domingo, 23 de diciembre de 2012

"¿3.000 almuerzos para cuántos voticos?"

El principal y más cuestionado barón electoral de Santander, Luis Alberto Gil, habla de su trabajo al frente de Convergencia Ciudadana, hace cuentas, defiende a sus protegidos, le echa el agua sucia a las elites que lo cuestionan y jura que no ha recibido dineros calientes. (Trabajo con el que obtuve el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en el año 2006)
 
El cañón de la ametralladora está a nueve centímetros de mi pierna derecha. Espero durante 17 minutos, sentado al lado de uno de los cuatro hombres armados que le protegen en ese momento. Es el quinto piso del edificio Finsema (carrera 27 con calle 34),  levantado con auxilios parlamentarios por un ex senador liberal que, según se ha dicho en Bucaramanga, debió entregarlo a los educadores sindicalizados como parte del pago exigido por la guerrilla que lo había secuestrado.

6:34 p.m. Se abre la puerta y es el propio personaje quien grita: “¡15!, ¡que siga 15!”.

Convicción y una gran dosis de frialdad, esos son los ingredientes del menú ideológico de Luis Alberto Gil Castillo, más que senador, cabeza y motor de Convergencia Ciudadana. Transcurrirán a partir de ese momento 42 minutos en los que este exguerrillero del M-19, entrenado en acción político-militar en la Libia de Omar Khadafi, le apuntará a las elites, incluidos los dueños de los medios de comunicación que han publicado sus prácticas clientelistas y lo relacionan con fuerzas oscuras.

Al expresidente del Sindicato de Educadores de Santander no lo desconcentra nada; ni el sonido incesante de los celulares, ni la entrada a la sala del ex parlamentario liberal Tiberio Villarreal, quien a nombre del Proceso 8.000 estuvo en prisión y hoy goza de libertad.

Gil Castillo se inclina sobre una mesa larga de madera, se acomoda su chaleco amarillo chinche, su mochila de donde hace un par de semanas salió un fajo de billetes en pleno programa de televisión y sin quitarme la mirada hace un balance extenso de su trabajo en el Congreso.

Con un aliento a cerveza que impregna el ambiente, Gil lo resume diciendo que él presentó el proyecto para la rebaja en las multas del tránsito y tramitó una ley para que a los docentes les pagaran el ascenso en el escalafón. Aunque lo más importante, subraya, es haber sacado adelante el proyecto de cátedra de emprendimiento o empresarial que hace obligatoria su enseñanza al igual que las matemáticas o las ciencias sociales “para que los jóvenes no se frustren porque no consiguen empleo”.

Origen y amigos

Gil es hijo de campesinos liberales perseguidos por la violencia bipartidista de los años 50, nació por casualidad en Cite, un corregimiento de Barbosa (Santander).

Insiste en que proviene de la “otra orilla”, cuando recuerda su militancia en el M-19 y que en principio detestaba la actividad política “porque también me comí el cuento de que los responsables de los problemas en Colombia era la clase política, cuando es solo un reflejo del establecimiento porque detrás de ella están los verdaderos poderes”.

“Mi pecado original -anota- es la clase a la que pertenezco”, y le atribuye su avance a su formación revolucionaria que le enseñó valores como el precio de la lealtad con el “pueblo”, así como el haberse metido al juego democrático en principio “arrimado” al M-19, luego declarándose independiente y a partir del 24 de julio de 1997 creando su propio movimiento. “Llevamos ocho años y siete meses haciendo actividad política y por eso a nosotros no nos cogieron con los calzones abajo como a los politiqueros… yo me dediqué dos años a recorrer el país, a buscar líderes y a compartir la filosofía de un partido de centro dentro de un esquema pluralista”, dice.

Partido que tiene entre sus filas a cuestionadas figuras expulsadas de otras colectividades, sancionados por la Procuraduría y simpatizantes de los paramilitares. “Esa gama pluralista nos da la posibilidad de que en esta mesa se sienten contrarios de ayer y por eso para nuestro partido no es raro, así los de afuera no lo entiendan, que se siente Rito Alejo del Río, un hombre de ultraderecha, otrora enemigo de Rosemberg Pabón, pero están ahí”.

