(Columna de Miguel Ángel Pedraza publicada en el diario Vanguardia Liberal el 12 de spetiembre de 2014)
Nadie sabe, en concreto, a qué fueron a la Santa Sede el gobernador Richard Aguilar, su jefe de prensa y el asesor gratuito Carlos Fernández Sánchez, director de la Corporación “Panachi”. Anunciaron una audiencia privada con el papa Francisco, pero no fue así. Apenas lo vieron y lo saludaron.
Entre la multitud el Mandatario cruzó unas palabras con Su Santidad, contándole en volandas que por acá se construyó una figura alegórica a un “Ser Superior” que al final representa un Cristo, y que por estas tierras se fomenta el turismo con dineros públicos, después administrados por un privado. En cinco minutos, dicen, Aguilar le enseñó al pontífice que Santander es superlativo.
Nadie sabe si Carlos Fernando pudo hablar y se desconoce si el Papa entendió el mensaje del gobernante. Tampoco se sabe cómo se financió ese viaje, aunque Richard sostenga que generosamente echó mano de sus millas acumuladas de viajero frecuente y que todo se costeó en privado. ¡Vaya, vaya!
Finalmente lo que sí se sabe fue que realizaron un viaje placentero, que recorrieron muchos otros sitios y que todos los visitantes exhibieron sus mejores galas, incluida la “primera dama” Silvia Vanessa Becerra, quien lució un costoso traje de la diseñadora Amelia Toro y una mantilla de reverencia. Elegantísima la modelo, con cartera de Chanel. ¡Nada de pobreza!
Quedará para la historia esa visita al obispo de Roma y nunca nadie entenderá en qué consistió ese fugaz encuentro. Aseguran sin sonrojo que en esos minuticos Santander se hizo más visible. Pero sea lo que fuere, tampoco se borrarán de la historia las palabras de Francisco pronunciadas meses atrás: “los corruptos son el anticristo”. No se las dijo a ellos, obviamente, sino a los corruptos.
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