martes, 16 de septiembre de 2025

Jaime Garzón, el duelo imposible

(Esta nota la escribí para el periódico Vanguardia (Bucaramanga) y fue publicada el 18 de mayo de 2025)

En una bellísima y conmovedora novela gráfica está el más sentido homenaje al periodista y humorista bogotano acribillado por pronunciar tantas verdades incómodas.

"Que este libro conceda a Jaime el deseo de no morir para la historia”. Esta es la dedicatoria que escribe Verónica Ochoa Sánchez después de mirarme fijamente, observar durante siete u ocho lentísimos segundos la hoja en blanco y empuñarcon firmeza su estilógrafo.

Ella y Alfredo Garzón Forero son los autores de “Jaime Garzón, el duelo imposible”, una joya de libro hecho con el alma y el arte de estos dos seres que entre su amabilidad esconden el dolor no solo por el asesinato de su cuñado y hermano, respectivamente, sino por la impunidad que ha campeado sobre este crimen de lesa humanidad cometido aquella desgraciada mañana del 13 de agosto de 1999.

El Consejo de Estado condenó al Ministerio de Defensa (Ejército Nacional y extinto DAS) por su responsabilidad agravada en el homicidio deJaime. La Sección Tercera del alto tribunal probó que el exsubdirector de Inteligencia del DAS, José Miguel Narváez Martínez, y el exjefe de Inteligencia de la Brigada XIII del Ejército, general Jorge Eliécer Plazas Acevedo, no solo realizaron seguimientos contra Jaime, sino que compartieron la información con el excomandante paramilitar Carlos Castaño Gil, a quien sugirieron ordenar el homicidio y éste a su vez conminó a miembros de la banda criminal “La Terraza” para que cometieran el magnicidio.

Durante cinco años Verónica y Alfredo, con la ayuda de Laura Nepta, Álvaro Duarte, Sergio Palacio, Alejandro Guarín, Daniel Martín, Lucía Duarte y Juliana Ocampo se metieron de lleno a documentar para luego escribir y dibujar una historia que comienza donde el lenguaje no alcanza o quizás en esa carpeta verde en la que reposan, entre tantas cartas e imágenes, el informe forense y las fotografías del cuerpo de Jaime el día que el terror pretendió silenciar el sentido de las palabras.

Son 564 páginas sobre estos dos hermanos que crecen durante el Frente Nacional, que luego se hacen maestros de escuela con el sueño de cambiar el sistema de cosas, las cuales fueron editadas por Rotundo Vagabundo, una asociación que al descrédito de las ideas y al imperio de la emoción opone el humor como herramienta argumentativa, capaz de dispersar las más tóxicas cortinas de humo.

“Buscamos expandir la mirada e indagar en prácticas que desencadenen la alegría, la escucha, la solidaridad y la construcción de utopías”, confiesan, al tiempo que afirman que “somos una partida de vagos hacendosos que se ocupan de dar forma a propuestas que mezclan humor con política y de poner en pie espacios de pensamiento e investigación que den vueltas en torno a la comedia como herramienta para el cambio narrativo, la construcción de imaginarios de futuro y el levantamiento de bancos de semillas de memoria”.

“No es pasar la página”

Alfredo es el responsable de los “Cartones de Garzón” que cada domingo durante los últimos 43 años han puesto a pensar a los lectores del diario El Espectadorechando mano del silencio y la síntesis.Con su voz pausada que conserva de aquellos tiempos de jesuita que recorría las calles del barrio San Martín, de Bucaramanga, el hermano de Jaime manifiesta que en principio pensó hacer una novela policíaca pero optó por este formato de novela gráfica que fue presentado con gran acogida en la reciente Feria Internacional del Libro de Bogotá.La razón tiene que ver precisamente con la eficacia de la imagen como elemento para la comunicación, explica.

Luego afirma: “Nuestra verdad no es la verdad judicial, en donde no hubo justicia para Jaime porque hay dos condenados solamente. Uno de ellos fue Carlos Castaño, que cuando lo condenaron por lo de Jaime ya tenía encima 26 condenas y no había estado un solo día en la cárcel. El otro es José Miguel Narváez, que hoy en día tampoco está tras las rejas porque vive repartiendo su doctrina en el Batallón de Comunicaciones del Ejército en Facatativá (Cundinamarca). Hemos hecho todo lo posible a través de los grupos de abogados que nos han ayudado en esta lucha para que él vaya a una cárcel normal y no ha sido posible. Todos los que desviaron la investigación, el director del DAS en Antioquia y diez agentes más, andan campantes por la calle”.Eso sin hablar de la cantidad de muertos del lado de la delincuencia y de testigos que hablaban de una élite empresarial y política determinadora del crimen de Jaime y de otros defensores de derechos humanos, eliminados para ocultar las conexiones por lo alto, señala.

Hastiado de ese sistema que parece diseñado para garantizar la impunidad, Alfredo enfatiza: “nosotros como artistas decidimos contar la historia de una manera bella y poética, y de esta forma sembrar esperanza para que esta sea una sociedad de derechos”.

A su turno, Verónicaseñala que “el duelo no consiste en dejar ir y pasar la página, sino en convocar a los muertos, volverlos a escuchar, rescatar los rituales que hagan que sus voces estén presentes”.

Su aspiración es que cada persona que lo tenga en sus manos sea atravesada por el libro. “Cada vez que eso ocurra estaremos venciendo a los asesinos y haciendo justicia”, dice con su voz quebrada.

“Cada día sin justicia es un día más en que Jaime es asesinado, un día más en que los asesinos vencen… Y aquí los asesinos no han parado de vencer”. Esta sentencia –que acompañauna viñeta en la que aparece la fachada del Cementerio Central de Bogotá con la frase “La vida es sagrada”–, da paso a un recorrido no solo por la vida y los personajes creados por Jaime Garzón, sino también por el acontecer nacional con capítulos tan dolorosos como la masacre de tres líderes de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC) y de la periodista Silvia Duzán, cometida por paramilitares en Cimitarra (Santander) en 1990, con la complicidad de un canasto de manzanas podridas en las filas del Ejército y la Policía.

Apesadumbrado, pero jamás resignado con la desaparición de su amado hermano, Alfredo cierra: “Este libro es una forma de justicia. Es la justicia que yo puedo ofrecerle”.

Jaime, ayudado por Heriberto de la Calle, Dioselina Tibaná, Néstor Elíy hasta por Godofredo Cínico Caspa, ha movido su cadena de afectos para que “El duelo imposible” sea un éxito editorial.

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