lunes, 12 de septiembre de 2016

'Yoss', un cubano-extraterrestre

(Esta nota la publiqué en la edición 451 de Vivir la UNAB, en circulación desde el 12 de septiembre de 2016)


De haberse topado a ‘Yoss’ en Ulibro, Maxwell Smart –el archiconocido Superagente 86– estaría hoy caminando como un zombi por la carpa vacía de la Plazoleta de los Fundadores de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB). Y es que con su pinta de botas negras intergalácticas con punta de acero, pantalón caqui camuflado, correa con hebilla de calavera, camiseta con seres de ultratumba, manillas de taches, vincha, pelo largo y un anillo en su mano derecha como el de El Fantasma, José Miguel Sánchez Gómez se parece más a un personaje venido de otro planeta que al biólogo graduado en la Universidad de La Habana y que es ensayista, crítico y narrador de ciencia ficción y fantasía heroica.



Empero, ‘Yoss’ (La Habana, 1969) oficialmente formó parte de la delegación de Cuba como País Invitado a la Feria del Libro Ulibro 2016 (celebrada del 22 al 27 de agosto) y entre idas y venidas a algunos de sus mundos imaginarios, habló de cómo es la vida en la isla para un cantante de rock que se atreve a lanzar críticas contra el férreo sistema de los hermanos Raúl y Fidel Castro Ruz, pero que a la vez reconoce las ventajas que en educación y salud les ha traído la Revolución.

‘Yoss’ tiene la certeza de que con la demócrada Hillary Clinton o el republicano Donald Trump como sucesores de Barack Obama, el embargo impuesto en octubre de 1960 por Estados Unidos contra Cuba de todos modos caerá dentro de pocos años. Con su innegable acento, varios tatuajes en el cuerpo y 16 premios nacionales e internacionales, jura que no está disparatado, que tampoco le lavaron el cerebro para hacer propaganda de los cambios que se han dado recientemente en su país y que mucho menos piensa parapetarse en la UNAB con el propósito de pedir asilo.

“Estamos viviendo un momento que no pensamos que fuera a llegar nunca. Que en La Habana hubiera una embajada norteamericana, que Cuba tuviera una embajada en Washington, es algo que por muchos años pareció imposible. Lo más difícil en un viaje es siempre dar el primer paso y a partir de ahí casi que uno se puede dejar llevar por inercia. No es que no se vaya a encontrar obstáculos en el camino ni que vaya a ser un lecho de rosas, pero cabe ser optimista. El Bloqueo es un fósil político y como tal desaparecerá, porque los fósiles están llamados a ir a los museos”, manifiesta.

Cuando le indago si tendrá líos a su regreso por ponerse a hablar de temas espinosos, ‘Yoss’ subraya: “No, no habrá ningún problema, y creo que el Gobierno ha aprendido a reconocer que la gente que dice la verdad, que critica de una manera constructiva la gestión del Gobierno, son mucho más útiles que los que dicen ‘todo es perfecto’ y ‘yo haré todo lo que me digan’”.    



Contrariando la consigna de que las armas son una vía válida para tomarse el poder, ‘Yoss’ afirma que la lucha insurgente ya no tiene vigencia y aplaude los acuerdos para el cese el fuego y la dejación de armas que el Gobierno colombiano y las Farc han alcanzado en Cuba.

Pero lo suyo no es la política, así que sonriendo de oreja a oreja y con un lapicero que ha sacado de uno de los seis estuches que lleva en cintura –en los que hay desde una cuchara hasta un destartalado celular–, este habitante del señorial barrio El Vedado me firma un ejemplar de su novela “Condonautas”, en la que narra: “El año pasado me tocó Contactar con los monstruos balenópteros de Kigrai, o Alfa de Ofiuco, según la vieja cartografía astronómica terrestre. Ellos también usan biotecnología, pero cada individuo puede llegar a medir hasta medio kilómetro de largo (las hembras un poco menos), para más INRI, con unos genitales a escala. Fue un asunto duro y trabajoso ese Contacto; desde aquel día tengo una idea aproximada de cómo debe sentirse un espermatozoide en la vagina…”.

Minutos después, y antes de entrar a la tertulia vallenata de Daniel Samper Pizano, ‘Yoss’ se dibuja como el capitán al mando de un barco cargado de irreverencia y optimismo, con una pequeña lancha atada en la popa y repleta de curiosidad. Y aunque los hay de otras galaxias, no es cotidiano observar este tipo de extraterrestres en un vecindario como este donde la pinta muchas veces es lo que más se tiene en cuenta.



Tantos años sin Internet han llevado a ‘Yoss’ y sus colegas escritores a desarrollar el cerebro. Su presagio del fin del mundo, nada descabellado, es que “lo mejor que pudiera ser es que cuando este planeta se destruya y cuando el Sol explote como una supernova, nosotros no estemos aquí  y que nos hayamos logrado poner de acuerdo unos con otros a nivel suficiente como para haber emigrado a otros planetas y quizás en ese momento ya la humanidad no permanezca confinada a este solo mundo. El padre de la cosmonáutica soviética, Konstantín Tsiolkovski, dijo que la Tierra es la cuna de la humanidad, pero no se puede permanecer siempre en la cuna. Tenemos que dispersarnos por todo el Universo”.


Enemil veces lo han tildado de loco, pero ‘Yoss’ supone que el derecho a la locura es una parte muy importante de la libertad. Lleva veinte años saliendo y entrando de la isla, “y mientras viajo fuera de Cuba más estoy seguro de que no quiero nunca vivir en otro país. Por eso trato de decir lo que pienso y mejorar mi país”. Una Cuba que, en sus palabras, es “una fiesta bajo el sol, una carcajada llena de sudor, baile, cultura, hospitalidad y algo que nos cuesta definir pero que no encontramos en ninguna otra parte del mundo”.

Es el 'Yoss' que cada día, hacia las cinco de la tarde para más señas, trota por el malecón habanero porque quiere mantenerse en forma o a lo mejor debido a que le sigue los pasos a un insectoide que ha escapado de sus páginas y que se puede colar en uno de los cruceros cargados de gringos que ya empiezan a llegar producto de la distensión que se respira entre Washington y La Habana.      


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