martes, 22 de enero de 2013

Puntadas para la 'paz imperfecta' (Entrevista al investigador español Francisco A. Muñoz Mavit)


Desde que amanece hasta que se acuesta, Francisco Adolfo Muñoz Mavit se la pasa hablando de paz. Todos los días. Todo el año. Toda la vida. Por todo el mundo.

Muñoz, miembro del Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada (España), visitó la capital santandereana y no para otra cosa que hablar de paz ante más de treinta profesores de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Bucaramanga.

“La libertad que da el planteamiento no violento, pacifista, me permite decirlo todo, con mucha claridad”, enfatiza, y machaca una frase que se repite sin cesar pero que pocos aplican: “La paz no tiene precio”.

Conflictos en Oriente Medio, centro y norte de África, en Latinoamérica… ¿Tiene usted la fórmula mágica de la paz?

No, lo que pasa es que pertenezco a la especie humana que es conflictiva por suerte, porque la conflictividad es lo que nos ha permitido vivir, crear cultura, crear muchísimas situaciones de convivencia y desgraciadamente una parte de esos conflictos que nos da la vida nos han estropeado y nos han generado violencia.

Yo trabajo intentando que esa conflictividad que ha sido generadora de vida en los siete últimos millones de años, pues la continúe dando.

¿Disputas y conflictos son inherentes al ser humano?

Quienes investigamos la paz decimos que hay conflicto cuando hay distintos proyectos, pero también afirmamos que la mayor parte de esas disputas se han gestionado pacíficamente. Entonces tenemos dos posibilidades: esa creatividad y esa tensión por la vida y por los proyectos diversos que tenemos, muchos dispares, en la mayor parte de las veces se gestionan pacíficamente, pero en otras nos genera violencia. Entonces sí es una condición humana el conflicto, pero entendido como que nos ha dado la posibilidad de vivir.

Razones étnicas, problemas territoriales, pobreza, inequidad… ¿Todo vale dentro de las causas que pueden llevar a un conflicto?

Claro, porque la paz es polisémica y tiene capacidad de incidir en distintos escenarios. Eso significa también que ante distintas posibilidades de desarrollo y proyectos, tanto la paz como la violencia están presentes en todas las partes. Los seres humanos tenemos la capacidad de optar continuamente por la paz o la violencia. La mayor parte de las veces se opta por la paz, pero lógicamente el problema de la violencia está siempre presente; por eso hablo de una paz imperfecta, porque siempre tiene la posibilidad de que surja la violencia.

¿Centroamérica es un ejemplo de ese fenómeno al firmar la paz y casi de inmediato presencia el rebrote de la delincuencia común y las pandillas?

En gran medida sí, porque al firmar el desarme, que lo que hace es afrontar un problema grave en el cual había decenas de miles de personas que morían, entonces se consigue una paz que es imperfecta porque continuo hay otros problemas de violencia que no se resuelven. Entonces estamos ante una situación distinta, probablemente mejor que lo anterior, pero bastante imperfecta porque otras formas de violencia están generando también sufrimiento y muertes.

¿Hay otro mecanismo diferente al diálogo para ponerles punto final a los conflictos?

Como mecanismo general más que el diálogo, podríamos decir negociación. Y negociar significa reconocer al otro como adversario y no como enemigo, porque al enemigo lo único que uno quiere es eliminarlo. El adversario, en cambio, es alguien que en cierto sentido tiene cosas positivas y me las puede donar a mí y yo me puedo beneficiar de él, y que el otro haga el mismo ejercicio, y en esa medida pues vemos en qué puntos podemos encontrarnos.



¿Qué tanto pesa o cuenta el lenguaje a la hora de sentarnos usted y yo enemigos y arranque llamándole bandido?

El lenguaje cuenta tanto como que en su pregunta tendríamos que haber dicho: qué pasa si usted y yo somos adversarios, que ya significa reconocer que quiero que vivas. Y a partir de ahí darnos oportunidades los unos a los otros, y a través del lenguaje y la comunicación podemos reconocernos. Hay un elemento clave de la negociación que es el reconocimiento. Reconocernos como seres humanos, reconocernos como personas con capacidad de construir paz y a partir de allí intentar proyectos comunes.

¿Como experto en temas de paz, usted se considera un iluso?

