domingo, 20 de noviembre de 2022

Coronel vs. coronel

(Nota de Alberto Donadio Copello publicada en la edición 2.111 de la revista Semana (12 al 19 de noviembre de 2022)

Un coronel del Ejército que combatió a los paramilitares fue esencial para condenar al coronel de la Policía y exgobernador de Santander, Hugo Heliodoro Aguilar Naranjo.

Se sabe que Hugo Aguilar se alió con grupos paramilitares para ser elegido gobernador de Santander entre 2004 y 2007. La Corte Suprema de Justicia lo condenó a 108 meses de prisión por ese delito. Pero casi no se sabe que fueron unos paramilitares los que dieron la primera voz de alerta que llevó a la condena de Aguilar.

En 2007 se realizaron operativos en San Rafael de Lebrija, corregimiento de Rionegro (Santander), en que fueron capturados varios desmovilizados de las autodefensas. Como acusaron a políticos, se abrió una investigación en la Corte Suprema de Justicia. Los desmovilizados señalaron que si los magistrados querían saber de paramilitarismo en Santander, entrevistaran al comandante del batallón Luciano D’Elhuyar “que nos dio muy duro”.

Fue entonces cuando la Corte citó al coronel del Ejército Julio César Prieto Rivera. Prieto llegó en diciembre de 2003 a San Vicente de Chucurí (Santander) como comandante del batallón, que lleva el nombre de un prócer de la independencia de padres franceses. Estuvo dos años como comandante. “Cuando yo llegué era muy marcado el contubernio que existía entre los paramilitares y la fuerza pública –Policía y Ejército–, y con vergüenza lo digo. Casos donde miembros del batallón les suministraban los datos a los paramilitares de quiénes habían entregado información, y esas personas eran asesinadas”, dijo Prieto al periodista Pastor Virviescas.

Cuando llegó a la región, Prieto mandó a imprimir 20.000 tarjetas personales de presentación con su celular personal y su correo electrónico, y las repartió entre la población. La gente se refería al batallón como el batallón de los paracos o el batallón del cartel de la gasolina. Los paramilitares robaban gasolina del poliducto. Por la emisora del batallón, Prieto afirmaba que “la guerrilla y los paramilitares eran prácticamente lo mismo, que cometían las mismas fechorías y delitos, que la única diferencia era la supuesta causa que los motivaba; a los primeros, la igualdad de clases y a los segundos, la seguridad del pueblo”, recordó en su libro “Desenmascarando al hombre que mató a Pablo Escobar”.

No se movía una hoja sin el visto bueno de las autodefensas, dice el libro. Ellos cobraban 400 pesos por cada cerveza que se vendía, 200 pesos por gaseosa, 10 pesos por kilo de cacao producido, 5.000 pesos al año por cada cabeza de ganado y 20 por ciento por cada compraventa de inmuebles.

Prieto empezó a darse cuenta de que el batallón estaba infiltrado, pues los operativos de captura de paramilitares fracasaban porque recibían preaviso. Trajo entonces soldados del Catatumbo. Supo que un sargento viceprimero acompañaba a los paramilitares a romper el poliducto para hurtar gasolina y que el suboficial abrazaba el tubo diciendo: “Mi amor, papito” y le daba besos.

Menos de dos meses después de su posesión, cinco campesinos visitaron a Prieto en su oficina y le pidieron la devolución de equipos de comunicaciones incautados a paramilitares. Alegaron que ellos tenían una ONG y mencionaron a un individuo que era cabecilla de un frente del bloque Magdalena Medio de las autodefensas. Dijeron que ese cabecilla, Alfredo Santamaría Benavides, no quería enfrentarse al Ejército, sino trabajar con los militares y que podía pagarle al coronel Prieto 40 millones mensuales y cinco muertos con fusil, es decir, cinco falsos positivos. Prieto les contestó que iba a hacer de cuenta que no había escuchado nada y que él iba a combatir a todo el que estuviera por fuera de la ley, indica el libro.En las veredas, a Prieto le decían: “Coronel, esa causa suya es una causa perdida, los paracos tienen el apoyo de los políticos que mandan en la región, siempre ha sido así”.

El mes siguiente a la posesión de Prieto, se presentó a la base militar de El Carmen de Chucurí el diputado Luis José Arenas Prada con varios comerciantes. En su libro, Prieto señala que el diputado le dijo que ellos estaban preocupados, pues él como comandante había llegado con ideas contrarias a las que se habían manejado en la región y que no se debía perseguir a campesinos que habían sacado a la guerrilla y que Santamaría Benavides había hablado con ellos para que hablaran con Prieto.

Según el libro, Prieto contestó que no le interesaban las relaciones con personas al margen de la ley y que el diputado era tan autoridad como él y que ambos tenían como misión “combatir a los ilegales y no actuar a favor de ellos”. Meses después, monseñor José Antonio Arenas Prada invitó a almorzar al coronel Prieto en el Club del Comercio de Bucaramanga. Monseñor le dijo a Prieto que era hermano del diputado, señala el libro, y que quería invitarlo a una reunión con su hermano para limar asperezas. Prieto cuenta que le preguntó al clérigo si podía confesarse. Monseñor replicó: “Coronel, a eso no vinimos”. Prieto recuerda que le dijo: “No importa, monseñor, deseo confesarme con usted. Monseñor, su hermano Luis José es un político aliado de los paramilitares, su hermano Luis José me ha buscado y me ha hecho ofrecimientos en nombre de los paramilitares, su hermano es un hombre malo, que se ha convertido en mi enemigo porque yo estoy combatiendo a los paramilitares que tenían sometida la región”. Luis José Arenas Prada es actual concejal de San Vicente de Chucurí.

