(Columna de Manolo Azuero publicada en Vanguardia Liberal el 14 de septiembre de 2014)
Por muchos años en Santander nos gobernó una élite elegida a dedo que, aunque más honrada que la que manda hoy, fue incapaz de darse cuenta que construía una sociedad excluyente que marginaba no a pocos en la pobreza. Por eso con la elección popular, que no fue lo más torpe sino lo más sensato que pudo pasar, esa élite perdió la batuta y nunca más la recuperó. La reemplazó, sin embargo, una dirigencia sin escrúpulos para manejar las clientelas electorales, que en el camino hacia el poder que hoy detenta firmó alianzas con contratistas y hasta con paramilitares.
Una dirigencia con un discurso clasista, que nunca ha servido al pueblo que dice representar, perpetuó la sociedad excluyente que heredó y forjó una riqueza emergente fundada en el abuso del poder político y la plata fácil. Tarea siniestra en la que por muchos años se estrelló con la férrea oposición de parte del sector privado que hoy es su cómplice. Empezando por la Cámara de Comercio de Bucaramanga, que dejó de ser la voz ‘cantante’ que tanto incomodó al ladrón de Iván Moreno Rojas y al parapolítico Hugo Aguilar.
Dirán que no, cualquier excusa debajo de la manga les servirá, pero para mí es clarísimo que la Cámara, engolosinada con contratos millonarios que le reparten las entidades públicas, está arrodillada a la desidia pública. La junta directiva, contadas excepciones, es amiga íntima de la cobardía. Y la dirección ejecutiva, en manos de Juan Camilo Beltrán, le hace caso a esa junta cobarde. Creen que dándole 80 millones de pesos al año a la Fundación Participar para financiar el Comité de Transparencia por Santander, cumplen con creces su papel. Pero no lo cumplen, es apenas una manera barata de evadirlo. Mientras que la vocera del Comité denuncia que los contratos de la gobernación y las alcaldías están amarrados y se adjudican de manera irregular, la Cámara alegando una diplomacia estúpida, le delega la pelea y baila de gancho con el Gobernador y los alcaldes.
Así, el presupuesto billonario de las entidades públicas termina corrompido y mal gastado, ante el reclamo de un Comité que representa a tantos que no representa a nadie y la paradójica sonrisa de la única entidad no estatal de la región que de verdad podría incomodar a los corruptos. @ManoloAzuero
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