Hay un compañero (Vicent Martínez-Universidad de Castellón) que dice que nosotros los pacifistas somos los realistas. Coincido con él porque damos salidas y alternativas reales a los problemas de la violencia; no como quienes estudian la violencia en sí misma, los ‘violentólogos’, que se quedan en callejones sin salida. Sin ninguna duda, los ‘pazólogos’ somos los realistas.

¿Se puede hablar de solucionar un conflicto sin contar con elementos externos como la voluntad de Washington?

Sí se puede. De hecho si hiciéramos visibles todos los procesos de negociación que se dan, nos encontraríamos que hay muchos más, lo que pasa es que hacemos visibles los que nos preocupan, que son los que generan violencia. También hay que reconocerle a Estados Unidos como un país hegemónico, como una potencia en las relaciones internacionales fortísima, que en muchos conflictos puede favorecer la negociación pacífica, lo mismo que por desgracia en otros favorece la violenta.

Un general del Ejército de Colombia decía en los años 80 que se dialogaría con la guerrilla pero únicamente cuando estuviera derrotada. Han pasado treinta años y no he logrado entender qué fue lo que dijo. ¿Usted sí?

Yo tampoco lo entiendo. Todo trabajo que lleva Naciones Unidas en cualquier país y con cualquier grupo armado, lo inicial es que no maten más. La muerte de las personas es el principal problema y lo primero que hay que cambiar. De lado y lado, claro. Y aunque al grupo lo evaluemos como más violento, como más sin razón, pues hay que concederle el diálogo suficiente, contrariamente a lo que planteaba ese militar, para que pueda crear espacios en los cuales no maten e incluso se desmovilicen.

En Guatemala y El Salvador las partes reconocieron a la ONU como el mediador necesario. ¿Es imprescindible la presencia de un tercero?

En los conflictos más enconados sin ninguna duda el mediador, sean personas o instituciones, son fundamentales, con la condición de que sea neutral, de que sea aceptado por las dos partes y de que lo que favorezca sea el entendimiento.



Para fortuna o desgracia suya, hoy se encuentra en un país llamado Colombia, que lleva más de cinco décadas inmerso en un conflicto armado interno. ¿Cómo ve desde Granada lo que está sucediendo con los diálogos Gobierno Santos-Farc en La Habana (Cuba)?

Corrigiéndolo, creo que por fortuna vine a Bucaramanga y a Colombia, porque es un país fantástico, porque las gentes son fantásticas y es sobre todo un país pacífico que tiene un grave problema de violencia, pero por encima de eso es un país pacífico.

Las negociaciones inicialmente habrá que ver qué ritmo siguen y en qué terminan. A mí me parecen muy positivas porque lo que están manifestando es que los actores del conflicto, en este caso representados por el Estado y la guerrilla de las Farc, ven que no tiene solución militar y tiene que tener una solución negociada, no sabemos si en este o en otro momento.

No sabemos si este tendrá éxito, pero me parece una manifestación inicial de buena voluntad muy positiva, y que además está creando una cultura de paz en la cual la solución pasa por la negociación, que dicho sea de paso se produce porque la sociedad ha cambiado también y ya no cree que la violencia gestione el conflicto, y porque internacionalmente se ha cambiado y no hay apoyo a una solución violenta del conflicto. Además porque hace rato cayó el Muro de Berlín y ya sabemos que el enfrentamiento violento entre los actores, pues no termina en nada.

¿Les está diciendo a las Farc que no sigan soñando con tomarse el poder por las armas?

Creo que ellos mismos lo saben y también deben ser conscientes de que el conflicto armado está estancado. Puede haber una parte enquistada que tenga como modus vivendi la violencia, pero la parte más política de las Farc sabe que la solución no pasa por el conflicto armado y sí por tener espacios políticos.

Eso es lo que creo que se negociará: si va haber espacios políticos y cómo será el proceso de reconciliación.

En algunos países una de las claves ha sido no pararse de la mesa de negociación, pase lo que pase (atentados, masacres, voladuras, etcétera).

Eso se hace en casi todas las negociaciones. En la medida en que avanzan se pacta un alto el fuego, pero probablemente por desconfianza hacia el resultado de las negociaciones, pues no se pacta. Sin embargo, los actores admiten que el proceso de negociación aunque continúe la violencia entre ellos, es fundamental.

¿Negociar es ser débil?

