viernes, 2 de octubre de 2015

Se destapa el testigo clave que hundió a los ‘parapolíticos’ santandereanos

Entrevista exclusiva al coronel (r) Julio César Prieto Rivera, cuyo testimonio fue fundamental para que la Corte Suprema de Justicia hallara culpables del delito de nexos con grupos armados ilegales a Hugo Heliodoro Aguilar Naranjo, Luis Alberto Gil Castillo, Óscar Josué Reyes Cárdenas, Carlos Higuera Escalante y Alfonso Riaño Castillo. (Primera parte publicada en el Periódico 15 que circula desde el viernes 2 de octubre de 2015)



Por Pastor Virviescas Gómez
pavirgom@unab.edu.co

Ese mito de que los militares no sienten miedo es puro cuento.

Julio César Prieto Rivera ya no viste el traje de coronel del Ejército de Colombia. Ahora es un oficial (r) que aún dentro de las instalaciones de una guarnición militar siente angustia por lo que le pueda suceder, y más cuando hace apenas un par de semanas le llegó un sufragio a su casa en Bogotá invitándolo a su propio entierro.

Esta cita con el Periódico 15 se cumple al interior del Batallón Caldas, de Bucaramanga, en donde se alojó por un par de noches mientras atendía una frustrada audiencia en la que el exgobernador de Santander, Hugo Heliodoro Aguilar Naranjo –quien alegó un “dolor precordial”–, así como el exdiputado y hoy candidato a la Alcaldía de San Vicente de Chucurí, Luis José Arenas Prada, debían acudir para rectificar todos los señalamientos –infundados– que hicieron contra el entonces comandante del Batallón Luciano D’elhuyar.

Prieto Rivera llega con tres enormes legajadores en los que guarda un sinnúmero de informes, actas, fotografías, desgravaciones, recortes de prensa y tutelas que ha venido recopilando desde que estuvo al mando de 1.600 hombres en el Magdalena Medio santandereano (entre diciembre de 2003 y diciembre de 2005). Son las evidencias en las que funda su misión suicida: desenmascarar a los paramilitares y sus aliados, quienes por años hicieron de las suyas en San Vicente, El Carmen de Chucurí, Santa Helena del Opón y Simacota, entre otros municipios.

El testimonio de este quindianofue la pieza clave que les permitió a los magistrados de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia armar el rompecabezas y comprobar los estrechos vínculos entre las llamadas autodefensas y dirigentes políticos de Santander, principalmente del movimiento Convergencia Ciudadana –después PIN y hoy Opción Ciudadana–.

Para referenciar un caso que corrobora el valor de su palabra y de sus pruebas, en la sentencia condenatoria de agosto de 2013 a 108 meses de prisión y una multa de 10.750 salarios mínimos contra Aguilar Naranjo –padre del actual gobernador de Santander, Richard Alfonso Aguilar Villa y promotor de la campaña a la Gobernación de Carlos Fernando de Jesús Sánchez Aguirre–, la Corte afirma que “el acusado –Aguilar Naranjo- solicitó su traslado o relevo del batallón Luciano D’elhuyar para proteger a sus colaboradores armados ilegales, dada la efectiva labor que aquél (Prieto Rivera) cumplía en contra de la organización, según lo confirman Orlando Caro Patiño, Jesús Enrique Guerrero Garavito y las transcripciones de las comunicaciones interceptadas a personas allegadas al grupo armado ilegal y miembros de la Fuerza Pública que dejan ver el rechazo contra el oficial, así como las versiones rendidas ante la Fiscalía de Justicia y Paz por los postulados Heidelbergth Mendoza Angarita y Alexánder Gutiérrez, en las que vinculan al procesado con algunos comandantes de las autodefensas por reuniones que se hicieron en Santa Helena del Opón, entre otras, lo cual ratificó valerosamente en la audiencia pública el primero, correspondiendo ello al resultado electoral de dicho municipio en donde el acusado obtuvo 1.263 votos, mientras que la segunda votación fue de 247, constituyéndose en el más claro aval de lo aducido por Mendoza Angarita”.

