Cada palabra, cada frase, cada párrafo que sale de la boca de Dolores Reyes transmite dolor, impotencia, angustia, denuncia y verdad. Por esa razón es que esta escritora, profesora y feminista argentina resulta tan incómoda para quienes no quieren a oír o de plano niegan el aberrante delito de los feminicidios, las agresiones y el acoso a las mujeres.
Dolores, nacida en Buenos Aires
hace 47 años, está en la XXIII Feria del Libro de Bucaramanga, hablando de sus
libros “Cometierra” y “Miseria” (Editorial Alfaguara), novelas que han provocado
la ira del presidente de Argentina, Javier Milei, de su vicepresidenta Victoria
Villarruel, y de su séquito que no cesa con sus alaridos de “¡Viva la libertad,
carajo!”.
Esos ‘libertarios’ no soportan
que Dolores Reyes haya puesto el dedo en la llagade la violencia de género,
ligada a una sobredosis de impunidad. El suplemento cultural Babelia, del
periódico El País (España), la catalogó como una “revelación lectora” y un
medio del calibre del estadounidense The New York Times ha dicho que se trata
de dos de las mejores novelas latinoamericanas recientes.
“El secretario de Cultura de la
Nación (Leonardo Javier Cifelli) dijo en conferencia de prensa que ‘Cometierra’
es un libro degenerado y para degenerados. Cuando los periodistas le
repreguntaron sostuvo que en realidad no lo había leído”, asevera Dolores.Una
estigmatización que se convirtió en un búmeran para el régimen, llevando a popularizar
estas obras e incluso que las personas del común las compren para obsequiar a
sus amigos o que sean leídas en aulas de escuelas y universidades.
De Milei sostiene que es “un
payaso que emula muy espantosa y burdamente todo que lo hace el rey del norte”
y afirma que su vicepresidenta la acusó en las redes sociales de escribir
pornografía infantil e incluso citó fragmentos que no son de su pluma sino de
“Las aventuras de la china Iron”, de su compatriota Gabriela Cabezón Cámara
(quien visitó Ulibro en 2024). De paso, se produjeron más de 600 intimidaciones
y amenazas de muerte: “Te vamos a quemar a vos y a tu libro. Me mandaban fotos
de la puerta de mi casa. Me decían que esto se termina con un balazo para mí y
para mis hijos. Una virulencia que pocas veces vi y me hizo entrar en schock”,
dice Reyes, con la voz quebrada, en su conversación de Ulibro 2025 con la
periodista Claudia Morales Medina.
Una campaña de desprestigio con
la que pretendieron meterle miedo a ella, a sus lectores y a los docentes que
mencionen estos libros, pero –como dicen en Charalá– ‘tacaron burro’.
Visceral y urgente
“‘Cometierra’‘ha
elegido dos cosas: un barrio nuevo y no volver a usar su poder adivinatorio
nunca más. Rodeada de desconocidos, va saliendo poco a poco de su encierro y
aprende a manejarse en su nuevo entorno, al tiempo que aguarda el nacimiento de
su sobrino, hijo de su hermano Walter y de la novia de este, Miseria. Es precisamente
esta última quien, al ver en el don de ‘Cometierra’ un lucrativo potencial
económico, la anima a recuperar las visiones que le permitían encontrar a gente
desaparecida. Para ello, tendrá que resolver casos recientes y antiguos,
desvelar secretos de su historia familiar y poner su vida en las manos de una
bruja más poderosa que ella”, dicen las elogiosas reseñas de esta mujer que es
madre de siete hijos y le saca tiempo al tiempo para escribir sobre una cruda
realidad que se da en Argentina, pero también en México, Colombia y otras
latitudes.
“Una
novela redonda en la que Reyes vuelve a ofrecernos una prosa visceral y
poética, unas imágenes bellas y desgarradoras, una literatura comprometida con
la comunidad”, dijeron en el periódico español El Mundo. “(Reyes) abrió desde la literatura un potente camino
para hablar de la lacra de feminicidios que asola el mundo desde universos
simbólicos tan sugerentes como femeninos. La tierra, la magia, los saberes
tradicionales de la adivinación sustituyen, en esta metáfora infinita, a los
métodos científicos y forenses”, consignó la revista Vogue.