No. Negociar puede ser también ser muy fuerte, porque uno negocia en función de la fortaleza y de las razones que tiene. Eso lo comprenden también los actores.

Sobre la mesa de negociación siempre hay ‘buitres’ o ‘halcones’ que están a la espera de que todo fracase. ¿Hay gente en Colombia a la que le interese que este país siga en guerra?

No hay que ser ingenuos: la violencia genera también unos beneficios particulares, privados, no a largo plazo, pero genera beneficios. Entonces lógicamente hay gente interesada en que continúe la violencia. Desde un vendedor de armas hasta gente que a través de la violencia ha conseguido algún privilegio. La violencia es malignamente útil y hay ‘buitres’ esperando, pero también hay ‘palomas’.

Soñemos que se firma la paz. ¿Qué poner a hacer a los cuarenta mil guerrilleros y al medio millón de militares?

Si se firma la paz antes o después, cosa que deseamos, continuarán muchísimos problemas. El proceso general es de reconciliación y en ella entra si van a tener representación política las Farc. Dicho sea de paso, con unos precedentes muy negativos (exterminio de la Unión Patriótica, UP). Y después unas Fuerzas Armadas que tengan objetivos distintos y por tanto tendrán que reestructurarse. Pero en cualquier caso, el fin del conflicto armado va a ser mucho más económico que la continuación, y entonces habrá recursos disponibles para poder afrontar eso. La paz es una buena inversión.

Quien lea esta entrevista puede decir: otro español hablando maravillas de cómo hacer la paz, pero allá tienen el lío con la organización separatista vasca ETA y no han podido.

Esa gente no estará bien informada porque justamente en el País Vasco probablemente se ha madurado lo suficiente tanto el nacionalismo vasco, incluso más que el nacionalismo español que también existe y que se muestra como todos los nacionalismos como naturales y universales. Ambos han madurado y es necesario ceder, y se está cediendo porque también el proceso democrático puede asumir imperfectamente, valga la redundancia, gran parte de las reivindicaciones. Ha costado mucho trabajo porque creíamos que la propia democracia lo iba a asumir antes, pero está dando sus frutos.

En cuanto al español ingenuo, yo soy simplemente una persona solidaria y colaboradora, que comparto experiencias y no pretendo que lo que diga sea la verdad.

¿ETA está derrotada?

Desde una perspectiva política, ETA está derrotada. Perspectiva que significa que ha perdido apoyos, sobre todo de sus bases que se han ido hartando y viendo que la violencia no estaba dando resultados. Está derrotada por el movimiento Abertzale -en euskera patriota o nacionalista- y después por la propia democracia española porque se han hecho algunos esfuerzos, y también por el contexto internacional que ya no permite que la utopía armada vaya a cambiar la realidad.

¿El exparlamentario de Herri Batasuna y dirigente Arnaldo Otegi, debe permanecer en prisión?

Sin duda debería estar en la calle, sobre todo porque es un elemento simbólico de una persona que en un momento dado al menos públicamente ha dicho que está por el proceso de negociación. Aunque legalmente pudiera permanecer en prisión, no tiene sentido que esté tras las rejas.

¿Comparte la consigna de “Presos vascos a cárceles vascas” o es un reclamo infundado?

Si la cárcel lo que pretende es la reinserción del encarcelado, no se pueden plantear situaciones que hagan sufrir más al preso ni a sus familias porque sino no se reinsertan, entonces los presos vascos tendrían que estar en el País Vasco hace muchísimo tiempo. Esa ha sido una política muy equivocada y que por supuesto ahora se tendría que cambiar y acercarlos, porque si no genera sufrimiento y resentimiento que se van a mantener por generaciones futuras. Si la gente para ver a un familiar que ha cometido un error, tiene que estar un día entero montado en autobús y después volver, eso lo que está generando es un sufrimiento que lo único que hace es que esa violencia aparezca de otra manera. Es un planteamiento de creer que la violencia se gestiona bien ejerciendo más violencia, y esos planteamientos lo que terminan es generando más violencia, pero incontrolada, en todas las direcciones. Es mejor, siempre que se pueda, eliminar la tensión y la violencia.

2 comentarios:

  1. Se echará en falta a este gran profesional. Dep, don Adolfo, de un seguido entusiasta de su literatura. Hasta siempre.

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  2. Pero que dise loco, si era un desgraciao.

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