martes, 20 de enero de 2015

Néstor Iván Moreno Rojas, otro 'ilustre' condenado por la Corte Suprema de Justicia

(Esta nota fue publicada en el Periódico 15, de Bucaramanga Metropolitana, en la edición del 21 de noviembre de 2014).

Detalles e interpretaciones de la sentencia a 14 años de prisión contra el exalcalde de Bucaramanga y exsenador, quien acostumbrado a anotar canastas de tres puntos se le fueron las luces en sus ambiciones políticas y económicas. La corrupción por nombre y la concusión por apellido, persiguen a los Rojas.

Texto y foto Pastor Virviescas Gómez

Se esfumaron los días triunfales en que el entonces alcalde de Bucaramanga, Néstor Iván Moreno Rojas, regresaba de sus permanentes viajes por Colombia y el exterior, se ponía camiseta y pantalonetas anchas y junto a su combo ganaba casi todos los partidos de baloncesto en las canchas de Las Américas, San Pío o el Parque de Los Niños.


Hoy, el nieto del dictador Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), hijo del matrimonio de María Eugenia Rojas ‘La Capitana’ y de Samuel Moreno Díaz, y hermano del destituido alcalde de Bogotá Samuel Moreno, ya no tiene motivos para celebrar. Menos aún después de que la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia dictaminara el pasado 27 de octubre que el ágil jugador y aún más escurridizo político deberá pagar una condena de 14 años de prisión por su papel protagónico de ‘armador’ y cerebro en ese juego de corrupción llamado el ‘Carrusel de la Contratación’, que saqueó el bolsillo de los capitalinos.

Son 14 años de cárcel por ser penalmente responsable “en calidad de autor del delito de concusión, determinador de interés indebido en la celebración de contratos y autor de tráfico de influencias, definidos y sancionados en los artículos 404, 409 y 411 –respectivamente– de la Ley 599 de 2000”. Por, como lo resumió la revista Semana, “utilizar sus influencias para arreglar dos millonarios contratos de la Fase III de Transmilenio entregados a los primos Nule. Además movió sus hilos para que le dieran dos bombas de gasolina a su esposa, Lucy Luna, en la vía Bogotá-Girardot”. Los entendidos han hecho las siguientes cuentas: el 6 por ciento de dos contratos que superaban los 100 mil millones de pesos, sería en la veloz calculadora de los Moreno Rojas ‘apenas’ de 6.000 millones de pesos.

En el intermedio del ‘match’ radicado con el número 34.282, la Corte Suprema también le pide a la Fiscalía General que investigue la presunta responsabilidad de Néstor Iván Moreno en los delitos de enriquecimiento ilícito y concierto para delinquir, con lo cual su derrota pasaría a ser -en términos deportivos- por W.

Nacido el 8 de febrero de 1961 en la ciudad de Miami (Estados Unidos) e identificado con la cédula 19.436.718, el médico Néstor Iván Moreno Rojas albergó el sueño de convertirse algún día en Presidente de Colombia, pero por ahora tendrá que vivir la pesadilla de permanecer tras las rejas de la penitenciaría de La Picota y pagar una multa de 275 salarios mínimos legales mensuales vigentes, a lo que se suma una inhabilidad por 138 meses para el ejercicio de deberes y funciones públicas.

Quien fuera senador en los periodos 2006-2010 y 2010-2014, ya había sido sancionado en enero de 2012 por el procurador general Alejandro Ordóñez Maldonado con destitución e inhabilidad general para ocupar cargos públicos por 20 años, y mediante sentencia del Consejo de Estado de marzo de 2013 fue declarada la pérdida de su investidura como congresista del Polo Democrático, toldas en las que aterrizó en paracaídas a pesar de la oposición de personas como el hoy alcalde de Bogotá, Gustavo Petro Urrego, quien junto al concejal Carlos Vicente de Roux,  desde octubre de 2010 ya habían advertido públicamente en su informe de 100 páginas de toda la corrupción que se escondía detrás de los primos Nule y sus contactos que le permitieron acaparar la mayor parte de los grandes contratos en Bogotá y otras regiones de Colombia entre las que Santander no quedó por fuera.

