martes, 7 de mayo de 2013

"El Gobierno quiere enterrar el caso Interbolsa", dice Alberto Donadio en esta segunda parte de la entrevista sobre su libro "El cartel de Interbolsa"



Segunda parte de la entrevista al periodista Alberto Donadio, quien investigó el mayor escándalo financiero de los últimos años en Colombia y acaba de publicar el libro “El cartel de Interbolsa. Crónica de una estafa financiera”.

“Esta vez los truhanes no tienen los mismos antecedentes de los de hace 30 años: sus familias no son de ‘cunas humildes’; no tienen ojos de vidrio; no cenan en restaurantes venidos a menos; sus oficinas no quedan en edificios de mal gusto, construidos en zonas deterioradas del centro. Son señoritos y señores nacidos en ‘nobles cunas’; criados en casas lujosas; educados en los mejores colegios; miembros de los clubes sociales más aristocráticos; sus problemas de salud son atendidos por los mejores especialistas en el exterior; cenan en ‘Andrés Carne de Res’. Visten trajes de Armani. Y a veces, en las mañanas, viajan a Miami en jets privados a jugar un partido de golf y regresan en la tarde”.

Esto lo dice Juan José Hoyos en su columna “Unos hampones bien vestidos”, del diario El Colombiano, al referirse a los protagonistas del escándalo de Interbolsa, desenmascarados por el periodista investigativo Alberto Donadio en su más reciente libro “El cartel de Interbolsa. Crónica de una estafa financiera” (Editorial Sílaba, 175 páginas), el cual fue presentado en la UNAB el pasado 29 de abril.

Y prosigue Hoyos:  “Sin embargo, sus operaciones fraudulentas con el dinero ajeno parecen copiadas de los hampones del Grupo Colombia que estafaron a miles de pensionados y viudas. Ellos, como sus antecesores, recibían a manos llenas miles de millones de pesos de ahorradores a los que les prometían el oro y el moro. Unos y otros se enamoraron de Fabricato para especular con sus acciones. Ciertas historias de la vida se viven primero como comedia y luego se repiten como tragedia”.

Donadio, junto a Daniel Samper y Gerardo Reyes, fundó la Unidad Investigativa del diario El Tiempo, es columnista de El Espectador, responsable del blogs.elespectador.com/interbolsa/ y autor de libros como “Banqueros en el banquillo”, ¿Por qué cayó Jaime Michelsen?, “Los Farsantes”, “Los hermanos del presidente”, “El Uñilargo: la corrupción en el régimen de Rojas Pinilla” y “Guillermo Cano, el periodista y su libreta”.

“El tema parece muy complejo y no muchos periodistas se le miden. Hay poquita competencia. Por eso hasta un periodista de la tercera edad en Bucaramanga puede meter la cucharada. Gracias al blog sobre Interbolsa en El Espectador, pude entrar en contacto con clientes, abogados, gente del mercado de valores, fuentes que querían contar cosas. Claro que ayuda haber escrito sobre la crisis financiera de 1982 y el escándalo de los fondos de inversión de Jaime Michelsen. Y haber visto actuar a gente recia como don Hernán Echavarría Olózaga y Germán Botero de los Ríos, exgerente del Banco de la República. Figuras de esa rectitud no hay hoy en Colombia”, manifestó Donadio al ser abordado por la revista Semana.


Usted suelta cifras de 70 mil millones de pesos, 300 mil millones, 50 millones de dólares… si tuviera que sumar, ¿a cuánto llegaría el ‘tumbilis’?

¡Un millón de millones!, y es posible que sea más. Y luego hay por ejemplo otra estafa que es gravísima, que fue la que se cometió el año pasado cuando Rodrigo Jaramillo empezó a decir que iban a vender la comisionista, como han vendido partes de comisionistas en Colombia a bancos chileños y brasileros y como Interbolsa iba a bien y como era la firma más grande, muchos inversionistas pequeños que tenían veinte millones, cincuenta millones, compraron acciones. Toda la información pública que se daba a conocer sobre Interbolsa era buena. Si se vendía obviamente esa inversión iba a valer más y ahora resulta que eso fue parte de la estafa. Interbolsa no se iba a vender, tenía la soga al cuello con el problema de Fabricato, pero si uno repasa la prensa económica del año pasado hasta en el mes de septiembre hay una entrevista donde Rodrigo Jaramillo dice que ya hay una valoración y que la firma se puede vender por cuatrocientos treinta millones de dólares. Ahora el liquidador dice que le quedaron seis mil millones de pesos, o sea tres millones de dólares. ¿Dónde se evaporaron  cuatrocientos veintisiete millones de dólares? Y mucha gente, pequeños accionistas, fueron engañados y creo yo estafados también, porque la información que hay en el mercado tiene que ser confiable. No puede haber información engañosa porque para eso existe un sistema de información pública y cualquier cosa que le pasa a una entidad financiera se puede conocer a través de la página de la Superintendencia. Todo lo que afecte el valor de un banco o de cualquier institución financiera, tiene que informarlo esa institución al público y los de Interbolsa estaban avisando que venía una noticia muy buena: la venta por una gran cifra. Ahí engañaron a mucha gente en cuantías pequeñas pero que globalmente son muy grandes.

