Desde
que amanece hasta que se acuesta, Francisco Adolfo Muñoz Mavit se la pasa
hablando de paz. Todos los días. Todo el año. Toda la vida. Por todo el mundo.
Muñoz, miembro
del Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada (España),
visitó la capital santandereana y no para otra cosa que hablar de
paz ante más de treinta profesores de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Bucaramanga.
“La libertad que
da el planteamiento no violento, pacifista, me permite decirlo todo, con mucha
claridad”, enfatiza, y machaca una frase que se repite sin cesar pero que pocos
aplican: “La paz no tiene precio”.
Conflictos en Oriente Medio, centro y norte de
África, en Latinoamérica… ¿Tiene usted la fórmula mágica de la paz?
No, lo que pasa
es que pertenezco a la especie humana que es conflictiva por suerte, porque la
conflictividad es lo que nos ha permitido vivir, crear cultura, crear muchísimas
situaciones de convivencia y desgraciadamente una parte de esos conflictos que
nos da la vida nos han estropeado y nos han generado violencia.
Yo trabajo
intentando que esa conflictividad que ha sido generadora de vida en los siete
últimos millones de años, pues la continúe dando.
¿Disputas y conflictos son inherentes al ser humano?
Quienes
investigamos la paz decimos que hay conflicto cuando hay distintos proyectos,
pero también afirmamos que la mayor parte de esas disputas se han gestionado
pacíficamente. Entonces tenemos dos posibilidades: esa creatividad y esa
tensión por la vida y por los proyectos diversos que tenemos, muchos dispares,
en la mayor parte de las veces se gestionan pacíficamente, pero en otras nos
genera violencia. Entonces sí es una condición humana el conflicto, pero
entendido como que nos ha dado la posibilidad de vivir.
Razones étnicas, problemas territoriales, pobreza,
inequidad… ¿Todo vale dentro de las causas que pueden llevar a un conflicto?
Claro, porque la
paz es polisémica y tiene capacidad de incidir en distintos escenarios. Eso
significa también que ante distintas posibilidades de desarrollo y proyectos,
tanto la paz como la violencia están presentes en todas las partes. Los seres
humanos tenemos la capacidad de optar continuamente por la paz o la violencia.
La mayor parte de las veces se opta por la paz, pero lógicamente el problema de
la violencia está siempre presente; por eso hablo de una paz imperfecta, porque
siempre tiene la posibilidad de que surja la violencia.
¿Centroamérica es un ejemplo de ese fenómeno al
firmar la paz y casi de inmediato presencia el rebrote de la delincuencia común
y las pandillas?
En gran medida
sí, porque al firmar el desarme, que lo que hace es afrontar un problema grave
en el cual había decenas de miles de personas que morían, entonces se consigue
una paz que es imperfecta porque continuo hay otros problemas de violencia que
no se resuelven. Entonces estamos ante una situación distinta, probablemente
mejor que lo anterior, pero bastante imperfecta porque otras formas de violencia
están generando también sufrimiento y muertes.
¿Hay otro mecanismo diferente al diálogo para
ponerles punto final a los conflictos?
Como mecanismo
general más que el diálogo, podríamos decir negociación. Y negociar significa
reconocer al otro como adversario y no como enemigo, porque al enemigo lo único
que uno quiere es eliminarlo. El adversario, en cambio, es alguien que en
cierto sentido tiene cosas positivas y me las puede donar a mí y yo me puedo beneficiar
de él, y que el otro haga el mismo ejercicio, y en esa medida pues vemos en qué
puntos podemos encontrarnos.
¿Qué tanto pesa o cuenta el lenguaje a la hora de
sentarnos usted y yo enemigos y arranque llamándole bandido?
El lenguaje
cuenta tanto como que en su pregunta tendríamos que haber dicho: qué pasa si
usted y yo somos adversarios, que ya significa reconocer que quiero que vivas.
Y a partir de ahí darnos oportunidades los unos a los otros, y a través del
lenguaje y la comunicación podemos reconocernos. Hay un elemento clave de la
negociación que es el reconocimiento. Reconocernos como seres humanos, reconocernos
como personas con capacidad de construir paz y a partir de allí intentar
proyectos comunes.
¿Como experto en temas de paz, usted se considera un
iluso?