Capítulo de marrullas e ilícitos que Petro resumió en su momento en el Periódico 15 diciendo: “Una asociación para delinquir muy poderosa de empresarios, políticos y funcionarios públicos cuyo propósito de manera premeditada y a lo largo de toda la Administración de Bogotá era usar la contratación para transferir recursos públicos hacia el enriquecimiento ilícito particular de unas cuantas personas. Esa tesis nos llevó a plantear la expulsión del Polo de (Néstor) Iván y Samuel Moreno responsables por acción y por omisión de estos hechos, y finalmente ante la apatía que tuvo la mayoría de la Dirección del Polo (Democrático) sobre este tema, pues nos tocó renunciar al partido”.

De tal palo tal astilla
El general Álvaro Valencia Tovar, quien fuera comandante del Ejército Nacional, se refería a Rojas Pinilla, como “el uñilargo”. Eso lo recuerda el periodista Alberto Donadio Copello, coautor del libro “El jefe supremo” y columnista del diario El Espectador, quien sostiene que la condena a Néstor Iván Moreno, “demuestra que la familia ha mantenido vigente la deshonrosa tradición”.

“Uñilargo” era el apodo que Rojas Pinilla tenía desde cuando era oficial, un término que según el Lexicón de Colombianismos, escrito por Mario Alario Di Filippo, no es más que “ratero, ladrón”, según cita Donadio.

El estadista Alberto Lleras Camargo, primer secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA) y dos veces Presidente de Colombia (1945-46, 1958-62), manifestó en 1958 refiriéndose al ‘Teniente General Jefe Supremo Gustavo Rojas Pinilla’ que: “Ningún colombiano puede aspirar a enriquecerse ni prosperar sólo por la acción del Estado, a menos que tenga el pensamiento de robar a sus conciudadanos”.

Donadio, el mayor investigador y conocedor de las andanzas de ‘Gurropin’, afirma que “El germen del mal pensamiento lo tuvo Rojas Pinilla desde cuando entró en el ejército. En su primer destino militar el superior anotó al hacer la calificación anual: ‘Es algo desprendido del servicio por dedicarse a los negocios particulares’.

En su gobierno –señala Donadio–, “Rojas Pinilla acumuló hatos, recibió reses, remató el Ingenio de Berástegui en Córdoba, que estaba quebrado, y que la gente empezó a llamar no Berástegui sino Robástegui. Eso llevó al senador Belisario Betancur a afirmar luego que ‘el tambor de alambre de púas llegó a convertirse casi en símbolo de la nacionalidad y a sustituir a veces los arreos del escudo patrio’”.

Según Donadio, “la herencia le viene a Néstor Iván Moreno Rojas también por su padre, el político conservador santandereano Samuel Moreno Díaz, que en febrero de 1955 contrajo matrimonio con la hija del general –nacida en Vélez, Santander–, que dirigía Sendas, Secretaría Nacional de Acción Social y Protección Infantil. Moreno Díaz también se enriqueció por la acción del Estado. Recibió comisiones por la importación de los primeros televisores que llegaron al país y que distribuía el oficial Banco Popular”.

“En la calle la abreviatura de Sendas se convirtió en Se Enriquece Negociando Dineros Ajenos Samuel. El senador –y Presidente de Colombia en el periodo comprendido entre 1966 y 1970–, afirmó  en 1958: ‘La Jefatura de Rentas (hoy DIAN) se convirtió en un antro repugnante, donde a la vez que se cometían los negocios más ilícitos, donde a la vez que se perpetraban toda clase de delitos, se utilizaban los instrumentos fiscales para la persecución de los ciudadanos. Se montó un sistema de extorsión y de explotación realmente inaudito pero todo el mundo sabe lo que ocurría, y todo el mundo sabe cómo el señor Samuel Moreno Díaz, yerno del Presidente de Colombia, no dejaba ese negocio, devengando comisiones y honorarios sin cuento, no por su competencia, porque de nada de eso entendía, sino simplemente porque bastaba una llamada del señor Samuel Moreno Díaz para combinar qué resoluciones de revisión se dictaban, de qué manera se fallaban los asuntos de impuestos’. De aquellos polvos vienen estos lodos”, concluye Donadio, quien al conocer la decisión de la Corte Suprema simplemente exclamó: “¡Casi que no!”.

Otra periodista que ha escudriñado la vida, obra y ‘milagros’ de la familia Rojas, pero en especial de los hermanos Néstor Iván y Samuel, es la columnista de El Espectador, María Elvira Samper, para quien: “Lo que se hereda no se hurta”.