En el último capítulo de su libro, usted cita a Juan Manuel Santos cuando dice “Donde ponemos el dedo… sale pus”, y lo titula “El Presidente tuvo la culpa”. ¿Esta parte se la ayudó a escribir Álvaro Uribe para cobrársela a Santos o por qué usted se atreve a asegurar que la culpa es del primer mandatario?

Me lo ayudó a escribir la Corte Constitucional. Hay sentencias de la Corte donde dice que la función de la Superintendencia es evitar los hechos criminales en el sector financiero y evitar que haya conductas irregulares o riesgosas. Entonces como el Presidente de la República tiene por la Constitución la misión de vigilar y cuidar el ahorro privado, pues no la cumplió. ¿Y esa misión de vigilar para qué es? ¡Pues para que no se roben el ahorro privado! No es para someter a las instituciones financieras a que manden balances y papeles y archivarlos; es precisamente porque como están manejando recursos del público, el Estado les ofrece esa protección, y en este caso el Presidente no cumplió con su deber. Y era una situación que se fue agravando, que no ocurrió en tres o seis meses, venía desde 2009. La mantuvieron en secreto. La Superintendencia parcialmente la conoció, entonces es responsable como también por lo que no conoció. Ahora han venido algunos a decir que cómo podía la Superintendencia enterarse si un delincuente lo primero que hace es esconder su delito para que no lo cojan, pero es que el problema es al revés, que la Superintendencia no puede dejar que un delincuente esté en el sector financiero. Puede haber un delincuente como David Murcia (DMG) en el Putumayo o donde sea que haga operaciones fuera del sector financiero no vigilado, que son más difíciles de detectar, pero dentro del sector financiero no puede haber alguien que les ofrezca a los clientes una cosa y haga otra. Eso está prohibido, eso es un abuso, pero el Gobierno les dejó hacer eso. Entonces la responsabilidad es por ahí. Venir a exculpar al Gobierno porque estos tipos eran unos delincuentes… ¿y quién los dejó posesionar y quién los dejó actuar? Nadie puede ser nombrado en el sector financiero si no le da posesión el superintendente, ¿y qué tiene que vigilar? La honorabilidad y moralidad de esa persona, o sea que no se robe la plata. Esas demandas van todas a triunfar, dentro de muchos años, pero la responsabilidad es clarísimamente del Gobierno, y eso explica la diferencia que ha habido entre las muchas declaraciones que dio Juan Manuel Santos en el caso de David Murcia y las poquísimas que ha dado ahora porque se siente naturalmente culpable de la omisión del Gobierno. Esto sucedió no desde el Gobierno de (Andrés) Pastrana y desde el Gobierno de (Álvaro) Uribe como lo de Nicaragua y San Andrés, sino que sucedió únicamente en su Gobierno. Se gestó en su Gobierno y el Gobierno pudo haberlo frenado a tiempo, y la Bolsa de Valores también, que tenía la obligación de proteger a la propia comisionista para que no se quebrara. Ellos sabían que esos repos estaban en niveles astronómicos, pero no hicieron nada y ahora vienen a decir que estaban en niveles normales. ¡No estaban en niveles normales! Si ellos hubieran frenado esas operaciones a tiempo no solamente salvan a miles y miles de inversionistas, sino a la propia comisionista que era un deber de la Bolsa evitar un escándalo que les estalló a ellos allá y que es más grave que el escándalo de David Murcia, porque este tipo es alguien que opera al margen de la ley, pero estos señores de Interbolsa estaban dentro de la ley y por eso su estafa es más grave porque engañan dentro del sistema financiero a unos particulares de buena fe, que no son los responsables de que los hayan engañado ya que fueron a una firma sólida, grande, la más importante, confiaron en el consejo que allá les dieron, y los engañaron. Hicieron con la plata una cosa que no estaba autorizada.


