Con su afro colonizado por las canas, vistiendo saco y corbata, y reposado como los tequilasde colección, el hijo de Marceliano Maturana e Hilda García asoma por la tarima del Gran Salón de Ulibro 2025 y de inmediato estalla un aplauso de reconocimiento para quien es considerado uno de los grandes referentes en la historia del fútbol colombiano.
Francisco Antonio Maturana García
–‘Pacho’ para sus amigos y seguidores–, es un ‘comeaños’, que si en ese preciso
instante estuviera saltando a una cancha a lo mejor tendría más energía que sus
contertulios, el longilíneo hincha del Santa Fe y vicerrector académico de la
Universidad UNAB, Franz Dieter Hensel Riveros, y el dicharachero periodista Felipe
Antonio Zarruk, fanático del Atlético Bucaramanga y quien se declaró “más
maturanista que Maturana”.
Maturana, el victorioso técnico
de la Selección Colombia que se coronó campeona de la Copa América en 2001
contra México y uno de los protagonistas del legendario empate 1-1 contra
Alemania en el Mundial de 1990, acaparóla atención el domingo 24 de agosto en
la XXIII Feria del Libro de Bucaramanga.
Con la cortesía y modales que lo
han caracterizado, aparte de la cualidad de superar con creces los monosílabos
de su amigo Carlos ‘El Pibe’ Valderrama, Maturana accedió a realizar un repaso
de su vida desde que era un mozuelo que soñaba con convertirse en futbolista e
integrar la Selección Antioquia, sin siquiera sospechar que años más tarde
entraría por la puerta grande del Atlético Nacional, que el 27 de agosto de
1972 debutaría en el partido que quedó 2-1 ante el Bucaramanga y que en 1973
sería escogido como ‘el mejor jugador de Colombia’, con su equipo llevándose la
segunda de las 18 estrellas que acumula ese equipo en el rentado nacional.
Hensel Riveros le dio la
bienvenida afirmando: “Narramos la vida y la vida habilita también la
narración. Con ‘Vidas Narradas’, el tema que nos convoca en Ulibro 2025,
queremos explorar este lazo constitutivo entre vida y narración y quién más
puede ilustrar tan bien el poder de la vida narrada que este especial invitado”.
Maturana (Quibdó, 1949)empezó
fijando posiciones y subrayó que no quería aparecer como el dueño de la verdad.
Contó que de la capital chocoana y apenas cuando tenía cinco años, su familia
se trasladó a la Comuna 13 de Medellín debido a que su papá era promotor de
salud. “El jugador de fútbol nace; no se hace. Si se hiciera esa fábrica
estaría riquísima. Hay que descubrirlo y terminarlo de pulir, pero el talento
no se negocea (sic)”, dijo, al tiempo que rememoró que cada mañana camino a la
escuela pasaba frente a la casa de Humberto ‘El Turrón’ Álvarez, de quien la leyendaargentinaAlfredo
Di Stéfano opinó que el paisa jugaba mejor que él.
“En ese tiempo los jugadores
éramos muy vagos, pero en 1976 llegó el técnico (Osvaldo Juan) Zubeldía y ‘paró
el carro’ poniéndonos a entrenar a las 7 de la mañana y a las 4 de la tarde”,
admitiendo que con ese giro los profesionalizó.
Entre videos que invocaron la
nostalgia como el gol de Freddy Rincón contra el arquero BodoIllgner y el de
Andrés EscobarSaldarriaga en 1988 ante Inglaterra en un partido amistoso en el
estadio de Wembley, Maturana reconstruyó su sorpresiva llegada en 1981 al
Bucaramanga, traído por el empresario Reynaldo Rueda, donde vivió el episodio
dramático de la tarde del 11 de octubre de 1981 cuando el Estadio Alfonso López
se convirtió en un cementerio tras los disparos que soldados realizaron contra
hinchas que reclamaban un penalti que habría cometido el rival Junior.
El tiempo apremiaba y brincaron a
la Copa América de 1993, en la que Colombia dirigida por Maturana obtuvo el
tercer puesto derrotando a Argentina, y luego en 2001 ganó ese anhelado trofeo
que no disputaron los gauchos aduciendo razones de seguridad debido a que dos
meses antes los capos del narcotráfico hicieron estallar dos carrobombas en
Cali y Medellín.
Luego echaron reversa a 1989
cuando con Maturana el Nacional de ‘los puros criollos’ logró la hazaña de
ganar la Copa Libertadores de América, venciendo a Olimpia (Paraguay) y
contando entre sus filas con Alexis García, René Higuita, Leonel Álvarez, Albeiro ‘Palomo’Usuriaga
y John Jairo ‘La Turbina’Tréllez, entre otros. Eran tiempos de violencia
desmadrada en los que el narcotraficante Pablo Emilio Escobar Gaviria amenazó
de muerte a las ternas arbitrales argentinas tanto en la semifinal como en la
final que el equipo verdolaga conquistó en los cobros desde el punto blanco.