A mediados de 2004, el gobernador Hugo Aguilar convocó a una reunión en la V Brigada en Bucaramanga. Allí, el secretario de gobierno de Aguilar, Óscar Josué Reyes Cárdenas, le dijo al coronel Prieto en voz baja, según cuenta el libro: “Coronel, usted es un tipo muy joven, muy inmaduro, usted no conoce de la vida todavía, no busque problemas, hombre; no joda tanto en esa región, no se meta con esa gente, hombre; tenga la gente contenta, mire que hasta lo pueden trasladar”. En 2012, el exsenador Reyes Cárdenas fue condenado por el delito de promover grupos armados al margen de la ley.

En septiembre de 2004, en una visita del presidente Álvaro Uribe Vélez a El Carmen de Chucurí, en presencia de la comunidad, el gobernador Hugo Aguilar le pidió al presidente el traslado del coronel Prieto a otra región. No fue trasladado, aunque tres meses antes el comandante del Ejército, general Martín Orlando Carreño Sandoval, le contó a Prieto que el presidente en tres ocasiones le había pedido ese traslado. Las presiones de los políticos de Santander llegaban a la Casa de Nariño.

En 2006, cuando ya Prieto había terminado su misión en Santander, Uribe Vélez dijo en un consejo de seguridad en Barrancabermeja: “Él hizo una gran labor porque fue un hombre eficaz e imparcial, del coronel Prieto no se puede decir que es aliado de la guerrilla, ni que es aliado de los paramilitares, es un hombre imparcial”. En la misma reunión, el padre Francisco de Roux señaló: “Todo el mundo le creía a Prieto, y le creía porque Prieto fue muy duro con las autodefensas y muy duro con la guerrilla”.

En una sentencia, la Corte Suprema de Justicia señaló: "Tanto fue el compromiso, apoyo y patrocinio del grupo paramilitar por los líderes políticos de la época que pretendieron torpedear la labor que desarrolló el coronel Prieto". Pero esa labor no fue premiada con el ascenso a general.

jueves, 20 de octubre de 2022

"Postales Bumanguesas": la ciudad revelada

(Nota de Belkis Paola Esteban C. publicada en la página 28 del periódico Vanguardia, de Bucaramanga, el domingo 16 de octubre de 2022)

Las hojas amarillas del Búcaro se extienden por las aceras cuando caen cualquier día de octubre: el mito dice que Bucaramanga se llama así en honor a este maravilloso árbol. "Manga" significa algo como tierra o potrero, y había tantos en este territorio que no quedaba más remedio que llamar a la ciudad de esta forma.

Es posible que hagan falta muchos años más o que nunca se sepa a ciencia cierta el origen de la palabra Bucaramanga: el famoso Búcaro ni siquiera estaba aquí cuando la ciudad fue nombrada, fue traído después, en el siglo XVIII.

Esta es una de las revelaciones que hace Pastor Virviescas Gómez, curador de la exposición "Postales Bumanguesas 400 años", que permacenerá abierta hasta diciembre en la Casona de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, UNAB, ubicada en la calle 42 número 34-13, y de la cual hacen parte veintiocho fotografías antiguas de la ciudad.

El fotógrafo Saúl Meza Arenas, heredero del oficio de su padre, fue resguardando estas fotografías a lo largo de cuarenta años: un documento visual que revela la transformación de la ciudad a través de los momentos que marcaron su historia.

"En realidad", explica Pastor Virviescas moviendo sus manos para enfatizar, "Bucaramanga era el nombre de un cacique Guane llamado 'Cacique Bucaramanga', según cuenta Armando Martínez. Dice que como ningún cura doctrinero ni nadie se dio a la tarea de elaborar un diccionario en español de la lengua Guane, "jamás sabremos qué significa Bucaramanga".

Armando Martínez Garnica, presidente de la Academia Colombia de Historia y de la Academia de Historia de Santander, fue uno de los historiadores consultados por Pastor Virviescas y Saúl Meza para dar un contexto a las fotografías. La más antigua data de 1891: el día que se inauguró el alumbrado público, a las siete y treinta de la noche, el 30 de agosto. Los otros expertos abordados fueron Gabriel Gutiérrez Giraldo y Gabriel Pabón Villamizar.

Saúl Meza dice que, en los años ochenta, uno de sus amigos cercanos en la Universidad Industrial de Santander (UIS), le regaló un paquete de fotografías antiguas de la ciudad. Iban desde la mitad del siglo XIX hasta comienzos del siglo XX. "Eso me impactó porque esa Bucaramanga no la conocía. Bucaramanga era un pueblito muy pequeño, que se asemejaba más a Girón".

Y explica: "Me crié en el centro y empecé a darme cuenta de que en las fotografías se veían edificios que aún existen. Es impresionante", cuenta Meza.

