(Esta entrevista la publiqué en la edición 291 del Periódico 15, de Bucaramanga Metropolitana, en circulación desde el domingo 10 de mayo de 2015)
Aparte de los
355 mil seguidores con los que cuenta en Twitter (@IvanCepedaCast) y de los
84.126 votos que obtuvo en las elecciones parlamentarias de 2014 que le
permitieron ser elegido senador, Iván Cepeda Castro (Bogotá, 1962) también
tiene unos cuantos enemigos enconados, pese a los cuales sigue poniéndole el
pecho a temas espinosos y proponiendo debates que levantan ampolla.
Con los
pantalones en su lugar y un par de escoltas que no lo desamparan, este
congresista del Polo Democrático sacó tiempo para venir a Bucaramanga el pasado
viernes 24 de abril, con el propósito de alentar a los pescadores damnificados
por la construcción de la represa de Hidrosogamoso –quienes llevan un mes y
medio acampando frente a la Gobernación de Santander– y expresar su voz de
solidaridad con quienes defienden el agua, la vida y el Páramo de Santurbán y
ese día organizaron la ‘enésima’ marcha para decirles al Gobierno Nacional y a
las multinacionales que están en contra de la megaminería en ese frágil
ecosistema y que no van a caer en la trampa de enfrentarse a los pobladores de
la Provincia de Soto Norte, donde están las inmensas reservas de oro y plata.
Más cercano a
Clara López Obregón que al ala del Moir liderada por su colega Jorge Robledo,
el senador Cepeda Castro es una víctima más del conflicto armado interno
colombiano, ya que su padre, Manuel Cepeda Vargas, fue asesinado en Bogotá el 9
de agosto de 1994 cuando se desempeñaba como senador por la Unión Patriótica
(UP). Por este caso la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó a
Colombia en el año 2010 porque el crimen fue cometido por agentes del Estado en
complicidad con paramilitares.
Filósofo de la
Universidad San Clemente, de Sofía (Bulgaria), magíster en Derecho
Internacional Humanitario, activista de derechos humanos, crítico acérrimo de
los grupos paramilitares y cofundador del Movimiento Nacional de Víctimas de
Crímenes de Estado (Movice), Cepeda Castro –junto a Jorge Rojas–, escribió el
libro “A las puertas de El Ubérrimo” (Random House Mondadori), un documento
revelador sobre el pensamiento, acciones y amistades del entonces presidente
Álvaro Uribe Vélez. En 2012, cuando era representante a la Cámara, realizó el
famoso debate sobre la hacienda “Guacharacas”, propiedad de los hermanos Uribe
Vélez, y en ese mismo año publicó el libro “Víctor Carranza, alias ‘El Patrón’,
del mismo sello editorial y a dos manos con el sacerdote jesuita Javier Giraldo,
en el que ahonda en la vida del esmeraldero boyacense señalado de ser uno de
los principales propiciadores de los llamados grupos de autodefensa creados
bajo la excusa de combatir a la guerrilla.
Esta es la
entrevista con el promotor del sonado debate contra el condecorado
general (r) Mauricio Alfonso Santoyo Velasco –exjefe de seguridad de Uribe
Vélez–, condenado en 2012 a 13 años de prisión en Estados Unidos por ayudar y
recibir sobornos de un grupo terrorista (Autodefensas Unidas de Colombia, AUC).
El diálogo con el hombre que en 2007 recibió en Nueva York la Medalla de la
Libertad otorgada por la Fundación Human Rights First, y quien a su vez fue
declarado persona non grata por el
Concejo de Cajamarca (Tolima), debido a su
oposición al proyecto aurífero de La Colosa, detrás del cual está la minera
sudafricana Anglo Gold Ashanti. La conversación con un senador que lucha contra
la corriente, por ser de la oposición, y al que no lo amilanan los ministros
que le advierten que para cumplir el anhelo de cambiar las cosas él y los
partidos de izquierda tendrán que llegar al poder, pero que mientras tanto
otros serán los que determinen el rumbo de este país deslumbrado por la
inversión extranjera.
¿Por qué razón viene a Bucaramanga a solidarizarse
con la causa de Santurbán cuando podría estar fletado por una multinacional
minera?