Hay un compañero (Vicent Martínez-Universidad de Castellón) que dice que nosotros los
pacifistas somos los realistas. Coincido con él porque damos salidas y
alternativas reales a los problemas de la violencia; no como quienes estudian
la violencia en sí misma, los ‘violentólogos’, que se quedan en callejones sin
salida. Sin ninguna duda, los ‘pazólogos’ somos los realistas.
¿Se puede hablar de solucionar un conflicto sin
contar con elementos externos como la voluntad de Washington?
Sí se puede. De
hecho si hiciéramos visibles todos los procesos de negociación que se dan, nos
encontraríamos que hay muchos más, lo que pasa es que hacemos visibles los que
nos preocupan, que son los que generan violencia. También hay que reconocerle a
Estados Unidos como un país hegemónico, como una potencia en las relaciones
internacionales fortísima, que en muchos conflictos puede favorecer la
negociación pacífica, lo mismo que por desgracia en otros favorece la violenta.
Un general del Ejército de Colombia decía en los
años 80 que se dialogaría con la guerrilla pero únicamente cuando estuviera
derrotada. Han pasado treinta años y no he logrado entender qué fue lo
que dijo. ¿Usted sí?
Yo tampoco lo
entiendo. Todo trabajo que lleva Naciones Unidas en cualquier país y con
cualquier grupo armado, lo inicial es que no maten más. La muerte de las
personas es el principal problema y lo primero que hay que cambiar. De lado y
lado, claro. Y aunque al grupo lo evaluemos como más violento, como más sin
razón, pues hay que concederle el diálogo suficiente, contrariamente a lo que
planteaba ese militar, para que pueda crear espacios en los cuales no maten e
incluso se desmovilicen.
En Guatemala y El Salvador las partes reconocieron a
la ONU como el mediador necesario. ¿Es imprescindible la presencia de un
tercero?
En los
conflictos más enconados sin ninguna duda el mediador, sean personas o
instituciones, son fundamentales, con la condición de que sea neutral, de que
sea aceptado por las dos partes y de que lo que favorezca sea el entendimiento.
Para fortuna o desgracia suya, hoy se encuentra en
un país llamado Colombia, que lleva más de cinco décadas inmerso en un
conflicto armado interno. ¿Cómo ve desde Granada lo que está sucediendo con los
diálogos Gobierno Santos-Farc en La Habana (Cuba)?
Corrigiéndolo,
creo que por fortuna vine a Bucaramanga y a Colombia, porque es un país
fantástico, porque las gentes son fantásticas y es sobre todo un país pacífico
que tiene un grave problema de violencia, pero por encima de eso es un país
pacífico.
Las
negociaciones inicialmente habrá que ver qué ritmo siguen y en qué terminan. A
mí me parecen muy positivas porque lo que están manifestando es que los actores
del conflicto, en este caso representados por el Estado y la guerrilla de las
Farc, ven que no tiene solución militar y tiene que tener una solución
negociada, no sabemos si en este o en otro momento.
No sabemos si
este tendrá éxito, pero me parece una manifestación inicial de buena voluntad
muy positiva, y que además está creando una cultura de paz en la cual la
solución pasa por la negociación, que dicho sea de paso se produce porque la
sociedad ha cambiado también y ya no cree que la violencia gestione el
conflicto, y porque internacionalmente se ha cambiado y no hay apoyo a una
solución violenta del conflicto. Además porque hace rato cayó el Muro de Berlín
y ya sabemos que el enfrentamiento violento entre los actores, pues no termina
en nada.
¿Les está diciendo a las Farc que no sigan soñando
con tomarse el poder por las armas?
Creo que ellos
mismos lo saben y también deben ser conscientes de que el conflicto armado está
estancado. Puede haber una parte enquistada que tenga como modus vivendi la violencia, pero la parte más política de las Farc sabe
que la solución no pasa por el conflicto armado y sí por tener espacios
políticos.
Eso es lo que
creo que se negociará: si va haber espacios políticos y cómo será el proceso de
reconciliación.
En algunos países una de las claves ha sido no
pararse de la mesa de negociación, pase lo que pase (atentados, masacres,
voladuras, etcétera).
Eso se hace en
casi todas las negociaciones. En la medida en que avanzan se pacta un alto el
fuego, pero probablemente por desconfianza hacia el resultado de las
negociaciones, pues no se pacta. Sin embargo, los actores admiten que el
proceso de negociación aunque continúe la violencia entre ellos, es
fundamental.
¿Negociar es ser débil?
