domingo, 16 de diciembre de 2012

Juan José Campanella, ¡Un Óscar en Bucaramanga!

Entrevista al director argentino y ganador en 2010 de la estatuilla a la Mejor Película Extranjera por ‘El secreto de sus ojos’. Diálogo con una estrella que podría estar en Hollywood pero que prefirió regresar a su país y un día de estos venir a conocer Barichara, Girón y lo que queda de esta ciudad. 
Hay entrevistas que van sin rodeos a las preguntas y respuestas. Y esta podría ser una de ellas, pero por tratarse de unas circunstancias excepcionales debo empezar por advertir que es la primera vez en los 389 años de historia de Bucaramanga que el ganador de un Premio Óscar de la Academia pisa estos parajes ‘competitivos’ y ‘globales’.

Lo más cercano a este encuentro del tercer tipo fue la visita que efectuara la actriz noruega Liv Ullman, nominada dos veces al Óscar por sus películas ‘Los emigrantes’ y ‘Cara a cara’, pero estamos hablando de 1985, cuando el Cine Club El Hormiguero vivía sus años de gloria y Bucaramanga no había sufrido la embestida vallenata. Ella vino como embajadora de buena voluntad de Unicef y hasta accedió a hablarme de su relación con Ingmar Bergman.

También han pasado los ‘actores’ de ‘Padres e Hijos’, los cuentachistes de Sábados Felices y hasta Amparo Grisales, pero ellos están en otra categoría.

Esta vez, 26 años después, la cita fue con Juan José Campanella, el argentino que el 6 de marzo de 2010 recorrió la alfombra roja del Teatro Kodak de Los Ángeles para subir a la tarima y recoger el Óscar a la Mejor Película Extranjera.

Ya había sido nominado en 2001 por su película ‘El hijo de la novia’, pero en esta ocasión sí se alzaba con el más grande reconocimiento en la industria cinematográfica por ‘Los secretos de sus ojos’, la historia de un agente de la justicia federal que investiga la violación y crimen brutal de una joven bonaerense. Una cinta que con 2,5 millones de espectadores sólo en su país, se convirtió en la más taquillera de Argentina en los últimos 35 años.

Así que el simple hecho de que a un personaje de este calibre le dé por pasar dos días de vacaciones en Bucaramanga y probar la carne oreada ya es una novedad, no importa que por esta fecha las multitudes estén más afanadas por obtener un autógrafo de ‘Los Tigres del Norte’.

Campanella ha participado como director en series televisivas gringas como ‘Le ley y el orden’, ‘Brothers and Sisters’ y ‘Dr. House’, además de haber recibido el Premio Goya (España) y el Cóndor de Plata. 

En chanclas, acompañado por una taza de café y con sus ojos verdes clavados en un computador en el que revisaba escenas de su próxima película en tercera dimensión, Campanella aceptó con amabilidad esta entrevista (diciembre de 2011), gracias a los buenos oficios de una lectora de 15, Cecilia Reyes de León, quien nos permitió el contacto en la terraza del Club Campestre, mientras su esposa y su dos hijos se zambullían en la piscina.



‘El secreto de sus ojos’ es la primera película en la cual mi esposa no se duerme.

(Sonríe) Bueno, me alegra.

¿Cuál es el secreto de ‘El secreto de sus ojos’?

No sé. Si lo supiera podría hacerlas todo el tiempo. En las películas siempre existe una cuota también de suerte, donde los planetas se alínean, la química entre los actores da, el estilo visual concuerda y el inconsciente colectivo está listo para esa película. Por hay esa película hace diez años o dentro de diez años no causaría lo mismo. Ojalá tuviera ese secreto.

Nostalgia, dramatismo, romanticismo, ironía, esperanza… ¿Qué otros ingredientes tiene su fórmula?

Humor. Eso sí que está siempre presente. Además, personajes reales, personajes que uno reconoce.

Elementos que van en su aspiración de recobrar la condición humana. ¿El cine se ha deshumanizado?