Porque uno en la
vida hace elecciones éticas y políticas. La mía, desde mucho tiempo atrás,
desde mis orígenes familiares y políticos, ha sido el escoger el lado de los que
están oprimidos, de los que están sojuzgados y de la búsqueda de un cambio de
sistema y de modelo. El modelo neoliberal está destrozando el planeta, ha
puesto en riesgo la supervivencia de la Humanidad, porque la depredación que
tiene por objeto la ganancia y el enriquecimiento, utiliza toda clase de
métodos para explotar las riquezas naturales. Y en este mundo se ha convertido
en el valor esencial precisamente ese, el de la riqueza, el del lujo, y por eso
los ecosistemas han sufrido un impacto tan grave. Hay continentes que están
convertidos ya en continentes inviables, como África por ejemplo, y se quiere
que América Latina vaya por el mismo camino. Nuestro continente tiene el
privilegio de contar con una inmensa diversidad, y en eso Colombia es un país
también privilegiado. Tenemos tal vez la segunda biodiversidad más rica del
planeta, y entre esa diversidad por supuesto la existencia de casi la mitad de
los páramos del mundo.
Entonces
cualquier persona que tenga un mínimo de consciencia y que ejerza una función
de representación política es lo elemental que venga aquí a Santander. Digamos
que su pregunta podría sorprenderme pero la entiendo porque lastimosamente el
Parlamento colombiano está compuesto precisamente por quienes representan no
los intereses de la gente, sino de esas transnacionales y de ese modelo que
puede terminar convirtiendo a nuestro planeta en un desierto, y eso es lo que queremos
evitar.
¿Qué quedó de la audiencia pública que usted y
colegas suyos del Polo Democrático como Jorge Robledo, Alirio Uribe y Senén
Niño, así como de Alianza Verde, entre ellos Claudia López y Angélica Lozano,
realizaron en el Congreso el pasado 17 de abril sobre los efectos en los
ecosistemas a causa de la exploración y explotación minera?
En primer lugar
un panorama preocupante por el conjunto de proyectos de explotación minera en
los páramos. Allí hubo intervenciones de muchas regiones. Estuvo presente y en
el centro de la audiencia el caso del Páramo de Santurbán, pero también se
habló de La Colosa en Cajamarca, y se habló del caso de Sumapaz (Cundinamarca),
y de otras regiones del país. Se hizo una revisión de cuál es el estado de
avance de esos proyectos de explotación de oro y la verdad es que en Colombia
las transnacionales como Anglo Gold Ashanti, como Eco Oro Minerals Corp. (antes
Greystar Resources) y como AUX, se han convertido en una especie de supra Estado,
están por encima de la Ley y de la Constitución Nacional, porque cambian y
modifican la Ley y la Constitución a su antojo, y para eso son perfectamente
funcionales las distintas dependencias del Estado. El Ministerio del Medio
Ambiente es un Ministerio totalmente decorativo, que lo único que hace es
intentar simplemente darle como una envoltura más presentable a esos proyectos
criminales, porque realmente son criminales. El Ministerio de Minas es como una
oficina de gestión y de relaciones públicas de las trasnacionales, y que no
vela por la soberanía ni vela por el bienestar de las comunidades, sino que
vela por los intereses de las transnacionales.
Pero al mismo
tiempo esa audiencia sirvió para presentar un estado de cosas de la
movilización, de los procesos organizativos, de las fuerzas sociales que se
están oponiendo a estos megaproyectos. También hay que constatar que
efectivamente hay una movilización social, hay unas fuerzas sociales que se
están oponiendo, y es con esas fuerzas con las que nosotros estamos en
sintonía, buscando que tengan la mayor visibilidad en el espacio público.
¿Qué futuro le ve usted a la ‘locomotora’ minera
promovida por el presidente Juan Manuel Santos Calderón?
Yo diría que en
general el modelo neoliberal en Colombia y en el mundo se ha vuelto inviable e
insostenible. Por supuesto que está toda la voluntad del Gobierno actual
expresada en el Plan Nacional de Desarrollo, de hacer que este proyecto se
lleve hasta las últimas consecuencias sin ningún reparo de cuáles puedan ser
éstas. Pero, por supuesto, eso no va ocurrir sin que haya una muy fuerte
oposición. Creo que esa oposición creciente en el país debe organizarse mejor,
debe articularse, y uno de los temas que vamos a discutir ahora en el Congreso
Nacional del Polo Democrático, que es un partido político que hace parte de
estas fuerzas, es cómo convocar una gran cumbre nacional contra el modelo
neoliberal, en el que articulemos las luchas. Porque es muy importante la lucha
que se da aquí en Bucaramanga contra el proyecto de megaminería en el Páramo de
Santurbán, en Cajamarca, en Ituango (Antioquia), en La Guajira, en fin. Todas
estas luchas son fundamentales, pero son luchas que aparecen episódicas,
aisladas de las otras. El movimiento social ambientalista, sindical, campesino…,
todas las fuerzas que están en contra de esa empresa devastadora deben entrar
en red y en articulación para poder responder de manera adecuada al modelo, y
creo que eso puede revertir la tendencia que hay con relación a esta
‘locomotora’.