La mayoría de las fotografías son del italiano Quintilio Gavassa Mibelli, pero también hay varias de otros fotógrafos, nacionales y extranjeros, que retrataron los cambios de la ciudad.

Saúl Meza estima que el total de su archivo se compone de miles de fotografías, lo que eleva la importancia del proceso curatorial de esta exposición. Relata que teniendo varias fotografías antiguas tomadas por Quintilio Gavassa, se acercó para conversar con Edmundo Gavassa Villamizar, heredero del archivo de la familia, y a partir de entonces se dieron a la tarea de recopilar las fotografías existentes.

En los comienzos de la fotografía esta se hacía en las casas, pues era la costumbre que la familia llamara a un fotógrafo para hacer un retrato de sus integrantes. No se acostumbraba a tomar imágenes de la ciudad.

"Duramos un año yendo casa por casa. Yo llevaba una mesita para reproducir, con dos lámparas y con un lente macro", cuenta Meza. Y agrega que en determinado momento se encontró con algo especial, "las señoritas Carrizosa tenían una serie de veinte fotografías tamaño carta con una calidad extrema". Y ese fue un gran descubrimiento.

Al hacer la selección del material, Saúl Meza y Pastor Virviescas explican que hay varias revelaciones sobre Bucaramanga a través de este paseo histórico. "Hubo ciertos momentos, por ejemplo los Juegos Nacionales, que cambiaron por completo la ciudad", explica Pastor Virviescas. Los V Juegos Atléticos Nacionales se realizaron en Bucaramanga entre diciembre de 1941 y enero de 1942, promoviendo la construcción del Hotel Bucarica -hoy sede UIS Bucarica-, la Unidad Deportiva 'Alfonso López' y la pavimentación de las calles, que hasta esa época eran empedradas o en tierra.

Virviescas concluye que esta exposición es una forma también de reconocernos como bumangueses: "no nacimos como la gran urbe. Somos un pueblo de indios lavadores de arenas auríferas -como ha investigado y documentado Armando Martínez Garnica-, que fue creciendo y se fue extendiendo desde la quebrada Bucaramanga -La Rosita- hacia el oriente y después hacia el sur y el norte".

A la salida, el espectador se lleva un souvenir: una colección de diez postales con las fotografías de la exposición.

domingo, 18 de septiembre de 2022

Postales bumanguesas

(Columna del psicólogo y profesor universitario Gonzalo Ordóñez y la Fundación Participar, publicada el sábado 17 de septiembre de 2022 en el periódico Vanguardia, de la ciudad de Bucaramanga)

Con motivo de los 400 años de Bucaramanga, la UNAB ha regalado a la ciudadanía una selecta muestra de “Postales Bumanguesas”. Una exposición fotográfica que se puede visitar actualmente en la Sala del Campus “Rafael Ardila Duarte”. Un homenaje a los 20 años de labores de Ulibro, los 70 de la UNAB y los 400 años de “el poblado de indios lavadores de arenas auríferas que evolucionó hasta convertirse en esta pujante e indómita metrópoli de Bucaramanga”, referenciado así por Pastor Virviescas Gómez, curador y autor de los magníficos textos que acompañan las fotografías.

Las imágenes expuestas son una auténtica celebración, ya que permiten comprender los múltiples sentidos de lo que fuimos, lo que perdimos y lo que pudimos ser como ciudad. Bucaramanga contó con un Centro de Bellas Artes creado en 1907. En los años cuarenta, la ciudad tenía 19 imprentas y nueve librerías; una ciudad pobre y con pocas personas con educación superior, que paradójicamente, tenía una vida cultural tan estimulante que, en 1915, Jaime Barrera Parra escribía: “Bucaramanga es una ciudad tan interesante como París”.

En cuanto a la educación, en el año 1910 se creó la Sociedad Pedagógica de Santander, conformada por maestros de la Escuela Normal y otros colegas. Cada mes se publicaba la revista Lecturas, dedicada a temas educativos y culturales. Los maestros fundaron “El Club de Soto” (hoy Club del Comercio) con el propósito de promover el espíritu de la ilustración.

La celebración acontece cuando el pasado se funde con el presente, y de ese encuentro emerge un sentido de unidad, según el cual los bumangueses poseemos hilos conductores que constituyen nuestra identidad como comunidad. Por encima de las diferencias tenemos una historia de amor por el trabajo, por el arte y la cultura y, sobre todo, una ciudad preocupada por la educación. Dan testimonio de ello los 147 de La Escuela Normal Superior de Bucaramanga, los 131 de La Presentación, los 74 de la UIS, los 70 de la UNAB y los 20 años de Ulibro.

domingo, 4 de septiembre de 2022

Ulibro 2022

(Columna de Felipe Antonio Zarruk Diazgranados, publicada en el periódico Vanguardia (Bucaramanga) el domingo 4 de septiembre de 2022)

Finaliza hoy Ulibro, una de las ferias del libro con más renombre en el continente, evento organizado por la Universidad Autónoma de Bucaramanga desde hace 20 años y la cual le rindió un homenaje a nuestra querida ciudad con motivo de sus 400 años. Junto a Ruth Gélvez, mi compañera de micrófonos en la emisora La Cultural 100.7 F.M., compartimos diálogos y charlas maravillosas con escritores, artistas, periodistas, cantantes y músicos de sencilla estirpe, cineastas, fotógrafos, historiadores, personajes y cientos de amigos con los cuales disfrutamos de una semana llena de múltiples sensaciones que conmueven el alma y sanan el espíritu.