Sí, totalmente. Pero no solamente el cine de Hollywood, que directamente no tiene ninguna pretensión de ser sobre seres humanos sino sobre seres sobrenaturales; también el cine arte, el cine de autor, con excepciones por supuesto, que en general son ejercicios estilísticos o más que nada una búsqueda sobre el lenguaje cinematográfico con personajes que no hablan durante toda la película o búsqueda de montajes, ya sea por lo rápido o por lo lento. Eso es válido para mucha gente, pero a mí particularmente como espectador no me interesa.

Ustedes los signo Cáncer son familiares, tímidos, posesivos, imaginativos, románticos y navegan entre la melancolía y la alegría.

Encima a mí se me complica porque en el horóscopo chino soy chancho (marrano). Así que soy eso por partida doble.

¿Campanella en Bucaramanga es como Butch Cassidy en Bariloche o Antoine de Saint Exupery en Trelew?

No, de vacaciones. A Bucaramanga nos trajo Jorge Estrada Mora, que nos está haciendo un tour de Colombia. Empezamos por el festival de cine de Santa Fe de Antioquia y de aquí vamos para Cartagena.

¿Dónde está en este instante el Óscar y la corbata negra con que lo recibió?

El Óscar está en mi estudio en Buenos Aires al lado de un Cóndor de Plata, el Ariel, un Emmy, un premio de super ocho y el ‘Óscar Bonavena’ que me lo dieron los de la cancha de Huracán en homenaje a los dos Óscar (el otro es el peso pesado ‘Ringo’ que en 1970 tiró a la lona a Mohammad Alí), en una entrega que fue más emotiva que la de Los Ángeles. La corbata, junto con todo el traje, se los devolví al día siguiente a los vestuaristas. (Sonríe)

Un tipo que se ganó el Óscar, que es argentino y porteño para más señas, pero modesto. ¿Cómo compaginar todo eso para seguir siendo sencillo?

Pobre por lo que me toca de porteño. No sé si es una cuestión de personalidad o de crianza. Mi papá era muy de decir: ‘Cuando te va bien, cerrá la boca’ o ‘Martín Fierro aconseja cada lechón en su teta es el modo de mamar’. Además tuve la gran suerte cuando empezaba como técnico, de trabajar con directores que quise mucho, que me exigieron mucho y que despertaban lo mejor del equipo, pero también que empecé con los fracasos fuertes y eso ayuda mucho. En ese momento no se vivía así, pero mirando hacia atrás ayuda mucho. Yo sé que todos los que ahora me dicen ‘genio’ en twitter, ante la primera película que no les guste se dan vuelta. Así que por qué me voy a agrandar.

¿En algún momento le dijeron que se olvidara de escribir guiones o le cerraron la puerta diciéndole que de dirección no tenía ni idea?

Varias veces. Es una experiencia muy fea, horrible. Esto me ocurrió en 1997, justo antes de ir a Argentina, con mi segunda película. Fue un fracaso muy grande de público y de crítica. Un año en el que se cerraron todas las puertas.

Si su carrera ha tenido más éxitos que tropiezos, ¿por qué dice que si volviera a nacer lo pensaría meterse al cine?

Yo estoy contento con mi vida. Me hubiera gustado que me vaya bien desde un poco antes, pero muy la menor parte de mi carrera me está yendo bien… no es la mayor parte para nada. Me refiero a que si yo naciera hoy, con las películas que se dan hoy, no sé si se me hubiera despertado el amor al cine que se me despertó con las películas de los años 60 y 70.

¿Usted es de los que dice que Hollywood es basura?

No, hay cosas que hacen muy bien, pero Hollywood realmente ahora está en otro negocio. Le interesa el cine-espectáculo. Como que tomó lo más superficial de Ben Hur (Charlton Heston fue su protagonista) y lo explota al máximo. (Sonríe). Es un cine en el que sus ejecutivos han abrazado a consciencia la masividad,  entonces es un cine que es un entretenimiento pasajero, que sería incapaz de cambiarle la vida a nadie. No es basura; es otra cosa, y como es otra cosa lo hacen excelentemente bien. Decir que ‘El hombre araña’ es basura, es muy pedante. Generalmente lo dice gente que no es capaz de pegar dos tomas juntas. Es otra cosa; no es ‘Tarde de perros’, ‘Qué bello es vivir’ o ‘El Padrino’, nada de ese cine de los años 70, que era realmente maravilloso, entretenido y apasionante, y que tenía todos los resortes que tenía que tener pero que además hacía comentarios sobre la vida.