Protegido por un esquema de seguridad que el propio Ejército debió asignarle tras elaborar un análisis del alto riesgo que corre Prieto Rivera–que también se desempeñó como agregado militar de Colombia en Canadá y comandante de la Sexta Brigada con sede en Ibagué–, este excoronel responde todas las preguntas formuladas por el Periódico 15, casi sin pestañear, fijando su mirada en la grabadora o en los ojos del reportero.

Nada lo hará callar, y eso se corrobora con estas respuestas y afirmaciones en medio de un aguacero que golpea las tejas de la guarnición como si fuera una lluvia de plomo.



Si tantos colegas militares suyos terminaron aliándose con los paramilitares, ¿usted por qué decidió por el contrario denunciar fechorías y crímenes como los llamados ‘falsos positivos’ o ejecuciones extrajudiciales y combatir de frente a las ‘autodefensas’?

Son principios y valores, porque eso no tiene negociación. Yo siempre lo he interpretado como que eso fue lo que me enseñaron en mi caso, y para uno tener el valor de mirar a sus hijos a la cara, para tener la autoridad moral de poder organizar una empresa que estaba corroída, lo primero era dar el ejemplo. Y la manera de hacerlo era siendo honesto, cumpliendo con el deber, combatiendo con todo lo que estuviera por fuera de la ley, sin importar el estatus. Básicamente es eso: principios y virtudes.

¿Ningún ascenso y ningún descanso de recompensa del coronel Prieto Rivera están ligados a episodios tenebrosos?

¡No! Indudablemente en 31 años que duré en el Ejército, tuve enfrentamientos en mis grados de oficial subalterno, pero nunca tuve participación alguna en un hecho que me pusiera por fuera de la ley. En estos momentos tengo una investigación vigente a la que estoy vinculado y es por la muerte en combate de un sujeto a quien le decían alias ‘Tiraplan’, miembro de las autodefensas ilegales en el área de San Vicente de Chucurí, pero de eso voy a salir absuelto porque es un montaje que hicieron las mismas autodefensas buscando involucrarme con el fin de deslegitimar mi testimonio en todo este proceso de la ‘Parapolítica’. Inclusive, cuando se presenta el hecho y a pesar de haber una sindicación directa en mi contra de un testigo llamado Raumuir Jurado, el tipo aduce que yo di una orden telefónica cuando yo en realidad me encontraba en vacaciones y dentro de las cosas con las que pude demostrar mi no participación en eso y por ende mi inocencia fue el análisis de las llamadas que se realizaron desde las supuestas líneas que el tipo mencionaba.

El hecho de no tener ningún Inri, me ha permitido afrontar todo este proceso tan largo, que ya completa once años desde que llegué al Batallón Luciano D’elhuyar y que ha sido conocido como la ‘Parapolítica’ en Santander. Siempre me he dicho: donde yo tuviera rabo de paja, el ‘Clan Aguilar’, Óscar Josué Reyes, el ‘Tuerto’ Gil Castillo y todos estos políticos que se vieron condenados por mi testimonio en la Corte Suprema, ya lo hubieran sacado a relucir.

Usted llega al Batallón de San Vicente de Chucurí en uno de los momentos más críticos de la violencia en esa zona y años después manifiesta que “allí no se movía una hoja sin el consentimiento de los paramilitares’. ¿Así de dramática era la situación?

