Colombia.

¿Qué concepto tiene de sacerdotes españoles como Manuel Pérez y Domingo Laín que se vinieron a apoyar la lucha revolucionaria?

Nosotros hemos tenido sacerdotes en el País Vasco todos los que usted quiera. Hay personas que a lo mejor con un sueño de redimir a la gente viendo que había pobreza caían en esos excesos que luego al final terminaban no resolviendo los problemas y sí creando más males de los que trataban de resolver. A salvo de la buena voluntad de las personas, yo creo que curas peligrosos ha habido en todas partes.

El Gobierno de Cataluña prohibió recientemente las corridas de toros y usted salió en El País, diciendo que: “¿Son las corridas una forma de maltrato animal? No es maltrato obtener huevos de la gallina, jamones del cerdo, velocidad del caballo y bravura del toro, Tratar bien a un toro de lidia consiste precisamente en lidiarlo. No hace falta insistir en que, comparada con la existencia de muchos animales de granja o de laboratorio, la vida de los toros es principesca. Y su muerte, luchando en la plaza, no desmiente ese privilegio”. ¿Le han ardido las orejas?

Yo no soy budista (sonríe) y no hay ninguna razón ética contra los toros. Si uno es budista pues no dañar a ningún ser vivo es uno de los principios del budismo y por eso pues algunos sabios budistas llevan una tela frente a la boca para no tragarse ningún insecto por error y cosas por el estilo. Pero nosotros utilizamos antibióticos, comemos carne, llevamos zapatos, entonces esto es un poco hipócrita. Los toros bravos son unos animales privilegiados que llevan una vida estupenda durante toda su existencia y luego por lo menos se les da la oportunidad de luchar el cuarto de hora final. Ojalá nosotros tuviéramos una vida semejante. De modo que no estoy de acuerdo con la prohibición y me parece que la gente si no le gusta no vaya, y los gustos cambian y nos vamos volviendo no más humanos pero sí más urbanos y todo lo que tiene que ver con el campo y con los animales ya solo lo vemos virtualmente. Pero una cosa es que haya gente que no le guste y que no vaya, y otra que se convierta en una prohibición.

¿Pero los toros no son como el boxeo, prácticas bárbaras de circo romano?    

El boxeo tiene también sus virtudes y ha tenido sus defensores. La barbarie es no distinguir entre la sangre de los animales y la sangre de los humanos. Los bárbaros son esos que se ponen pintura roja y unas banderillas y van a las puertas de las plazas de toros como si ellos fueran los toros. No distinguir entre el dolor del animal y el dolor del humano, esa es la barbarie y eso ha sido por siempre. Ahora hay una barbarie compasiva pero barbarie al fin y al cabo.

¿Qué opinión tiene de un señor llamado Álvaro Uribe Vélez?

Lo conozco desde cuando era gobernador de Antioquia y asistía a mis conferencias en Medellín. Creo que ha hecho una labor en aspectos positiva, probablemente en otros casos y en otros aspectos no, pero la Colombia que le ha dejado a su sucesor Juan Manuel Santos es mejor que la que él tomó, entonces su balance me parece en principio positivo.

¿Lo ve entrando a los anales de la historia con la frente en alto o defendiéndose ante la Corte Penal Internacional?

La historia cambia constantemente y los mismos que un día fueron glorificados al día siguiente… Creo que todos los grandes hombres tienen una segunda biografía, y hay la biografía dorada y la biografía negativa. Lo importante es que los pueblos sepan que afortunadamente no solamente se vive de grandes hombres sino que también se vive de esfuerzos de los hombres que a veces aciertan y a veces no. Lo cierto es que hoy Colombia tiene posibilidades, ha disminuido enormemente la violencia, hoy hay una relación por ejemplo con la policía mucho más positiva y la gente cuando tiene un problema acude a ella, cosa que a lo mejor no pasa en México. Hay una serie de cosas que demuestran que la situación ha mejorado, lo cual no quiere decir ni que se haya resuelto ni que sea la labor de una sola persona.

¿Ha escuchado de los más de 2.000 casos de ‘falsos positivos’ o crímenes de lesa humanidad cometidos en los últimos años?

Sí, y probablemente en un conflicto como este se habrán cometido incluso muchos más. En el momento en que se abre el cubo de la violencia lo que sale de ahí cada vez va aumentando porque la violencia es algo exponencial porque primero se crean unos crímenes, luego hay un intento de acallarlos, eso crea otros crímenes, etcétera. Así surgen los grandes conflictos civiles, por eso hay que acabar cuanto antes con la violencia y con sus causas.

¿Cómo decirles a los niños y jóvenes colombianos que lean y que no lo hagan obligados o por un helado?

Es difícil, porque a los que nos gusta mucho leer somos muy malos misioneros de la lectura. Yo como no me explico cómo puede no gustarle leer a alguien no sé qué decir a favor. Es como la gente que es muy aficionada al jamón y no sabe cómo explicarlo, así que hay que probarlo. Yo no me explico cómo alguien puede renunciar a multiplicar su alma, que es en el fondo la lectura. La vida humana es muy limitada y muy estrecha, y la lectura es una especie de jogging mental que nos permite multiplicarnos la vida, vivir cosas que no vamos a vivir en nuestra existencia normal, entonces por qué renunciar a esa pequeña parcela de infinito.

¿Si solo nos quedara tiempo para leer uno de sus libros cuál recomendaría?

Yo recomendaría un libro pero no mío. El mejor elogio de un libro mío es cuando alguien me dice que gracias a que leí tu libro conocí a Aristóteles, a Spinoza, a Stevenson, a… Quiero que  mis libros sean puntos de partida, no puntos de llegada.

¿Entonces cuál es su preferido?

Entrar a una biblioteca es como entrar en una farmacia y hay remedios para todas las enfermedades, para la melancolía, para la depresión, entonces depende cómo está uno de ánimo. Desde pequeño releo regularmente Moby Dick y La Isla del Tesoro, y no se pierde nada volviendo a leerlos otra vez.

¿Qué le gustaría que dijera su epitafio?

¡Uy!, eso da mala suerte decirlo, pero si tengo que poner uno pues que sea “Una vez y no más”.

 

 
Es cuento de la competitividad y la perfección no va con Fernando Savater, quien dice que si al menos se logra un nivel de decencia ya se ha conquistado mucho. Este escritor español, autor de “Ética para Amador”, “Así hablaba Nietzsche”, “Diario de Job”, “La resistencia” y al menos 82 obras más, fue una de las estrellas de la Feria Ulibro 2010.

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