Algunos dirigentes y ‘periodistas’ de la región –que
reciben pauta o atenciones de las mineras– sostienen que quienes defienden el
Páramo de Santurbán le están haciendo el juego a la guerrilla para que vuelva a
tomarse esas zonas montañosas donde llegó a tener control a finales del siglo
pasado. ¿Usted es guerrillero o auxiliador de la guerrilla?
Ese ha sido el
argumento que se ha utilizado con mayor frecuencia para intentar quitarle la
complejidad y la legitimidad a muchas de las expresiones de protesta y de
rebeldía social que hay en Colombia. La guerrilla también es una expresión de
esa rebeldía y la muestra de eso es que el Gobierno del presidente Santos ha
decidido sentarse con la guerrilla a discutir los temas que tienen que ver con cómo
ponerle punto final a la insurgencia armada, pero también cómo hacer cambios.
Yo creo que esa es una manera muy torpe de enfrentar este asunto. Aquí lo está
en juego no es unas acusaciones tendenciosas, sino el futuro del país, el
futuro de una región, el futuro del suministro de agua para un millón de
personas en el área metropolitana de Bucaramanga, tres millones de personas en
estos dos departamentos (Santander y Norte de Santander) tan importantes del
país. Estos son asuntos que no se pueden eludir simplemente diciendo que quien
se preocupa porque un día no tengamos suministro de agua es un guerrillero. A
mi modo de ver, esta una manera simplista y torpe de discutir sobre el tema
sustancial.
¿Está convencido que los colombianos todos quieren la
paz?
No todos quieren
la paz. Creo que la gran mayoría de los colombianos quieren la paz, pero hay
unos sectores que han vivido de la guerra y que quieren una paz que les permita
prolongar esa economía y ese usufructo de la violencia. El proyecto que encarna
Álvaro Uribe Vélez es un proyecto esencialmente militarista y guerrerista. Su
economía política se sostiene en la guerra, en la posibilidad de mantener el
latifundismo, la concentración de la tierra, los proyectos improductivos de la
ganadería extensiva o de esa otra forma de depredar el medio ambiente que es la
agroindustria y ese tipo de plantaciones de monocultivo que son los
agrocombustibles. Todo ese modelo se ha sostenido en Colombia sobre la base de
la violencia y que le interesa mantenerse en esa lógica de la llamada
‘Seguridad Democrática’. Pero también está un sector importante de las Fuerzas
Militares y de ese entorno, que vive de la contratación del comercio de armas,
que vive de toda esa gigantesca economía del conflicto armado, que implica la
compra de miles de uniformes de dotación y de armas, sobre todo. Y que, como
toda la contratación en Colombia, funciona sobre bases supremamente corruptas,
así que ese sector por supuesto no quiere que el negocio se acabe. Y también
sectores que están muy interesados en que en vez de la integración
latinoamericana, en vez de relaciones armónicas, diplomáticas y constructivas
con Venezuela, Ecuador o Nicaragua, tengamos un conflicto. Esta es una vieja
aspiración: que surja un conflicto armado con Venezuela o con Nicaragua bajo el
pretexto de nuestra soberanía. Es decir, es muy simpático que quienes ponen el
grito en el cielo por la pérdida, que es muy lamentable, de miles de millas
marítimas en una corte internacional con Nicaragua, y que se rasgan las vestiduras
como si se tratara de patriotas que defienden nuestro territorio, son los
mismos que corren a entregar nuestros recursos y nuestro territorio a las
transnacionales. Así que ese bloque no está interesado en la paz, o por lo
menos está interesado en una paz que es totalmente inviable y es una especie de
rendición de la guerrilla para que se mantenga todo igual y se pueda seguir
masacrando a quienes protestan, a los opositores. Es una especie de
criminalidad de Estado en un postacuerdo de rendición de la guerrilla. Ese
sector definitivamente no está interesado y está haciendo todo lo posible para
hacerle daño al proceso de paz y para intentar que Colombia no salga de ese
conflicto armado.
Parodiando su libro “A las puertas de El Ubérrimo” y
teniendo en cuenta las condenas contra varios de los integrantes del círculo
cercano al expresidente antioqueño –las más recientes contra los exministros
Sabas Pretelt de la Vega y Diego Palacio Betancourt por el escándalo de la
‘Yidispolítica’–, ¿usted diría que Álvaro Uribe Vélez está a las puertas del
Infierno?