En los años noventa había un guerrillero que montaba retenes en la vía Bogotá-Villavicencio cada vez que quería, y la gente se preguntaba cómo era posible que las Fuerzas Militares no supieran dónde se escondía ‘Romaña’, pero los periodistas sí lo localizaban. ¿Cómo es posible que la Superintendencia se haga la de ‘vista gorda’ pero un caricaturista como Vladdo termine destapando el escándalo?

Lo que hizo Vladdo muestra que en el sector financiero se sabía lo que estaba pasando. Se sabía que Interbolsa se iba a reventar y es absurda la explicación que ha dado el Gobierno de que ellos solo podían actuar cuando Interbolsa entrara en cesación de pagos, pero es que hay otra función de la Superintendencia que es evitar que una firma en entre en iliquidez o en cesación de pagos. Hay una cantidad de medidas previas. La Superintendencia es la única entidad en Colombia que puede decirle al presidente de una entidad financiera: ‘Usted no me gusta. ¡Se retira ya!’. Eso no lo puede hacer el Gobierno frente al presidente de ninguna otra compañía en Colombia. La Superintendencia tiene plenos poderes precisamente porque tiene que proteger el ahorro privado. ¿Entonces cómo permitieron que se hiciera esa apuesta de Fabricato durante tanto tiempo, con tanto riesgo para la firma y riesgo para la clientela? ¿Por qué no frenaron eso cuando se podía frenar? La responsabilidad clarísima aquí es del Gobierno, del presidente Santos y del superintendente. Este superintendente (Gerardo Hernández) por las declaraciones que ha dado, le parece a uno que sería un excelente superintendente partiendo de la base de que todo el sistema financiero es manejado por ángeles, por personas perfectas, correctas y honorables, y eso no se puede decir en ningún país del mundo porque siempre hay unos que se saltan las reglas y que violan la ley. Entonces este señor viene a decir que ellos se enteraron después de la intervención. ¡Pues ahí está la culpa! Tenían que enterarse antes de la intervención y actuar con suspicacia porque hay gente que quieres hacer operaciones que están prohibidas o son demasiado arriesgadas y hay que frenarlas para que no causen estos desastres. Si hubieran actuado antes, esto no pasaba. Era perfectamente evitable este traumatismo tan grande para tanta gente y tan injusto, porque muchos clientes son personas de recursos limitados que tenían cien, doscientos o trescientos millones, pero no es que en otra parte tenían otros quinientos y en otra mil millones más. Fue un engaño hecho a personas de clase media, y aunque hay algunos inversionistas de más envergadura que perdieron mucha plata. Pero la mayoría de los cuatro mil clientes de la cartera donde se robaron setenta mil millones, son personas mayores de cincuenta o sesenta años, jubilados, que tenían alguna herencia o habían vendido una casa y puesto ahí la plata y esperaban su cheque del cinco o el seis por ciento. No eran inversionistas arriesgados y perdieron mucho porque eso era lo que tenían. Fue un desastre causado por la tolerancia y la indolencia del Gobierno.

¿Qué tanto influyó en su motivación para escribir el libro el blog que le propuso Fidel Cano -director de El Espectador- una vez estalló el escándalo?

Totalmente, porque las historias de los damnificados me permitieron conocer el caso, y la motivación de escribir el libro es contar lo que le pasó a esta gente, que además el Gobierno no la protegió a tiempo y ahora los está tildando de evasores fiscales, les está diciendo que vayan a reclamar a Curazao y los sigue desprotegiendo. Es para darles una voz a esas personas, que son miles en el país, que fueron estafadas dentro del sistema financiero. Mantener el caso vivo, porque el Gobierno quiere enterrar el caso de Interbolsa y por eso los anuncios de que ya devolvieron, pero ellos hablan de lo que devolvieron a los que no perdieron, pero no hablan de lo que no se les ha devuelto a los que sí perdieron. El Gobierno tiene mucho afán por su responsabilidad en este desastre y tiene mucho afán de dar por finalizado este ‘incidente’, cuanto esto no es un incidente. El valor de las acciones negociadas en la bolsa en febrero cayó un cuarenta y cinco por ciento frente al mes de febrero del año pasado. Eso es un desastre. En estos días daban la estadística de que la producción industrial en febrero cayó el cero coma cinco por ciento. ¡Eso no es nada! Una caída de las negociaciones en un cuarenta y cinco por ciento es un desastre debido a Interbolsa, porque le quitó la confianza a los clientes, y eso es gravísimo porque la confianza había retornado después de muchísimos años en que los pequeños inversionistas no se metían a la bolsa por las estafas y escándalos del Grupo Grancolombiano hace treinta años. Llevaban casi diez años los inversionistas otra vez con confianza en la bolsa desde que salieron las acciones de ISA, de Ecopetrol, y entró mucho inversionista pequeño. Pero ahora resulta que ese inversionista le tiene miedo porque si lo estafan en la firma más grande de la Bolsa de Valores, qué no le puede pasar en otra que ni siquiera tiene ese tamaño.

