martes, 12 de noviembre de 2013

Macaregua, un trío de música andina colombiana que busca la perfección




Con la gracia y decisión que un pintor se enfrenta al lienzo, hace el primer trazo y no descansa hasta concluir su obra, Macaregua Trío junta armonía y pasión para darle a la música andina colombiana un aire singular, un sello propio.

Y eso es lo se que percibe desde el primer pasillo hasta el último bambuco que interpretan Carlos Andrés Quintero Badillo en el requinto, César Andrés Castro Mora en el tiple y Rafael Hernández Duarte en la guitarra. Los tres, jóvenes estudiantes de la Facultad de Música de la UNAB que se dejaron tentar por la propuesta de su maestro y director Edwin Castañeda González.


Orgullosos del camino que han recorrido y que les permitió obtener hace pocos meses el “Gran Mono Nuñez Instrumental”, “Mejor Trío Instrumental” y en el caso de César Andrés el Premio ‘Pacho Benavides’ al mejor tiplista del principal evento de su género en el país, ahora se les ve pegando afiches, preparando presentaciones, atendiendo preguntas necias de periodistas, ensayando con más ahínco y promocionando su CD, grabado y mezclado por el profesor Castañeda González, un tipo de pocas palabras pero de grandes ejecutorias.

“Macaregua es un trabajo muy serio y con gran esfuerzo, encaminado a buscar la perfección en el campo de la música andina colombiana, consolidándonos mucho más como agrupación para poderla llevar por todo el mundo”, asevera Quintero Badillo.


Desembocar en ese género no fue producto del azar o del ocio. “Nos criamos escuchando y tocando bambucos, torbellinos y guabinas, entonces nos resulta grato tener contacto con esta música, y ahora que tenemos la oportunidad de complementar nuestros conocimientos en la UNAB, pues podemos ratificar que esta música es muy bella y nos place mucho”, señala Hernández Duarte.

Ellos son conscientes de que el terreno les favorece debido al boom por el que atraviesa esta música y que lo demuestran los numerosos certámenes infantiles, juveniles y de adultos que han nacido en la última década. “Se está creando una nueva corriente musical que ya no son los tres viejitos que cantaban ‘Pueblito Viejo’ y esas cosas que aunque son música clásica colombiana, ya no es eso. Ya hay músicos académicos, gente estudiada que ha hecho investigación y que está haciendo profesionalmente una música diferente, pero perfeccionista y muy bien hecha”, dice Carlos Andrés, que como sus compañeros vive agradecido de las becas que les otorgó la UNAB para poder responder con creces en esta carrera de relevos en la que ellos son los que ahora portan el testigo.


No es que les estén haciendo el ‘feo’ a Garzón y Collazos, Silva y Villalba o Los Hermanos Martínez, deja en claro Rafael. “La labor y la huella de ellos es igualmente apreciable, pero lo que queremos marcar es que ya no solo es eso. El género ahora es mucho más amplio y tiene mucho más que ofrecerle al público en general”, acota Rafael.

Claro, saben también que en medio de tanta ‘música’ fácil como el regaeton –de la que está inundada Bucaramanga–, deben hacer un esfuerzo adicional para atrapar a los oyentes jóvenes. “Esta es una música un poco más compleja de escuchar y de entender, pero tengo que contar que por ejemplo en los talleres con niños de cinco a diez años ellos al conocer la música andina colombiana se dan cuenta de lo bonita que es. Hay festivales donde todo el público son niños y jóvenes y se saben las canciones de antaño. Igualmente las agrupaciones de muchachos son cada día más. Toda esta música está muy bien hecha y de lo que se trata es de apostarle más a lo nuestro, ser un poco más nacionalistas en la música”, sostiene Carlos Andrés.

“El trabajo que viene realizando Macaregua Trío es complementario a lo que ya están haciendo algunas agrupaciones. El formato como tal tiene la innovación del requinto y los arreglos son bastante innovadores, pero todo enfocado a aportarle mucho al género”, según precisa Rafael.

“Las obras que interpretamos y que las respetamos como se debe, son de grandes músicos colombianos del siglo veinte como Carlos Vieco, José A. Morales, Pedro Morales Pino y Gentil Montaña, pero a la vez estamos haciendo algo que de pronto la misma perfección de los instrumentos nos ha ayudado y es que la música suene muy bien. Los arreglos están muy bien escritos, entonces es un trabajo de perfección en el que respetamos los parámetros pero también innovamos. Si uno escucha un disco de Jorge Ariza de hace cuarenta o cincuenta años, los mismos instrumentos y la misma grabación, todo es un poco más rústico, por decirlo así; en cambio ahora la misma tecnología y los instrumentos han hecho que el trabajo sea mucho más perfeccionista”, insiste Quintero Badillo.

Esa diferencia la podrán notar quienes adquieran esta producción de 14 canciones que incluye: “Acuarela”, de Adolfo Mejía Navarro; “De nuevo en casa”, de Rubén Darío Gómez; “Me duele el alma” y “Gilma”, de Gentil Montaña; “Titiribí”, de José A. Morales; “Piedecuesta”, de Rafael Aponte; “Edelma”, de Terig Tucci; “Brisas de Santa Helena”, de Carlos Vieco; “Estudio de Pasillo No. 8”, de Emilio Murillo; “Atardecer”, de Carlos Vieco; “El campesino”, de Carlos Rozo Manrique; “Soñador de arreboles”, de Bonifacio Bautista; “La italiana”, de Ottorino Respighi, “Lether from home”, de Pat Metheny.

Una producción fonográfica con el toque distintivo de Macaregua Trío: arreglos originales y un trabajo serio para embellecer la música andina colombiana, lo cual los diferencia en el ámbito nacional. “Le damos un alma, una voz, una vida propia a cada obra”, dice Carlos Andrés.

“Este disco es fruto del deseo de querer llegar a más público y de mostrar un trabajo muy profundo que hemos venido realizando a conciencia”, enfatiza Rafael, quien como sus compañeros anhela que los santandereanos se metan la mano al bolsillo y lo adquieran, con la certeza de que quien lo compre “va a quedar muy complacido con la música que ha dentro”.

En la presentación del disco –en la que estuvieron acompañados de Trapiche Molé– lograron que los 200 asistentes al Auditorio ‘Jesús Alberto Rey Mariño’ no solamente se quedaran hasta el final sino que gozaran un repertorio hecho con pulcritud y donaire. Lo mismo sucedió cuando la semana anterior deleitaron a los miembros de la Junta Directiva de la UNAB y al rector Alberto Montoya Puyana, quien junto al vicerrector Administrativo y Financiero, Gilberto Ramírez Valbuena, y la directora de Bienestar Universitario, Luz Adriana Villafrade, les ha seguido el paso y les ha brindado el apoyo necesario para hacer realidad su participación en festivales como el ‘Mono Nuñez’, las becas para que continúen sus estudios o la producción de este disco que tiene un precio de 25 mil pesos y se consigue tocándoles el hombro a sus integrantes o en el almacén Leo de la carrera 33 con calle 46.


Macaregua fue el último gran cacique del pueblo Guane, quien ante el acecho de los invasores españoles no halló otra alternativa que lanzarse al vacío, transformándose en cóndor y pasando a ser el protector de estas breñas santandereanas. Ese es el homenaje a sus ancestros que Edwin, César Andrés, Rafael y Carlos Andrés quieren dar con el nombre del trío y con la calidad que le imprimen a sus canciones.


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