Yo creo que se
está configurando en el escenario judicial una situación en la cual es cada vez
más difícil que Uribe eluda su responsabilidad. La lista de funcionarios,
primero un poco lejanos y después de sus aliados políticos, todos esos
congresistas que fueron a dar a la
cárcel, luego toda esa gente de su proyecto político en las regiones,
gobernadores, alcaldes y concejales, y ahora en la propia Casa de Nariño, sus
ministros, los directores del DAS, sus jefes de seguridad, sus familiares… todo
eso configura una especie de organigrama del hampa, de la mafia de alto nivel
que acompaña o ha acompañado la vida política de Álvaro Uribe en todos sus
estadios. Eso fue lo que yo demostré en el debate que hice en el Congreso. Así
que la pregunta ineludible es: ¿Y él cuándo va a responder? Creo que esa
pregunta se viene intentando aplazar y se viene intentando silenciar, pero es
cada vez más imperativa.
¿O como decía un programa de televisión de hace
algunos años: “¡También caerá!”?
Es muy posible.
Esa es una posibilidad y por supuesto Colombia es un país en el cual se ha
logrado blindar e inmunizar a los sectores más encumbrados de la élite de
asumir su responsabilidad jurídica, pero lo sabemos bien: no hay cosas eternas
en el mundo.
¿Como filósofo ha logrado descifrar al procurador
Alejandro Ordoñez Maldonado? ¿Había visto a alguien más conservador, por no
decir ortodoxo, que a éste santandereano?
Quien me está
investigando, entre otras cosas. Esa forma de concebir la realidad política y
social es la expresión acabada de lo que ha sido una larga tradición en nuestro
país del pensamiento más conservador y ultrareligioso, fundamentalista, que
intenta asumir el aspecto de una concepción desde los derechos. Lo paradójico
de la actuación del procurador Ordóñez es que intenta presentarse como el
representante de la sociedad para defender los derechos de la gente, cuando es
precisamente el representante de la violación, de la justificación de la
violación de los derechos y de las libertades, el encargado de recortar las
libertades de la gente. Entonces todo ese recorrido de justificación del
paramilitarismo, quema de libros, y hasta cuando fue consejero de Estado y
todos esos conceptos favorables a violadores de derechos humanos, hasta ahora
cuando es procurador, todas esas decisiones tan polémicas en contra de las
mujeres, en contra de la población Lgtbi, en contra del proceso de paz, en
contra de las víctimas del Estado, su sistemático silenciamiento de la
responsabilidad del Estado, todo eso hace parte de esa Colombia de la
Constitución de 1886 que se quiere volver a instaurar. Es la restauración del
conservadurismo, del alzatismo, del laureanismo y todas esas expresiones que
hemos conocido en nuestra historia del pensamiento de ultraderecha.
¿Cuál es la peor canallada que han cometido o dicho
de usted?
No sé. Yo
intento de alguna manera no dedicar mucho tiempo a los ataques, improperios,
calumnias, persecuciones, atentados y amenazas que se diseñan en mi contra,
pero por supuesto la idea de querer presentarme como el aliado de los asesinos
de mi padre, porque he recogido declaraciones de paramilitares contra Uribe y
su respuesta ha sido esta, de intentar presentarme como el aliado de los
asesinos de mi padre, es una infamia, pero es propia de una mente que vive en
la infamia y es una forma de concebir la realidad, que lanza a quienes se le
oponen los infundios que hacen parte de ese sustrato inmoral en el que se
desarrolla esa personalidad y esa actividad tan descompuesta que implica la
vida política de Uribe.
¿Iván Cepeda Castro perdona pero no olvida?
Iván Cepeda
trabaja por la paz democrática de este país, y todo lo que implique el avance
de eso es fundamental, pero por supuesto no debemos olvidar nuestro pasado. El
maestro Carlos Gaviria Díaz decía que el sustento de la antidemocracia es la
ignorancia, y el olvido es parte de la ignorancia. Debemos conocer nuestra
historia, no olvidarla, nutrirla y tener muy clara la consciencia para no ser
prisioneros del sojuzgamiento de nuestra dignidad y de nuestra libertad.
Es un claro soliloquio con la Conciencia, de quien tiene una aquilatada formación académica; pero cuya mayor ilustración esta cimentada en sus vivencias familiares y personales; las cuales ha ponderado sabiamente con los conocimiento de las oscuras causas de las infamias… de los autores y coautores de esas atrocidades, cómplices…, sin llenarse de prejuicios ni necios sentimientos de amargura o auto conmiseración …
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