miércoles, 6 de marzo de 2013

El superagente del recontraespionaje

Illich Ramírez pasó de ser un ciudadano del común al terrorista más buscado del mundo. Dar en el blanco, sin embargo, no era su principal característica. (Esta crónica la publiqué en el diario El Espectador el miércoles 17 de agosto de 1994).
 
Aunque los servicios de inteligencia del mundo entero califiquen a Illich Ramírez como el terrorista más peligroso de los últimos veinte años, y por lo tanto el más buscado, algunos capítulos de su vida más bien se podrían comparar con la carrera del astuto Super-agente 86 de la serie cómica de televisión.
 
A El Chacal le han achacado desde la década de los 70 atentados y crímenes al por mayor; señalamientos que contribuyen a forjar la imagen de un curtido criminal al que no se le escapa el más mínimo detalle y por ende el calificativo de Coco Universal.
 
Bajo la influencia de Wadi Haddad, un líder radical del Frente Popular para la Liberación de Palestina, El Chacal tuvo su primer 'trabajo' de consideración en 1973. Su misión era asesinar a Joseph Edward Sieff, vicepresidente de la Federación Sionista de Gran Bretaña. Con la pistola Beretta casi tocando la cara de Sieff, que estaba en el baño de su casa, El Chacal le disparó y la bala le penetró por debajo de la nariz pero no le hizo gran daño. "Traté de disparar dos veces más, pero las malditas balas no salieron", confesó, así que tuvo que salir corriendo del lugar. Sieff se salvó.
 
Un mes después le pidieron dinamitar un banco en Londres. El Chacal entró al edificio, abrió la puerta con fuerza y mientras iba a arrojar el paquete de explosivos plásticos, la puerta se regresó, le pegó en el codo y la bomba salió disparada para otro lado, sin lograr su cometido.
 
Su carrera de desaciertos continuó. En enero de 1975 le encomendaron que destruyera un avión de la aerolínea israelí El Al en el aeropuerto parisino de Orly. Su comando apuntó la bazooka hacia el Boeing 707, con 136 pasajeros a bordo, pero el cohete pasó por encima e hizo impacto en un DC9 yugoslavo vacío. Un segundo disparo dio en un edificio administrativo y no causó víctimas. Con su fuerte retroceso, la lanzadora destruyó el panorámico del vehículo en el que huirían los terroristas.
 
El comando recibió la orden de insistir, así que el viernes siguiente El Chacal y sus hombres hicieron un ensayo general sin armas, y de paso tomaron nota de las medidas de seguridad. Para su segundo intento escogieron la terraza del aeropuerto. Pero un detalle así de chiquitico se les había pasado por alto: los baños para armar la bazooka estaban todos ocupados y había largas colas para entrar. Así que mientras el comando logró entrar al baño, el avión israelí ya se había alejado de la plataforma y estaba listo para el despegue. El arma más potente (una RPG-7) la tuvieron que dejar abandonada el día del primer atentado, así que esta vez sólo tenían una RPG-2 de menor alcance. Cuando a pesar de encontrarse a una distancia inalcanzable de 250 metros el comando levantó la bazooka, un guardia abrió fuego y la locura se apoderó del lugar.
 
Sus patronos de entonces lo iban a ejecutar por haber desbaratado toda la infraestructura europea del Frente Popular, pero El Chacal se salvó gracias al mito que se había creado en torno a su nombre. Su misión para 'rehhabilitarse' fue la toma de la cumbre de los once ministros de la OPEP en Viena (Austria) en diciembre de 1975. Su comando entró al recinto, apagó las luces y parado en la mitad, El Chacal gritó: "Mi nombre es Carlos, ustedes de pronto han oído hablar de mí".
 
"Nadie iba a discutir con este hombre y nadie sabía de las bombas sin explotar y de los atentados frustrados, entonces sus peticiones fueron leídas en los medios de comunicación, se le dio un avión y se fueron con los rehenes a Argelia. Pero en este punto El Chacal cambió la agenda: dejaron que los ministros árabe e iraní siguieran con el resto, contrario a lo acordado, y a cambio pidió viente millones de dólares", me dijo el escritor británico David Yallop, a quien entrevisté en agosto de 1994.
 
Y es que si existe un particular que le haya seguido las pisadas a El Chacal, esa persona es Yallop, autor del libro 'Hasta los confines de la Tierra' (Editorial Planeta), cacería en la cual invirtió más de diez años.
 
Su linbro empieza a propósito, como dice Yallop, con una lista extraordinaria de crímenes en los que Illich Ramírez figura como autor. Allí se incluye la muerte de once atletas judíos en las Olimpíadas de Munich 72. "De El Chacal se llegó a decir  que nació en diecinueve países", afirma Yallop, quien critica lo que él califica como las imprecisiones y mentiras que han sido publicadas por interés de los servicios de seguridad del mundo".
 
"Los americanos, los británicos, los soviéticos y el Mossad de Israel crearon el mito más extraordinario que he examinado en mis 56 años de vida de investigador y empezaron a culparlo dependiendo su conveniencia, y la lista crecía y crecía. La historia de este hombre se la podía hacer continuar sin fin, para lo cual ayudaba mucho que fuera latino (venezolano) y por lo tanto exótico, machista y con amantes en Colombia, Venezuela, Francia e Inglaterra. Pero quizá ahora sea prudente mirar la realidad", concluye Yallop.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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