Con la gracia y decisión
que un pintor se enfrenta al lienzo, hace el primer trazo y no descansa hasta
concluir su obra, Macaregua Trío junta armonía y pasión para darle a la música
andina colombiana un aire singular, un sello propio.
Y eso es lo se
que percibe desde el primer pasillo hasta el último bambuco que interpretan
Carlos Andrés Quintero Badillo en el requinto, César Andrés Castro Mora en el
tiple y Rafael Hernández Duarte en la guitarra. Los tres, jóvenes estudiantes
de la Facultad de Música de la UNAB que se dejaron tentar por la propuesta de
su maestro y director Edwin Castañeda González.
Orgullosos del
camino que han recorrido y que les permitió obtener hace pocos meses el “Gran
Mono Nuñez Instrumental”, “Mejor Trío Instrumental” y en el caso de César
Andrés el Premio ‘Pacho Benavides’ al mejor tiplista del principal evento de su
género en el país, ahora se les ve pegando afiches, preparando presentaciones,
atendiendo preguntas necias de periodistas, ensayando con más ahínco y
promocionando su CD, grabado y mezclado por el profesor Castañeda González, un
tipo de pocas palabras pero de grandes ejecutorias.
“Macaregua es un
trabajo muy serio y con gran esfuerzo, encaminado a buscar la perfección en el
campo de la música andina colombiana, consolidándonos mucho más como agrupación
para poderla llevar por todo el mundo”, asevera Quintero Badillo.
Desembocar en
ese género no fue producto del azar o del ocio. “Nos criamos escuchando y
tocando bambucos, torbellinos y guabinas, entonces nos resulta grato tener
contacto con esta música, y ahora que tenemos la oportunidad de complementar
nuestros conocimientos en la UNAB, pues podemos ratificar que esta música es
muy bella y nos place mucho”, señala Hernández Duarte.
Ellos son
conscientes de que el terreno les favorece debido al boom por el que atraviesa
esta música y que lo demuestran los numerosos certámenes infantiles, juveniles
y de adultos que han nacido en la última década. “Se está creando una nueva
corriente musical que ya no son los tres viejitos que cantaban ‘Pueblito Viejo’
y esas cosas que aunque son música clásica colombiana, ya no es eso. Ya hay
músicos académicos, gente estudiada que ha hecho investigación y que está
haciendo profesionalmente una música diferente, pero perfeccionista y muy bien
hecha”, dice Carlos Andrés, que como sus compañeros vive agradecido de las
becas que les otorgó la UNAB para poder responder con creces en esta carrera de
relevos en la que ellos son los que ahora portan el testigo.
No es que les
estén haciendo el ‘feo’ a Garzón y Collazos, Silva y Villalba o Los Hermanos
Martínez, deja en claro Rafael. “La labor y la huella de ellos es igualmente apreciable,
pero lo que queremos marcar es que ya no solo es eso. El género ahora es mucho
más amplio y tiene mucho más que ofrecerle al público en general”, acota
Rafael.
Claro, saben
también que en medio de tanta ‘música’ fácil como el regaeton –de la que está
inundada Bucaramanga–, deben hacer un esfuerzo adicional para atrapar a los
oyentes jóvenes. “Esta es una música un poco más compleja de escuchar y de
entender, pero tengo que contar que por ejemplo en los talleres con niños de
cinco a diez años ellos al conocer la música andina colombiana se dan cuenta de
lo bonita que es. Hay festivales donde todo el público son niños y jóvenes y se
saben las canciones de antaño. Igualmente las agrupaciones de muchachos son
cada día más. Toda esta música está muy bien hecha y de lo que se trata es de
apostarle más a lo nuestro, ser un poco más nacionalistas en la música”,
sostiene Carlos Andrés.
“El trabajo que
viene realizando Macaregua Trío es complementario a lo que ya están haciendo
algunas agrupaciones. El formato como tal tiene la innovación del requinto y
los arreglos son bastante innovadores, pero todo enfocado a aportarle mucho al
género”, según precisa Rafael.
“Las obras que
interpretamos y que las respetamos como se debe, son de grandes músicos
colombianos del siglo veinte como Carlos Vieco, José A. Morales, Pedro Morales
Pino y Gentil Montaña, pero a la vez estamos haciendo algo que de pronto la
misma perfección de los instrumentos nos ha ayudado y es que la música suene
muy bien. Los arreglos están muy bien escritos, entonces es un trabajo de
perfección en el que respetamos los parámetros pero también innovamos. Si uno
escucha un disco de Jorge Ariza de hace cuarenta o cincuenta años, los mismos
instrumentos y la misma grabación, todo es un poco más rústico, por decirlo
así; en cambio ahora la misma tecnología y los instrumentos han hecho que el
trabajo sea mucho más perfeccionista”, insiste Quintero Badillo.
Esa diferencia
la podrán notar quienes adquieran esta producción de 14 canciones que incluye: “Acuarela”,
de Adolfo Mejía Navarro; “De nuevo en casa”, de Rubén Darío Gómez; “Me duele el
alma” y “Gilma”, de Gentil Montaña; “Titiribí”, de José A. Morales;
“Piedecuesta”, de Rafael Aponte; “Edelma”, de Terig Tucci; “Brisas de Santa
Helena”, de Carlos Vieco; “Estudio de Pasillo No. 8”, de Emilio Murillo;
“Atardecer”, de Carlos Vieco; “El campesino”, de Carlos Rozo Manrique; “Soñador
de arreboles”, de Bonifacio Bautista; “La italiana”, de Ottorino Respighi,
“Lether from home”, de Pat Metheny.
Una producción
fonográfica con el toque distintivo de Macaregua Trío: arreglos originales y un
trabajo serio para embellecer la música andina colombiana, lo cual los
diferencia en el ámbito nacional. “Le damos un alma, una voz, una vida propia a
cada obra”, dice Carlos Andrés.
“Este disco es
fruto del deseo de querer llegar a más público y de mostrar un trabajo muy
profundo que hemos venido realizando a conciencia”, enfatiza Rafael, quien como
sus compañeros anhela que los santandereanos se metan la mano al bolsillo y lo
adquieran, con la certeza de que quien lo compre “va a quedar muy complacido
con la música que ha dentro”.
En la
presentación del disco –en la que estuvieron acompañados de Trapiche Molé–
lograron que los 200 asistentes al Auditorio ‘Jesús Alberto Rey Mariño’ no
solamente se quedaran hasta el final sino que gozaran un repertorio hecho con
pulcritud y donaire. Lo mismo sucedió cuando la semana anterior deleitaron a
los miembros de la Junta Directiva de la UNAB y al rector Alberto Montoya
Puyana, quien junto al vicerrector Administrativo y Financiero, Gilberto
Ramírez Valbuena, y la directora de Bienestar Universitario, Luz Adriana
Villafrade, les ha seguido el paso y les ha brindado el apoyo necesario para
hacer realidad su participación en festivales como el ‘Mono Nuñez’, las becas
para que continúen sus estudios o la producción de este disco que tiene un
precio de 25 mil pesos y se consigue tocándoles el hombro a sus integrantes o
en el almacén Leo de la carrera 33 con calle 46.
Macaregua fue el
último gran cacique del pueblo Guane, quien ante el acecho de los invasores
españoles no halló otra alternativa que lanzarse al vacío, transformándose en
cóndor y pasando a ser el protector de estas breñas santandereanas. Ese es el
homenaje a sus ancestros que Edwin, César Andrés, Rafael y Carlos Andrés
quieren dar con el nombre del trío y con la calidad que le imprimen a sus
canciones.
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