En medio de novelas y libros autografiados tuve la oportunidad de volver a ver a un maestro del periodismo investigativo, Alberto Donadío, con quien bastó un beso y un abrazo para reconocer que es nuestro padre a la hora de realizar tareas investigativas con la rigurosidad que exige el género, ese que tanto defendió su esposa Silvia Galvis, a quien se le rindió un bello homenaje en medio del premio de periodismo que lleva su nombre. Las palabras del maestro Donadío hacia quien escribe, conmovieron hasta las lágrimas. De paso pude darle un cariñoso abrazo a Sebastián Hiller Galvis el cual se hizo presente en el homenaje a su recordada madre.

En medio de los cantos de sirenas como Neira, que es la mismísima encarnación de Mercedes Sosa o de Leonor González Mina y de Na Morales -la esposa de Jaison Neutra- cuya voz es similar a la de Mily y Los Vecinos, compartimos charlas con cineastas como el bumangués Alberto Gómez, quien realizó un documental extraordinario sobre la vida del cantautor Pablus Gallinazo y de paso nos invitó al estreno el 22 de septiembre en las salas de Cine Colombia. También interactuamos con el joven director caucano Julián Casanova, quien dirigió la película La Matriarca grabada en Zapatoca junto a su esposa Luminixa Gómez, quien es una de las protagonistas del largometraje que se estrena en diciembre.

Mientras en los pabellones se llevaban a cabo charlas y conferencias con invitados de la talla de Cristian Alarcón, recientemente galardonado con el Premio Alfaguara de Novela 2022, Martín Caparrós, Héctor Abad Faciolince, Juan Carlos Garay y muchos más, pudimos interactuar con Santiago Wills, escritor y periodista bogotano quien nos contó acerca de Jaguar, una novela que devora al lector en medio de la selva de letras y relatos inimaginables. También escuchamos el cálido y sentido relato de un socorrano como Guillermo Sierra Barreneche, quien escribió un libro cuyo título lo dice todo: Gloria y naufragio de un coloso, dedicado a la Flota Mercante Grancolombiana con la cual acabaron a mediados de los años 90, ¡como todo en este país¡ El editor de este libro es el connotado periodista Pastor Virviescas, quien aparte de ser un genio, ¡es un tipo genial! Pastor llegó acompañado del maestro de la fotografía Saúl Meza, quien nos regaló postales de su trabajo rescatando la memoria visual de nuestra ciudad, aquella que dejaron como herencia QuintilioGavassa y sus sucesores. Ni para qué describir la charla con Ivonne Rodríguez, una periodista que hizo parte de la Comisión de la Verdad. ¡Inolvidable!

Quedarán faltando palabras y elogios para una feria inigualable. A Juan Camilo Montoya y su gran equipo de trabajo, ¡Muchas gracias! Son una sinfónica. Nos vemos el próximo año, con el favor de Dios y les regalo esta frase que me encontré por ahí: “y ahora los declaro tinta y papel, puede abrir su libro y que lo que las letras han unido, no lo separe la pereza de leer”.

Chao y hasta la próxima.

domingo, 22 de mayo de 2022

Colombia en los mares

(Columna publicada por Alberto Donadío Copello en la edición 2.079 de la revista Semana (Bogotá, Colombia), del 2 al 9 de abril de 2022)

El buque hacía agua, Era de noche en el océano Pacífico, a 1.000 millas de Hawái. El cuarto de máquinas estaba inundado. Una bomba descargaba agua al mar, pero era más la que entraba. En el punte de mando del buque "Ciudad de Pasto" nadie entendía qué estaba pasando. El S.O.S. lanzado por la nave fue recibido en el guardacostas de Hawái, que se comunicó por teléfono con la Flota Mercante Grancolombiana en Bogotá. El agua llegó a la altura de los generadores de corriente.

Hubo que apagarlos. El generador de emergencia no arrancó. El buque quedó a oscuras. Al tercer día, el capitán y el primer oficial se lanzaron al mar en un bote salvavidas. Fueron rescatados. Un avión del servicio de guardacostas lanzó botes. Los demás tripulantes abandonaron la nave. Solamente quedaron a bordo dos marinos y el segundo oficial, Jorge Restrepo. Activaron el generador de emergencia y se comunicaron vía satélite con Bogotá. Era el 4 de febrero de 1992, hace 30 años.

Según Restrepo, el golpe de una ola rompió la lámina de acero del casco por la amura de estribor. Amura es el costado donde el buque se estrecha para formar la proa. Cuando el capitán y el primer oficial llegaron a Hawái, los entrevistaron los agentes de la Flota. Se supo la verdad. El ancla de estribor, que debe estar asegurada, se había soltado y al golpear el casco lo rajó a la altura de la cámara del propulsor transversal. Por esa fisura entró el agua.

Dos remolcadores condujeron el "Ciudad de Pasto" a Los Ángeles. El buque entró al puerto como un fantasma, sin luces, escorado o ladeado, cuenta Guillermo Sierra Barreneche en el libro que acaba de publicar con la asesoría del periodista Pastor Virviescas Gómez: Gloria y naufragio de un coloso, de itabooks.com.