No. Negociar
puede ser también ser muy fuerte, porque uno negocia en función de la fortaleza
y de las razones que tiene. Eso lo comprenden también los actores.
Sobre la mesa de negociación siempre hay ‘buitres’ o
‘halcones’ que están a la espera de que todo fracase. ¿Hay gente en Colombia a
la que le interese que este país siga en guerra?
No hay que ser ingenuos:
la violencia genera también unos beneficios particulares, privados, no a largo
plazo, pero genera beneficios. Entonces lógicamente hay gente interesada en que
continúe la violencia. Desde un vendedor de armas hasta gente que a través de
la violencia ha conseguido algún privilegio. La violencia es malignamente útil
y hay ‘buitres’ esperando, pero también hay ‘palomas’.
Soñemos que se firma la paz. ¿Qué poner a hacer a
los cuarenta mil guerrilleros y al medio millón de militares?
Si se firma la
paz antes o después, cosa que deseamos, continuarán muchísimos problemas. El
proceso general es de reconciliación y en ella entra si van a tener
representación política las Farc. Dicho sea de paso, con unos precedentes muy negativos
(exterminio de la Unión Patriótica, UP). Y después unas Fuerzas Armadas que
tengan objetivos distintos y por tanto tendrán que reestructurarse. Pero en
cualquier caso, el fin del conflicto armado va a ser mucho más económico que la
continuación, y entonces habrá recursos disponibles para poder afrontar eso. La
paz es una buena inversión.
Quien lea esta entrevista puede decir: otro español
hablando maravillas de cómo hacer la paz, pero allá tienen el lío con la
organización separatista vasca ETA y no han podido.
Esa gente no
estará bien informada porque justamente en el País Vasco probablemente se ha
madurado lo suficiente tanto el nacionalismo vasco, incluso más que el
nacionalismo español que también existe y que se muestra como todos los
nacionalismos como naturales y universales. Ambos han madurado y es necesario
ceder, y se está cediendo porque también el proceso democrático puede asumir
imperfectamente, valga la redundancia, gran parte de las reivindicaciones. Ha
costado mucho trabajo porque creíamos que la propia democracia lo iba a asumir
antes, pero está dando sus frutos.
En cuanto al
español ingenuo, yo soy simplemente una persona solidaria y colaboradora, que
comparto experiencias y no pretendo que lo que diga sea la verdad.
¿ETA está derrotada?
Desde una
perspectiva política, ETA está derrotada. Perspectiva que significa que ha
perdido apoyos, sobre todo de sus bases que se han ido hartando y viendo que la
violencia no estaba dando resultados. Está derrotada por el movimiento
Abertzale -en euskera patriota o nacionalista- y después por la propia
democracia española porque se han hecho algunos esfuerzos, y también por el
contexto internacional que ya no permite que la utopía armada vaya a cambiar la
realidad.
¿El exparlamentario de Herri Batasuna y dirigente
Arnaldo Otegi, debe permanecer en prisión?
Sin duda debería
estar en la calle, sobre todo porque es un elemento simbólico de una persona
que en un momento dado al menos públicamente ha dicho que está por el proceso
de negociación. Aunque legalmente pudiera permanecer en prisión, no tiene
sentido que esté tras las rejas.
¿Comparte la consigna de “Presos vascos a cárceles
vascas” o es un reclamo infundado?
Si la cárcel lo
que pretende es la reinserción del encarcelado, no se pueden plantear situaciones
que hagan sufrir más al preso ni a sus familias porque sino no se reinsertan,
entonces los presos vascos tendrían que estar en el País Vasco hace muchísimo
tiempo. Esa ha sido una política muy equivocada y que por supuesto ahora se
tendría que cambiar y acercarlos, porque si no genera sufrimiento y
resentimiento que se van a mantener por generaciones futuras. Si la gente para
ver a un familiar que ha cometido un error, tiene que estar un día entero
montado en autobús y después volver, eso lo que está generando es un
sufrimiento que lo único que hace es que esa violencia aparezca de otra manera.
Es un planteamiento de creer que la violencia se gestiona bien ejerciendo más
violencia, y esos planteamientos lo que terminan es generando más violencia,
pero incontrolada, en todas las direcciones. Es mejor, siempre que se pueda,
eliminar la tensión y la violencia.
Se echará en falta a este gran profesional. Dep, don Adolfo, de un seguido entusiasta de su literatura. Hasta siempre.
ResponderEliminarPero que dise loco, si era un desgraciao.
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