No lo dije después, lo dije desde que llegué allá. Era una situación muy dramática porque cada sector tenía un bandido de las autodefensas ilegales que lo controlaba. Yo me acuerdo, a pesar de que han pasado más de once años, quiénes controlaban y qué sectores. San Vicente de Chucurí lo controlaba Roso Santamaría Benavides, alias ‘Ovidio’; el sector del antiguo puente de El Tablazo, que ahora lo tapó la represa de Hidrosogamoso, lo controlaba un sujeto al que le decían John Quitían, alias ‘Jorge’; el sector del Centenario y el mismo Carmen de Chucurí lo controlaba alias ‘Alfredo Santamaría’; el Bajo Simacota y El Guamo, alias ‘Nicolás’; La Aragua, alias ‘El Tigre’, y cada uno de esos bandidos tenía unos reglamentos, unas normas en las cuales se veía comprometida la población civil. En el sentido de convivencia por ejemplo en el caso de La Aragua alias ‘El Tigre’ tenía horarios de trabajo cada día de la semana, equis cantidad de horas, y esto usted lo puede consultar con la población, para limpiar carreteras y alcantarillas, y quien no los cumplía tenía que pagar un jornalero que lo remplazara. Imponían castigos como de la época medieval y en una ceiba que había en la explanación al frente de la iglesia les daban azote a las personas. Por cada cerveza o gaseosa que se comercializaba en la región había que pagar un bono. Por cada kilo de cacao, y no me pueden desmentir los compradores de esa época de San Vicente de Chucurí, tenían que pagarles diez pesos a los paramilitares para poderlo sacar. El combustible que se vendía en las bombas, -y el actual alcalde de San Vicente, Ernesto Esteban, no me puede desmentir-, era entregado por los paramilitares a los dueños de las bombas degasolina y tenían que vender ese combustible, entonces los municipios no recibían ningún tributo por sobretasa.Y cito a Ernesto Esteban porque él era el dueño de una de las bombas de San Vicente. Si vendían una propiedad tanto el vendedor como el comprador tenían que pagar el diez por ciento a los paramilitares. Todo lo manejaban ellos. Lo dije en esa época y lo dije después, y eso fue lo que me obligó a combatirlos de frente para librar a esos ocho municipios de la región de ese cáncer que constituían los paramilitares, sin contar con los muertos. Porque fueron más de 47 osamentas exhumadas con el CTI de la Fiscalía en los dos años que estuve de comandante. Y de todo eso existe registro histórico en el CTI. Todo lo hacíamos con la antropóloga del CTI, la doctora Sonia Eugenia García.

¿Cuándo usted llegó a la zona los paramilitares actuaban por su cuenta o contaban con el beneplácito y la colaboración de unidades dentro del Batallón Luciano D’elhuyar?

Cuando yo llegué era muy marcado el contubernio que existía entre los paramilitares y la Fuerza Pública –Policía y Ejército–, y con vergüenza lo digo. Casos donde miembros del Batallón les suministraban los datos a los paramilitares de quiénes habían entregado información para golpearlos y esas personas eran asesinadas. En mi poder reposan documentos donde en años anteriores había un compromiso marcado, donde habían hombres de la Institución que hacían trabajos mal llamados militares en coordinación con esas estructuras. El mismo comandante ‘Alfredo’ se ufanaba de en años anteriores reunirse con comandantes policiales y militares. Dentro de todo el archivo que tengo hay entrevistas que me rendían pobladores a quienes les constaban reuniones que se efectuaban entre diferentes autoridades con esos paramilitares. Entonces decir que no, es querer tapar el sol con un dedo. Sí existía desafortunadamente un marcado compromiso de la Fuerza Pública y de las autoridades civiles con esas estructuras paramilitares. Eso me obligó a que una de mis primeras tareas fue la depuración del Batallón D’elhuyar, que me llevó a solicitar el retiro de ocho oficiales, catorce suboficiales y más de cincuenta soldados, así como el traslado de más de 120 soldados a otras regiones del país, por la facultad discrecional. Me tocaba cortar ese vínculo para poder ofrecer resultados en contra de esas estructuras.

Paramilitares en llave con militares y policías, ¿pero cuándo empezó a descubrir los nexos con dirigentes políticos y autoridades?