¿Un tipo con tanta ‘madera’ qué hace en Buenos Aires pensando como latino, en lugar de estar en Los Ángeles, si esto es más productivo y le da más fama?

Los Ángeles me parece abominable. La ciudad es fea como ella sola. Es chata, es deprimente, la gente es amable pero no es una amabilidad como acá, sino en busca de la propina. San Francisco menos, es lo mismo pero con barrancas. Si me decís Nueva York, entonces estamos hablando de otra cosa. Viví allí 20 años y me siento neoyorquino también.

¿En qué sector se ubica en este preciso instante?

Lo que me gustaría es un loft en Soho, pero tengo mi estudio en el Village. ¡Qué le vamos a hacer! Buenos Aires me encanta, soy feliz en esa ciudad. No es una elección que me haya costado ningún sacrificio. Al contrario, tengo amigos directores en Los Ángeles que les cuesta mucho hacer la película que quieren. Casi-casi no la pueden, y yo en cambio puedo hacer la película que quiero. Creo que  cambiarían mi posición por la de ellos.

¿Se puede hacer cine sin sexo y sin estar repitiendo hijueputa o marica cada dos párrafos?

¡Sí! En mis películas el sexo brilla por su ausencia, pero groserías y vulgaridades las tienen. Trato de que sean siempre rescatando lo encantador que tienen en el sentido de la música y de la emoción. Son palabras inventadas por los pueblos para expresar una emoción que el lenguaje correcto no les daba. No es lo mismo decirle a alguien ‘no me fastidies más’ que ‘andate a la concha de tu hermana’ (Se carcajea).

O sorete.

Claro, no es lo mismo decirle inútil a una persona, que decirle sorete. Una nos hace reír y la otra no. Además son sonidos que tienen que ver con la furia, son sonidos explosivos. Mi película favorita, ‘Qué bello es vivir’, no tiene ni una, pero a mí me gustan.

En este momento usted está trabajando en la película animada en tercera dimensión llamada ‘Metegol’, inspirada en una historia del ‘negro’ Fontanarrosa. ¿Lo marcó mucho?

Yo le leía mucho antes de que fuera conocido. Desde que él surgió en la revista Hortensia en los años 70 y me acuerdo de los primeros Inodoro Pereyra y Boogie El Aceitoso. Es un estilo de humor que nos ha marcado mucho.

¿‘Metegol’ es la deuda suya con la infancia?

No la veo en términos de deuda. La hice porque tenía ganas de hacerla ahora. Me encanta el cine de animación y de hecho la excepción a Hollywood es el cine de animación hoy en día, porque las comedias con gente de Hollywood no me despiertan ni las más mínima sonrisa. La animación me gustó siempre y desde hace 15 años para mí está potenciada. Pero además me gusta mucho la fantasía tipo ‘Dimensión desconocida’; no la ciencia ficción tanto. En el cine es muy difícil hacer eso y me estoy dando cuenta que en la animación también.

¿Hace cine para el común de los mortales o para unos señoritos que posan de intelectuales?

Para el común de los mortales; ni para señoritos que posan de intelectuales ni para intelectuales en serio ni para un grupo que no tenga nada de intelectual pero que le guste ver como matan gente. Trato de que a mis películas las vea mucha gente, porque para mí el cine es un medio, no es un fin. No me interesan las películas que exploran la narrativa cinematográfica, que no quiere decir que después no las analice ni las vea como profesional y ojo clínico, como el médico que lee una revista de Medicina para ver qué cosas nuevas se inventaron y uso lo que me sirve y lo que no, no.

