Escudriñaba la espesa vegetación de la Península de Yucatán (Imperio Maya) cuando a lo lejos divisé un colorido pájaro que jamás había visto. Su variedad de tonos azules, verdes, negros, rojos y marrones de inmediato me llamaron la atención y enseguida apunté mi cámara Nikon hacia la rama en la que se encontraba parado. Su cola con el raquis desnudo y dos enormes manchas azules y negras brillantes me dejó deslumbrado.
El encuento fue fugaz. Transcurrirían 45 segundos a lo sumo pero tuve el tiempo suficiente para dispararle una y otra y otra fotografía. De repente, cuando el zoom estaba en su máximo alcance, noté que además de una raya azul a modo de antifaz, en su pico un saltamontes vivía los últimos instantes porque su cazador no estaba dispuesto a soltar ese bocado por nada del mundo.
Luego el ave voló rauda a un pequeño tronco, aferrando a su presa. A esa altura el final de 'Pepe Grillo' estaba cantado.
Lo primero que hice al toparme a un lugareño fue indagarle por el nombre de ese ejemplar. "Toh, se llama pájaro Toh", respondió con el acento de quienes descienden de los Mayas y sienten orgullos de sus orígenes.
Toh que cuando percibe el peligro agita su cola como péndulo y rápidamente se escabulle entre la espesura de la vegetación, buscando la oscuridad. El 'pájaro reloj' habita en sitios cercanos a cavernas y cenotes, esas enormes cavidades que tanto se hallan en esta parte del territorio mexicano y que en otros lugares del mundo les llaman agujeros azules. Cenotes sagrados para los Mayas que realizaban allí sacrificios rituales y que en la actualidad sirven de concurridos balnearios para locales y extranjeros que nadan en sus tibias aguas.
Al Toh o Momoto Cejiazul también se le encuentra en El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, siendo su nombre científico el de Eumomota Superciliosa. Un pájaro vanidoso de su belleza y con sobradas razones.
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