martes, 1 de enero de 2013

El matrimonio paramilitares-políticos


En septiembre de 2005 se realizó en Bogotá un foro convocado por Semana, El Tiempo, Caracol Radio y la Fundación Fescol en el que se debatió el fenómeno del paramilitarismo y su desmovilización. Asistieron los grandes medios de comunicación y y este periodista a nombre del Periódico 15 (ver edición 78 del 1 de octubre de 2005). Pero entre tanta cámara, micrófono e invitados de primer orden, pasó un tanto desapercibida la exposición que sobre el tema hizo Claudia López, columnista del diario El Tiempo y la revista Semana.

Palabras que hoy, 15 meses después, recobran vigencia a raíz de la detención ordenada por la Corte Suprema de Justicia contra tres parlamentarios y un ex gobernador de Sucre por sus nexos con las llamadas autodefensas, y por lo que se avecina de continuar este escándalo que según el fiscal general Mario Iguarán Arana, puede ser más grave que el Proceso 8.000 en el que fueron protagonistas el presidente Ernesto Samper y sus colaboradores Horacio Serpa, Rodrigo Pardo y Fernando Botero, entre otros, junto a los hermanos extraditados Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela.

Citando información de la Oficina de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República, la Policía Nacional y la Registraduría Nacional, López dijo: “Entre 1998 y 2000 en los departamentos de Antioquia,  Sucre, Córdoba, Cesar, Magdalena y Guajira las masacres crecieron 140%, pero de ellas las presuntamente cometidas por paramilitares crecieron en 664%. Y sólo comenzaron a bajar en 2002, año en que se llevaron a cabo las elecciones de Congreso. A ellos también se atribuye el 41% del total de víctimas de los actos violentos en esas zonas. El resto fue presuntamente cometido por la guerrilla, que reaccionó con igual barbarie a la ofensiva paramilitar”.

Este fue su preámbulo para responderle al auditorio que sí es posible identificar las personas que están detrás de los grupos paramilitares. “Que no lo queramos ver o que nos de miedo llamar las cosas por nombre propio es otra cosa, pero también es cierto que hay evidencia clara y contundente”.

La consolidación política que se dio entre 2002 con la elección de Congreso y 2003, con los comicios locales, fue atípica, según López, porque por ejemplo hubo municipios donde un solo candidato arrasó con más del 70% del total de la votación.

Ese panorama le llevó a concluir a López que esa es “la muestra de que ganaron la guerra y que así como tomaron el control militar y económico, lo hicieron con el control político, precedidos por una ola de matanzas y de violencia”.

La estrategia política de los paramilitares, según el estudio de López, consistió en crear unos nuevos distritos electorales que no contemplaba la ley colombiana, los cuales “fueron fruto de unos acuerdos de organizaciones políticas y paramilitares, que asignaron a una pareja de candidatos, uno a la Cámara y otro al Senado, algunos de los cuales eran nuevos y algunos de los cuales que provenían de organizaciones como Convergencia Ciudadana, Colombia Democrática, Cambio Radical e incluso el Partido Liberal”.

Así fue pasando revista región por región y entre tantos casos que citó llamaron la atención los siguientes:

“La exrepresentante a la Cámara por Córdoba, Eleonora Pineda, y declarada amiga del comandante paramilitar Salvatore Mancuso, dice que sus votos provienen de que ella era  concejal en Tierralta. Lo que ocurre es que cuando fue concejal en el año 2000 sacó 748 votos y en el 2002, en ese municipio sacó 11.897 votos y en el total del departamento sacó 82.000 votos… una hazaña sin duda”.

“Sucre es un departamento pequeño que ya estaba completamente tomado y no había necesidad de hacer distritos. El senador es Álvaro Alfonso García Romero (hoy detenido por orden de la Corte Suprema) y la representante Muriel Benita Revollo, que dice que sus votos provienen de su hermano que fue diputado y sacó 9.000 votos y ella sacó 24.000. Otro milagro político”.

La toma paramilitar denunciada por López tuvo un patrón que consistió en entrar a muchas zonas del país con “masacres, homicidios selectivos, penetrar la economía local, consolidar esa influencia política en las elecciones locales y regionales y además meterse en otros negocios como el chance, la palma africana, el contrabando de gasolina, etc.”.

Y con algo de ironía, la analista Claudia López concluyó que “no creo que políticos y paramilitares sean lo mismo. No creo que uno pueda comparar a Don Berna con Rocío Arias o a Eleonora con Mancuso, porque ahí había una división del trabajo…, pero para todos hay que contemplar una salida política si es que estamos dispuestos a desarrollar un proceso de paz”.

La alternativa, según López, era que “estos políticos y muchos otros, deberían someterse a la Ley 782, reconocer el delito político en el que incurrieron, solicitar el indulto político y seguir haciendo política”.

¿Cuál es la razón para proponer eso? “La paz es el producto equilibrado de la verdad, la justicia y la reparación, no de la total impunidad… No tendría ningún sentido que los Mancusos y los Bernas queden limpios, y las Rocíos y las Eleonoras y etc, sigan quedando bajo la tacha de que algún día los puedan meter a la cárcel o señalar. Así que el sapo es muy grande, pero si queremos la paz vamos a tener que comérnoslo completo”, decía López en septiembre de 2005.

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