Tal es el compromiso y valor de esta mujer nacida en la
terrorífica época de la dictadura de Jorge Rafael Videla y la Junta Militar, que
Dolores Reyes tiene tatuada en su pierna izquierda un revólver y la frase “¡Basta
ya de chic@smuert@s!”.
Las
mujeres son las protagonistas de una novela como “Miseria”, en la que los
hombres, a menudo ejercen la violencia, abandonan o adquieren matices
monstruosos.“Me había jurado no volver a comer tierra y ahora me quema la
lengua y me ruge el estómago reclamándola. La tierra está llena de secretos,
pero no para mí. Vuelco la botella arriba de la mesa y levanto un puñado para
llevármela a la boca y me voy llenando de saliva. Mi corazón hierve de amor a
la tierra pero también de miedo. Cierro los ojos y dejo una mano apoyada sobre
ella. (...) Siento sus ojos desesperados fijos en mí mientras la tierra se va
apoderando de mi cuerpo como una droga. Trago otro puñado y ya empiezo a sentir
que quiere contarme. Me arrastra. El negro absoluto empieza a iluminarse y se
arman sombras nuevas. Me acerco y veo mejor, hay dos pibes chiquitos. Se
persiguen, se empujan, juegan carreras. Escucharlos es un alivio enorme.
¡Escondidas!, propone el mayor, que empieza a contar apoyándose en una pared
que no había visto hasta ahora. Como si ese muro fuera la espalda de una
persona, ni bien lo toca alguien grita desde adentro. (...) Abro los ojos y
antes de anunciarle a la Tina que sus hijos están vivos, sigo disfrutando del
gusto y el peso de la tierra. Con la lengua busco sus restos adentro de mi boca
para saborearla un rato más”.
Cuando
era una niña, Cometierra tragó tierra y supo a través de una visión que su
madre había muerto asesinada por su padre. A esa revelación le siguieron muchas
más, y con cada cucharada de tierra engullida, Cometierra fue descubriendo el
trágico destino de muchas mujeres desaparecidas que, como su madre, eran
víctimas de la violencia, pero también, del silencio institucional y la injusticia.
Pero tener un don adivinatorio implica una responsabilidad difícil de
sobrellevar: conocer la verdad y saber qué hacer con ella. Es por eso que,
después de haberse llenado el estómago de tierra, y los días y las noches con
las brutales visiones de las desaparecidas, Cometierra elige marcharse de su
barrio y no volver a usar su poder, relata en sus 336 páginas este éxito
literario que ha sido traducido a más de 15 idiomas.
Prosa
elegante con elementos de realismo mágico, visceral, urgente… Así es el estilo
de Dolores Reyes, quien con frecuencia ha sido vista en una cafetería de su
barrio bonaerense machacando las teclas de su computador, derramando una y otra
lágrima, secando sus mejillas, tomando un aliento y regresando a casa donde le
esperan sus siete hijos que ahora esperan el regalo que les lleve su madre
desde Bucaramanga y la próxima novela que hará despelucar a ese energúmeno
Javier Gerardo Milei que odia a sus padres, pero que clonó a su mastín inglés
Conan, del que obtuvo cinco cachorros a los que llama sus “hijos de cuatro
patas”.
Una
historia paralela que está contada en “El Loco”, un libro publicado por
Editorial Planeta y en el que Juan Luis González revela las charlas del
‘libertario’ con el animal muerto a través de una médium y de su hermana
telépata (Karina Elizabeth) y las conversaciones con seres muertos y con “el
número Uno”, como llama a Dios, el que le encargó ‘la misión’ de ser presidente
de Argentina y con ello le habría concedido los poderes para condenar al
infierno a Dolores Reyes y sus novelas, en un país austral en el cual durante
la dictadura el 30 de agosto de 1980 en un baldío de Sarandí quemaron un 1,5
millones de libros, pretendiendo extirpar el comunismo y silenciar la libertad
de pensamiento. Una hoguera que ardió durante tres días seguidos…
“Por
eso yo entiendo que al Gobierno de Milei le molesten tanto mis libros, porque
nuestra vicepresidenta hace campaña activa por liberar a los genocidas de la
dictadura que están presos por crímenes de lesa humanidad… Un libro que tiene
un personaje que busca desaparecidos les molesta muchísimo”, concluye Dolores.
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