La periodista Samper, también comentarista en RCN Radio, comenta que: “Por fin le llegó la hora al exsenador Néstor Iván Moreno Rojas, el poder detrás del trono de la alcaldía de su hermano Samuel, el hombre que hizo del IDU (Instituto de Desarrollo Urbano) su fortín burocrático y el centro de la empresa criminal que se tomó la administración de Bogotá entre 2008 y 2011”.

“Le llegó la hora de pagar por su papel en el llamado carrusel de la contratación, el gigantesco desfalco a las arcas de la capital: 14 años de cárcel, según fallo de la Corte Suprema, pero le quedan tres investigaciones abiertas por posible enriquecimiento ilícito y concierto para delinquir”.

“Por su parte, Samuel, detenido hace tres años, ya fue acusado ante la Corte Suprema por cohecho propio e interés indebido en la celebración de contratos, pero el juicio está pendiente debido a maniobras dilatorias de sus abogados, y está pendiente el fallo de la Procuraduría por ‘falta gravísima’ en la cesión de un contrato. Par de joyas los hermanos Moreno Rojas”, acota la periodista Samper.

“La historia familiar –prosigue la reportera– está manchada por la corrupción; sus huellas pueden rastrearse desde la dictadura del abuelo, el general Gustavo Rojas Pinilla. En enero de 1956, la revista Time cuestiona la largueza del general con los militares de alta graduación que hacen negocios y cobran comisiones en las compras para el Ejército, y la laxitud consigo mismo, porque participa en negocios que pasan que pasan por la Presidencia, y por el fácil acceso a créditos, gracias a que fichas suyas ocupan cargos claves en algunos bancos. Meses después, la revista le dedica la carátula que titula ‘Presidente próspero’, y atribuye su veloz enriquecimiento a negocios indebidos, como el remate del Ingenio Berástegui por $1,7 millones, pero avaluado en $8 millones, y él como único postor, y la adquisición de una hacienda sin pagar un peso, porque le vende la mitad menos valiosa a una entidad oficial, por el millón de pesos que cuesta toda la propiedad”.

En esta Colombia desmemoriada –como la llamó Gabriel García Márquez–, María Elvira Samper recuerda que: “Luego de ser derrocado (10 de mayo de 1957), la prensa, libre de censura, empieza a destapar los negocios turbios de Rojas. Por ejemplo, en El Independiente –creado para sustituir a El Espectador luego de ser clausurado por la dictadura–, Gabriel Cano Villegas escribe un artículo, ‘El presidente negociante’, que revela cómo el general se ha llenado los bolsillos en forma indebida, y anticipa casos que luego incluye el informe de una comisión especial creada para investigarlo, que lleva a la Comisión de Acusaciones a abrirle investigación formal por abuso de autoridad, concusión e indignidad por mala conducta, y a acusarlo luego ante el Senado”.

“Entre los hallazgos, el insólito aumento del patrimonio del general y su esposa (la antioqueña Carola Correa), y el de sus hijos Gustavo, María Eugenia y Carlos, entre 1952 y 1956, y la constitución de la sociedad De Patiño Ltda. –su esposa e hijos como accionistas–, que poco después compra tres haciendas mediante préstamo de la Caja Agraria obtenido por presión al gerente. A esto, la prensa suma denuncias por créditos de otros bancos también conseguidos por presión, compra de más fincas, comisiones por contratos, como el de Lewis Construction Company con el ICT (Instituto de Crédito Territorial), por el cual tres abogados, entre ellos Samuel Moreno Díaz, yerno del general, reciben 7% de comisión, y acusaciones contra María Eugenia, la Evita del régimen, por malos manejos en Sendas, y contra su esposo Samuel por tráfico de influencias y contrabando de café”.

Historia que concluye el 2 de abril de 1959, cuando Rojas Pinilla es declarado indigno por mala conducta en el ejercicio del cargo. “Es decir, por abusar de su posición para obtener créditos bancarios para sí y para otros, y para enriquecerse en forma indebida. Hoy sus dos nietos están acusados por corrupción. ‘Lo que se hereda no se hurta’. Se hurtan los dineros públicos”, subraya María Elvira Samper.