Ahora, la historia que contamos no la puede elegir el público. Uno tiene que contar la historia que quiere. La manera de contar también la tiene que elegir uno. Hay ciertas cositas que uno puede dar para el público. Yo de los dos primeros cortes hago una muestra con gente que no haya visto nada de la película simplemente para ver tempos, por ejemplo. Soy montajista y en el montaje se pierde mucho la noción del tempo especialmente. También para ver cosas rítmicas. A veces me caso con un chiste y hasta puedo llegar con una carcajada y sacrifico una escena. Pero muchas veces me ha pasado que lo que para mí es una carcajada, no se ríe nadie. Entonces no sacrifico la escena. Para eso me sirve verla con público. Esas muestras con público hay que tomarlas con pinzas.

¿Ayuda la opinión de su esposa y sus hijos?

No, nada. Y en el caso de mi esposa menos porque ella trabajó en la película, entonces está tan falta de distancia como yo. Sin embargo me encanta que vean los adelantos.

En España utilizan la expresión ‘me la suda’. ¿A usted ‘se la sudan’ los críticos de cine?

Nunca es lindo leer en letras de molde que alguien diga que uno es un estúpido. Con respecto a la influencia que la crítica tiene en las películas, el tiempo ha demostrado que realmente no la tiene.

Esto también va disminuyendo con el tiempo. No es lo mismo cuando uno se sentía totalmente inseguro al principio, que no sabes lo que estás haciendo demasiado, a cuando vas teniendo cada vez convicciones más firmes.

¿Juan José le gastaría ‘dos pies’ de película a los Kirchner que monopolizaron el poder en Argentina?

Replantéame la pregunta (Sonríe). La respuesta es que no haría una película sobre los Kirchner, pero planteada de esa manera es despreciativo. Es una historia en ebullición, así que hacer ahora una película sobre los Kirchner, tanto si es a favor como si es en contra, es propaganda, no es cine.

¿’Benjamín Espósito’ es un poco Juan José Campanella?

Es el personaje que menos tiene de mí. Es un personaje que me encanta pero que no quiero ser. Me acerqué a él más por el miedo que por la similitud. El miedo más grande de mi vida es la vejez en soledad, y por ese lado me interesó el personaje.

¿Más que la muerte? Que es un tema en el que usted está trabajando otra película.

Mucho más. Estoy tratando de amigarme con la muerte, porque voy a tener que convivir con ella, sí o sí, mejor hacerse amigo (Sonríe). Eso no la puede evitar uno, entonces la aproximación tiene que ser distinta. La vejez en soledad sí se puede evitar y hay que trabajar para eso. En la soledad y en la pobreza creo que entendería el suicidio…

¿Cómo recrear la muerte en cine?

En eso estoy. La muerte es un momento natural que ocupa un segundo. Es como echarse un polvo. La cosa es cómo se prepara uno antes y lo que ocurre después (Sonríe). Ahora en el cine yanqui vemos mil muertes por película. Hay muertes más interesantes que otras. Me encantó en una película de David Mamet (guionista chicagüense de ‘El cartero siempre llama dos veces’ y ‘Anna Frank’), que vi en  Cannes pero que ni me acuerdo cómo se llamaba, (se refiere a William H. Macy), a quien le pegan un tiro y estando en brazos de Joseph (Joe) Mantegna, su última frase es: ‘¿Te acordás de la rubia de aquel boliche en Chicago? Me encantó. Me gustan esas cosas que no es lo convencional del género.

Porque la novela negra es una de sus pasiones.

Como lector; no tanto como espectador de cine. En el cine negro hay algunas que me gustan mucho, pero como género en general no me gusta. No están entre mis cien favoritas. Yo ‘Casablanca’ (ganadora de tres Óscar con las estrellas Humphrey Bogart e Ingrid Bergman) la considero cine negro. Por ahí entre las cien entraría ‘Pacto de Sangre’ (de Willy Wilder), que tiene un diálogo y un humor maravillosos. Pero sí soy muy lector de novela negra.