¿Su próximo libro será “La novela de Alessandro Corridori, el ‘vaciado’ que se volvió multimillonario”?

Podría ser porque ahí hay ribetes novelescos en lo que hizo Corridori con Fabricato. Una persona que llega ‘limpia’ a Colombia y termina con plata ajena apoderándose de Fabricato y moviéndose en unos círculos de miles de millones de pesos. ¿Cómo lo hizo? ¿’Cuál fue la habilidad que tuvo para llegar a donde llegó? Es una cosa casi cinematográfica.

Jaime Michelsen Uribe, Félix Correa, David Murcia, Interbolsa… ¿Colombia es un terreno fértil para este tipo de escándalos financieros?

Colombia es terreno fértil para escándalos financieros pero este de Interbolsa es solamente comprable con lo que hizo Michelsen y el Grupo Grancolombiano con los fondos de inversión, porque era también dentro del sistema financiero, fondos ofrecidos por un grupo financiero muy importante y de mucho prestigio, pero que hacía trampas y que estafó a la gente. Las otras comparaciones no son iguales porque Félix Correa era un señor que ofrecía intereses muy altos para atraer clientes, y en Interbolsa no estaban ofreciendo eso. La comparación es con la estafa que se hizo con los fondos de inversión en que para apoderarse de unas empresas usaron el ahorro privado, idéntico a lo que hicieron aquí que se querían apoderar de una empresa para luego revenderla, embolsillarse la ganancia y devolverle a los clientes la plata que habían cogido. No les resultó, entonces es plata se perdió.


¿Para qué tiene que servir el libro “El cartel de Interbolsa”?

Para que se terminen de conocer todos los pormenores de la estafa, que hasta el momento no se conocen, y toda la participación de todas las personas que tienen una responsabilidad penal o administrativa en esto, porque eso es lo que el Gobierno quiere evitar: que el escándalo se agrande, y el escándalo solo se va a conocer cuando se someta al rigor de la investigación penal a los administradores de esta plata que la desviaron. Tiene que servir para que no se trate a unos estafadores con privilegios y a otros con arbitrariedad, como fue el caso de David Murcia que porque operaba en La Hormiga (Putumayo) a él sí lo meten preso y lo extraditan en días, y aquí los otros estafadores tienen unos privilegios de estarse reuniendo con el Gobierno y prometiendo que ellos van a responder y a pagar con su propio bolsillo, y a reunirse con sus abogados. ¿Por qué? Si hubo el mismo fenómeno que fue el abuso de la confianza.


(Recuadro)
Unos hampones bien vestidos

Juan José Hoyos, en su columna del diario El Colombiano, dice: “Interbolsa era un cartel con fachada de comisionistas, los más importantes de Colombia. Su presidente era al mismo tiempo el presidente de la junta directiva de la Bolsa de Valores de Colombia. Su maniobra de engaño fue, pues, mayor y más grave su golpe a la confianza pública. 

La mayoría de sus clientes eran de Medellín, donde Interbolsa era el rey. Aquí tenía su sede principal, vaya una paradoja, en la misma trágica esquina de la Avenida Oriental con La Playa, donde funcionaba el siniestro Grupo Colombia.

Según Donadio, Interbolsa rompió todos los récords delincuenciales. Defraudaron escuelas de altas finanzas como la Universidad Eafit; bancos; conventos; colegios religiosos; grandes empresas concesionarias de carreteras, y miles de ahorradores, como María Kamila Pineda, una estudiante de Bogotá de 21 años que perdió a su padre e invirtió en Interbolsa el seguro de vida que él les dejó a sus hijos para financiar sus estudios”.

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