El ingeniero Sierra, oficial de la Escuela Naval de Cartagena, trabajó 32 años en la Flota Mercante Grancolombiana, los últimos seis como gerente de buques. Es encomiable que el autor, en un libro de memorias personales, editado por él mismo, no por una gran editorial, haya incluido un repertorio de chambonadas e ilícitos de que otra manera no se habrían conocido nunca.

La compañía de seguros declaró el "Ciudad de Pasto" pérdida total. Fue vendido como chatarra. Son tantas las chapucerías y desaciertos que Sierra conoció dentro de la FMG que por momentos el lector piensa que, por más inverosímil que sea la historia que está leyendo, siempre queda faltando otra soprpresa increíble a medida que se va desgranando el relato.

Sucedió con el "Ciudad de Pasto". El segundo oficial, Jorge Restrepo, reclamó 4.500 millones de pesos en demanda que presentó en Cartagena. Alegaba que, según las leyes sobre bienes abandonados en el mar, él era el dueño del buque. La demanda no prosperó. Tampoco prosperó el "Crucero Express", un buque de pasajeros que en 1994 entró en servicio entre Cartagena y Cristóbal en Panamá. Con 150 tripulantes, tres restaurantes, dos casinos, dos bares, dos orquestas y capacidad para 750 pasajeros y vehículos, contaba además con 12 bailarinas rusas contratadas de manera permanente, relata Sierra Barreneche. Poco después apenas viajaban 30 pasajeros.

Eran tantas las pérdidas que se pensó en dejar fondeado el barco en Cartagena como hotel. Pero se aproximaba la inspección del casco, que tiene lugar cada cinco años. Normalmente corre por cuenta del dueño del buque, pero el contrato de alquiler firmado por la FMG lo dejó a cargo de la Flota. Se cotizó en un millón de dólares ese trabajo. Esa cifra, más las pérdidas acumuladas en el fallido curcero inaugurado mientras el exministro de Hacienda Luis Fernando Alarcón fue presidente de la Flota Mercante Grancolombiana, llevaron a descartar la idea del hotel flotante.

Afortunadamente el ancla del "Crucero Express" no se soltó y los dueños del buque aceptaron recibirlo sin cobrar la penalidad, aunque no se había vencido el contrato. La conclusión de Sierra haría arquear una ceja al británico más impasible: "En los 22 meses de operación del Crucero Express las pérdidas alcanzaron una suma superior a los 40 millones de dólares".

Mucho más habría costado el deseo que expresó el presidente anterior, Enrique Vargas Ramírez, primo de Virgilio Barco. Cuando en 1989 vio atracar el yate de Donald Trump en Manhattan, le dijo a Guillermo Sierra: "Ingeniero, dentro de poco la gerencia de la Flota tendrá un barco como este". Antes la Flota tuvo un gerente fuera de serie, Álvaro Díaz Sarmiento, veleño como el bocadillo. Duró 40 años en el cargo, desde el inicio en 1946. Hizo crecer la empresa. Colombia en los mares. Ese fue el lema de la Flota.

Por la colección de intrigas, errores, falta de planeación y otros pecados que cuenta Sierra, hay que reconocer que la Flota fue fiel en los mares a lo que sucede en Colombia en tierra firme.



"Gloria y naufragio de un coloso"

(Columna de Edmundo Gavassa Villamizar publicada en el periódico Vanguardia, de la ciudad de Bucaramanga, el martes 17 de mayo de 2022)

Con nostalgia he repasado las hojas del libro que acaba de publicar Guillermo Sierra Barreneche y que prologa el escritor Pastor Virviescas Gómez. Cada vez que leo la triste historia de nuestro pasado, me conmuevo. La Flota Mercante Grancolombiana fue una de las grandes empresas del siglo pasado, que como otras de carácter regional, sucumbieron lentamente. El hecho de haber pertenecido Guillermo  a su nómina lo acredita para narrar la verdad de lo acontecido.

Recuerdo vivamente el escudo de la Flota que había en el edificio de Alfonso Silva Silva en donde funcionaba la agencia de esa compañía en nuestra ciudad que estaba a cargo de Mario Valderrama. Era Colombia en los mares, el orgullo de nuestro país acompañado de Venezuela y Ecuador como socios. Todos los colombianos nos sentíamos orgullosos al saber que nuestra bandera ondeaba en los mares del mundo.

Guillermo también tiene la nostalgia de quien parte de su vida en el mar, ese azul que le apasiona y que áun lleva en su corazón de marino mercanrte. Una campana que perteneció al buque "Ciudad de Armenia" retumba sus oídos como testigo de una época ya lejana en el tiempo. Fueron 32 años llenos de alegría, anécdotas, testimonios, amistades y por sobre todo, hacer lo que le gustaba, ser hombre de mar. Vivencia de los puertos del mundo, porque la Flota cubría el globo terráqueo.

La Flota Mercante Grancolombiana alcanzó a tener 25 buques propios y 80 alquilados, significa que era una verdadera empresa dedicada al transporte de carga que visitaba los principales puertos del globo terráqueo. Lamentablemente, como nos ha sucedido regionalmente, hemos tenido la mala suerte de fallar en la administración de los negocios. Cada historia que se escribe sobre las vicisitudes de nuestras empresas, nos arruga el corazón al encontrar que las fallas han sido siempre de carácter administrativo.