Si por sus pecados lo condenaran al exilio en la Luna, ¿qué película se llevaría?

Una de porno. (Suelta una carcajada y menciona una película que después me pide que ni la mencione). La película que más veces vi y que la veré muchas veces más es ‘Qué bello es vivir’ (De Frank Capra con la actuación de James Stewart y Donna Reed). Ya la vi 94 veces y me sigue gustando y emocionando. La última vez fue hace dos semanas porque con esa película termino el curso de guión que dicto.

¿Cuándo piensa condecorar a su esposa por su paciencia?

Con ella la vi tres veces nada más.

¿Cuáles son las condiciones que debe reunir un muchacho que esté estudiando cine y televisión y que piensa que es quien va a cambiar la historia del cine?

Primero piel de rinoceronte, porque el camino es largo.

¿No tirar la toalla en el primer intento?

No, ni en el décimo, y aguantar mucho rechazo, mucho ataque a la capacidad de uno, mucha frustración, mucha indiferencia…

¿Usted sigue siendo un adolescente que cree en el amor?

Por supuesto. Soy un viejo que cree en el amor. Ojalá fuera el adolescente. Ahora que las treintañeras están tan alborotadas me encantaría ser adolescente (Sonríe).

¿Y a todas estas qué es el amor?

Cuando lo sientas, te vas a dar cuenta. Existe, pero no creo en una cierta representación que tiene que ver con la pasión desmedida que no te deja dormir y por el cual uno mataría. Ese amor no sé si me gusta. Creo que existe… por hay no lo recomiendo.

Dijo que Santa Fe de Antioquia le encantó y que allí podría poner la cámara en cualquier lugar porque saldría lo mejor. ¿Era un cumplido o algo real?

Es así. Me pasó lo mismo ayer en Barachira (Barichara), me pasa en Nueva York; Buenos Aires tiene lugares hermosos para filmar, increíbles, pero hay que buscarlos; Venecia y Praga son ciudades así, que han mantenido una coherencia arquitectónica. No como otras ciudades en las que hay en la misma cuadra una casa hermosa de 1900 y un edificio de los años 60 que es una afrenta a los ojos. En ‘Vientos de agua’, que fue una serie de época, si la cámara se movía un milímetro se nos arruinaba la toma. Admiro las ciudades que cuidan su patrimonio arquitectónico y que tienen gente que respeta las leyes, porque en Buenos Aires aunque las hicieran la gente se caga en las leyes y está bien cagarse, según parece… Esa es otra de las desgracias que nos dejó la dictadura: el pensar que cualquier tipo de orden es facista.

Una nominación, un Óscar y la fama, ¿qué más quiere de la vida? ¿O eso es una cosa pasajera?

Ningún premio es una cosa pasajera, pero sí que no es una cosa que cambia la vida; porque no viene ni con la próxima película producida, ni con tres ideas brillantes. Es un reconocimiento muy bueno, pero un reconocimiento y nada más. Mi sueño es que siga todo así, pero creo que de todos los sueños que tuve en la vida es el único que no se va a cumplir. (Sonríe). El tiempo pasa y en algún momento esto se acaba.

Además son 53 años de edad…

¡52! Ché, ¡pará! Hasta el 18 de julio de 2012 tengo 52 años.

¿De esta ciudad al menos recordará el nombre?

Bu-ca-ra-man-ga. Pero le contesto mañana porque la voy a conocer hoy.




“El peor camino es planearlo”, dice Juan José Campanella al negar que obtener un Premio Óscar se le haya convertido en una obsesión. Es el director de ‘El secreto de sus ojos’, una película con una final sorpresa “que hay que verla más de una vez”. Para este argentino, esta ‘hija’ fue una sorpresa porque de todas la que ha hecho fue con la que menos presupuesto contó y la filmó en apenas siete semanas. 


En 2010 y de manos de un comité de 550 expertos, Juan José Campanella recibió en Los Ángeles el Premio Óscar a la Mejor Película Extranjera, considerada por él como un género americano pero con personajes y sensibilidad del cine italiano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario