Alberto Donadio
acaba de publicar su investigación sobre el mayor escándalo financiero de los
últimos años en Colombia. Entrevista exclusiva al periodista que se atrevió a
sumergirse en esas tenebrosas aguas y hoy asegura que el Gobierno está tratando
de echarle tierra al asunto. (Primera parte)
“Por lo que se
sabe, parece que las únicas personas honorables, no sancionadas, ni expulsadas,
ni bajo sospecha, que trabajaban en Interbolsa eran los vigilantes y las
señoras que servían los tintos”, dice el periodista Alberto Donadio.
Esta afirmación
la formula en su libro “El cartel de Interbolsa. Crónica de una estafa
financiera” (Editorial Sílaba, 175 páginas), el cual fue presentado el lunes
29 de abril a las 6:30 de la tarde en el Auditorio ‘Jesús Alberto Rey’ de la
Universidad Autónoma de Bucaramanga, UNAB.
Abordé al
experimentado investigador, fundador de la Unidad Investigativa de El Tiempo junto a Daniel Samper y
Gerardo Reyes, columnista de El
Espectador y autor de libros como “Banqueros en el banquillo”, ¿Por qué
cayó Jaime Michelsen?, “Los Farsantes”, “Los hermanos del presidente”, “El
Uñilargo: la corrupción en el régimen de Rojas Pinilla” y “Guillermo Cano, el
periodista y su libreta”.
Según el calibre de su señalamiento inicial, ¿‘es
tan escandaloso el escándalo’ de Interbolsa? ¿Esto era una cloaca?
Es tan
escandaloso porque las personas que estaban en Interbolsa, sus administradores,
y se vino a saber ahora porque no se sabía antes, incurrieron en conductas que
son totalmente abusivas para personas que tienen a su cuidado el manejo del
dinero ajeno y que si se hubiera sabido lo que hacían, los clientes jamás
habrían ido a llevar plata a esa comisionista. Nadie habría ido allá si hubiera
sabido lo que hoy sabe, pero el engaño estaba muy bien montado porque estaba
amparado en una cosa que hacía que la gente no sospechara, que era la principal
comisionista de la Bolsa de Valores, y entonces esa fachada fue lo que sirvió
para el engaño. De la misma manera que si eso se hubiera hecho en uno de los
grandes bancos del país o de cualquier país, facilita la estafa porque la gente
dice: un banco de esta dimensión, de este tamaño, de este capital, no puede ser
un banco manejado por ladrones. Y ellos se aprovecharon en Interbolsa de eso.
Hay gente en
Medellín que ha estado en bolsa, que dice que lo que Interbolsa hizo antes de
la quiebra lo venía haciendo desde que se creó. Todos esos actos deshonestos
venían desde el principio.
Piense que quien lea esta entrevista no es un
conocedor del tema. ¿Cómo sería un ‘Interbolsa para dumies’?
Lo que sucedió
es muy sencillo: los clientes que habían ido a Interbolsa a colocar una plata
en inversiones seguras, con rentabilidades normales, fueron estafados porque no
pusieron la plata en eso que ellos estaban buscando, sino en inversiones
especulativas y de alto riesgo que iban a beneficiar a los dueños de Interbolsa
en una especulación con acciones de Fabricato. Entonces fue simplemente un
engaño: clientes que estaban buscando seguridad para su plata, terminaron
invirtiendo sin saber en cosas que eran de muy alto riesgo y que se quebraron.
¿Quiénes fueron los protagonistas de esta ‘película’
y qué papel desempeñaron?
Las personas que
por lo que se sabe ahora son los protagonistas principales de la quiebra son:
Rodrigo Jaramillo, fundador de Interbolsa y presidente; Jorge Arabia Wartenberg,
vicepresidente financiero; Álvaro Tirado Quintero, presidente de la
comisionista; y Mauricio Infante, que era el que manejaba las carteras o fondos
colectivos. La responsabilidad de ellos hoy, a seis meses de la intervención,
está clara y demostrada, y su participación en decisiones que implicaban desvío
de los fondos de la gente, en actividades ilegales como fue tomar setenta mil
millones de una cartera colectiva para pasárselos a la casa matriz de
Interbolsa.
Ellos son los
protagonistas. Hay otros muy importantes en esa película, pero cuya
responsabilidad en la quiebra todavía habría que definirla. Serían Tomás
Jaramillo, de quien hay que aclarar que él no tenía un cargo dentro de
Interbolsa, siendo el hijo del dueño, siendo uno de los dueños del Fondo
Premium donde se perpetró una de las estafas más grandes que suma trescientos
mil millones de pesos que no están, que no se pueden recuperar y que lo que se
recupere va a ser mucho menos de la mitad. También Juan Carlos Ortiz, como
fundador y administrador durante muchos años del Fondo Premium, y una persona
que tuvo una importancia vital en el crecimiento de Interbolsa, que había sido
al principio una firma de bolsillo sin ninguna trascendencia y que creció
gracias a la habilidad de él, habilidad que no siempre se identifica con la
ortodoxia financiera.
Pero tiene que
haber mucha más gente de mandos altos y medios, que hasta ahora tal vez se
saben los nombres pero la responsabilidad penal no está establecida. Han
surgido unos datos muy interesantes: por ejemplo las reclamaciones laborales
que se presentaron ante el liquidador Ignacio Argüello, el presidente de la
comisionista pidió que le pagaran a él dos mil cuatrocientos millones de pesos,
lo cual incluía la bonificación por el éxito de la comisionista en los años
2010, 2011 y 2012. Se lo rechazaron y le rechazaron otro pago que se llama ‘Los
garantizados’, parece que había sumas garantizadas. En el caso de Álvaro Tirado
Quintero la suma mensual garantizada era de cuarenta y tres millones. Entonces
había una feria de plata muy grande y no quedó casi nada. Interbolsa se
presentaba como un grupo financiero internacional con ramificaciones en Estados
Unidos, Panamá y Brasil. Las acciones de Interbolsa se cotizaban en la bolsa en
Estados Unidos; Rodrigo Jaramillo estuvo hace unos años abriendo la rueda de la
Bolsa de Nueva York, que es una cosa reservada a jefes de empresas muy
importantes. Y ahora resultó que ese grupo que dizque lo iban a vender por
cuatrocientos o quinientos millones de dólares, no vale nada. Los edificios no
son de Interbolsa porque se los habían vendido a los clientes a través de
carteras colectivas. Una de las cosas que hay que averiguar es si los dueños de
Interbolsa en los últimos meses vendieron sus acciones porque sabían lo que se
venía. Hay setenta u ochenta mil millones de repos, de préstamos que ellos
salieron a pedir contra sus acciones, probablemente porque sabían que eso se
iba a cerrar y entonces dejaron a la gente que prestaba la plata con unos
papeles que no valen nada pero ellos sí cogieron la plata. Entonces el
faltante, sin contar los accionistas, es de por lo menos quinientos mil
millones de pesos, y el grupo Interbolsa no tiene nada. En Panamá se vendió la
filial por dos millones cien mil dólares, pero porque tenía un millón
ochocientos mil dólares en el banco, o sea que la firma valía trescientos mil
dólares y la tenían en libros por veinte mil millones de pesos. Era, según
parece, un castillo de naipes.
Su libro no acaba de salir y Semana ya está publicando “Interbolsa: la caja de Pandora. Serios
indicios de una posible captación ilegal de dinero le darían un vuelco a este
caso”. ¿Este es una historia de nunca acabar?
Sí porque no ha
sucedido lo que sucede en otros escándalos financieros: que es que se llevan presos
a uno, a dos o a tres y ellos cuentas lo que realmente pasó y acusan a los
otros. Como la Fiscalía no ha detenido a nadie, pues hay muchas cosas que no se
saben y que explotarán después. Cosas que eran secretas y que las manejaba un
grupo muy restringido de personas, menos de diez personas, es imposible que las
averigüe nadie a menos que alguien cuente, y ahora va haber un incentivo de que
alguien cuenta porque quiere deslindar responsabilidades frente a los demás. Lo
que hicieron el año pasado con la emisión de bonos en Luxemburgo, que fue una
estafa abierta por cincuenta millones de dólares. Se conoce que fue una estafa,
¿pero quiénes intervinieron? Se sabe que intervinieron Rodrigo Jaramillo y
Jorge Arabia, ¿pero nadie más en la compañía sabía? ¿O sí había más gente que
sabía y hasta ahora no se sabe quiénes son? ¿Cuándo se va a saber? Cuando esos
administradores estén detenidos y canten y acusen a los demás, porque era un
grupo de pocos jefes. Los jefes eran cinco, seis o siete, y muchos empleados subalternos,
y muchos corredores, y esos corredores probablemente hicieron cosas ilegales
como se sabe, operaciones no autorizadas, ¿pero las hicieron por cuenta propia
o porque desde arriba les dieron permiso para hacerlas? Todas esas cosas están
en el aire.
Si alguien vende una rifa ‘pirata’ en Vichada, pues
se puede decir que por allá no hay nadie que lo controle. Pero en un caso de la
magnitud de Interbolsa la pregunta es: ¿Qué hicieron la Superintendencia y la
misma Bolsa de Valores de Colombia? ¿O se hicieron los de la ‘vista gorda’?
¿Cuál es la responsabilidad que les cabe?
Pues esas son las
preguntas que se hacen las víctimas: ¿Dónde estaba la Bolsa de Valores? ¿Dónde
estaba la Superintendencia? Porque el golpe para las personas que perdieron
plata es doble ya que no estaban buscando inversiones de riesgo y porque habían
invertido en una firma vigilada por la Superintendencia y la más grande de toda
la Bolsa. Entonces no conciben que los hayan estafado, que les hayan dicho que
estaban invirtiendo en papeles de renta fija cuando eso no era cierto, que
estaban invirtiendo en distintos países del mundo cuando todo estaba
concentrado en Fabricato, entonces la conclusión a la que llegan las víctimas
es que ese aviso de “Vigilado Superfinanciera”, no vale nada, porque no estaba
vigilado y esto se detectó en una etapa inicial y la Superintendencia lo dejó
pasar, y lo más grave es esto: los señores de Interbolsa tenían fama en el
sector financiero de hacer cosas que otros no hacían. La Superintendencia es la
que posesiona a los que están en la junta y a los representantes legales, y es
la Superintendencia la que tiene que saber quién es un banquero honorable y
quién no lo es. Y habiendo en el mercado conocimiento de que estos señores
desde hace mucho tiempo hacían cosas ilegales y abusaban del manejo de la plata
de la gente, los dejaron seguir operando. O sea, la responsabilidad claramente
es del Gobierno, y además hay el antecedente de que por esto mismo que hicieron
el año pasado los habían cerrado hace diez años durante tres días, porque
habían tomado plata de los clientes para invertirla en acciones de la propia
Interbolsa, solo que en esa época no se quebraron y fue una operación de mil
quinientos millones; ahora fue de trescientos mil millones, se les abrieron las
agallas y se quebraron. Pero los antecedentes de estos señores eran conocidos.
No eran conocidos por la clientela. Quien permitió que banqueros abusivos
llegaran ahí son dos entidades: la Bolsa de Valores porque a Rodrigo Jaramillo
lo tenía de presidente de su consejo directivo, y la Superintendencia que le
daba un aval implícito como presidente de la firma más grande de la Bolsa de
Valores.
Entonces ningún
cliente damnificado tiene que echarse la culpa porque todos esos clientes
obraron con prudencia y acudieron a la institución más grande del mercado de
valores. Impensable que allá los fueran a engañar y a estafar, porque ese es un
negocio de confianza. Se llama comisionista porque legalmente opera bajo la
forma del contrato de comisión. Un particular busca a alguien para que le haga
un mandato, que es el comisionista, que consiste en invertir su plata pero bajo
unas instrucciones, por eso todas las llamadas que hacen los clientes de las
comisionistas de bolsa se graban porque como son negocios que se hacen rápido,
tiene que haber una prueba de que el cliente dio la orden. Aquí los clientes
decían queremos una inversión segura, estable, y les decían claro que sí, les
ofrecemos este producto financiero y cogían esa plata para hacer otra cosa, y
engañaron a miles y miles de personas durante mucho tiempo. ¿Quién es el
responsable? Pues los representantes legales y los miembros de la junta son
responsables, pero la mayor responsabilidad es la del Gobierno que permitió que
estas personas se apoderaran de una firma tan importante y engañaran a la
clientela con ese escudo de ser la firma más grande. Y era la firma que más
negocios movía -porque movía la tercera parte de los negocios de la bolsa-, la
que más publicidad hacía, la que era conocida por todo el mundo. Entonces el
cliente ahora dice pero cómo pudo suceder, y tiene toda la razón. Pudo suceder
únicamente porque la Superintendencia dejó que eso sucediera.
¿A los miles y miles de ‘tumbados’ quién podrá
defenderlos?
El problema es
que la mayor parte de la plata se esfumó. No es que alguien se la llevó o la
tiene en un ‘paraíso’ fiscal, sino que se esfumó en una apuesta financiera por
Fabricato. Entonces quien va a responder, pero dentro de muchos años, es la
Nación pagando las demandas por daños en el servicio, porque aquí hubo una
falla en el servicio. Cuando a uno le dicen “Vigilado Superfinanciera”, y eso
es lo que el cliente oye en la radio, ve en los avisos de prensa, en la
publicidad de los comisionistas, es porque hay implícito un aval de protección
que el Estado da, precisamente para diferenciar esas firmas de las ‘pirámides’
o de las captadoras ilegales que funcionan en la calle. Entonces la protección
del Estado falló en este caso y el Estado va a tener que pagar. Es la única de
que esas personas obtengan una indemnización. En algunos casos específicos
puede ser que se recupere una plata, pero la plata grande no está en ningún
lado, se esfumó, no la tiene nadie.
Hay clientes que desesperados por la situación han
optado por medidas extremas como el suicidio, pero también me he encontrado
optimistas que están confiados y relajados pensando que les van a devolver todo
el dinero.
Hay
algunas inversiones donde hay una recuperación visible, pero son muy limitadas.
En los bonos de Luxemburgo está todo perdido, que son cincuenta millones de
dólares; en el Fondo Premium probablemente más de la mitad está perdido y esos
son trescientos mil millones de pesos; las operaciones no autorizadas que les
hicieron a muchos clientes eso probablemente está perdido; repos sobre
Interbolsa está perdido; acciones de Interbolsa valen cero.
Entonces hay
algunos casos de algunas carteras donde de pronto la pérdida es de un veinte
por ciento, pero en general los de Interbolsa hicieron moñona en contra de los
clientes porque arrasaron con un patrimonio gigantesco, y lo más grave es que
no perdieron los clientes que habían ido a Interbolsa a buscar inversiones de
riesgo -o sea acciones-, porque a ellos todas sus inversiones se las
traspasaron a otras comisionistas; fue a las personas que estaban buscando
renta fija, inversión segura, cinco o seis por ciento, a las que estafaron, lo
que hace más grave la desprotección de la Superintendencia Financiera porque
ninguno de esos clientes estaba pidiendo intereses altos. Entonces el drama y
la zozobra para esa gente y la incredulidad es total porque con toda la razón
dicen: nosotros fuimos a la firma más grande, la más seria, la que movía la
tercera parte del mercado de valores de Colombia, su presidente era a su vez el
presidente de la junta de la Bolsa de Valores, y queríamos una inversión segura
para proteger nuestra plata, como lo hicieron muchas instituciones
universitarias, religiosas y de otra naturaleza, y ahora resulta que no estaban
poniendo la plata donde les decían sino en una apuesta de Fabricato.
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