Este libro es un testimonio vivo de una gran empresa multinacional que murió por falta de una dirección ejecutiva que había podido salvar a la Flota Mercate Grancolombiana de haber perecido en medio de las aguas turbias del desconocimiento administrativo y, tal vez, manos inescrupulosas dieron al traste con un sueño colombiano. 

sábado, 31 de julio de 2021

En memoria de Rafael Ardila Duarte

(Palabras del Señor Rector de la UNAB, Juan Camilo Montoya Bozzi, en las seis ceremonias de grados de las Facultades de Ciencias Jurídicas, Ciencias de la Salud, Ingeniería, Ciencias Sociales, Humanidades y Artes, Ciencias Económicas, Administrativas y Contables, y de Estudios Técnicos y Tecnológicos celebradas el viernes 30 de julio de 2021)

Rafael Ardila Duarte (1951-2021). Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez

                       Rafael Ardila Duarte (QEPD). Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez

Quiero ofrecer un minuto de silencio para honrar la memoria de nuestro presidente de la Junta Directiva, Doctor Rafael Ardila Duarte, quien falleció este martes 27 de julio, y también la memoria del profesor del Programa de Administración de Empresas modalidad Dual, Gabriel Mauricio Martínez Toro, fallecido ayer 29 de julio.   

En la UNAB estamos apesadumbrados. Esta semana el virus letal nos arrebató a dos miembros de nuestra comunidad. Cuando aún no hemos asimilado la pérdida de nuestro presidente de Junta Directiva, ayer al mediodía nos enteramos de la desaparición del profesor Gabriel Mauricio, esposo de Gerly Carolina Ariza Zabala, docente del Área de Investigaciones. Mi más sentido pésame a ella y a su familia por la partida temprana de Gabriel Mauricio.

Sobre Rafael Ardila Duarte, más que el presidente de nuestra Junta Directiva, el covid-19 se llevó tempranamente a un empresario comprometido, un entusiasta inigualable, un amigo incondicional y un colombiano ejemplar.

Tal como su gran maestro Alfonso Gómez Gómez, Rafael Ardila Duarte amó de manera entrañable esta Universidad en la que se inició como Vicerrector Administrativo a comienzos de los años 80 del siglo pasado.

Entusiasta, generoso y efusivo, tres de las principales características de Rafael Ardila Duarte. Aquí junto a Rodolfo Mantilla Jácome y Alberto Montoya Puyana en una Asamblea de Corporados de la UNAB. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez

Sin buscar nada a cambio, más que ver crecer esta Institución y transmitir su energía a los demás, el Doctor Ardila Duarte sacó tiempo de su apretada agenda de negocios y de compartir con su propia familia, para participar en el Comité Financiero, para presidir las Asambleas de Corporados, para encabezar estas ceremonias de grados y hasta para dictar charlas en las que de manera espontánea y con la chispa que lo caracterizaba, defendía a capa y espada la rectitud como valor fundamental para cualquier ciudadano, estudiante, profesional, funcionario, gobernante o magnate.

                   Rodolfo Mantilla Jácome, Alberto Montoya Puyana y Rafael Ardila Duarte (QEPD)
               durante una Asamblea General de Coroporados. Foto UNAB / Pastor Virviescas G.

El optimismo y la sonrisa caracterizaron a Rafael Ardila Duarte, quien aún en las circunstancias más adversas alentaba a los demás diciendo "¡Vamos pa'lante!". Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez 

En reiteradas ocasiones hizo énfasis en que el mejor negocio del mundo es ser honestos y que el mayor activo que alguien puede poseer es el valor de la palabra, tal como lo aprendió de sus padres.

“Cuando la gente sabe que uno paga las cuentas, que honra su actuar y que no se está con ‘curvas’ ni jugadas, todo el mundo le ofrece la posibilidad de asociarse o de hacer negocios. Ese es el camino más recto”, manifestaba con total convicción.

El joven sangileño Carlos Augusto Vásquez Soto, ganador del Gran Premio Mono Núñez Instrumental 2019, contó con el apoyo de Rafael Ardila Duarte, quien impulsó su carrera musical con una beca para que estudiara en la UNAB. El miércoles 4 de agosto de 2021 se llevó a cabo un sentido homenaje a la memoria de Ardila Duarte (QEPD) y fue Vásquez Soto con su tiple uno de los encargados de interpretar dos composiciones de música andina colombiana, una de ellas "Veleñita", del veleño Francisco 'Pacho' Benavides. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez

A pesar de su múltiples compromisos empresariales, de sus viajes por el mundo y de su actividad familiar, Rafael Ardila Duarte sacaba tiempo para participar en las actividades académicas, directivas y sociales de la UNAB, como aquí en la despedida de Isabel Villamizar, quien hasta 2018 laboró 39 años en la Institución. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez

Alberto Montoya Puyana y Rafael Ardila Duarte confiriéndole el Doctorado Honoris Causa al ingeniero Guillermo Schäfer Racero, primero rector que tuvo la Escuela de Administración y Finanzas (EDAF), precursora de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez

Caracterizado por su compromiso con las causas sociales, este hombre generoso a cual más les recomendaba a los jóvenes no hacer del dinero una obsesión, sino elaborar proyectos, planear y tener la decisión de sacar adelante sus sueños a pesar de las tempestades y fracasos que cada quien deba encarar.

