viernes, 12 de septiembre de 2014

La bendición (columna de Santiago Humberto Gómez Mejía)

(Columna de Santiago Humberto Gómez Mejía publicada en el diario Vanguardia Liberal el 12 de septiembre de 2014)

Que el viaje del gobernador haya sido una licencia no remunerada y que los pasajes y viáticos, como él mismo manifiesta en su cuenta de Twitter, no hayan sido asumidos por el Departamento, no le evita tener que dar explicaciones adicionales.

La primera de ellas, ¿si se trataba de un viaje no oficial, por qué se utilizó la web de la gobernación para divulgar los alcances de dicho viaje? La segunda, ¿por qué se hizo referencia a la visita en avisos de prensa pagados con recursos públicos?, y la tercera, ¿los gastos de sus acompañantes tampoco fueron cubiertos con dineros oficiales? Siguen dudas sin aclarar.

¿Si, como se supo, no hubo tal audiencia privada, qué tanto las declaraciones papales dejan de ser una respuesta protocolaria y se convierten en un aval sobrenatural y divino al derroche institucionalizado de $45.000 millones de pesos?

Pero, a pesar de que el Gobernador cree que todos nos comimos el cuento de la aberración idiomática a través de la cual explicó el significado rebuscado de “Santísimo”, como una exaltación laica de la grandiosidad del departamento –cuento que ni el juzgado tercero administrativo oral de Bucaramanga creyó-, las dudas persistirán. La iconografía del monumento es claramente religiosa, por una parte, y por otra, no representa culturalmente a ese Santander grandioso que Aguilar quiere promover.

La religión pertenece al más privado de los fueros individuales, quizás solo junto al de la sexualidad, señor Gobernador. Por eso las políticas públicas en un Estado laico como este deben evitar hacer referencia, explícita o no, a cualquier creencia religiosa.

Un departamento que gasta toda esa plata en un monumento, sea de lo que sea, debería tener solucionados el resto de sus problemas. Y creo que Santander dista mucho de estar en ese escenario.


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