Todo surge en las elecciones del año 2003 para alcaldes y gobernador. En esa época, por citar un ejemplo que puede aplicar para muchos otros municipios, se enfrentaron para la Alcaldía de El Carmen de Chucurí un candidato de nombre Félix Gómez y una candidata de nombre Claudia Beltrán. Yo llegué al Batallón el 8 de diciembre y el 14 de diciembre se presenta un enfrentamiento entre dos ‘bandos’ de la población. Nos desplazamos en helicóptero con el entonces comandante de la Quinta Brigada, que era el general (Germán) Galvis Corona, y con el gobernador electo Hugo Heliodoro Aguilar Naranjo. Vamos y nos reunimos en un salón comunal que tiene ese municipio y ahí escuchamos la problemática. Yo era la primera vez que iba a El Carmen. La gente se quejaba que las elecciones se las habían robado y que Félix Gómez, que había sido el ganador, había sido electo por la presión de los paramilitares, particularmente del bando de Alfredo Santamaría Benavides, que era el comandante del frente ‘Ramón Danilo’ de las autodefensas. Coincidencialmente dentro de toda esa gente que estaba presente había un muchacho que había sido soldado mío años atrás. Yo no lo reconocí, él se me arrimó y me entrevisté con él en una casa. Él me dice que lo que pasó fue que se enfrentaron Félix Gómez y Claudia Beltrán, quienes en plena campaña se reunieron con el comandante Alfredo Santamaría Benavides, alias ‘El Gordo’, y con el comandante Ciro Antonio Díaz Amado, alias ‘Nicolás’, comandante del frente ‘Isidro Carreño’ –ambos ya fallecidos, uno asesinado en el Magdalena Medio por alias ‘Botalón’ y el otro murió en la cárcel de un coma diabético–. Ellos les preguntaron a los paramilitares que cómo era la contienda electoral y éstos les dijeron que se enfrentaran en franca lid porque ellos no iban a tener ninguna participación. Pero resulta que en el desarrollo de la campaña y de las elecciones sí hubo participación de las autodefensas y el frente ‘Ramón Danilo’ apoyó al candidato Félix Gómez y cuando éste gana eso genera el inconformismo del sector que apoyaba a Claudia Beltrán. A partir de ahí se produce una fisura dentro de la ciudadanía de El Carmen de Chucurí y esos que estaban resentidos con el grupo de Alfredo Santamaría porque había apoyado a Félix Gómez y habían ganado, empiezan a suministrar toda la información inicial que yo recién llegado a la región me permite empezar a ubicar hombres que pertenecían a los paramilitares. Pero eso no era solo porque me lo dijeran a mí, porque me lo manifestaban y yo inmediatamente los ponía en contacto con la Fiscalía y el CTI tomaba las declaraciones, y entonces se iban desarrollando procesos judiciales de acuerdo a la ley. De esa manera me doy cuenta de la injerencia que tenían en la región. Por decir algo: en San Vicente yo recibí un anónimo donde en el año 2004 me hablaban claramente de la participación que habían tenido los paramilitares en la elección del alcalde de San Vicente de Chucurí en ese entonces, Ludwing Otero. Hablaban igualmente de la participación de los paramilitares para elegir a Hugo Aguilar, al diputado Alfonso Riaño, al diputado Luis José Arenas Prada… e incluso hablaban de cuantías y de cuánto le había costado a Luis Alberto Gil el apoyo de los paramilitares de ‘Botalón’ a la campaña de Hugo Aguilar. Hablaban de 700 millones de pesos. Ese anónimo, que lo recibí en junio de 2004, y que cierto o mentiroso en ese momento, años más tarde de acuerdo al fallo de la Corte Suprema demostró estar muy cercano a la realidad. Ese anónimo tan pronto lo recibí, y como era mi obligación y mi deber como autoridad, se lo envié a las autoridades competentes: a la Fiscalía, a mis superiores y al gobernador Aguilar Naranjo, diciéndole que me había llegado y lo puse en conocimiento de tales personas. No sé si ese anónimo haya generado el inicio de las investigaciones, pero sí había un marcado interés y un marcado dominio de los paramilitares en ese vasto sector del departamento de Santander.