Confesaba que la persistencia, la rectitud y la innovación permanente fueron los tres soportes que le permitieron convertirse en un referente en su departamento del alma. “La ventaja que tiene Santander es que hay santandereanos”, expresaba orgulloso de sus raíces.

Rafael Ardila Duarte en la toma de juramento a Juan Camilo Montoya Bozzi como Rector de la UNAB. A la derecha, Alberto Montoya Puyana, Rector saliente. Diciembre de 2018. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez

Rafael Ardila Duarte y Alberto Montoya en la posesión de Juan Camilo Montoya Bozzi como rector de la UNAB. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez

Rafael Ardila Duarte (QEPD) y el rector de la UNAB, Juan Camilo Montoya Bozzi. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez
El optimismo y la constancia fueron dos de los factores que predominararon en la vida de Rafael Ardila Duarte, lo mismo que su chispa y forma sencilla de relacionarse con los demás. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez



En una tierra en la que con frecuencia nos dejamos llevar por el individualismo, por intereses mezquinos o por el pesimismo, Rafael Ardila Duarte sostenía que estas ariscas breñas sí son un campo fértil para hacer empresa, porque además se cuenta con un elemento a favor: la laboriosidad de sus gentes.

Debido a sus actividades comerciales tuvo la oportunidad de recorrer el mundo e impregnarse de ideas para aplicar en esta región, siempre con el reconocimiento a sus ancestros que por generaciones arañaron las montañas para poder educar y sacar adelante a profesionales como Ustedes que hoy tienen la dicha y la fortuna de haberse formado en esta casa de estudios.

        Rafael Ardila Duarte gozaba compartiendo su experiencia y motivando a estudiantes y        docentes para aunar tanto capacidades como esfuerzos para construir un país más equitativo, que brinde oportunidades. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez



A Rafael Ardila Duarte le encantaba compartir con los estudiantes su trayectoria desde el colegio y la universidad hasta las decenas de proyectos que echó a andar como aporte al desarrollo de Bucaramanga y Santander. Fotos UNAB / Pastor Virviescas Gómez

Con enorme regocijo recuerdo sus palabras aquella mañana de agosto de 2019, aquí en este mismo Auditorio ‘Carlos Gómez Albarracín’. En esa Lección Inaugural, nos expresó que “las fábricas más importantes son las universidades, las fábricas del intelecto humano. Nada más importante le ha pasado a Santander que se hubiera fundado la UIS y después nuestra Universidad Autónoma de Bucaramanga”.

Alfonso Gómez Gómez y Rafael Ardila Duarte en el mes de marzo de 2011, Auditorio 'Carlos Gómez Albarracín' de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez 

Lo decía alguien que a los 18 años de edad y como estudiante de Economía de la Javeriana se rebuscó montando una fotocopiadora con el capital semilla de 20 mil pesos que al dos por ciento de interés le prestó su padre, así como con los incipientes ingresos del libro llamado “Curso Preuniversitario de Física, Química, Matemáticas, Biología y Actitud Verbal. 5.000 preguntas-5.000 respuestas”, un compendio de las pruebas de admisión de prestigiosas universidades elaborado por el Grupo de Asistencia Técnica (GAT), pomposo nombre detrás del cual solamente estaba él pero del que logró vender cerca de cien mil ejemplares.

            Rafael Ardila Duarte y su esposa Nancy Arenas en la exposición del pintor David Manzur                                             en la Casona UNAB. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez 

En la Feria del Libro de Bucaramanga, Ulibro, celebrada en 2017, la invitada principal fue la profesora y activista de derechos humanos estadounidense Jody Williams (primera de derecha a izquierda), ganadora del Premio Nobel de Paz 1997, quien estuvo acompañada en primera fila por Rafael Ardila Duarte y su esposa Nancy Arenas, grandes impulsores de la cultura. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez 

A su señora esposa Nancy Arenas, a sus hijos Ángela María, Efraín y Rafael Eduardo, les expresó a nombre de esta Familia UNAB nuestra más sentida voz de condolencia, pero también un infinito agradecimiento por habernos prestado a ese ser maravilloso que hoy ya no está con nosotros en esta dimensión, pero que nos seguirá brindando sus luces para hacer de esta Institución el más grande aporte al bienestar y desarrollo de nuestra sociedad.

En la despedida de María Victoria Puyana Silva como Secretaria General y de Gilberto Ramírez Valbuena como Vicerrector Administrativo y Financiero de la UNAB. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez

                             

En el mismo acto de despedida, Rafael Ardila Duarte en compañía del rector de la UNAB, Juan Camilo Montoya Bozzi, así como de María Victoria Puyana Silva y Gilberto Ramírez Valbuena. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez

En el borrador que había elaborado para esta ceremonia (el cual fue hallado en su escritorio y facilitado por su hija), el Doctor Rafael nos planteaba esta reflexión: “¿En qué nos encontramos hoy?”, y respondía: “Estamos como en un vacío, en una tierra de nadie, y por ello corresponde a la juventud prepararse para asumir el funcionamiento normal de Colombia, la rectificación indispensable y marcar el rumbo nuevo dentro de las realidades que deja esta inesperada catástrofe”.