Y están ahí -sube el tono de voz Gil- porque esa es la sociedad colombiana. “Y si no buscamos confluencias y consensos, ¿entonces qué es el centro? El centro es equilibrio”.

¿Por qué si en otros partidos ha habido purga de aspirantes, en Convergencia no? Gil  riposta: “Porque nosotros no nacimos con el rabo de paja de los dos partidos tradicionales y además la purga la han hecho a medias porque si se revisa bien los que salieron son simplemente chivos expiatorios… No sé qué piruetas estén haciendo para cuidar la imagen de los peces gordos que sí están en esos partidos”.

Entonces empiezo a llamar a lista: Daría Galvis Méndez, abogada de Enilce López La Gata, conocida por el aporte de $100 millones a la primera campaña de Uribe Vélez. Gil asevera: “Está en Convergencia porque es una ciudadana y en el derecho uno es abogado de personas que hasta financiaron la campaña del Presidente de la República. No veo por qué recibir plata para una campaña es bueno y haber defendido dos pleitos comunes sea malo. Eso es hipocresía. Ella está porque es una gran profesional y una mujer honesta”.

General (r) Rito Alejo del Río. “Porque necesitábamos una persona que le sirvió al establecimiento y que participó en un homenaje de desagravio presidido por el propio  Álvaro Uribe, su amigo personal. Él representa la otra orilla dentro de Convergencia, porque debemos atraer de la derecha y la izquierda hacia el centro”.

Miguel Jesús Arenas Prada. “Conmigo es una persona agradable. Lo conocí cuando fue gobernador (de Santander) y antes de ello. Que de pronto a algunos sectores no les caiga como debiera caerles ya son cuentas viejas, pero no se conoce que tenga un denuncio porque quebró al Estado... Tampoco se le ve nada de corrupción, sin embargo no sé por qué hablan tan mal de él algunos”.

Eleonora Pineda. “Nosotros no estamos recibiendo los votos del Senado de ella que son pa’un compadre del presidente, que es Miguel de la Esprilla (sic). Raro, pero así es. Lo que hicimos fue defender la Constitución, porque no pueden arrasar con una persona que ha sido escudera de Palacio para provocar una Ley de Justicia y Paz que hoy tiene un resultado tan importante y después que hace ese esfuerzo le dan la puñalada trapera sus anteriores aduladores y amigos. ¿Cómo diablos no le dan la mano a alguien a quien ahora están ahogando por haberle servido a la Patria?”.

Entonces Gil hace un alto. Titubea y se acomoda en su silla. “No, no, no, no me ponga a hablar sobre las personas a las cuales yo les honro respeto”.

“No llego ni a clase media-media”

Está a la defensiva y por eso cuando le pregunto por su declaración de renta, sus bienes, responde que este periodista tiene más capital que él. O sea, no tendría más que un carro modelo 98 y una bicicleta. “Todo mi capital está registrado y no llego ni a clase media-media”.

¿Cuánto ha gastado en esta campaña? indago. “4.000 millones”, responde.

¿De dónde los ha sacado? “Préstamos de los bancos, que yo no sé si prestan dinero lícito o ilícito, no me consta”.

¿Cómo los va a pagar? “Usted no sabe de política, pues con el préstamo sobre reposición de votos eso se paga”. (Se refiere al reembolso que hace el Estado por cada voto obtenido).

¿De dónde salen las reiteradas dudas sobre el origen de sus recursos? “De que el ladrón juzga por su condición”.

¿Qué empresarios le dan plata? “(Carlos) Ardila Lülle no. Sé que Bavaria, a través de su agente Javier Hoyos, a todos los senadores les ofrece de a 20 millones de pesos. No sé si yo esté en la lista”.