Las 329 páginas
15 se dio a la tarea de leer las 329 páginas de la sentencia contra Néstor Iván Moreno Rojas, quien como alcalde de la capital santandereana y con el estilo populista de su abuelo y su madre, que regalaban muñecas y mercados, tuvo como proyecto bandera del vaso de leche para los escolares de los sectores marginados, y se vio inmerso en escándalos como el del contrato de los cepos -inmovilizadores de vehículos-, los parquímetros, las botella de güisqui que compraba con recursos públicos en el Club del Comercio –como lo denunció en su momento Vanguardia Liberal–, el Neomundo que no despegó, la renovación de la carrera 33 -que se quedó frenada en el Parque San Pío- o el mismísimo parqueadero subterráneo de San Pío, que duró cerrado más de cuatro años mientras el nieto de Rojas Pinilla se divertía encestando.

“La Corte encuentra que la mayor gravedad de la conducta concusionaria realizada por Néstor Iván Moreno Rojas se revela a partir de que siendo Senador de la República, defraudó las expectativas depositadas por la comunidad en él, y en lugar de utilizar su investidura en la búsqueda del bien común, la empleó para cometer delitos”, dice el fallo, cuyo magistrado ponente fue Fernando Alberto Castro Caballero.

“Igualmente, aparece demostrado que para la ejecución del comportamiento previsto en el artículo 404 del Código Penal, Néstor Iván Moreno Rojas se valió del constreñimiento representado en la amenaza de intervenir indebidamente ante la administración Distrital para afectar los intereses del Grupo Nule, contratista de la Capital de la República, si no cedía ante sus pretensiones de que le asignaran una zonas para la instalación de estaciones de combustible a su esposa, lo que denota una especial modalidad de conducta que merece un mayor reproche”, señala el documento conocido por 15.

El cual concluye: “Ahora, como no vaciló en usar la violencia sicológica y utilizar su cargo y posición en la sociedad como instrumento para conseguir su protervo designio, en desmedro de los valores que honran el desempeño del servidor público, no cabe duda que ello evidencia  una mayor intensidad del dolo, pues estaba decidido a lograr, a cualquier precio, sus propósitos criminales, sin importaler el perjuicio que con ello le causaba a la ciudad de Bogotá”.

Así las cosas, el anapista Néstor Iván Moreno Rojas –exconcejal de Bucaramanga, expresentante a la Cámara por Santander y exviceministro de Salud en el Gobierno de Ernesto Samper Pizano–, se une a esa lista de ‘ilustres’ relacionados con Santander que están en prisión o han desfilado por ella, como el exgobernador Hugo Heliodoro Aguilar Naranjo (Convergencia Ciudadana); el exsenador Luis Alberto Gil Castillo (Convergencia Ciudadana); el exgobernador Mario Camacho Prada (Partido Liberal); el exsenador Alirio Villamizar Afanador (Partido Conservador); el abogado Ramón Ballesteros Prieto (Partido Liberal); el exrepresentante Alfonso Riaño Castillo (Convergencia Ciudadana); el exsenador Óscar Josué Reyes Cárdenas (Partido Conservador y exConvergencia Ciudadana), entre tantos otros.

El consuelo para Moreno Rojas, detenido el 28 de abril de 2011, es que si no hay más condenas entonces los 14 años debido a las gabelas del sistema judicial colombiano se acortarían, y si certifica que leyó, que escribió un libro, que sembró lechugas o dictó clases para compartir sus habilidades deportivas y mercantiles, en menos de tres años recobraría la libertad para venir a tomar güisqui en los clubes o darse un toque de popularidad durmiendo en un cambuche de Ciudad Norte –como lo hacía ‘La Capitana’ en tiempos de campaña–. Si a Luis Alberto Gil le hicieron desfile desde el aeropuerto Palonegro, Moreno Rojas anhelaría que disputen un torneo a su nombre o que al menos sus amigos que le apodaban “Iván, El Terrible” y hoy le hacen el feo, reaparezcan. Esos coequiperos con los que viajó a Europa (República Checa) en 2009 a disputar un campeonato de veteranos –su categoría–, en la que por cierto se caracterizó por reclamar con pataletas todas las decisiones de los árbitros.

De la citada entrevista con Petro una pregunta y una respuesta: En diciembre de 2002, el entonces alcalde Néstor Iván Moreno le aseguró a 15 que su abuelo dictador ha sido el mejor presidente de Colombia y que él algún día sería considerado como el mejor alcalde de Bucaramanga. “Ni el mejor presidente ni el mejor alcalde. Esa es la realidad del país”, sentenció Petro.

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