“Por ello –complementaba–  a Ustedes, señoras y señores egresados, les corresponde una labor grande en sus vidas: una con la profesión, otra con la Patria y otra con el prestigio de esta Universidad”.

                      Rafael Ardila Duarte falleció el pasado 27 de julio de 2021. Sus ideas y su                                                                 obra perdurarán. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez


Su invitación, tengámosla presente, es a continuar preparándonos para influir en la vida nacional, para conocerla mejor y para seguirla paso a paso. “Y, naturalmente, para ver cuáles son las aspiraciones de nuestros compatriotas en la ruta de progresar y de sanar las heridas profundas que deja esta época trágica, pero que también debe generar esperanzas y actos positivos”.

Embebido del afán de conocimiento por lo nuevo, este defensor a ultranza de la libertad de pensamiento y de cátedra nos dejó dicho que “la historia nos enseña que los pueblos, como las familias y los hombres y mujeres, se superan en la adversidad. Esos obstáculos deben ser demolidos entre todos para entrar en triunfo al porvenir”.

Rodolfo Mantilla Jácome, Alberto Montoya Puyana, Juan Camilo Montoya Bozzi y Rafael Ardila Duarte en diciembre de 2018. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez


Poseamos una cultura general ampliada para comprender el mundo que saldrá de esta nueva realidad; tengamos como objetivo finalista dejar en cero el analfabetismo y que cada compatriota tenga una profesión, una destreza técnica o una capacidad laboral para ganarse la vida; apelemos a la beligerancia constructiva; demostremos que podemos cooperar; y salgamos de esta torre de marfil para participar en lo que nos corresponde conocer, evaluar, rectificar y solucionar. Estas fueron algunas de las recomendaciones que con anhelo e ilusión quería compartirnos hoy.

“Ahora que tantos dirigentes nacionales han visto que es bueno mirar, de tarde en tarde, hacia la colina inspirada de la primera juventud”, decía el Doctor Ardila, a los expertos les corresponderá el diseño y ejecución de un plan de recuperación de todo lo perdido en la tragedia que aún se prolonga, y que “cuando pase la oscuridad del presente, la luz al final del túnel nos devuelva la esperanza, ya que la responsabilidad será cada vez mayor porque en poco tiempo debemos recuperar el tramo perdido y construir las bases del proyectado porvenir”.

                     Rafael Ardila Duarte (QEPD) y Alberto Montoya Puyana, dos grandes amigos,
                                    dos motores de la Universidad Autónoma de Bucaramanga.
                                                    Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez


Dando fehaciente demostración de su talante, finalmente el Doctor Ardila Duarte nos alentó así: “Mi optimismo sobre la posibilidad de actualizar y transformar al país, de sustituir lo envejecido y anquilosado, es apenas el resultado de la experiencia que hemos vivido recientemente y que aún nos acosa. Dura prueba la que sorpresivamente nos otorgó el destino, pero la sociedad colombiana y la Universidad Autónoma de Bucaramanga saben que están obligadas a estar a la altura de su deber”.

Para Ustedes señoras y señores graduandos, nuestra más sincera felicitación. La UNAB siempre seguirá siendo su casa. Muchas gracias.



Como Presidente de la Junta Directiva de la UNAB, Rafael Ardila Duarte (QEPD)
participó con entusiasmo del acontecer universitario dado su amor por la Universidad Autónoma de Bucaramanga y su convicción en la educación como factor de cambio para la sociedad colombiana.
Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez

Rafael Ardila Duarte (último a la derecha de la fotografía) en compañía de los demás miembros de la Junta Directiva de la UNAB y del entonces rector Alberto Montoya Puyana recorriendo los laboratorios e infraestructura de la Facultad de Ciencias de la Salud. / Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez

En la misma visita a la Facultad de Ciencias de la Salud de la UNAB. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez

Rafael Ardila Duarte nació el 24 de diciembre de 1951 en el hogar de Efraín Ardila Serrano y Cristina Duarte. Cursó su bachillerato en el Colegio San Pedro Claver y se formó como economista en la Universidad Javeriana (Bogotá), con Especialización en Alta Gerencia en la Universidad de los Andes (Bogotá). Fundó la empresa Rayco y desempeñó cargos públicos como gerente del Instituto del Seguro Social y de las  Empresas Públicas de Bucaramanga. También fue candidato a la Alcaldía de Bucaramanga en el año 2000, pero fue derrotado por el estadounidense Néstor Iván Moreno Rojas (condenado por corrupción dentro del escándalo del 'Carrusel de la contratación'). Ardila Duarte se venía desempeñando como presidente de la Junta Directiva de la Universidad Autónoma de Bucaramanga y falleció por covid-19 el pasado martes 27 de julio de 2021 en Floridablanca. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez

Rafael Ardila Duarte, junto a Alfonso Gómez Gómez, Armando Puyana Puyana y Carlos Gómez Albarracín (entre otros), formó parte de los grandes impulsores del Instituto Caldas y la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Foto UNAB / Pastor Virviescas Gómez