Gil hace cuentas y sin sonrojarse las suelta, advirtiendo que se atiene a lo que le han dicho los mismos candidatos: más de 800.000 votos para Senado y un millón 600 mil para los distintos candidatos a la Cámara. Pero va más allá y dice que se dará por bien servido si consigue puesto para él y nueve senadores más. No se compromete con el número de curules para Cámara, pero se jacta: “Lo que sé es que vamos a tener representantes en Huila, Valle, Bogotá, Boyacá, Meta, Vaupés, Guainía, Amazonas, Arauca, Atlántico, Guajira, Santander…”.

Se confiesa católico creyente, dice que nada lo atormenta y que lo trasnocha “una sociedad que es capaz de desfigurar la realidad”. De sus enemigos afirma que les resulta molesto “que se les cuele alguien que no fue invitado, pero tendrán que soportarnos”. “Quitémosle el disfraz a todo esto que hay. ¿Qué es la U, Cambio Radical y Colombia Democrática? Partido Liberal con otro nombre. La diferencia única es que ellos sí están con Uribe. Y a su lado están dos partidos conservadores, el de Luis Alfredo Ramos y el (Carlos) Holguín. Sumados dan como resultado el Frente Nacional moderno con otro nombre, a la sombra del prestigio de un gran hombre que se llama Álvaro Uribe”.

Se expresa así, a pesar de que el mandatario-candidato no mencionó a Convergencia en la baraja de quienes gozan de su simpatía. “No tenía por qué incluirnos porque somos un partido independiente, que no cuidamos la torta ni de puestos ni de contratos”.

Enfila sus baterías contra eso que insiste en denominar “elites que hacen campaña virtual desde los medios de comunicación y lo que han buscado es que a través de injurias y calumnias tratar de detenernos; lo cual es equivocado porque cada uno de nuestros candidatos tiene sus propios espacios y electorado y no creo que Carlos Barriga con las injurias que le digan por su hermano vaya a perder votos”, citando el ejemplo del aspirante nortesantandereano cuyo hermano es acusado de paramilitarismo.

Insisto en ese nombre y Gil Castillo refuerza su defensa: “No tiene nada de qué acusársele distinto a la problemática regional donde los ‘viudos’ del poder están diciendo que invierte mucha plata y él tiene capital que puede invertir en lo que se le venga en gana”.

No queda tiempo sino para el último interrogante, que es más un desafío: Jure que no ha recibido un solo centavo del narcotráfico o los paramilitares, si es que son distintos. Y Gil  sentencia: “Ha entrado tanta plata de ellos como la que usted ha recibido”.

Con este malabar Gil Castillo da por concluida la entrevista. Le pido entonces que se deje tomar unas fotografías. Se asombra por el número de disparos del flash, y exclama: “Usted me pone nervioso, parece que trabajara para la CIA o la DEA…”.

Luego El Tuerto, así se le dicen seguidores y críticos, se sienta y atiende a una asistente que entre otros asuntos por firmar le trae la aprobación para la compra de 3.000 almuerzos. Gil pregunta: “¿3.000 almuerzos para cuántos voticos?”. Minutos antes había asegurado que nunca ha ofrecido mercados, puestos o cupos del Régimen Subsidiado a cambio de votos, “pero si hay que darle a la gente que necesita, por qué no. Lo malo es que eso sea compra-venta de votos”.

 
 

Luis Alberto Gil Castillo, fundador de Convergencia Ciudadana, dice que va a pasar a la historia de Santander como “el hijo de la humildad que derrotó la prepotencia de los politiqueros que se creían dueños de este país”.

El senador Gil Castillo en menos de nueve años convirtió a Convergencia Ciudadana en un movimiento que hoy dice que tiene presencia en 26 de los 32 departamentos de Colombia.

“El gobernador de Santander (coronel retirado Hugo Heliodoro Aguilar) sigue siendo militante de Convergencia y trabaja por nuestro partido con total autonomía en función del programa de gobierno que elaboramos comúnmente”, afirma Gil Castillo.

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