(Nota de Belkis Paola Esteban C. publicada en la página 28 del periódico Vanguardia, de Bucaramanga, el domingo 16 de octubre de 2022)
Las hojas amarillas del Búcaro se extienden por las aceras cuando caen cualquier día de octubre: el mito dice que Bucaramanga se llama así en honor a este maravilloso árbol. "Manga" significa algo como tierra o potrero, y había tantos en este territorio que no quedaba más remedio que llamar a la ciudad de esta forma.
Es posible que hagan falta muchos años más o que nunca se sepa a ciencia cierta el origen de la palabra Bucaramanga: el famoso Búcaro ni siquiera estaba aquí cuando la ciudad fue nombrada, fue traído después, en el siglo XVIII.
Esta es una de las revelaciones que hace Pastor Virviescas Gómez, curador de la exposición "Postales Bumanguesas 400 años", que permacenerá abierta hasta diciembre en la Casona de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, UNAB, ubicada en la calle 42 número 34-13, y de la cual hacen parte veintiocho fotografías antiguas de la ciudad.
El fotógrafo Saúl Meza Arenas, heredero del oficio de su padre, fue resguardando estas fotografías a lo largo de cuarenta años: un documento visual que revela la transformación de la ciudad a través de los momentos que marcaron su historia.
"En realidad", explica Pastor Virviescas moviendo sus manos para enfatizar, "Bucaramanga era el nombre de un cacique Guane llamado 'Cacique Bucaramanga', según cuenta Armando Martínez. Dice que como ningún cura doctrinero ni nadie se dio a la tarea de elaborar un diccionario en español de la lengua Guane, "jamás sabremos qué significa Bucaramanga".
Armando Martínez Garnica, presidente de la Academia Colombia de Historia y de la Academia de Historia de Santander, fue uno de los historiadores consultados por Pastor Virviescas y Saúl Meza para dar un contexto a las fotografías. La más antigua data de 1891: el día que se inauguró el alumbrado público, a las siete y treinta de la noche, el 30 de agosto. Los otros expertos abordados fueron Gabriel Gutiérrez Giraldo y Gabriel Pabón Villamizar.
Saúl Meza dice que, en los años ochenta, uno de sus amigos cercanos en la Universidad Industrial de Santander (UIS), le regaló un paquete de fotografías antiguas de la ciudad. Iban desde la mitad del siglo XIX hasta comienzos del siglo XX. "Eso me impactó porque esa Bucaramanga no la conocía. Bucaramanga era un pueblito muy pequeño, que se asemejaba más a Girón".
Y explica: "Me crié en el centro y empecé a darme cuenta de que en las fotografías se veían edificios que aún existen. Es impresionante", cuenta Meza.
La mayoría de las fotografías son del italiano Quintilio Gavassa Mibelli, pero también hay varias de otros fotógrafos, nacionales y extranjeros, que retrataron los cambios de la ciudad.
Saúl Meza estima que el total de su archivo se compone de miles de fotografías, lo que eleva la importancia del proceso curatorial de esta exposición. Relata que teniendo varias fotografías antiguas tomadas por Quintilio Gavassa, se acercó para conversar con Edmundo Gavassa Villamizar, heredero del archivo de la familia, y a partir de entonces se dieron a la tarea de recopilar las fotografías existentes.
En los comienzos de la fotografía esta se hacía en las casas, pues era la costumbre que la familia llamara a un fotógrafo para hacer un retrato de sus integrantes. No se acostumbraba a tomar imágenes de la ciudad.
"Duramos un año yendo casa por casa. Yo llevaba una mesita para reproducir, con dos lámparas y con un lente macro", cuenta Meza. Y agrega que en determinado momento se encontró con algo especial, "las señoritas Carrizosa tenían una serie de veinte fotografías tamaño carta con una calidad extrema". Y ese fue un gran descubrimiento.
Al hacer la selección del material, Saúl Meza y Pastor Virviescas explican que hay varias revelaciones sobre Bucaramanga a través de este paseo histórico. "Hubo ciertos momentos, por ejemplo los Juegos Nacionales, que cambiaron por completo la ciudad", explica Pastor Virviescas. Los V Juegos Atléticos Nacionales se realizaron en Bucaramanga entre diciembre de 1941 y enero de 1942, promoviendo la construcción del Hotel Bucarica -hoy sede UIS Bucarica-, la Unidad Deportiva 'Alfonso López' y la pavimentación de las calles, que hasta esa época eran empedradas o en tierra.
Virviescas concluye que esta exposición es una forma también de reconocernos como bumangueses: "no nacimos como la gran urbe. Somos un pueblo de indios lavadores de arenas auríferas -como ha investigado y documentado Armando Martínez Garnica-, que fue creciendo y se fue extendiendo desde la quebrada Bucaramanga -La Rosita- hacia el oriente y después hacia el sur y el norte".
A la salida, el espectador se lleva un souvenir: una colección de diez postales con las fotografías de la exposición.
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