“Es un género
que me gusta mucho. Me parece que tiene un trasfondo político, social y moral
que es muy importante. En la lucha entre el bien y el mal, en el imaginario
triunfa el bien pero en la realidad triunfa el mal”, dice Silvia Galvis (1945-2009), quien
en julio de 2006 me reveló que desde hace un
largo tiempo le rondaba la idea de escribir una novela policíaca.
“Cuando me cayó
en las manos esta historia me entusiasmé y tan me entusiasmé que en 14 meses estuvo
investigación y escritura”, afirma esta periodista bumanguesa cuya anterior
obra fue Soledad. Conspiraciones y
suspiros, una extensa novela de la segunda mitad del siglo XIX en la que el
personaje central es Soledad Román, la mujer que doblegó el corazón de Rafael
Nuñez, el único presidente en la historia de Colombia reelegido cuatro veces,
“cuya fama de infatigable seductor trascendía las fronteras patrias”.
La mujer que sabía demasiado, su última obra, gira en torno a un episodio crucial del llamado
Proceso del Siglo, que con su ventilador de dineros ‘calientes’, sobornos, filtraciones,
muertes e intrigas, salpicó a un presidente, al menos dos de sus ministros y un
numeroso grupo de políticos y parlamentarios.
“Esta sigue en
la misma línea de ser histórica. Historia más reciente pero es historia de
Colombia”, manifiesta Galvis, quien se asiste del recurso literario de hacer
una novela dentro de otra, de tal forma que se complementan y de esta forma no
deja detalle por contar ni títere con cabeza.
Galvis
manifiesta que quedó fascinada con la posibilidad de amarrar las pistas de
cinco asesinatos en 228 páginas e ir descubriendo a los asesinos a través de la
investigación del fiscal Bruno Nolano y su asistente Tobías Reina. “De novelas
que haya disfrutado y en las que me haya puesto un reto, ésta”, afirma.
El principal
obstáculo que debió superar con su trabajo fue lograr alejarlo de los hechos
reales. “Había que distanciarla para que la novela volara sola, porque si no
quedaba muy amarrada a la realidad y cuando eso sucede la ficción se afecta”,
dice.
Pilatos, Drácula, Cotorra, El Escorpión, el
ministro Riascos, el mayor Contreras, el tesorero Moreno, Diana antes y después
de volverse rubia, y el presidente de la República, cuya fotografía cuelga en
la sala de una casa “con el corazón y la pelvis atravesados por gruesos
alfileres de oro”, son algunos de los personajes creados por Silvia Galvis.
Seres clasificados
por ella de esta manera: “Los asesinos han crecido en un medio de violencia y
son unos sicarios que a lo mejor no conocen la piedad porque nadie tuvo
compasión con ellos. No es una forma de justificarlos, pero sí de explicarlos.
Pero lo que no tiene redención son quienes tuvieron la oportunidad de ser en la
vida personas de juicio, de sensibilidad social y de tener un sentido mínimo de
la justicia, y no lo tuvieron, que son los personajes que encarnan el Gobierno,
que son a cual más de cínicos e insensibles”, sentencia la autora.
Y sobre sus
lectores señala: “En la medida en que es una novela de investigación policíaca,
de acción, el público es el que quiera leerla. En la medida en que es una
novela de denuncia política que tiene mucho que ver con la historia de Colombia,
una historia que probablemente se olvidó o cuando las generaciones de ahora no
tengan forma de recordarla, es entonces un público general”.
Silvia Galvis no
se tomará un descanso. Ya está trabajando en su próxima novela, una historia
inverosímil que envuelve a presidentes, militares, revolucionarios y curas de
ese lejano país llamado Colombia o algo parecido.
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