Más que sus pupilos corran como
locos, Maturana dice que la clave está en la mente y el corazón, así como en
que “antes de un equipo de fútbol hay que armar un grupo de amigos y a un grupo
de amigos no le gana nadie”, diferenciando entre animación y motivación
personal –que para el también odontólogo es lo
realmente importante–.
‘El
Profe’ fue elegido miembro de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 a nombre
del partido Alianza Democrática M-19 y dice que de su bolsillo pagaba los
pasajes para venir desde España donde dirigía al Real Valladolid. Antes de
abandonar ese servicio a la patria, Francisco Antonio alcanzó a proponer el rescate de los principios morales perdidos y el
desarrollo de la dignidad humana por medio del derecho al
trabajo, la igualdad y el deporte.
Estuvo
tan entretenida la conversa,que desobedeciendo la paleta de los ‘árbitros’ se
extendió 11 minutos de los 60 programados y hasta recalaron en la trillada
expresión de “perder es ganar un poco”, la cual se convirtió en el sambenito
que ha tenido que cargar desde que empezó a ser juzgado por la Santa
Inquisición criolla. ‘Pacho’ ha declarado en su defensa que esa frase
pronunciada después de la debacle del Mundial de Estados Unidos 1994–donde Colombia cayó eliminada en la primera ronda–, ya la habían empleado unos tales Confucio, William
Shakespeare y Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y
Palacios Blanco.
Maturana,
que ya va por los 76 años y seis meses, en lugar de embejucarse o mandarles un canillazo
a los moderadores, les respondió inspirado en el puertorriqueño Héctor Lavoe
que “ni para allá miro”. Dijo sí, a modo de contexto, que cuando España ganó su
primer Mundial en Sudáfrica 2010 de la mano del técnico Vicente del Bosque, al
arribar al aeropuertoBarajas de Madrid le preguntaron en qué momento ganaron el
campeonato y éste respondió que cuando perdieron 0-1 contra Suiza en el primer
partido. “… y nadie se burló de él. Perdieron pero ganaron”, acotó.
Luego
citó al Nobel Gabriel García Márquez con su dicho de que “la madre lo pare a
uno una vez, pero después uno tiene que parirse muchas veces”. Que en su
interpretación es caer-llorar-levantarse. “De las cosas malas lloramos, pero
nos levantamos y uno en cada momento tiene que ser cada vez mejor”, reflexionó,
y concluyó con la salsa de su paisano Jairo Varela –el del Grupo Niche–, específicamente en aquella estrofa de que “no puedo evitar que los
ojos se me agüen”. “Lloremos adentro todo y después salimos más fuertes”, expresó.
No
llegaron las preguntas del público debido a que de la primera fila del Gran
Salón se paró como un resorte Diego Barragán–quien trabajó como su preparador
físico–, subió a la tarima, saludó a su
“padre, maestro y amigo” y le abrazó emocionado, para luego pedirle una
fotografía con los delfines de un equipo sub-15 que poco después tendrían un
partido en la cancha Marte. “Nadie triunfa solo y uno tiene que tener amigos
mejores que uno para que lo ayuden a ser mejor”, les alentó el hijo de Hilda y
Marceliano, obsequiándoles un apretón de manos y el retrato anhelado.
Sin
embargo, alguien más tomó el micrófono para indagarle qué sintió cuando el
Atlético Bucaramanga obtuvo su primera estrella en 2024, después de 75 años de
sequía. “Más allá de que soy un aprendiz permanente, soy un agradecido
permanente y siempre quiero lo mejor para lo que hace parte de mi sentimiento.
Lo que pasó, pasó, y es motivo de orgullo, pero yo estoy como medio enamorado
de la forma como juega el Bucaramanga. De pronto pueden decir que mi concepto
está viciado por lo que representa sentimentalmente pero no, yo veo muchas
cosas buenas… para mí el equipo que mejor juega es el Bucaramanga”, reconoció quien
ha formado parte de las directivas del Independiente Medellín y del Nacional.
“Me
voy feliz y quedo super agradecido con ustedes porque en mi condición de
aprendiz permanente hoy aprendí mucho. Siempre mi cariño y mi respeto. Voy a
tener que seguir viniendo porque esto es como medicina para mí”, manifestó con
nostalgia, mientras pasaban por su mente las imágenes de aquellos días que
vivió en el barrio Cabecera del Llano.
Este
encuentro en Ulibro con el ‘doctor’ Maturana será un acontecimiento que esos
muchachos, y los asistentes en general, seguramente jamás olvidarán.
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