domingo, 16 de diciembre de 2012

En Santurbán la historia se repite


Rescatan un documento que relata las maniobras de mineros franceses que en el siglo XIX quisieron llevarse el oro y la plata del Páramo santandereano.
 
Exordio y exorcismo son dos cosas distintas. El primero es el preámbulo de una obra, y el segundo es un conjuro contra un espíritu maligno. Pero en este caso ambas tareas están a cargo de esa alma en pena que habita el cuerpo de Alejandro Navas Corona, quien acaba de publicar el libro: “En Santurbán la historia se repite”.

Con el sello de la Fundación El Libro Total y las fotografías de Freddy Barbosa, esta obra revela que antes de la Estrella Gris canadiense (Greystar Resources hoy rebautizada Eco Oro Minerals Corp), a finales del siglo XIX los aventureros de la Francia Gold and Silver Limited también pretendieron llevarse el oro y la plata del páramo sagrado de Santurbán.

Este es un documento con el olor de las viejas alforjas que llegó y no por casualidad a las manos de Navas Corona, sobrino del nadaísta Pablus Gallinazo.

El 25 de febrero de 2011, en el momento en que más de 35.000 ciudadanos protestaban contra la multinacional canadiense y su Proyecto Angostura en la Plaza Cívica ‘Luis Carlos Galán’ de Bucaramanga, a una cuadra de allí, en La Casa del Libro Total hacía su ingreso Josué Carreño V. Llevaba unas hojas amarillentas escritas en francés que contenían “un verdadero tesoro sobre los buscadores de tesoros”.

Un misterio que se encargó de desenmarañar la traductora Sonia Cárcamo, quien después de un par de semanas puso al descubierto ese singular negocio mediante el cual el gobierno conservador de Rafael Nuñez les entregaba a los extranjeros las minas del Gran Santander a cambio de la exención de impuestos si pagaban anticipadamente 20 anualidades, “a su vez bastante exiguas si atendemos a su monto de sólo cuatro pesos al año”.

Con datos tan llamativos para el olfato de Navas Corona como que la Francia Gold and Silver Limited pretendía reducir costos de transporte del mineral, al contar con el ferrocarril de Puerto Wilches, que esperaban llegara a Bucaramanga para 1900, y de allí a las minas de Francia por otra línea de ferrocarril ya proyectada que saldría a la frontera con Venezuela.

“Pasamos de largo cuando se nos contaba que una libra de velas valía 150 francos (papel); pero tuvimos que retroceder letra a letra, palabra a palabra, cuando a renglón seguido nos confesaban que un obrero para el futuro proyecto en Llano Redondo -que inició operaciones en 1901 en el pueblo de California con mil obreros- se ganaría entre 1 y 1.50 francos (oro). La benevolencia nos apresó por un instante y creímos que quizás el mecanógrafo había omitido al momento de tipear, el punto respectivo entre los números uno y cinco, para que el precio de las velas fuera al menos 1.50 francos y no 150; al mismo tiempo estaba el punto sobre la depreciación que tenía al cambio la moneda colombiana, que llegaba al 10.000% (1 pieza de oro la cambiaban por 100 de papel), caso este que podía leerse a favor de esta exorbitante desigualdad”, confiesa Alejandro Navas.

Entre silencios y exclamaciones de asombro, Navas y su equipo constataron que un minero criollo ganaría muchísimo menos de lo que costaba una libra de velas, lo cual en todo caso era más de lo que recibirían como pago mujeres y niños, “que según lo afirmado por la empresa era una mano de obra aún ‘más barata’”.

Pero más perplejos quedaron al constatar los estudios de los exploradores franceses que en 1897 hablaban de filones con hasta 6.400 gramos de oro y 20.500 gramos de plata por tonelada de roca. “¿Y cuánto reportan las empresas mineras actuales que extraen o piensan extraer en el Páramo de Santurbán?”, preguntó con voz baja uno de sus colaboradores.

Al pie de la letra

La ciudad de Bucaramanga tiene 20.000 habitantes. Es la capital de la provincia y ofrece recursos principalmente por su comercio de importación que es considerable. Existen en Bucaramanga bancos que están en correspondencia con Europa.

Numerosos pueblos están esparcidos en el país y aún en los alrededores de las minas; se encuentran Baja, Borrero, Vetas, Alta, Surata y Matanzas, que son aglomeraciones de algunas centenas de habitantes que pueden suministrar un primer núcleo de mano de obra.

Los obreros se contratan entre los mestizos y los negros. Los primeros son una raza dulce y manejable. Los otros, descendientes de esclavos traídos de África, son más robustos pero menos seguros. Si los comparamos al promedio de negros empleados en las minas del Transvaal, ellos son superiores en fuerza física e inteligencia.

Hemos visto que la mano de obra es barata: 1.50 francos por los peones, 2 a 2.50 francos para los mineros. En cambio los explosivos y el acero son caros porque hay que importarlos.

La tendencia del gobierno y la población es de atraer y recibir los extranjeros. Estos están siempre seguros de encontrar apoyo y protección con los funcionarios y los tribunales del país que les prestan justicia.

El clima de la mina es sano y agradable. Los europeos se sienten muy bien. El paludismo no existe; los insectos de las regiones bajas, es decir, los terribles mosquitos, son desconocidos. En fin, la temperatura, de la cual el promedio es de 15 grados y que oscila entre 5 y 20 grados, es la de las regiones templadas.

Los minerales presentes son: Oro y plata nativos, sulfuros de plata, piritas de hierro oro-argentíferas, calcopiritas, cobre gris, galena, blenda, etc., etc.

Las condiciones de explotación son favorables porque estando las minas a flor de tierra no hay ni habrá que perforar pozos, ni máquinas de extracción, ni bombas a instalar y hacer funcionar, y porque la mano de obra es suficiente y barata. Su extensión permite calcular la existencia de cantidades de minerales suficientes para una explotación aún importante durante un periodo superior a 30 años.

Es sobre una cantidad de al menos dos mil toneladas de material bruto extraídas por mes que reportarán los precios de retorno y los beneficios que venimos de calcular. El beneficio neto anual será entonces de dos millones seiscientos cuarenta mil francos. Es decir, una cifra superior a cien mil libras esterlinas. En el segundo periodo de explotación esa cifra de 2.000 toneladas por mes se triplicará. La organización de la explotación demanda para hacer frente a las instalaciones y a los diversos gastos que exige la organización de un negocio en país lejano, un capital de 670.975 francos.

Las minas de la Compañía, conocidas desde hace siglos, han dado en ciertas épocas resultados maravillosos; sin embargo, es de mucha consideración que en realidad los metales preciosos recogidos no han sido sino una pequeña parte de los contenidos en los minerales extraídos, tal vez una quinta parte de su contenido exacto y esto casi exclusivamente a causa de la insuficiencia notable de los procedimientos de tratamiento.

 
 
Fotos Freddy Barbosa.

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