(Esta columna de Donaldo Ortiz Latorre fue publicada el 16 de diciembre de 2024 en el periódico Vanguardia, de la ciudad de Bucaramanga)
Esta exposición que se realizará en la generosa Casa Cultural El Solar retrata al grandioso páramo, al abuelo y a la nieta, en las crestas de esas montañas donde habita el cóndor.
Borges cita a Theodor Fechner, un filósofo alemán, que pensaba que todo tiene vida y esa vida estaría dormida en las piedras; luego en las plantas de las cuales “podemos suponer que sueñan”, hasta llegar a los animales que, como las aves, pueden traer mensajes de otros mundos. Las hormigas y abejas milenarias deben tener sueños de otras colonias que se repiten en este maravilloso mundo que tiene luna y sol y en el que corre Dios como agua. “El agua es Dios corriendo”, pero el Homo Sapiens (Hombres sabios) es demasiado autodestructivo como para valorarlo.
Estamos al borde de un colapso ecológico “causado por el mal uso de nuestro propio poder”, palabras del profeta y científico judío, Yuval Harari. Aunque hemos acumulado poder e información del mundo nuestro y de galaxias remotas no somos sino el punto “azul pálido” de Sagan. “Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. La suma de nuestras alegrías y sufrimientos, cada héroe y cobarde, cada rey y campesino, cada madre y padre, cada político corrupto, vivió ahí, en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.
La tierra no deja de ser un “punto pálido azul y bello” en la arena cósmica. No somos nada, sino seres pretenciosos que despreciamos todo, mientras nos matamos los unos a los otros. Pronto nos convertiremos en una “Torre de Babel”. Con todos los adelantos nos seguimos preguntando ¿por qué destruimos todo? Mares, nevados, montañas, seres humanos.
En esa pretensión, Arabia Saudita, construye una ciudad lineal de 170 km alejada de la polución y de los demás seres humanos (un mundo cada vez más desigual e inestable). Una ciudad marciana, una nueva Babilonia. Costará 500 mil millones de dólares. Cada edificio de 500 metros de alto, todos juntos, con una gran muralla de espejos, “llena de robots hogareños, una playa con aguas luminosas en la noche.
Todo esta introducción para hablar de la exposición: “Santurbán a paso de Molano” con bellas fotografías y textos de Pastor Virviescas, que se subió al Páramo de Santurbán hace 12 años con Alfredo Molano, “ese personaje andariego de tenis de tela, y que llegó a tener 126 pares.
Subieron a 3.550 metros sobre el nivel del mar, mientras “Antonia, su nieta, volaba fresca como un colibrí disfrutando ese frágil ecosistema”. Esta exposición que se realizará en la generosa Casa Cultural El Solar retrata al grandioso páramo, al abuelo y a la nieta, en las crestas de esas montañas donde habita el cóndor.
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