En la medida en que usted empieza a pisarles los cayos a los paramilitares, ¿cómo reaccionan ellos contra usted?

Se dan casos como el de un muchacho de 20 años de nombre Gilberto Arias, quien en 2004 es asesinado de más de ocho impactos, a las nueve de la mañana en el casco urbano de San Vicente, acusado de haber sido el informante que me permitió golpear a las estructuras de los paramilitares en La Albania, que es una inspección delante de Llana Caliente, donde fueron muertos en combate tres miembros de las autodefensas y se escapó alias ‘El Volunto’ –que fue soldado voluntario del Batallón Luciano D’elhuyar y después pasó a ser un mando medio dentro del frente ‘Ramón Danilo’–. Posteriormente asesina a ese muchacho. Cuatro días después asesinan a Argemiro Bravo Plazas, conocido como ‘Chamiro’, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Pilón. Y lo asesinan de la manera más injusta. Él organizó un bazar en su vereda un fin de semana y bajó al Batallón a pedirme a mí prestado el equipo de amplificación, habla conmigo por unos minutos en el comando, se lo mando en un camión del Batallón y coincidencialmente dos días después de que él habla conmigo ubicamos y destruimos un cristalizadero de coca en esa vereda, y Álvaro Noriega, alias ‘Chamuco’, cabecilla medio del frente ‘Ramón Danilo’ y responsable de ese cristalizadero, asesina a ‘Chamiro’ sindicándolo de que en esa bajada al Batallón había ido a darme la información de dónde estaba el cristalizadero. Otro muchacho de nombre Juan Carlos Estevez fue asesinado por los paramilitares en la carretera que de San Vicente conducía a La Renta. El cuerpo de ese joven fue ubicado cerca al puente de El Tablazo. ¿Por qué me impacta tanto la muerte de este muchacho? Porque no tenía nada que ver conmigo. Era un aserrador y un día fue al Batallón a ofrecerme los servicios como aserrador. A su papá, de nombre Tiberio Díaz, si no estoy mal, un señor de unos 65 años y 1,90 de estatura, lo vi llorando, implorándome que le ayudara a encontrar al hijo. Eso me partió el alma. Otro caso fue el de un muchacho de quien no me acuerdo el nombre pero del que guardo las fotografías, fue asesinado en la vereda Clavellinas, cerca aYarima en la carretera que conduce hacia El Carmen de Chucurí. A él lo dejaron con un letrero: “Cordial saludo coronel Prieto. No ‘embale’ a la gente. Esto son limpiezas que estamos haciendo de su red de informantes”. Y ese muchacho, que me lo dejan asesinado con dedicatoria, no era ningún informante. Era un joven que presentaba retardo mental y como yo había puesto una base permanente del Ejército en Yarima, porque era un área que controlaban los paramilitares en esa época, ese muchacho les hacía los mandados a los soldados para traerles los huevos, la cebolla y el tomate. Son cosas que lo marcan a uno, de las cuales guardo recuerdos muy tristes, pero que en ese momento me fortalecieron para combatir esas estructuras que lo único que le hacían era mal a la población de toda esa comarca chucureña.


Nota de la Redacción: ¿En qué momento el coronel Prieto Rivera se da cuenta que se está metiendo con ‘pesos pesados’ de Santander?¿Qué grabaciones le abrieron los ojos? ¿Quién le advirtió que no se metiera con los ‘paras’? ¿Quiénes pidieron su cabeza? Espere esas respuestas y más en la segunda entrega de esta entrevista.

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